martes, 30 de junio de 2009

UNA LUZ DE DIOS - Recordando al Padre Alba.


"Y la Luz luce en las tinieblas, y las tinieblas no la recibieron" Jo, I, I-5 "Apareció un hombre, enviado de Dios, que se llamaba Juan" Jo, I, 1-5

Hubo un tiempo en que las tinieblas llenaron mi entendimiento, voluntad y corazón. La oscuridad se presentaba con amplia sonrisa, prometedora de grandes dones e inmensa felicidad. Éste fue el mayor motivo por el que su verdadera esencia pasaba desapercibida para mí. Y ella lo sabía verdaderamente. Así, la vida deviene en círculo cerrado en el que se cree vivir por uno y para uno, sin que se pueda ver más allá. Y en lo más hondo de esa sinrazón, el príncipe de este mundo emite su aguda carcajada, imposible de advertir para quien, como yo, se encontraba atrapado en mitad de su principado, con sus falsas diversiones, sus equivocados ideales. ¡Cuántos errores en la juventud! ¡Cuánta desesperación e impotencia de los padres, cuya misión de guardia se veía frustrada por el ímpetu irresponsable de quien no ama ni deja que le amen!

Pero también hubo un tiempo –como lo habrá siempre- en que la Divina Providencia inspiró, a modo de estrellas permanentes y brillantes en la oscuridad de la noche, centinelas de Dios: luchadores natos, guardianes y defensores de la Santa Fe Católica; instrumentos en manos del Creador para propagar sus santas obras entre los hombres, en mitad de las tinieblas; rescatadores de las almas de aquellos que se encuentran en manos del perverso "ángel de luz". En definitiva, caballeros contemporáneos, actores directos e inmediatos en los nobles combates de la Fe. Por ellos, como agentes del Señor, las cadenas se logran romper y la libertad para el pleno servicio a Cristo, alcanzar. Los que estaban cautivos debido al pecado, logran escapar; los que se encuentran bajo el dolor, se sienten aliviados; quiénes navegan sin rumbo, encuentran dirección. ¡Bravos paladines de la Fe, de los que cabe afirmar, quién como ellos!

Y de todos, una santa espada, un robusto escudo, una venerable palabra... un halcón en las cotas más altas del amor a Cristo y a la Virgen Santísima: nuestro queridísimo y reverendísimo Padre José María Alba Cereceda, de la Compañía de Jesús.

Cristo quiso, en su infinita y bondadosa Divina Providencia, que fuera el Padre José María, directamente y mediante una de sus obras, el Colegio Corazón Inmaculado de María, el que me enseñara a conocer a un Dios que el mundo maquillaba, ignoraba y apartaba de su racionalista realidad, y de la que un servidor formaba parte.

El Padre Alba fue espada para mí, al rasgar el velo de mi ceguera con su paciencia, descubriendo yo, así, la Verdad; fue escudo para mi, cuando, aún apartado del mal, las tentaciones asaltaban el alma poco entrenada todavía en los nobles combates de la Fe; fue palabra para mí, cuando, con sus consejos, acertaba, al seguirlos, encontrar el camino más próximo a Cristo... fue halcón para mí cuando, desde mi adolescencia y hasta más allá de su muerte, le he ido descubriendo como gigante autoridad y supremo ejemplo de obediencia, apartado y lejos de la vanidad del mundo, del diablo y de sus obras; le he ido descubriendo como hombre de Dios infatigable en la conquista de las almas de los hombres para Dios, lanzándose, para ello, desde los cielos de la gracia hasta los corazones de todos nosotros; escalador y peregrino incansable de las cimas de la santidad. ¡Cristo nos envía santos y nosotros conocemos y penetramos, gracias a ello, hondamente, en nuestra pequeñez! La pequeñez y el sabernos nada para, luego, con y en Cristo, mediando su Santísima Madre, serlo todo ¡Qué dicha la mía al ser testigo de un santo!

El Padre Alba no ha muerto, ni morirá jamás. Tan sólo ha finalizado su vuelo y se ha reunido de forma absoluta, íntima y definitiva con Dios, Nuestro Señor. Sencillamente sé que el Padre está todavía más cerca de mí y de todos nosotros, porque ahora más le quiero y más le pido para que interceda ante el Altísimo. Así, el halcón de Dios descansa ya en las más altas cumbres.

Y por ello, hoy, como ayer, y por siempre, puedo afirmar con rotundidad y sin temor a equivocarme, que hubo un tiempo en que apareció un hombre, enviado de Dios, que se llamaba José María.

Jaime López Arboledas
Ex alumno y profesor del Colegio Corazón Inmaculado de María
Abogado

jueves, 25 de junio de 2009

EL CONCEPTO DINÁMICO DE LA TRADICIÓN


El hombre discurre y, por lo tanto, inventa, combina, transforma, es decir, progresa, y transmite a los demás las conquistas de su progreso. El primer invento ha sido el primer progreso; y el primer progreso, al transmitirse a los demás, ha sido la primera tradición que empezaba. La tradición es el efecto del progreso; pero como le comunica, es decir, le conserva y le propaga, ella misma es el progreso social. El progreso individual no llega a ser social si la tradición no le recoge en sus brazos. Es la antorcha que se apaga tristemente al alcanzar el primer resplandor si la tradición no la recoge u la levanta para que pase de generación en generación, renovando en nuevos ambientes el resplandor de su llama.

La tradición es el progreso hereditario; y el progreso, si no es hereditario, no es progreso social. Una generación, si es heredera de las anteriores, que le transmiten por tradición hereditaria lo que han recibido, puede recogerla y hacer lo que hacen los buenos herederos: aumentarla y perfeccionarla, para comunicarla mejorada a sus sucesores. Puede también malbaratar la herencia o repudiarla. En este caso, lega la miseria o la ruina: y si ha edificado algo, destruyendo lo anterior, no tiene derecho a que la generación siguiente, desheredada del patrimonio deshecho, acepte lo suyo: y lo probable es que se quede sin los dos. Y es que la Tradición, si incluye el derecho de los antepasados a la inmortalidad y al respeto de sus obras, implica también el derecho de las generaciones y de los siglos posteriores a que no se le destruya la herencia de las precedentes por una generación intermedia amotinada. La autonomía selvática de hacer tabla rasa de todo lo anterior y sujetar las sociedades a una serie de aniquilamientos y creaciones, es un género de locura que consistiría en afirmar el derecho de la onda sobre el río y el cauce, cuando la tradición es le derecho del río sobre la onda que agita sus aguas.

El anillo vivo de una cadena de siglos, si no está conforme con los que preceden y quiere que so lo estén los que le siguen, puede salir de la cadena para existir por su cuenta; pero no tiene derecho a destruirla ni a privar a los posteriores de los anillos precedentes.

Y siendo todas las autonomías iguales, las de los siglos precedentes y las de los posteriores valen más que las de un momento dado de la Historia, aún suponiendo -lo que no ha sucedido nunca- que una oligarquía no usurpe el nombre de todos y no haga pasar el capricho de los menos por la voluntad de los más. Luego por encima de esa imaginaria autonomía está el deber de subordinarse a la tradición hasta por el imperio de las mayorías, que rara vez son simultáneas; pero que, cuando se trata de las instituciones que expresan los grandes hechos de un pueblo, son siempre sucesivas.

Ved, señores, cómo la tradición, ridículamente desdeñada por los que ni siquiera han penetrado su concepto, no sólo es elemento necesario del progreso, sino una ley social importantísima, la que expresa la continuidad histórica de un pueblo, aunque no se hayan parado a pensar sobre ella ciertos sociólogos que, por detenerse demasiado a admitir la naturaleza animal, no han tenido tiempo de estudiar la humana en que radica.

Esta es la causa de que todo hombre, aún sin advertirlo y sin quererlo, sea tradicionalista, porque empieza por ser ya una tradición acumulada. Que se despoje, si puede, de lo que ha recibido de sus ascendientes y verá que lo que queda no es le mismo, sino una persona mutilada que reclama la tradición como el complemento de su existencia. El revolucionario más audaz que, en nombre de una teoría idealista, formada más por la fantasía que por el entendimiento, se propone derribar el edificio social y pulverizar hasta los sillares de sus cimientos para levantar otro de nueva planta, si antes de empezar el derribo se detiene a preguntarse a sí mismo quién es ; si la pasión no le ciega, oirá una voz que le dice desde los muros que amenaza y desde el fondo de su alma: Eres una tradición compendiada que se quiere suicidar; eres el último vástago de una dinastía de antepasados tan antigua como el linaje humano; ninguna es más secular que la tuya. Si uno sólo faltara en esa cadena de miles de años, no existirías; quieres derrocar una estirpe de tradiciones y eres en parte obra de ellas. Quieres destruir una tradición en nombre de tu autonomía y empiezas por negar las autonomías anteriores y por desconocer las siguientes; al inaugurar tu obra, quieres que continúe una tradición contra las tradiciones pasadas y contra las tradiciones venideras, proclamando la única verdad de la tuya. Mirando atrás, eres parricida; mirando adelante, asesino, y mirándote a ti mismo, un demente que cree destruir a los demás cuando se mata a sí mismo.

Los hombres grandes son aquellos que saben conservar, en una sociedad intangible, la herencia de la tradición; los que no sólo la conservan , sino que la corrigen; o los que, no satisfechos con conservarla y corregirla, la perfeccionan y la aumentan. Y el más tradicionalista no es el que sólo conserva, sino el que, además de conservar, corrige, el que añade y acrecienta, porque sigue mejor el ejemplo de los fundadores, no limitándose a mantener el caudal, sino haciendo lo que ellos hicieron: producir y prolongar con el progreso sus obras.

