sábado, 30 de mayo de 2009

PARTIDO POPULAR: ABORTISTAS

Como si a un demonio se le lavase con agua bendita, así se comporta el Partido Popular ante el "NO AL ABORTO".

martes, 26 de mayo de 2009

¡PROMETO!


Amar a Dios sobre todas las cosas
y levantar sobre ese amor toda mi vida,
mis pensamientos y mis acciones.

Defender intrépidamente la Fe católica y los
derechos de Dios, sin temor a quedarme solo en su
defensa, esperando mi fortaleza del Sacramento de
la Confirmación, con el que fui ungido.

Amar sin reserva a España, mi Patria, la nación
de eterna Cruzada, relicario de santidad, sublime
escuela de tradiciones.

Entregarme a su servicio, estudiar, conocer y
amar su Tradición y trabajar hasta el último aliento
de mi vida, para que sea una realidad en ella el
reinado del Sagrado Corazón.

Exigirme sin contemplaciones el cumplimiento
de mi deber, ser incapaz de pactos con sacrificio del Ideal.

Vivir en hermandad con todos mis compañeros,
y entender la amistad y el amor como el más
generoso y noble servicio al ideal.

Vivir con humildad y alegría mi juventud y
señalarme por el celo apostólico entre los jóvenes.

Aceptar con gratitud las enseñanzas y
mandatos de mis superiores, encargados de mi
formación, y serles fiel, disciplinado y leal.

Enorgullecerme siempre de mi Religión, de mi
Patria, de mis padres,
de mis compañeros de
Asociación y de ser miembro de la Unión Seglar.

Honrar la memoria de los santos, misioneros,
cruzados, conquistadores, héroes
y figuras gloriosas
de nuestra historia, y de todos los mártires de
España, que ofrecieron su vida por una España católica.

Seguir sus pasos hasta el sacrificio supremo y
el martirio si preciso fuera, y luchar contra las
sociedades secretas y la masonería, así como contra
el liberalismo y el marxismo, enemigos del Reino de Dios.

Alimentar mis días con la consigna:

Por Cristo, por María, por España, MÁS, MÁS, MÁS.

Así espero cumplirlo con la gracia de Dios
y la protección de la Virgen Santa María.

UNIÓN SEGLAR

lunes, 25 de mayo de 2009

EXCELENCIAS DE LA SOTANA


1º - El recuerdo constante del sacerdote

Ciertamente que, una vez recibido el orden sacerdotal, no se olvida fácilmente. Pero nunca viene mal un recordatorio: algo visible, un símbolo constante, un despertador sin ruido, una señal o bandera. El que va de paisano es uno de tantos, el que va con sotana, no. Es un sacerdote y él es el primer persuadido. No puede permanecer neutral, el traje lo delata. O se hace un mártir o un traidor, si llega el caso. Lo que no puede es quedar en el anonimato, como un cualquiera. Y luego... ¡Tanto hablar de compromiso! No hay compromiso cuando exteriormente nada dice lo que se es. Cuando se desprecia el uniforme, se desprecia la categoría o clase que éste representa.

2º - Presencia de lo sobrenatural en el mundo

No cabe duda que los símbolos nos rodean por todas partes: señales, banderas, insignias, uniformes... Uno de los que más influjo produce es el uniforme. Un policía, un guardián, no hace falta que actúe, detenga, ponga multas, etc. Su simple presencia influye en los demás: conforta, da seguridad, irrita o pone nervioso, según sean las intenciones y conducta de los ciudadanos.

Una sotana siempre suscita algo en los que nos rodean. Despierta el sentido de lo sobrenatural. No hace falta predicar, ni siquiera abrir los labios. Al que está a bien con Dios le da ánimo, al que tiene enredada la conciencia le avisa, al que vive apartado de Dios le produce remordimiento.

