domingo, 21 de octubre de 2012

CONTRACORRIENTE



El día 9 de septiembre, con motivo de la fiesta de la Madre de Dios del Claustre, patrona de la diócesis de Solsona, su joven obispo Monseñor Xavier Novell, predicó una homilía en la que pronunció estas palabras: “Estar a favor de la independencia de Cataluña es legítimo moralmente, y por tanto, los católicos pueden ser independentistas”.
Es verdad que se puede ser independentista y católico. Como también se puede ser  ladrón y católico; adúltero y católico; asesino y católico… pero no se debe ser independentista, ni ladrón, ni adúltero, ni asesino, porque lo prohíbe la ley de Dios y la moral católica. El día 9 de septiembre de 1995, el beato Juan Pablo II les dijo a los jóvenes reunidos en el santuario de Loreto: “Queridos jóvenes: Rechazad las ideologías obtusas y violentas, manteneos lejos de toda forma de nacionalismo exarcebado”.
Señor obispo, el independentismo catalanista –que no catalán- tiene mucho de ideología obtusa y exacerbada y es hijo de las ideologías anticristianas de la Revolución Francesa.
Hace más de 20 años leí la obra: “Otra historia de Cataluña”, del gerundense Marcelo Capdeferro. En 1967 había escrito “Historia de Cataluña”, inspirándose en las fuentes románticas y nacionalistas de la historiografía catalana. Pero años más tarde, siguiendo criterios extrictamente científicos, consideró un deber ante la Historia rectificar su primer libro, porque había tergiversaciones e inexactitudes fundamentales muy graves. Cataluña no puede ni debe separarse de España porque es un absurdo histórico: Cataluña siempre ha sido España. Capdeferro ha escrito una historia de la Cataluña auténtica, no al margen de España, sino la historia de Cataluña dentro de España. Un hecho histórico irrefutable.
El historiador catalán comienza el prólogo de la auténtica historia de Cataluña con estas palabras: “Historia es la relación verdadera de los acontecimientos pasados. Sus fuentes principales son los monumentos, los documentos, y la tradición; pero estas dos últimas fuentes, si no son cuidadosamente estudiadas, ponderadas y verificadas son susceptibles de fomentar mitos y leyendas”.  Mitos y leyendas creados y difundidos por la historiografía catalanista romántica y mentirosa. Hay que volver a la “Tradició Catalana” del obispo Torras y Bages, cuya tesis e ideal es “Cataluña será cristiana o no será”. Para muchos de los independentistas modernos, Cataluña puede y debe ser cualquier cosa menos cristiana.
Sr. Obispo de Solsona: lea a Capdeferro; lea a Francisco Canals, catedrático de Metafísica de la Universidad de Barcelona; lea al doctor Barraycoa, vicerrector de la universidad Abad Oliva, que acaba de publicar “Historias ocultadas del nacionalismo catalán”. Los tres son catalanes por los cuatro costados y católicos comprometidos.  Y como ellos, son legión los catalanes que conocen y viven las auténticas tradiciones católicas de Cataluña. Lea la verdadera historia de Cataluña y sea patriota como enseña nuestra santa madre la Iglesia Católica, Apostólica y Romana. El Beato Juan Pablo II, en uno de sus viajes apostólicos a Polonia dijo: “Me siento un Papa que tiene el sacrosanto derecho de compartir los sentimientos de su propia nación”.
Volvamos a la Cataluña real, mosén Cinto Verdaguer, Sardá y Salvany, Jaime Balmes…  Mi profesor de moral me enseñó que el patriotismo es amar a la patria. Las principales manifestaciones de amor a la patria nos decía que son: amor de predilección, respeto, honor, servicio y defensa. Todo bautizado, debe amar a su patria; conocer su historia, religión, tradiciones, geografía, idioma, cultura, bandera, himno. También debe amar las patrias de otros católicos. Un católico no debe incitar a nadie a luchar contra la integridad de su patria como tampoco se debe incitar a luchar contra la integridad de la familia, fomentando divorcios o  abortos. Eso es pecado.
En este rincón de España que es Cataluña, han nacido una legión de santos y santas que entendieron el orden jerárquico del amor predicado por san Agustín: “Ama siempre a tus prójimos y más que a tus prójimos, a tus padres; y más que a tus padres, a tu patria; y más que a tu patria a Dios”. El dios de muchos separatistas es el mito romántico,  la ambición política y la economía materialista.  En Cataluña y en toda España, hacen falta santos, como fueron los catalanes san Antonio Mª Claret, san Enrique de  Ossó, santa Joaquina Vedruna, santa Teresa Jornet, Beata María Rafols,  heroína de la caridad en los sitios de Zaragoza, junto a otra catalana, Agustina de Aragón, y el Beato Pere Tarrés, quien el día 26 de enero de 1939 escribió en su diario de guerra: “Estoy convencido de que se acercan para España horas de gloria y de luz y de reconciliación, de fuerza creadora. Estoy convencido de que renacerá la llama viva del cristianismo, más viva que nunca. Son las cuatro de la tarde. Vivimos momentos únicos. Momentos de emoción sublime. Saltaría de gozo, lloraría de alegría. Barcelona reconquistada para España y para Cristo. Barcelona liberada del infierno rojo. El marxismo, bajo todos los aspectos ha sufrido el golpe más decisivo. Cataluña, Cataluña está salvada. La entrada del ejército Nacional liberador de España en las Ramblas ha sido grandioso,  a los grito de Arriba España y Viva Franco.”
“Nos abrazábamos por las calles… ¡Ha sufrido tanto Cataluña! Me he sentido profundamente español y nunca como hoy me sale del corazón un grito bien alto de ¡Viva España! ¡Viva Cataluña española! Virgen María continua velando por nuestra Patria”. “¡Viva Cristo Rey!  ¡Viva España cristiana! ¡Viva Cataluña española!”
Ese es el camino
P. Manuel Martínez Cano mCR