Por eso los hombres más grandes de la historia son los más tradicionalistas; es decir, los que no dejan tras de sí más que tradición. Solo el vulgo que no funda no transmite nada propio: y muchas veces, sin conocerlas siquiera, repudia las herencias de los demás. En suma,la autonomía individual es la soledad del aislamiento, rompiendo la trama social de las generaciones e interrumpiendo bruscamente, si a tanto alcanza su fuerza disolvente, la continuidad de la vida de un pueblo. La tradición es la familia agrupada en derredor del mismo hogar, en donde se sustituyen los hombres y las llamas, que duran más que los hombres.

Vazquez de Mella
(Discurso del Parque de la Salud de Barcelona, 17 de mayo de 1903)

miércoles, 24 de junio de 2009

BANDERAS ARRIADAS

Varios de los asistentes al acto que tuvo lugar el pasado domingo en el Cerro de los Ángeles han hecho saber que por parte de la Organización se había dispuesto la retirada de todas las banderas de España, muchas de las cuales aparecían ornadas con el Sagrado Corazón de Jesús, símbolo católico donde los haya que es frecuente ver en peregrinaciones europeas junto al respectivo emblema nacional. Algunos así, lo hicieron, otros se marcharon o se mantuvieron discretamente apartados del entorno recogido por las cámaras.

Detrás del suceso hay algo más que una anécdota porque lo ocurrido es expresión perfecta de las dos cosmovisiones que desgarran al mundo católico. La devoción al Sagrado Corazón de Jesús nació y se extendió vinculada de una manera muy especial a esa corriente puramente católica pero que se puede definir por su oposición al jansenismo en el siglo XVIII, a la Revolución en el XIX o al comunismo en el XX. Por eso siempre despertó el odio y la persecución de ilustrados, jansenistas, jacobinos, liberales, masones, socialistas… Esta devoción tuvo siempre grandes enemigos, incluso entre quienes —como los jansenistas o los católico-liberales— se pretendían representantes de las más puras esencias del cristianismo o detentaban altos cargos eclesiásticos. Mártires del Sagrado Corazón fueron, entre otros, los miles de católicos masacrados en la Vandea, el presidente de Ecuador García Moreno, los cristeros mejicanos y los caídos de nuestra Cruzada. Todos ellos tienen en común haber reivindicado de manera efectiva la obligación que tenemos de sustentar también el orden temporal sobre la Revelación. De ahí formulaciones como la de la Realeza Social de Jesucristo.

Por eso es perfectamente explicable que la devoción al Sagrado Corazón de Jesús entrara en una profunda crisis cuando ideas inspiradas en el liberalismo y el socialismo, bajo el manto común del neo-modernismo condenado por la Humani Generis de Pío XII se hicieron predominantes al socaire de la nouvelle théologie y de la teología de la liberación y de sus respectivos postulados asumidos en el discurso oficial. Al tiempo que sobrevivía como elemento de identidad de quienes nos resistíamos a aceptar la traición, surgían grupos que —como ha dicho el Cardenal Rouco Varela— trataban de «recuperar y renovar, en clave del nuevo marco teológico y espiritual abierto por el Concilio Vaticano II, la teología del Sagrado Corazón de Jesús» (http://www.zenit.org/rssspanish-31610). La frase con la que se abría la fórmula pronunciada de manera colectiva por todos los asistentes al acto del domingo no podía ser más expresiva: «Hijo eterno de Dios y Redentor del mundo, Jesús bueno, tú que al hacerte hombre te has unido en cierto modo a todo hombre…». Expresión confusa, tomada de Gaudium et Spes, 22, que con la vaporosa fórmula “en cierto modo” no logra disipar la abolición de toda distinción entre el orden natural y el sobrenatural, una de las tesis mas queridas y de consecuencias más nefastas de la nouvelle théologie.

En el Cerro de los Ángeles chocaron el pasado domingo dos teologías contradictorias y excluyentes por su propia naturaleza. Por eso todo el peso de la oficialidad cayó sobre una de ellas. Las banderas de España con el Sagrado Corazón de Jesús vienen a recordar que la consagración de España —si se quiere auténtica— es un acto plenamente político, aun cuando su finalidad sea el cumplimiento de un deber social de religión. Además, su efecto secundario, el bien común temporal, es de naturaleza también netamente política. El acto del domingo, lo ha dicho con toda claridad el Cardenal Rouco: «Lo hacemos, naturalmente, en un contexto de relaciones Iglesia-Estado distinto que en 1919. Estamos en un Estado aconfesional, en un Estado laico, en el sentido positivo de la expresión, que no es confesional, pero está abierto, por la vía del reconocimiento de la libertad religiosa, a este tipo de expresiones».

Sinceramente, si yo me presento con mi bandera del Atlético en el acto de presentación de Cristiano Ronaldo y la dirección del Real Madrid me dice que me vaya no tengo derecho a quejarme. Nadie me había invitado a aquella fiesta.

Angel David Martín Rubio
http://desdemicampanario.blogspot.com/

martes, 23 de junio de 2009

REALEZA SOCIAL DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO

Enseñó el Papa Pío XI en la encíclica Quas Primas que detrás de toda cuestión política hay una cuestión teológica; por eso, al desafío satánico del Prícipe de este mundo que quiere señorear sobre la Ciudad de Dios, solo podrá respondérsele exitosamente con la doctrina de la Realeza Social de Jesucristo. Cualquier otra opción es marchar hacia el fracaso y la muerte de la Patria.

Clase magistral de Dr. Antonio Caponnetto por gentileza de Página Católica


lunes, 22 de junio de 2009

LA BANDERA DE ESPAÑA NO SE ARRÍA

Uno de los actos más recios y sublimes que hay es la izada del pabellón patrio por parte de una escuadra militante. La enseña ondea al viento, alegre y victoriosa, mientras sus soldados rinden el homenaje de sus erguidas figuras, renovando el juramento que allí les congrega, apostando la propia sangre en su defensa.

El acto sublime y recio cobra transcendencia cuando, una vez izada la bandera, ésta tributa el honor debido al Dios de los Ejércitos y de las Naciones. Es todo un pueblo quién, bajo los colores de su estandarte, ofrece pleitesía a la Verdad, implorando la entronización de Cristo Rey en el trono sagrado de la Patria.

España, en su roja franja del pendón, no disimula la herencia martirial y heroica de aquellos paladines de la Fe que testificaron la Cruz y el Imperio con sus vidas. El Hijo del Trueno, Santiago el Apóstol, que regó nuestra tierra, ahora santificada, con su generosa sangre, tomando para siempre la comandancia hispánica. San Hermenegildo, la máxima expresión de fidelidad a la Fe Católica, que le llevó al enfrentamiento con su padre hasta la muerte por no pactar y negociar la rendición de la Verdadera Doctrina. Los cruzados en Jerusalén, en Lepanto y los encuadrados en los Tercios de Flandes. Las aspas de san Andrés paseando triunfantes en sus conquistas y amortajando los cuerpos de los que nunca regresaron. Las partidas carlistas del XIX y los falangistas, requetés y soldados del 36. Todo ello visible y contenido en el flamear victorioso de la roja y gualda sobre las ruinas del invicto Alcázar toledano.

El gualda nos recuerda la grandeza de España hasta las confines del orbe, evangelizando, conquistando y civilizando los pueblos y las gentes de medio mundo. España, la Católica España, iluminando de teología los Concilios toledanos o impartiendo claridad en Trento. La luz del pensamiento y la doctrina, el albor del Imperio anudado a la Iglesia, la reyecía católica de sus monarcas y las miles de ermitas marianas levantadas con el sudor de los españoles en todos y cada uno de los rincones de la Patria.

La Organización de los actos conmemorativos de la renovación de la consagración de España al Sagrado Corazón había dispuesto la retirada de todas las banderas de España. Y así lo hicieron, una a una, de entre las veinte mil personas allí congregadas, dentro de la explanada que sirve de base al magnífico monumento del Cerro de los Ángeles. La orden era clara y rotunda. Rechazar la España antes descrita y representada en los colores de su Enseña Nacional. Es la renuncia expresa al catolicismo en España, a su unidad religiosa, a su historia, sus mártires y sus santos. Por enemistad, cobardía o complejo se quisieron arriar las banderas.

Se nos insistió hasta la saciedad que retirásemos la bandera que nosotros portábamos con el Sagrado Corazón en el centro. Nos negamos a ello a pesar de habernos quedado solos en la resistencia. El resto de banderas que ondeaban fueron rendidas incluso por orden de aquellos jefes cuyos antecesores las habían custodiado, a sangre y fuego, en las calles, las plazas y los montes de España. Al ultraje se unía la traición, salvo aquellos que tomaron su bandera y se marcharon a escuchar la Santa Misa donde no fueran rechazados, cumpliendo con la consigna aprendida de ser incapaces de pactar con sacrificio del Ideal.

Ayer, hincado de rodillas a los pies del Sagrado Corazón, pedí por la olvidada Unidad Católica de España. Supliqué por el manipulado pueblo español. Rogué por los desorientados que allí se congregaron y por los que deben orientarlos. Recé en reparación por nuestros pecados, nuestras faltas, nuestras infidelidades. Imploré por nuestra perseverancia y la de los cofrades de Pamplona que mantuvieron en alto el pabellón navarro con la laureada de San Fernando.

Y agradecí profundamente a Cristo Rey que, ante el ataque y la embestida oficial, permanecieron en alto nuestras banderas. Porque antes que la disciplina está el honor. Queda dicho y advertido para futuras ocasiones: La Bandera de España es innegociable.

Miguel Menéndez Piñar

domingo, 21 de junio de 2009

FUNDACIÓN YAGÜE


LA FUNDACIÓN YAGÜE

Tiene el honor de comunicarle

EL HOMENAJE QUE SE VA A RENDIR

AL EXCMO SR. DON JUAN YAGÜE BLANCO

CAPITÁN GENERAL

PRIMER MARQUÉS DE SAN LEONARDO DE YAGÜE

ALCALDE PERPETUO, HIJO PREDILECTO

Y VECINO DE HONOR DE LA VILLA DE

SAN LEONARDO DE YAGÜE


Tendrá lugar el día 27 de junio de 2009 en San Leonardo de Yagüe (Soria)

Programa de actos.