Las relaciones del alma con Dios no son exclusivas del templo. Mucha, muchísima gente no pisa la Iglesia. Para estas personas, ¿qué mejor forma de llevarles el mensaje de Cristo que dejándoles ver a un sacerdote consagrado vistiendo su sotana? Los fieles han levantando lamentaciones sobre la desacralización y sus devastadores efectos. Los modernistas claman contra el supuesto triunfalismo, se quitan los hábitos, rechazan la corona pontificia, las tradiciones de siempre y después se quejan de seminarios vacíos; de falta de vocaciones. Apagan el fuego y luego se quejan de frío. No hay que dudarlo: la desotanización lleva a la desacralización.

3º - Es de gran utilidad para los fieles

El sacerdote lo es, no sólo cuando está en el templo administrando los sacramentos, sino las veinticuatro horas del día. El sacerdocio no es una profesión, con un horario marcado; es una vida, una entrega total y sin reservas a Dios. El pueblo de Dios tiene derecho a que lo asista el sacerdote. Esto se les facilita si pueden reconocer al sacerdote de entre las demás personas; si éste lleva un signo externo. El que desea trabajar como sacerdote de Cristo debe poder ser identificado como tal para el beneficio de los fieles y el mejor desempeño de su misión.

4º - Sirve para preservar de muchos peligros

¡A cuántas cosas se atreverán los clérigos y religiosos si no fuera por el hábito! Esta advertencia, que era sólo teórica cuando la escribía el ejemplar religioso P. Eduardo F. Regatillo, S. I., es hoy una terrible realidad.

Primero, fueron cosas de poco bulto: entrar en bares, sitios de recreo, alternar con seglares, pero poco a poco se ha ido cada vez a más.

Los modernistas quieren hacernos creer que la sotana es un obstáculo para que el mensaje de Cristo entre en el mundo. Pero, al suprimirla, han desaparecido las credenciales y el mismo mensaje. De tal modo, que ya muchos piensan que al primero que hay que salvar es al mismo sacerdote que se despojó de la sotana supuestamente para salvar a otros.

Hay que reconocer que la sotana fortalece la vocación y disminuye las ocasiones de pecar para el que la viste y los que lo rodean. De los miles que han abandonado el sacerdocio después del Concilio Vaticano II, prácticamente ninguno abandonó la sotana el día antes de irse: lo habían hecho ya mucho antes.

5º - Ayuda desinteresada a los demás

El pueblo cristiano ve en el sacerdote el hombre de Dios, que no busca su bien particular sino el de sus feligreses. La gente abre de par en par las puertas del corazón para escuchar al padre que es común del pobre y del poderoso. Las puertas de las oficinas y de los despachos por altos que sean se abren ante las sotanas y los hábitos religiosos. ¿Quién le niega a una monjita el pan que pide para sus pobres o sus ancianitos? Todo esto viene tradicionalmente unido a unos hábitos. Este prestigio de la sotana se ha ido acumulando a base de tiempo, de sacrificios, de abnegación. Y ahora, ¿se desprenden de ella como si se tratara de un estorbo?

6º - Impone la moderación en el vestir

La Iglesia preservó siempre a sus sacerdotes del vicio de aparentar más de lo que se es y de la ostentación dándoles un hábito sencillo en que no caben los lujos. La sotana es de una pieza (desde el cuello hasta los pies), de un color (negro) y de una forma (saco). Los armiños y ornamentos ricos se dejan para el templo, pues esas distinciones no adornan a la persona sino al ministro de Dios para que dé realce a las ceremonias sagradas de la Iglesia.

Pero, vistiendo de paisano, le acosa al sacerdote la vanidad como a cualquier mortal: las marcas, calidades de telas, de tejidos, colores, etc. Ya no está todo tapado y justificado por el humilde sayal. Al ponerse al nivel del mundo, éste lo zarandeará, a merced de sus gustos y caprichos. Habrá de ir con la moda y su voz ya no se dejará oír como la del que clamaba en el desierto cubierto por el palio del profeta tejido con pelos de camello.

7º - Ejemplo de obediencia al espíritu y legislación de la Iglesia

Como uno que comparte el Santo Sacerdocio de Cristo, el sacerdote debe ser ejemplo de la humildad, la obediencia y la abnegación del Salvador. La sotana le ayuda a practicar la pobreza, la humildad en el vestuario, la obediencia a la disciplina de la Iglesia y el desprecio a las cosas del mundo. Vistiendo la sotana, difícilmente se olvidará el sacerdote de su papel importante y su misión sagrada o confundirá su traje y su vida con la del mundo.

