domingo, 15 de enero de 2012

EN EL 75 ANIVERSARIO DE LA MUERTE EN COMBATE DE ION MOTA Y VASILE MARIN


Cruz, crucifixión, cruzada y cruzados. Estas cuatro palabras bien significativas, conviene recordarlas aquí y ahora. Aquí, porque en este mismo lugar dieron su vida dos cruzados, Mota y Marín, combatiendo en una Cruzada, por quien en una Cruz murió crucificado, para redimir a la Humanidad. Y ahora, porque acaba de cumplirse, antes de ayer, el setenta y cinco aniversario de la fecha en que ambos héroes nos dieron el testimonio vivo de su amor a Cristo.

Ante unos políticos pusilánimes, me atrevo a decir, también, aquí y ahora, es decir, en este momento, donde se alza una cruz y un arco de triunfo, dos cosas: la primera, que la profunda crisis moral que padecemos es la causa de la crisis económica que nos arruina; y la segunda, que el cristiano pertenece a una Iglesia, que en su etapa temporal es peregrina, pero es, al mismo tiempo, militante. El cristianismo, es cierto que no se impone a la fuerza, sino que se propone, evangelizando, y se le defiende cuando se le ataca. Es cierto que el mártir da testimonio de su fe, pero también lo da el que muere combatiendo por ella, como lo dieron Ion Mota y Vasile Marín.

De la historia de esta Iglesia, peregrina pero militante, dan testimonio las Cruzadas, las Ordenes religioso-militares, Fernando III El Santo, y Santa Juana de Arco; los vandeanos en Francia y los cristeros en Méjico; las instituciones religiosas, como las que se denominan Legionarios de Cristo, Legión de María, Compañía de Jesús y Movimientos políticos como la Legión de San Miguel Arcángel, capitán de la Milicia de la “Civitas Dei”, que en Rumanía encabezó Cornelio Zelea Codreanu, y a la que Mota y Marín pertenecieron.

¡Qué estimulante resulta recordar que ambos vinieron voluntariamente a España –punta de Europa- desde Rumania -país de frontera-, como la denominara Agustín de Foxá -a combatir “a la hueste diabólica que trataba –y sigue tratando por otros medios- de arrojar a Cristo del mundo”; y “cuando a la figura luminosa del Salvador se la hiere (como en el Cerro de los Ángeles quedó herida) con la bayoneta y se la ametralla”, “entonces –escribía Ion Mota, para dar la razón de sus presencia en el frente- todos los hombres de cualquier nación que sean, tienen que alzarse en defensa de en la Cruz”.

Ocultar el carácter de Cruzada a la contienda española y reducirla a una pura guerra civil, entiendo que es tan grave, o más, que una memoria histórica falsa, que solo puede inspirar el Padre de la mentira. Mota y Marín no vinieron a España y murieron en el frente para sumarse a una guerra civil, a la que eran ajenos, porque no eran españoles; vinieron como defensores de la Cruz, porque eran cristianos, porque querían una Europa de fe y de cultura cristianas, fiel a sus raíces.

En todas las guerras se lucha y se muere, pero solo se las califica moralmente en función de porqué se lucha y se muere. Los que combatieron “por Dios y por España” fueron, a mi modo de ver, los que mejor personificaron al militante “mitad monje y mitad soldado”, que quería José Antonio, y de los que Mota y Marín son arquetipos ejemplares.

Blas Piñar López

miércoles, 11 de enero de 2012

10 ANIVERSARIO DEL PADRE ALBA

En el 10º aniversario de la muerte del padre José María Alba, nos encomendamos a su intercesión para que jamás abandonemos la Espada de la Verdad y el Escudo de la Fe.

Padre Alba, ¡Ruega por nosotros!