A las 12,30 horas: Misa en la Iglesia Parroquial de San Leonardo Abad oficiada por el Abad de San Pedro de Cardeña y varios sacerdotes, con la intervención del barítono José Luis Samanillo y de la soprano Carmen Bocanegra

A las 13,30 horas: Acto de Homenaje en el lugar donde se encontraba el Monumento:

· Lectura de comunicados de adhesión al Homenaje
· 1º intervención.- Don José María Álvarez de Eulate
· 2º intervención.- Don Eduardo García-Serrano, periodista
· Cerrando el acto María Eugenia Yagüe Martínez del Campo, Presidenta de la Fundación
· Concluiremos con los acordes del Himno Nacional y de varias marchas militares

· A las 15,00 horas: Comida de Hermandad en el restaurante El Maño, en Navaleno
· La presidenta de la Fundación contestará a todas las preguntas que formule la prensa en relación al Homenaje, a su padre el General Yagüe, a la batería de demandas interpuestas en diversas instancias jurisdiccionales contra el Ayuntamiento de San Leonardo de Yagüe por el derribo del Monumento y en relación a cualquier otra cuestión.

San Leonardo de Yagüe, 19 de junio de 2009.

La Fundación Yagüe
www.fundacion-yague.org
info@fundacion-yague.org
Tlfs.- 947294252- 609323551

jueves, 18 de junio de 2009

Otro aniversario - CORONEL LUIS MUÑOZ: MI HOMENAJE PÓSTUMO

Según un poeta y mártir de nuestra cruzada, el hombre debe elegir una vocación permanente para hipotecar su vida al servicio de un Ideal trascendente. Únicamente, con esa perspectiva, es posible forjar a un hombre, a un héroe capaz de sacrificarlo todo por conquistar, nuevamente, los bienes de una Patria saqueada. Es el espíritu de unas generaciones españolas que se están extinguiendo, muriendo, pues esta sociedad no es capaz de moldear ni siquiera una voluntad de hojalata. El bastión de la raza hispánica está hoy, más que nunca, en decadencia, por la pérdida repentina de un caballero andante, épico y luchador: el Coronel Luis Muñoz.

Si la Cruz y la Bandera son los símbolos sagrados sobre los que descansa la historia gloriosa de nuestra Patria, la Fe y la Milicia han sido, en Luis Muñoz, el constante motor de un Ideal defendido, permanentemente, hasta el final de su vida. No se encuentra en toda la Historia de España una figura insigne y grande que haya disociado la Religión de la Patria, que se hubiera olvidado de la edificación cristocéntrica de la sociedad o que traicionara la promesa hecha en la pila bautismal. Jamás nuestros héroes apostaron por la materia; antes al contrario, despreciándola, hicieron realidad los sueños imposibles abrazando el sufrimiento, la austeridad y el servicio abnegado a una Causa Sagrada. Es necesario, por tanto, recordar de dónde venimos y hacia dónde nos dirigimos, trazando irremediablemente un camino de conducta ascética. Sólo cabe exigirse a uno mismo, como Luis Muñoz lo hizo, dos virtudes esenciales: valor y honor.

Valor en un mundo cobarde de aspiraciones económicas y homologaciones democráticas. Valor para defender, oportuna e inoportunamente, la teología de Trento y el Solar Patrio de nuestros ancestros. Valor en proclamar a los cuatro vientos la Verdad insustituible, defendida a sangre y fuego, desde tiempo inmemorial, en nuestro pueblo. Valor para permanecer en la trinchera, enfrentado, día y noche, a los enemigos de España. Valor en la decisión, valor en la acción, valor en la victoria o en la derrota. Valor que empuja al héroe y abandona al cobarde. El valor, en resumen, que infundió don Pelayo en los suyos, que tuvieron en Lepanto nuestros cruzados o que mantuvieron, hasta la muerte, los requetés en Codo o Belchite, los falangistas en el Cuartel de la Montaña o los cadetes en el Alcázar toledano.

Y honor. Honor por el juramento hecho, ante la bandera, que la mayoría de militares han olvidado. Honor que rinde pleitesía a la Tradición, a la herencia recibida, gracias a tantas conquistas que dejaron por el camino a nuestros mejores hombres. Honor que exige el cumplimiento estricto del deber, pese a las penosas consecuencias personales. Honor hasta la defensa extrema del rojo y gualda que, propios y extraños, vienen escupiendo desde hace décadas. Honor en la fidelidad, hasta quedarse solo y encerrado, año tras año, detrás de unos barrotes de la prisión militar de Alcalá-Meco. Honor que distingue al hombre del afeminado, al perseverante del traidor, al militar del mercenario, y en suma, al católico del apóstata y al patriota del renegado.

Creyeron, los demócratas de turno, que acabarían con su firme decisión de “defender el honor e independencia de la Patria” tras tomar por asalto su casa y encerrarlo la noche del primero de octubre de 1982. Condenado a doce años de prisión, apartado de su familia, de Soledad, su mujer, fuerte como las del Evangelio, sufrió la ruina del pueblo desde la oscuridad de su celda. Rechazó redimir, sirviendo al estado, la pena impuesta, y acató con total serenidad la prisión como un acto más de servicio a España. Expulsado del Ejército por ser baluarte del mismo. Marginado por sus compañeros, como “piedra de escándalo” y “signo de contradicción”. Reducido por este “Estado de Derecho” a la privación de libertad y pérdida del servicio castrense, al que consagró su vida, atesorando condecoraciones para el Cielo sin llorar por la usurpación de las que, con todo merecimiento, supo ganar en la tierra. Bienaventurado, mi Coronel, una vez más, al ser perseguido por la justicia pues ya te profetizó el Maestro que poseerías el Reino de los Cielos.

Quedarán en cautiverio hombres dispuestos a plantar batalla; podrán recluir, en sus celdas democráticas, a cualquier sujeto que incomode al estado. Pero sepan todos que sólo es posible encerrar la carne y los huesos tras los fríos barrotes. El alma es inmortal, es incontrolable y tendrá el enemigo que doblegar sus fuerzas ya que, con el ejemplo del Coronel Muñoz, estamos dispuestos al enfrentamiento. A cualquiera que desde ya haya de venir. Valor y honor nos acompañan, por la Cruz sacrosanta y la Bandera gloriosa. Sangre, sudor y lágrimas es el camino escogido, el de la reconquista, como ayer, de la España que tanto amamos.

Familiares, camaradas y amigos del Coronel Luis Muñoz: llorad su pérdida. Guardad su recuerdo por siempre. Pero sobre todo, haced memoria de su vida entera, del arriesgado combate que siempre libró e imitadle hasta el fin de vuestras vidas. Sólo de este modo habréis sabido ganar para España la cosecha que sembró con todos sus sacrificios.

Coronel Muñoz, mí querido tío Luis: quisimos hacerte un homenaje, este mismo verano, para reconocerte los méritos de tu lucha. Hace sólo dos semanas que empezamos a pensar dónde y cuándo. Nuevamente te has negado, por tu humildad, aunque esta vez para siempre. No importa. Vayan estas pobres letras, cuando aún conservo la emoción por tu muerte, lanzadas públicamente para tal fin. Y sea esta mi pequeña contribución, de la España verdadera, que aún sobrevive, para el reconocimiento póstumo que te debemos.

Da un fuerte abrazo al abuelo Camilo y juntos, con nuestros mejores, entonad una plegaria por España. Proteged nuestras vidas, pero sobre todo alentadnos por emprender, decididamente, el combate final que restaure esta Patria que vosotros nos enseñasteis a amar con valor y con honor.

Miguel Menéndez Piñar

miércoles, 17 de junio de 2009

COMANDANTE YNESTRILLAS: EN EL 23 ANIVERSARIO DE SU ASESINATO


No quiero que pase desapercibida la fecha del 17 de Junio. Para mí es relevante. Tanto que, ese mismo día, hace hoy veinte años, nos robaron a un hombre enamorado de España, un romántico en el sentido más puro y noble del vocablo. A un militar que formó de verdad en la escuadra de aquella “religión de hombres honrados” que nos describiera Calderón de la Barca. Y digo nos lo robaron, porque hoy, tantos años después, sigo creyendo que el Comandante Ricardo Sáenz de Ynestrillas formó parte de mi patrimonio.

Existen familias que traspasan el vínculo de la sangre estableciendo lazos aún más perdurables que el mismo hogar. Si la Fe nos hace partícipes de una comunión espiritual, las Ideas entrelazan los corazones formando una hermandad inquebrantable. La Fe y las Ideas, compartidas, convierten el quehacer de dos hombres en una trinchera, donde se vive y se muere de forma constante por un pensamiento sagrado. Un pensamiento que jamás fue fugaz, inestable o frágil. Es el pensamiento sagrado, sublime, de los grandes hombres, héroes de una Causa, paladines de una Patria, centinelas augustos de valores eternos e inmortales. El comandante Ynestrillas fue un elemento inmovible y perseverante de aquella trinchera que es cruzada y reconquista. Y allí se posicionó junto con otros españoles que querían seguir siendo herederos del 18 de Julio, amigos y camaradas, militares aislados y marginados por resistirse al abandono de su juramento en defensa de la Fe y de la Patria. Ahí estaban el Capitán de Navío Camilo Menéndez Vives y el Comandante Ricardo Sáenz de Ynestrillas. Carlista el primero. De los de verdad. De aquellos que como él, con quince años, empuñaron las armas para defender España en aquel memorable Alzamiento Nacional. Falangista el segundo. De mente y corazón azul hasta caer asesinado por la metralla marxista como ocurrió en Alicante un veinte de noviembre de 1936. Hicieron de la boina roja y la camisa azul el símbolo inmortal de una lucha hasta el umbral de la muerte. Dos hombres que han dejado testimonio de una hermandad ejemplar pues jamás encontraron barrera alguna en el amor a la Patria. Conjugaron, con su amistad, el tradicionalismo de Vazquez de Mella y el Nacional Sindicalismo de José Antonio.