Estas siete excelencias de la sotana podrán ser aumentadas con otras que le vengan a la mente a usted. Pero, sean las que sean, la sotana por siempre será el símbolo inconfundible del sacerdocio porque así la Iglesia, en su inmensa sabiduría, lo dispuso y ha dado maravillosos frutos a través de los siglos.

Padre Jaime Tovar Patrón

domingo, 24 de mayo de 2009

MARÍA AUXILIADORA

En el siglo XIX sucedió un hecho bien lastimoso: El emperador Napoleón, llevado por la ambición y el orgullo, se atrevió a encarcelar al Sumo Pontífice, el Papa Pío VII. Varios años llevaba en prisión el Vicario de Cristo y no se veían esperanzas de obtener la libertad, pues el emperador era el más poderoso gobernante de ese entonces. Hasta los reyes temblaban en su presencia, y su ejército era siempre el vencedor en las batallas. El Sumo Pontífice hizo entonces una promesa: "Oh Madre de Dios, si me libras de esta indigna prisión, te honraré decretándote una nueva fiesta en la Iglesia Católica".

Y muy pronto vino lo inesperado. Napoleón que había dicho: "Las excomuniones del Papa no son capaces de quitar el fusil de la mano de mis soldados", vio con desilusión que, en los friísimos campos de Rusia, a donde había ido a batallar, el frío helaba las manos de sus soldados, y el fusil se les iba cayendo, y él que había ido deslumbrante, con su famoso ejército, volvió humillado con unos pocos y maltrechos hombres. Y al volver se encontró con que sus adversarios le habían preparado un fuerte ejército, el cual lo atacó y le proporcionó total derrota. Fue luego expulsado de su país y el que antes se atrevió a aprisionar al Papa, se vio obligado a acabar en triste prisión el resto de su vida. El Papa pudo entonces volver a su sede pontificia y el 24 de mayo de 1814 regresó triunfante a la ciudad de Roma. En memoria de este noble favor de la Virgen María, Pío VII decretó que en adelante cada 24 de mayo se celebrara en Roma la fiesta de María Auxiliadora en acción de gracias a la madre de Dios.

sábado, 23 de mayo de 2009

DECLARACIÓN SOBRE LA MASONERÍA


Se ha presentado la pregunta de si ha cambiado el juicio de la Iglesia respecto de la masonería, ya que en el nuevo Código de Derecho Canónico no está mencionada expresamente como lo estaba en el Código anterior.

Esta Sagrada Congregación puede responder que dicha circunstancia es debida a un criterio de redacción, seguido también en el caso de otras asociaciones que tampoco han sido mencionadas por estar comprendidas en categorías más amplias.

Por tanto, no ha cambiado el juicio negativo de la Iglesia respecto de las asociaciones masónicas, porque sus principios siempre han sido considerados inconciliables con la doctrina de la Iglesia; en consecuencia, la afiliación a las mismas sigue prohibida por la Iglesia. Los fieles que pertenezcan a asociaciones masónicas se hallan en estado de pecado grave y no pueden acercarse a la santa comunión.

No entra en la competencia de las autoridades eclesiásticas locales pronunciarse sobre la naturaleza de las asociaciones masónicas con un juicio que implique derogación de cuanto se ha establecido más arriba, según el sentido de la Declaración de esta Sagrada Congregación del 17 de febrero de 1981 (cf. AAS 73, 1981, págs. 230-241; L’Osservatore Romano, Edición en Lengua Española, 8 de marzo de 1981, pág. 4).

El Sumo Pontífice Juan Pablo II, en la audiencia concedida al cardenal Prefecto abajo firmante, ha aprobado esta Declaración, decidida en la reunión ordinaria de esta Sagrada Congregación, y ha mandado que se publique.

Roma, en la sede de la Sagrada Congregación para la Dotrina de la Fe, 26 de noviembre de 1983.

