viernes, 23 de noviembre de 2012

EL PAPA BENEDICTO XVI, LA MULA Y EL BUEY

Frente a la manipulación de los medios de comunicación y la falta de rigurosidad periodística; frente a los que no quieren buscar la Verdad y simplemente abrazan el error, una vez y otra; frente a los hipócritas y fariseos que se echan las manos a la cabeza, que tratan de poner cara y gesto de escandalizados; frente a los pusilánimes, incapaces de tener juicio y criterio para llegar a lo profundo, por falta de luces y valor, y se ubican en la comodidad de lo superficial. Frente a todo, la Verdad.


En el caso de que los medios de desinbformación hubieran tenido razón, todavía queda decir en voz alta: Aquí nadie se escandalizó cuando Pablo VI cambió la misa, y eso sí que fue grave. Aquí nadie se echó las manos a la cabeza cuando Pablo VI retiro del escudo de San Pedro la tiara, símbolo de su poder temporal. Nadie protestó ni difundió la retirada de Juan Pablo II (creo que ya beato), no ya de unos animalitos que invitan a la devoción, si no del mismo Cristo, realmente vivo y presente en la Eucaristía, para ser sustituído por Buda sobre el altar de la Basílica de Asís. Tampoco se escuchó comentar a la gente, ni fue leído en los periódicos (salvo para aplaudirlo) el borrón en la condena de la masonería en el Código de Derecho Canónico del 85 (por cierto, que fue Ratzinger quién sí protestó con un documento anexo al Código de excomunión de la masonería). Y así una tras otra sin que "el mundo" se escandalice, porque el único signo de contradicción y escándalo para "el mundo" es la Verdad.