Desde antaño, él y su familia, estuvieron unida a la mía. Cuántas veces en mi casa recibimos al Comandante para festejar el 18 de Julio, conmemoración onomástica también de San Camilo. Tal es así, que escritores sobre el 23 F (Pilar Urbano) llegaron a afirmar que la casa de mi abuelo Camilo era un auténtico nido de golpistas. Llámelo como se prefiera. Golpistas, ultras o fascistas. Pero aquellos hombres (los Tejero, Ynestrillas o Menéndez) hicieron de su Fe una milicia y de la milicia un acto de servicio a la Fe. Hipotecaron sus vidas en aras de la grandeza de la España auténtica, forjando, ellos sí, una camaradería inquebrantable. Esa es la única camaradería que es posible. La única en la que creo, alejada de la palabrería fácil y abrazada al sacrificio, a la austeridad, al compromiso.

La convulsión de los años del consenso entre los enemigos de España, para derribar, primero y aniquilar después, la obra nacida de la Cruzada, cimentada sobre la sangre aún caliente de los mártires y los héroes que vencieron bajo una misma bandera, roja y gualda, y al lado de la espada más limpia de Europa, que representó el invicto Caudillo, hizo de este pelotón de soldados una espina clavada en este sistema democrático y liberal. Se hacía urgente su eliminación. La represión, la cárcel y los arrestos eran cotidianos, mientras el terrorismo antiespañol de ETA era amnistiado en virtud de la reconciliación nacional mientras seguían asesinando por la espalda a militares, guardias civiles o policías armados, cuando no eran españoles llanos y sencillos. Unos eran escogidos al azar por el simple hecho de ser españoles. Otros eran objetivos señalados ya que, aparte de ser españoles, defendían públicamente y casi en solitario la españolidad propia, con orgullo, y la de Vascongadas y Navarra. El gobierno, en colaboración con la banda marxista ETA eligió al Comandante Ynestrillas para que éste fuera su próxima víctima.

Le asesinaron. Más de treinta balas atravesaron su cuerpo sin que pudiera él defenderse. Lo acribillaron en la puerta de su casa. Karina, su mujer; Martín, Ricardo y Fernandito, sus hijos, estaban allí. Escucharon la descarga de muerte. La desgarradora descarga que dejó, desde aquel instante, una viuda y tres huérfanos y dos nietas que nunca pudieron conocerle. Y más que eso. Cientos de españoles que compartimos, años más tarde, la trinchera que siempre ocupó. Trinchera, además, regada con su sangre, siendo un imperativo más para la lucha, la que él mismo sostuvo hasta la muerte. Una vez más, los cobardes matan por la espalda. Pero si alguien era capaz de sufrir tal descarga de plomo y pólvora, ese era el Comandante Ynestrillas. Pudieron acabar con su cuerpo. Destrozarlo incluso. Pero su alma, prendida del fuego por España, incesantemente ardiendo y fervientemente combativa, voló al Cielo, para encuadrarse, arma al brazo, con el Dios de los Ejércitos.

Hoy, habiendo pasado dos decenios de su asesinato, intento imaginar sus últimos pensamientos. No hay duda. Murió pensando en España. Murió por España. Hizo suya aquella consigna viril, recia y enérgica, antagónica a las voces pacifistas, de Patria o muerte. Ese fue su destino, que él abrazó. Y subió al Cielo con las únicas condecoraciones válidas para un militar en guerra: las cicatrices que dan fe de las heridas.

Allí, en los luceros, monta guardia. Junto con tantos camaradas del ayer glorioso esperando completar las escuadras con nuevos combatientes que mueran por la Patria. Y vendrán. Y se alzarán, pues el ejemplo de la sangre derramada es acicate para las voluntades juveniles que sueñan, como él, en la nueva primavera de la España eterna. Desde hace veinte años, el apellido Ynestrillas está irrevocablemente unido a la Patria cautiva esperando ser reconquistada, otra vez, por un puñados de hombres dispuestos al sacrificio supremo.

A mi querida Karina, su viuda, mi enhorabuena por el ejemplo de su marido, sabiendo, que detrás de un gran hombre siempre se esconde una gran mujer. A sus hijos, Martín y Ricardo, la exhortación de ser fieles, no ya a su padre, sino a lo que su padre ha representado. A Fernandito, que siendo niño se fue con su padre al cielo, que ruegue por España. Y a toda su familia, mi abrazo más fuerte, estrecho y sincero, con renovada fidelidad a la sangre vertida por el Comandante Ynestrillas.

Déjeme mi Comandante, que invocando su nombre grite, palma al cielo: ¡PRESENTE!

Miguel Menéndez Piñar
17 de Junio de 2006


Misa funeral hoy miércoles, día 17 de Junio, a las 19,30 horas en la Capilla Arzobispal Castrense, junto a Capitanía General, en el número 3 de la Calle Sacramento de Madrid.

martes, 16 de junio de 2009

OBISPO CATÓLICO, ESPAÑA CATÓLICA

Las raíces católicas de España son incuestionables, pero ¡no cabe vivir mucho tiempo "de las rentas"! La pérdida de tensión hacia la santidad, unida a la tentación de materialismo, hedonismo, frivolidad, combinado todo ello con ideologías liberales, pueden debilitar en poco tiempo una tradición católica labrada a lo largo de los siglos.

Esta situación ha originado una crisis de identidad muy notoria, ya que es obvio que en España no existe una cultura ni una historia al margen de sus raíces cristianas. Cuando la secularización nos "roba" el "alma cristiana", se genera en nosotros una especie de suicidio espiritual.

Y, sin embargo, al mismo tiempo están surgiendo entre nosotros nuevos brotes de vida cristiana, que son un indicio muy esperanzador de que el Espíritu Santo continúa dirigiendo nuestra historia, incluso en momentos difíciles.

Monseñor Munilla, Obispo de Palencia.

lunes, 15 de junio de 2009

RENOVACIÓN DE LA CONSAGRACIÓN DE ESPAÑA AL SAGRADO CORAZÓN

Con motivo del 90 aniversario de la Consagración de España al Sagrado Corazón en el Cerro de los Ángeles

- Día 20, Sábado, a las 24 h.: Vigilia de Oración Juvenil, organizada por JRC (Jóvenes por el Reino de Cristo) y presidida por los Sres. Obispos de Palencia y de Coria-Cáceres.

- Día 21, Domingo, a las 10 h: Solemne Misa de Pontifical presidida por el Cardenal Rouco Varela, Presidente de la Conferencia Episcopal Española. Renovación de la Consagración al Sagrado Corazón de Jesús, Jubileo de San Pablo y “Proclamación del Año Sacerdotal”.


Consagración de España al Sagrado Corazón de Jesús

"Corazón de Jesús Sacramentado, Corazón del Dios Hombre, Redentor del Mundo, Rey de Reyes y Señor de los que dominan:

España, pueblo de tu herencia y de tus predilecciones, se postra hoy reverente ante este trono de tus bondades que para Tí se alza en el centro de la península. Todas las razas que la habitan, todas las regiones que la integran, han constituido en la sucesión de los siglos y a través de comunes azares y mutuas lealtades esta gran patria española, fuerte y constante en el amor a la Religión y en su adhesión a la Monarquía.

Sintiendo la tradición católica de la realeza española y continuando gozosos la historia de su fe y de su devoción a Vuestra Divina Persona, confesamos que Vos vinisteis a la tierra a establecer el reino de Dios en la paz de las almas, redimidas por Vuestra Sangre y en la dicha de los pueblos que se rijan por vuestra santa Ley; reconocemos que tenéis por blasón de Vuestra Divinidad conceder participación de Vuestro Poder a los Príncipes de la tierra y que de Vos reciben eficacia y sanción todas las leyes justas, en cuyo cumplimiento estriba el imperio del orden y de la paz.

Vos sois el camino seguro que conduce a la posesión de la vida eterna: luz inextinguible que alumbra los entendimientos para que conozcan la verdad y principio propulsor de toda vida y de todo legítimo progreso social, afianzándose en Vos y en el poderío y suavidad de vuestra gracia, todas las virtudes y heroísmos que elevan y hermosean el alma.

Venga, pues, a nosotros tu Santísimo Reino, que es Reino de justicia y de amor. Reinad en los corazones de los hombres, en el seno de los hogares, en la inteligencia de los sabios, en las aulas de la Ciencia y de las Letras, y en nuestras leyes e instituciones patrias.

Gracias, Señor, por habernos librado misericordiosamente de la común desgracia de la guerra, que tantos pueblos ha desangrado; continuad con nosotros la obra de vuestra amorosa providencia.

Desde estas alturas que para Vos hemos escogido, como símbolo del deseo que nos anima de que presidáis todas nuestras empresas, bendecid a los pobres, a los obreros, a los proletarios todos para que en la pacifica armonía de todas las clases sociales, encuentren justicia y caridad que haga más suave su vida, mas llevadero su trabajo.

Bendecid al Ejército y a la Marina, brazos armados de la Patria, para que en la lealtad de su disciplina y en el valor de sus armas sean siempre salvaguardia de la Nación y defensa del Derecho. Bendecidnos a todos los que aquí reunidos en la cordialidad de unos mismos santos amores de la Religión y de la Patria, queremos consagraros nuestra vida, pidiéndoos como premio de ella el morir en la seguridad de Vuestro Amor y en el regalado seno de Vuestro Corazón Adorable. Así sea."

http://www.bernardo-francisco-de-hoyos.info/consagracion-sagrado-corazon-jesus/consagracion-scjesus.htm

sábado, 13 de junio de 2009

TODA RODILLA SE DOBLE...


La celebración del Corpus Christi se nos ofrece como la antesala para el inicio de la Adoración Perpetua en nuestra Diócesis. El próximo viernes 19, Solemnidad del Corazón de Jesús, celebraremos una Misa solemne en nuestra Catedral, a las 20.00, en la que además de dar inicio al Año Jubilar Sacerdotal y de renovar la Consagración de Palencia al Corazón de Jesús, concluiremos llevando en procesión al Santísimo Sacramento hasta la Iglesia de las Clarisas, dando así inicio a la Adoración Perpetua. Sirvan estas líneas de hoy como ayuda para crecer en la comprensión de nuestra devoción eucarística.

Arrodillarse ante Cristo, remedio de toda idolatría

En la homilía que Benedicto XVI pronunciaba en el Corpus del año pasado, realizaba una hermosa catequesis sobre el significado de esta postura corporal en la oración y en la liturgia: “Arrodillarse en adoración ante el Señor (…) es el remedio más válido y radical contra las idolatrías de ayer y hoy. Arrodillarse ante la Eucaristía es una profesión de libertad: quien se inclina ante Jesús no puede y no debe postrarse ante ningún poder terreno, por más fuerte que sea. Nosotros los cristianos, sólo nos arrodillamos ante el Santísimo Sacramento”.

En su obra “El espíritu de la liturgia”, el entonces Cardenal Ratzinger daba respuesta a la objeción que juzga que la cultura moderna es refractaria al gesto de “arrodillarse”. Con clarividencia y profunda convicción afirmaba que “quien aprende a creer, aprende también a arrodillarse. Una fe o un liturgia que no conociese el acto de arrodillarse estaría enferma en un punto central”.

El hecho de que en nuestros días se esté extendiendo la costumbre de permanecer de pie en el momento de la consagración en la Santa Misa, o de que se suprima alegremente la genuflexión al pasar ante el sagrario, no parece que sea algo casual o insignificante. La “herejía” más extendida en nuestro tiempo –la secularización- no se caracteriza tanto por negar verdades concretas del Credo, cuanto por debilitar la firmeza de nuestra adhesión a la fe. Da la impresión de que lo políticamente correcto fuese creer a “cierta distancia”, sin entregar plenamente nuestro corazón. En el fondo, estamos ante el olvido de aquellas palabras de Jesús: “Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser. Este mandamiento es el principal y primero” (Mt 22, 37-38).

No podemos olvidar que la adoración es el mejor antídoto frente al relativismo y que, por lo demás, es indudable que la genuflexión está estrechamente ligada al acto de adoración: Es el reconocimiento que la creatura hace del Creador, es la manifestación humilde de nuestra sumisión ante un Dios todopoderoso que, paradójicamente, también “se ha arrodillado” ante nosotros en la encarnación, en su muerte redentora, y en su decisión de permanecer entre nosotros en la Sagrada Eucaristía.

Mención aparte merecen tantas personas que bien quisieran poder expresar de rodillas su adoración a Cristo, y que por limitaciones físicas se han de contentar con hacerlo con una inclinación u otros gestos de fervor y cariño. ¡Cuántas lecciones nos dan con su valiente perseverancia, sin rendirse a sus “achaques”!

Comulgar “a Cristo” y comulgar “con Cristo”

“El segundo mandamiento es semejante a éste: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo». Estos dos mandamientos sostienen la Ley entera y los profetas” (Mt 22, 39-40). En efecto, el acto de adoración a Dios es consecuentemente seguido del ejercicio de la caridad con todos los necesitados. Éste es el motivo por el que la Iglesia ha unido los dos días “más eucarísticos” del año (Jueves Santo y Corpus Christi), a nuestro compromiso con los pobres, ejercido especialmente a través de Cáritas.

El acto de comulgar no termina con la recepción del sacramento. Recurro de nuevo a otras palabras del Cardenal Raztinger recogidas en el citado libro: “Comer a Cristo es un proceso espiritual que abarca toda la realidad humana. Comerlo significa adorarle. Comerlo significa dejar que entre en mí, de modo que mi yo sea transformado y se abra al gran «nosotros», de manera que lleguemos a ser uno solo con Él”.

Por lo tanto, comulgar “a Cristo” supone también comulgar “con Cristo”, es decir, comulgar con todo lo que Él ama, con sus preocupaciones, alegrías, esperanzas y sufrimientos… de una forma especial, con sus predilectos, los pobres. Ciertamente, estamos ante dos señales determinantes para evaluar la calidad de nuestra participación en la Sagrada Eucaristía: la actitud de adoración y –fruto de ésta- nuestro compromiso con los necesitados.

Monseñor Munilla, obispo de Palencia

viernes, 12 de junio de 2009

CORPUS CHRISTI - VAZQUEZ DE MELLA

El Concilio de Trento resume y define el dogma eucarístico en dos Cánones (el 2 y el 4 de la Sesión XIII). Basta copiar el segundo, que viene a compendiar los dos: «Si alguno dijere que en el Sacrosanto Sacramento de la Eucaristía queda la substancia del pan y del vino juntamente con el Cuerpo y la Sangre de Nuestro Señor Jesucristo y negare aquella maravillosa y singular conversión de toda la substancia del pan en el Cuerpo y de toda la substancia del vino en la Sangre, por la cual quedan del pan y del vino tan sólo las especies: conversión a la que la Iglesia Católica, y por cierto con mucha propiedad, llama transubstanciación: sea anatema.» (1. La Iglesia empleó con preferencia especies a accidentes, pero pueden considerarse como sinónimos, según se ve en la condenación de Wicleff, que empleó los segundos).

No se puede expresar con más claridad la fórmula dogmática, pues hasta la estudiada repetición de las palabras pesadas y medidas evita toda confusión.

Cuatro son las proposiciones que contiene:

La conversión es singular y maravillosa, es decir, única y sobrenatural.
No existe la substancia del pan y el vino juntamente con la del Cuerpo y Sangre de Jesucristo en la Eucaristía.
Del pan y el vino tan sólo quedan las especies (manentibus dumtaxat speciebus).
Conversión de toda la substancia del pan en el Cuerpo y de toda la substancia del vino en la Sangre de Cristo.
Si no existe en la Eucaristía la substancia inferior y de ella sólo quedan los accidentes o especies, ¿cómo puede verificarse la conversión total de la substancia del pan y el vino en la superior del Cuerpo de Cristo?

Un trilema disipa las contradicciones que imagina la sutileza heterodoxa. No caben más que tres asertos, prescindiendo del sentido figurado y analógico, para interpretar la conversión total.

Primero: El Cuerpo de Cristo se hace de la substancia del pan y del vino.
Segundo: El pan y el vino se hacen substancia del Cuerpo de Cristo.
Tercero: El pan y el vino desaparecen y el Cuerpo de Cristo aparece, y lo que antes existía se cambia en la substancia superior que la sustituye.

El primer aserto, que no han faltado algunos que lo sostuvieren, supone que el Cuerpo de Cristo es en gran parte creado, y destruye su unidad e identidad, pues el nuevamente producido será diferente del que preexistía.

En el segundo, la substancia del Cuerpo de Cristo es acrecentada y alterada; niega los tres axiomas teológicos, porque la conversión sería natural, destruiría la unidad y la inalterabilidad del Cuerpo y hasta variaría la unión hipostática al variar un elemento de la naturaleza humana.

El tercero se conforma con los axiomas teológicos. La conversión es sobrenatural, y en nada se menoscaba la unidad inalterable del Cuerpo de Cristo. Hay un cambio total de substancias; la que existía desaparece en otra, el Cuerpo que la sustituye.

Acostumbrados a la sustitución simple, parcial y sucesiva de las conversiones naturales entre substancias que siguen de alguna manera existiendo, necesitamos elevarnos sobre ella para comprender esta doble sustitución instantánea entre dos substancias de las cuales sólo una persiste.

No hay conversión sobrenatural sin sustitución, porque no existe sin separación de accidentes, y ésta ya supone la sustitución de la substancia por la acción divina; de modo que hay que admitirla, cuando menos, a medias, y entonces no es total.

No ya un cristiano, ningún filósofo teísta puede negar a Dios, sin hacerse ateo, el poder de sustituir una substancia con otra bajo los accidentes de la primera.

Pero la substancia sustituída para mantener los accidentes, o carece de realidad o conserva alguna. Si no la conserva, no puede convertirse en nada, y si la conserva, o coexistirá con la otra o se transfundirá en ella. En el primer caso, después de la aparición de la primera, es decir, después de la Consagración, quedaría algo, además de los accidentes separados, lo que es contrario al dogma; en el segundo caso, si se transfunde, habrá algo en el Cuerpo de Cristo que antes no existía, y se vulnerará también el dogma.

Luego es necesario que desaparezca la substancia inferior sin incorporación a la superior.

Esto supone esta consecuencia, que desaparezca totalmente por una doble sustitución, la de su acción para mantener los accidentes y la de su entidad, si queda alguna después de la separación.

Vazquez de Mella

jueves, 11 de junio de 2009

REY EN LA CRUZ, EN EL ALTAR, EN LA PATRIA


En la Solemnidad del Corpus Christi, Cristo Jesús, en Tí la Patria espera gloria, buscando con intenso ardor. Guíala Tú, bendice su bandera, dando a su faz magnífico esplendor. Salve Divino foco de amor. Salva a tu pueblo español, escucha su clamor.
¡Salva al pueblo español Divino Corazón!


No me mueve, mi Dios, para quererte
el cielo que me tienes prometido,
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.

¡Tú me mueves, Señor! Muéveme el verte
clavado en una cruz y escarnecido;
muéveme ver tu cuerpo tan herido;
muévenme tus afrentas y tu muerte.

Muéveme en fin, tu amor, y en tal manera
que aunque no hubiera cielo, yo te amara,
y aunque no hubiera infierno, te temiera.

No me tienes que dar porque te quiera,
pues aunque lo que espero no esperara,
lo mismo que te quiero te quisiera.


A Jesús escondido en el Santísimo Sacramento -Santa Faustina-

Yo te adoro, Señor y Creador, escondido en el Santísimo Sacramento. Yo te adoro por todos los trabajos de tus manos, que tu me revelas con tanta sabiduría, bondad y misericordia, O Señor.

Tu has esparcido tanta belleza sobre la tierra y esta me habla de tu belleza, aunque estas cosas hermosas son apenas una reflexión vaga de ti, belleza incompresible.

Y aunque Tu te has escondido y has escondido tu belleza, mis ojos, iluminados por la fe, te alcanzan y mi alma te reconoce como su creador, su mas altísimo bien, y mi corazón está completamente sumergido en oración y adoración.


Oración por la Patria -Padre José María Alba Cereceda S.J.

Divino Corazón de Jesús: Ante la vista de tantos males como presenciamos en nuestra Patria, como merecido castigo de nuestros públicos pecados, recurrimos a Vos, suplicando vuestra misericordia a favor de este pueblo de vuestra predilección. Acordaos de vuestra promesa de reinar en España y con más veneración que en otros partes. Que vuestro reinado de amor se establezca ya en nuestra querida España. Que prenda aquí con mayor fuerza ese fuego divino y de aquí se comunique por todo el mundo. Sea vuestro Divino Corazón, la victoriosa bandera que presida nuestras justas ansias de restauración tradicional y misionera y nos dé la victoria contra todos los enemigos de Dios y de la Patria. ¡Virgen del Pilar, Inmaculada Reina de España, acelerad el Reinado del Corazón de vuestro Hijo! Amén.

miércoles, 10 de junio de 2009

LLAMAMIENTO A LOS CORAZONES ESPAÑOLES.


Estamos presenciando la caída de un sistema. Toda la España liberal se desmorona. El edificio levantado sobre logias y barricadas está agrietado, y su techumbre cruje. Un vaho de muerte se levanta de la laguna parlamentaria, y envuelve con sus siniestros vapores los viejos muros, testigos en otro tiempo de la orgía en que se devoró la herencia de nuestros padres y el patrimonio de nuestros hijos. El árbol de la libertad liberal, plantado en sus orillas y regado con un río de sangre y de lágrimas, no ha producido más que bellotas y espinas.

Cuando se mira al pasado y se contempla después el presente, sufre vértigos la cabeza y ansias indecibles la voluntad, preguntándose al fin el espíritu, lleno de estupor al observar la rapidez inverosímil del descenso, si la Guerra de la Independencia estará a tres siglos de nosotros, y por un fenómeno inexplicable habrá desaparecido de la memoria del pueblo español un periodo entero de su historia, para que una serie larga y no interrumpida de torpezas y debilidades seculares explique la sima que el parlamentarismo nos ofrece como término de sus hazañas.

Levantarse gallardamente en los comienzos del siglo contra Napoleón, y hollar con arrogancia soberana las águilas imperiales acostumbradas a posarse sobre los tronos más altos...y gemir, al terminar esta centuria bajo las botas de Cánovas... es cosa que, por lo extraordinario, obliga a preguntar sobrecogidos de asombro; ¿Ha cambiado totalmente la población de España y no existe entre los gigantes de antes y los enanos de ahora más vínculo que el territorio en que aquellos alzaron su heroísmo y éstos exponen su vergüenza?

¿Qué ha pasado entre la gloria de ayer y la ignominia de hoy? Un ciclón de tiranías sin grandeza, y de pasiones sin valor; once Constituciones entre natas y nonnatas; más de cien oligarquías ministeriales; una docena de pronunciamientos de primera clase, que montan y desmontan la máquina infernal de exóticas instituciones sobre el pueblo infeliz juguete de sofismas y pretorianos, y tres guerras civiles provocadas por un régimen que obligó a los creyentes a ser cruzados para no ser apóstatas... Todo ha pasado por España en menos de un siglo y aún está en pie la Patria...

Era tan grande la España tradicional y el liberalismo español tan raquítico, que ni siquiera ha podido servirle de sepulcro ni darle la muerte.

¡Aún no ha muerto la tradición, todavía no se ha extinguido la raza; aún queda en el hogar de la patria el rescoldo de una brisa celeste, o el viento de una catástrofe, que puede convertir en magnífica hoguera que calcine las osamentas de extrañas tiranías y alumbre los horizontes, como la aurora de una nueva edad y de una vida nueva!


Vazquez de Mella

(El Correo Español, 14 de febrero de 1893)

martes, 9 de junio de 2009

CARLISMO Y "LIBERTAD RELIGIOSA"


El Carlismo ha defendido siempre la unidad religiosa de España. Más aún: esa unidad es la piedra angular del orden político que el Carlismo propugna. Cuando hace de Dios el primero de sus lemas no significa simplemente que cree en la existencia de Dios en el Cielo o que propone la religiosidad como norma de vida de sus adeptos. El trilema carlista no es un programa de vida personal, sino el ideario de un sistema político. La unidad católica, por lo demás, aunque a veces de forma incongruente con el régimen político, ha estado vigente en España desde tiempos de Recaredo, en el siglo VI, hasta la actual Constitución de 1978, con la sola excepción de los cinco años de la segunda República.

¿Qué es la unidad religiosa? Para mejor entendernos, digamos ante todo qué no es la unidad religiosa. No es, contra lo que muchos creen, coacción ni intolerancia. La fe no puede imponerse a nadie, ni moral ni siquiera físicamente, puesto que es una virtud infusa que Dios concede y que incide en lo más íntimo de cada alma. Tampoco debe ejercerse coacción alguna sobre el culto privado de otras religiones, ni sobre su práctica en locales o templos reservados, con tal de que no se exteriorice ni se propague públicamente, ya que en un Estado confesional la difusión de las religiones falsas debe considerarse como más dañina que la propagación de drogas o sustancias nocivas.

Más aún: el sistema tradicional aconseja el prudencialismo político de acuerdo con el cual el gobernante católico en cuyo pueblo estén arraigadas de hecho más de una confesión religiosa, debe basarse en lo que tengan de común esas religiones, y practicar la tolerancia de cultos. No es el caso de España, donde no existe otra religión ni histórica ni ambientalmente establecida más que la católica.

¿Qué significa entonces la unidad religiosa que el Carlismo propugna como primero de sus lemas? Simplemente, que la legislación de un país debe estar inspirada por la fe que se profesa –la católica en nuestro caso– y que no puede contradecirla; que las costumbres, en cuanto son influidas por la ley y la política del gobernante, debe procurarse que permanezcan católicas. Que la religión, en fin, debe ser objeto de protección por parte de la autoridad civil. Dicho de otro modo: que no se pueden dictar ni proponer leyes que contradigan a la moral católica –ante todo el Decálogo–, ni que atenten a los derechos y funciones de la Iglesia. Este fundamento religioso (religión es religación con un orden sobrenatural) es radicalmente opuesto al principio constitucional moderno, según el cual el poder procede del hombre, de su voluntad mayoritaria, y nada tiene que ver con Dios ni con el Decálogo, que sólo concierne a la vida privada de quienes profesan esa religión. Recordemos que el origen de nuestras guerras civiles –que siempre tuvieron un trasfondo religioso– los dos gritos que se oponían entre sí eran ¡Viva la Religión! y ¡Viva la Constitución!

La confesionalidad del Estado y la conservación de la unidad religiosa allá donde exista son, ante todo, una consecuencia del primer Mandamiento que nos prescribe amar a Dios sobre todas las cosas, y no sólo en nuestro corazón o privadamente, sino también las colectividades que formemos, familiares o políticas. En segundo término, es una necesidad para conservar el bien inmenso de una religiosidad ambiental o popular, de lo que depende en gran medida la salvación de las almas. En algunos momentos cumbre de la historia el Cristianismo se propagó de un modo súbito, cuasi milagroso: en el Imperio Romano en tiempos de los apóstoles, en la rápida cristianización de los pueblos bárbaros a la caída de Roma, en la difusión fulgurante de nuestra fe en la América española. Pero en lo demás la fe requiere ser mantenida con esfuerzo y evitarle peligros, al igual que debemos hacer con nuestra fe personal, y con la salud y el dinero, y cualquier género de bienes, que requieren ser guardados y preservados. Bajo un Estado laico la fe tiene que perderse, porque ese pueblo no merece la fe que ha recibido, y ello está a la vista en nuestra sociedad.

En segundo lugar, tampoco puede subsistir un gobierno estable que no se asiente en lo que Wilhelmsen ha llamado una "ortodoxia pública". Es decir, un punto de referencia que sirve de fundamento a la autoridad y a la obligatoriedad de las instituciones, las leyes, las sentencias. En rigor, si se establece la libertad religiosa (y el consecuente laicismo de Estado) resulta imposible mandar ni prohibir cosa alguna. ¿En nombre de qué se preservará en una tal sociedad el matrimonio monógamo? ¿Bajo qué título se prohibirá el aborto, la eutanasia y el suicidio? ¿Qué se podrá oponer al nudismo, a la objeción de conciencia, a las drogas o a la promiscuidad de las comunas?

Bastará que el afectado por el mandato o la prohibición apele a una religión cualquiera –incluso individual– que autorice tal práctica o la prohiba. ¿Y qué límite podrá poner el Estado a esa libertad religiosa si se la supone basada en "el derecho de la persona"? Quien desee divorciarse o vivir en poligamia no tendrá más que declararse adepto a múltiples religiones orientales, o al Islam, o a los mormones. Quien quiera practicar la eutanasia o inducir al suicidio, podrá declararse sintoísta. El que desee practicar el desnudismo público alegará su adscripción a la religión de los bantús, y los objetores al servicio militar buscarán su apoyo en los Testigos de Jehová. En fin, los que vivan en promiscuidad o se droguen, hallarán un recurso en los antiguos cultos dionisíacos o báquicos. La inviabilidad última de cualquier gobierno humano (que recurre simplemente a la fuerza) se hace así patente. La "libertad religiosa" es, por su misma esencia, la muerte de toda autoridad y gobierno.

Se objetará, sin embargo, que la Declaración Conciliar Dignitatis Humanae del Concilio Vaticano II ha propugnado la libertad religiosa y el consiguiente laicismo de Estado.

¿Qué hemos de pensar de esto los carlistas? A mi juicio, lo siguiente:

1.º.- El Concilio Vaticano II no es un concilio dogmático sino sólo pastoral, por propia declaración: por lo mismo, exento de infalibilidad.

2.º.- La libertad religiosa en el fuero externo al individuo contradice la enseñanza de todos los papas anteriores (uno de ellos santo) desde la época de la Revolución Francesa, y particularmente a la encíclica Quanta Cura de Pío IX que reviste las condiciones de la infalibilidad.

3.º.- La Declaración Conciliar se contradice a sí misma, puesto que afirma al mismo tiempo que deja intacta la doctrina anterior.

4.º.- Los amargos frutos de esa Declaración son bien patentes en la Iglesia y en la sociedad.

5.º.- Si esa Declaración hubiera de ser recibida como "palabra de Dios", al Carlismo no le quedaría más que disolverse, porque ha sido el último y más heroico empecinamiento en la defensa del régimen de Cristiandad.

Rafael Gambra

lunes, 8 de junio de 2009

LA LEY INJUSTA

La ley injusta no obliga en conciencia a su cumplimiento.
La ley injusta no es propiamente ley.
La ley sólo es justa, en razón de su fin,
cuando se ordena al bien común;
en razón de su autor,
cuando no sobrepasa las atribuciones del legislador;
en razón de su forma, cuando establece
cargas proporcionales entre los súbditos.
La ley es injusta si su fin es contrario al bien común;
si hay exceso de potestad por parte del legislador,
o si la distribución de las cargas
que impone la norma es desigual.
Sin estas condiciones, la ley es violencia tiránica
y debe ser resistida.

Santo Tomás de Aquino

sábado, 6 de junio de 2009

UGANDA, LA NACIÓN QUE VENCIÓ EL SIDA


El Sida tiene solución cuando se evita el ideologismo del Nuevo Orden Mundial

Uganda es un país de más de treinta millones de personas donde el SIDA provocó una pandemia que alcanzó en 1991 a un 21% de la población.

El desarrollo de la enfermedad es una de las causas principales de la desestructuración de la fuerte institución familiar africana. La desaparición de los adultos jóvenes ha dejado desamparados a centenares de miles de huérfanos, que abandonados vagan por las calles en busca de un modo de vivir.

La necesidad de mano de obra provoca cambios migratorios y la imposibilidad de favorecer un contexto favorable para el desarrollo.

Uganda era uno de esos países infestado de SIDA, cuando los soldados tanzanos y ugandeses de Yoveri Museveni liberaron al país de la cruel dictadura de Idi Amín. Aquellos soldados contrajeron la enfermedad y la desarrollaron por el país.

La promiscuidad juvenil por la confianza en los avances de la medicina fomentó el crecimiento de las relaciones sexuales, y por tanto el contagio del SIDA.

Como en otros países, la industria del latex, uno de los grandes grupos de presión en la ONU, inundó el país de condones para parar la transmisión del SIDA, pero el crecimiento siguió de forma acelerada, como es un ejemplo Sudáfrica, país que pierde 300.000 habitantes anuales.

Sin embargo, Uganda es el país de San Carlos Luanda, el mayordomo real que fue sacrificado junto a otros 26 jóvenes ugandeses por no ceder a la concupiscencia de su malvado monarca. Actualmente, Uganda es un país que reúne más de un 80% de población cristiana, la mitad protestante y la otra católica.

El gobierno Museveni decidió tomar parte activa en la eliminación del SIDA, desde las escuelas y las iglesias, la formación de las mujeres como punto clave de las familias, y la educación en los valores de abstinencia y la fidelidad, las nuevas generaciones de ugandeses fueron cambiando los hábitos sociales que se habían enraizado bajo el dominio de Idi Amín y la guerra.

Después de tres décadas de educación y formación en valores, la sociedad ugandesa disfruta en la actualidad de un 5,4% de infectados, habiendo reducido en tres cuartas partes el número de enfermos.

El éxito de la medida era claramente conocido por el Papa Benedicto XVI, Uganda es un país que debe su evangelización y desarrollo a los padres blancos, ahora conocidos como padres de África.

Resulta curioso que la persona que goza de primera mano de información sobre lo sucedido en Uganda, se vea atacado por personas que nunca han estado en África y cuyos intereses económicos dependen de las grandes empresas productoras de condones.

José Luis Orella
ARBIL

viernes, 5 de junio de 2009

HABLANDO DE ÉTICA: EL CARDENAL ROUCO, EL PP Y EL PSOE


El 29 del mes pasado saltó a la prensa el anuncio de que “El CEU elije a Bono, Aznar y Rouco para hablar de ética y futuro de la democracia”, dentro de los cursos de verano que La Universidad San Pablo CEU de Madrid (Asociación Católica de Propagandistas) iba a realizar a principios de junio.

El Gran Canciller de la Universidad, Alfredo Dagnino, manifestó que el objeto de estas jornadas es “reflexionar sobre los fundamentos prepolíticos de la democracia en España hoy y analizar los cauces sobre los que discurrirá en el futuro”. Entre los ponentes y profesores dijo que figuran el Presidente del Congreso, José Bono, el ex Jefe del Ejecutivo, José María Aznar, el embajador de España ante la Santa Sede, Francisco Vázquez, el presidente del Foro de la Familia, Benigno Blanco, y el Presidente de la Conferencia Episcopal y Cardenal de Madrid, Antonio María Rouco Varela, junto Arzobispo de Granada, Francisco Javier Martínez, entre otros.

Me perdonarán que un estado de extrañeza y sinsabor me acometiera al ver la noticia: ¿cómo se pueden mezclar personas de puntos de vista tan dispares, éticamente hablando, bajo un cátedra católica?. Extrañeza que se me confirmó al rememora luego la dicho por el Papa Benedicto XVI, dado que las palabras de S. S. no solo son de aplicación en la Universidad ¿católica? de Notre Dame (Indiana), de los jesuitas. Como dijo Patrick Reilly, presidente de la sociedad Cardenal Newman, "El Papa Benedicto XVI claramente estableció una auténtica versión sobre la libertad académica para todos nosotros en su discurso a los directores de universidades católicas que nos dirigió cuando visitó Estados Unidos el año pasado; el Santo Padre ha vinculado la crisis de la verdad en los campus católicos con la crisis de la fe, y eso es lo que está en el núcleo del problema en la educación superior católica".

Así lo ha manifestado recientemente Claudio María Celli, que preside el Pontifico Consejo de las Comunicaciones Sociales, en la Universidad Pontificia de Salamanca: “la Iglesia pide coherencia, sólo eso, nada menos que eso, a las facultades de periodismo que se llamen católicas, a Salamanca, San Pablo CEU, Navarra, Murcia, Lovaina, Notre Dame, etc”.

Porque, tenemos un Bono asiduo componente de todo tipo de salsas de dudosa o nula catolicidad (San Carlos Borromeo como exponente gráfico de esa su religión “que es el amor”) y que ayer mismo, desde la cátedra cedida por el CEU, para más INRI, criticaba a Monseñor Cañizares por relacionar aborto y pedofilia, y eludía pronunciarse sobre el aborto, destilando con toda intención píldoras tan meditadas como “a mí lo que no me parece normal es que una mujer acabe en la cárcel por abortar” y asegurado que la Iglesia pensaba hasta el siglo XX que un ser humano no tenía alma hasta las cuarenta semanas asegurando que “la Iglesia pensaba hasta el siglo XX que un ser humano no tenía alma hasta las cuarenta semanas”.

No menos pintoresco es Vázquez, ese “cristiano” que no solo puede ser socialista e incluso votar (ante el respetable) contra el aborto, pero que también sigue militando en un partido anticristiano y abortista; por cierto, dado que todos los embajadores del PSOE en la Santa Sede han sido masones, surge la duda de un cambio de tendencia o de que utilice también mandil; como no podía ser menos, también el “católico” Vázquez tiró con bala y tuvo que ser corregido por Rouco: “no hemos omitido la propuesta social de la Iglesia”

No menos curiosa es la invitación a Aznar, el de la legalización de la píldora abortiva, la manipulación y destrucción de embriones y el incremento del aborto quirúrgico durante sus dos legislaturas; ¿qué ética cristiana puede enseñar tamaño asesino legal?. A él hay que añadir otros miembros de ese partido político clara y asumidamente abortista que es el PP (Rajoy dixit cantando las loas de la ley del 1985), como Benigno Blanco, antiguo alto cargo del mismo y que dirige una organización pepera, supuestamente independiente del partido, cuya finalidad es mantener la ficción de que se lucha (desde el PP) contra el aborto, pero que nunca ha pedido la derogación de dicha ley.

Claro, que en eso de pedir la derogación de la ley del aborto de 1985 tampoco se ha visto públicamente a ninguno de los obispos actualmente con vida.

Ante ese cúmulo de despropósitos, decidí indagar un poco y resultó que el citado curso lo organiza el CEU con la Fundación García Morente (la fundación de la iglesia madrileña), y que es un curso que la San Pablo hace para que la Iglesia haga proyección de sus enfoques “políticos”; como ejemplo, en años anteriores se trató sobre Educación para la Ciudadanía. Los ponentes los ha elijo el propio Rouco, a propuesta de María Rosa de la Cierva. Los cardenales hablan, junto a políticos de todas las tendencias, para crear polémica, dar imagen de pluralismo y, sobre todo, salir en los medios de comunicación con sus opiniones.

Llegado aquí mi desazón no puede por menos de transformarse en angustia y agudo dolor. ¿A dónde nos conduce la Conferencia Episcopal Española?. No ha sido bastante con su contribución al catastrófico cambio político, social y religioso que ha traído la transición por ella propiciada?. ¿Por qué ese seguir induciendo a engaño a los fieles, “bendiciendo” conductas perseguibles y enviándoles mensajes engañosos? ¿Cuánto debe durar aun la execrable política del mal menor de los obispos?.

Desde luego, mientras siga Monseñor Rouco, a quien más de uno ha visto dar la comunión a los abortistas Juan Carlos y Esperanza Aguirre (y mantiene en sus puestos a los ¿curas? de Entrevías) no hay visos humanos de regeneración de la CEE, instalada muy a su gusto en el “sistema” de esta tiranía partitocrática.

Hispánicus

jueves, 4 de junio de 2009

VOTARÉ AES-Alternativa Española


Vivimos sumergidos y adentrados en la sociedad más degradada y corrupta, quizá, que han conocido los siglos. La Verdad, el Bien y la Belleza han sido arrasados y condenados al escarnio constante desde el poder, público y privado, que esclaviza al hombre subyugándolo a la perversidad de la mentira, el mal y la monstruosidad.

Los nuevos regímenes políticos, nacidos a la sombra de la Revolución Francesa, tienen como fin último despedazar la naturaleza del hombre, por negación del Creador, y convertirlo en el espectáculo inaudito del dinero, el interés, la villanía, el vicio y, en último término, el pecado. La política democrática, liberal, socialista o cuantos collares queramos ponerle al perro, constituye el enemigo frontal y declarado de nuestra Fe y del Solar Patrio que fue bandera y estandarte de la Cruz.

España, aquella Patria que tanto anhelamos su regreso, asesinada y aniquilada desde hace décadas, necesita una reconstrucción integral. Desde la Fe y el Magisterio de la Iglesia, vertebrando las estructuras políticas y sociales en los valores y principios de la dimensión espiritual del hombre. Y sólo así tendremos una sociedad justa, íntegra, armonizada y en paz. Una sociedad justa en la que se premie al virtuoso y se castigue al delincuente. Donde no tenga cabida el asesinato de niños inocentes bajo el amparo de la ley y se respete y cuide la vida desde la concepción hasta su fin natural. Una sociedad íntegra que impulse y fomente la natalidad en el seno de la única familia posible, formada por hombre y mujer, cumpliendo con la Voluntad genesiaca. Donde el vicio de los invertidos genere soluciones y no derechos. Una sociedad armonizada en la que todos y cada uno de los españoles tengan su misión transcendental, cumpliendo con sus deberes y aportando lo mejor de sí mismos para España. Donde la economía sirva al hombre, proporcionalmente a su esfuerzo y responsabilidad, y éste al interés colectivo y al bien común. Una sociedad, finalmente, en paz. Donde la economía, el hombre, la familia y la justicia sean ordenadas en aras a establecer el Reinado Social de Nuestro Señor Jesucristo que nos dejó Su Paz.

El próximo Domingo, 7 de junio, culmina la carrera electoral al Parlamento Europeo. Acostumbrados estamos a ver el juego nefasto de la clase política que en estas fechas encuentra su máximo apogeo. Ante tanto parásito apátrida, que contribuye desde la esfera pública a la destrucción de nuestra Patria, en uno u otro partido, se alza Rafael López-Diéguez para ser la alternativa española en Europa. Su lema hace referencia al trabajo, a los valores y a las patrias. La Fe, la Familia y la Vida, sus pilares.

Para apoyar el esfuerzo y la dedicación. Para fortalecer el altavoz de lo que representan. Para romper el bipartidismo que nos ahoga. Para que alguien pueda defender nuestros principios inmutables cada vez que son vilmente atacados desde las instituciones. Para que públicamente se oiga decir que el aborto es un crimen, que la familia es la base de toda sociedad y que España se mantendrá en pie mientras quede un puñado de hombres dispuestos a defenderla.

Por todo lo anterior, sin militar en ningún partido político y sin dar legitimidad al sistema, al sufragio universal y a las urnas que son la causa principal de los males actuales,

Votaré AES al Parlamento Europeo.

Miguel Menéndez Piñar

miércoles, 3 de junio de 2009

Máxima actualidad: LA HORA DE LOS ENANOS


Fue misericordia de Dios el llevárselo a las regiones de la paz eterna. Tras un breve martirio, el descanso. ¡Eran muchos sus merecimientos para que la divina generosidad no le indultara de este espectáculo!

Todo bulle como una gusanera. Como si no hubiera pasado nada. Los mismos hombres, las mismas palabras vacías, los mismos aspavientos. ¡Y todo tan chico! Contra la obra ingente de seis años —orden, paz, riqueza, trabajo, cultura, dignidad, alegría—, las fórmulas apolilladas de antaño, las menudas retóricas de antaño, las mismas sutilezas de leguleyo que ni el Derecho sabe.

Aquí están los políticos a quienes nadie desconoce. Todos pasan de sexagenarios. Gobernaron docenas de veces. Casi ninguno sirvió para nada. Pero no escarmentaron. Piensan que una breve abstinencia –que ellos disfrazan de persecución– los redime del pasado inútil.

Aquí están los ridículos intelectuales, henchidos de pedantería. Son la descendencia, venida a menos, de aquellos intelectuales que negaron la movilidad de la tierra y su redondez, y la posibilidad del ferrocarril, porque todo ello pugnaba con las fórmulas. ¡Pobrecillos! ¿Cómo van a entender –al través de sus gafas de miopes- el atisbo aislado de la luz divina? Lo que no cabe en sus estrechas cabezas creen que no puede existir. ¡Y encima se ríen con aire de superioridad!

Aquí están los murmuradores, los envenenados de achicoria y nicotina, los snobs, los cobardes, los diligentes en acercarse siempre al sol que calienta más, (algunos, ¡quién lo dijera!, aristócratas, descendientes de aquellos cuyos espinazos antes se quebraban que se torcían ... ).

Aquí están todos. Abigarrados, mezquinos, chillones, engolados en su mísera pequeñez. Todos hablan a un tiempo. No se hizo nada. Se malgastaron los caudales públicos. Las victorias militares acaecieron bajo el mando de aquel caudillo como pudo acaecer otra cosa. Todo fue suerte o mentira. Y, antes que nada, ese Gobierno no fue un Gobierno inteligente (¡santa palabra para deslumbrar a los tontos!); gobernó para España, a la española, no al gusto de la docena de los elegidos. Prefirió prescindir de solemnidades hipócritas mejor que falsificarlas.

Los enanos han podido más que el gigante. Se le enredaron a los pies y lo echaron a tierra. Luego, le torturaron a aguijonazos. Y él, que era bueno, sensible, sencillo; él, que no estaba acorazado contra las miserias; él, que por ser muy hombre (muy humana) gozaba y padecía como los niños, inclinó su cabeza una mañana y no la alzó más.

Ahora es la hora de los enanos. ¡Cómo se vengan del silencio a que los redujo! ¡Cómo se agitan, cómo babean, cómo se revuelcan impúdicamente en su venenoso regocijo! ¡Hay que tirarlo todo! Que no quede ni rastro de lo que él hizo! Y los más ridículos de todos los enanos —los pedantes— sonríen irónicamente.

El también sonríe. Pero su risa es clara, como su espíritu sencillo y fuerte. Nosotros padecemos –como él antes– todas las torturas de la injusticia. Pero el ya goza el premio allá en lo alto, en los ámbitos de la perpetua serenidad. Nada puede inquietarle, porque desde allí se disciernen la grandeza y la pequeñez. Pasarán los años, torrente de cuyas espumas sólo surgen las cumbres cimeras. Toda esta mezquina gentecilla —abogadetes, politiquillos, escritorzuelos, mequetrefes— se perderá arrastrada por las aguas. ¿Quién se acordará de los tales dentro de cien años? Mientras que la figura de él —sencilla y fuerte como su espíritu— se alzará sobre las centurias, grande, serena, luminosa de gloria y de martirio.

José Antonio Primo de Rivera
(ABC, 16 de marzo de 1931, aniversario del fallecimiento del General Primo de Rivera)

lunes, 1 de junio de 2009

ALGUIEN QUE NO VOLVERÁ A ABORTAR



El famoso médico abortista estadounidense, George Tiller, ha probado de su propia medicina. No volverá a abortar; no volverá a matar; no volverá a asesinar a niños inocentes, criaturas débiles y pequeñas a las que Tiller sesgó sus vidas durante tantos años. Hoy, por fin, sus sangrientas manos dejarán de cometer crímenes.

La noticia, aquí

A LOS MILITARES

Cuando hereden vuestros hijos los uniformes que ostentáis, heredarán con ellos:

O la vergüenza de decir: "Cuando vuestro padre vestía este uniforme dejó de existir lo que fue España".

O el orgullo de recordar: "España no se nos hundió porque mi padre y sus hermanos de armas la salvaron en el momento decisivo". Si así lo hacéis, como dice la fórmula antigua del juramento, que Dios os lo premie; y si no, que os lo demande.

¡ARRIBA ESPAÑA!

José Antonio