Cardenal Joseph RATZINGER
Prefecto

viernes, 22 de mayo de 2009

EN PLENA CAMPAÑA ELECTORAL

Los partidos políticos nacen el día en que se pierde el sentido de que existe sobre los hombres una verdad, bajo cuyo signo los pueblos y los hombres cumplen su misión en la vida. Estos pueblos y estos hombres, antes de nacer los partidos políticos, sabían que sobre su cabeza estaba la eterna verdad, y en antítesis con la eterna verdad la absoluta mentira. Pero llega un momento en que se les dice a los hombres que ni la mentira ni la verdad son categorías absolutas, que todo puede discutirse, que todo puede resolverse por los votos, y entonces se puede decidir a votos si la Patria debe seguir unida o debe suicidarse, y hasta si existe o no existe Dios. Los hombres se dividen en bandos, hacen propaganda, se insultan, se agitan y, al fin, un domingo colocan una caja de cristal sobre una mesa y empiezan a echar pedacitos de papel en los cuales se dice si Dios existe o no existe y si la Patria se debe o no se debe suicidar.

Y así se produce eso que culmina en el Congreso de los Diputados.

José Antonio Primo de Rivera
Discurso pronunciado en el Teatro Calderón de Valladolid, el día 4 de marzo de 1934

jueves, 21 de mayo de 2009

TO FATHER NORMAN WESLIN

To Father Norman Weslin
POR SU CRISTIANO EJEMPLO VALEROSO


Por defender la vida de inocentes,
una cruz a sus hombros se ha cargado
y con un puñado de amigos fieles,
por las calles rezando ha protestado.

¡Oh! Santo paladín entre varones
apenas por su edad si está parado,
con coraje de niño enamorado,
se atrevió a enfrentar a los bribones.

Mas, faltando el respeto a sus unciones
lo prendieron las fuerzas policiales
por mostrar el valor de un buen soldado.

Si cantaba en el suelo, ya esposado
si cantaba, con canto desgarrado,
ejemplos como el suyo faltan cienes.

miércoles, 20 de mayo de 2009

ACTO DE CONFIANZA


Estoy tan convencido, Dios mío, de que velas sobre todos los que esperan en Ti, y de que no puede faltar cosa alguna a quien aguarda de Ti todas las cosas, que he determinado vivir de ahora en adelante sin ningún cuidado, descargando en Ti todas mis solicitudes. "En paz me duermo y en seguida descanso porque Tú solo, Señor, me has confirmado en la esperanza" (Salmo 4:10).

Despójenme en buena hora los hombres de los bienes y de la honra, prívenme de las fuerzas e instrumentos de serviros las enfermedades; pierda yo mismo vuestra gracia pecando, que no por eso perderé la esperanza, antes la conservaré hasta el postrer suspiro de mi vida, y vanos serán los esfuerzos de todos los demonios del infierno por arrancármela.

Que otros esperen la dicha de sus riquezas o de sus talentos: que descansen otros en la inocencia de su vida, o en la aspereza de su penitencia, o en la multitud de sus buenas obras, o en el fervor de sus oraciones; en cuanto a mi toda mi confianza se funda en mi misma confianza: Porque Tú solo Señor, me has confirmado en la esperanza'.

Confianza semejante jamás salió fallida a nadie: `Nadie esperó en el Señor y quedó confundido' (Sir. 2:11). Así que, seguro estoy de ser eternamente bienaventurado, porque espero firmemente serlo, y porque Tú, Dios mío, de quien lo espero: `en Ti, Señor, he esperado, no quede avergonzado jamás" (Sal 30:2; 70:1).
Conocer, demasiado conozco que por mi soy frágil y mudable; sé cuánto pueden las tentaciones contra las virtudes más robustas; he visto caer las estrellas del cielo y las columnas del firmamento; pero nada de eso logra acobardarme. Mientras yo espere, estoy a salvo de toda desgracia; y de que esperaré siempre estoy cierto, porque espero también esta esperanza invariable.

En fin, para mí es seguro que nunca será demasiado lo que espere de Ti, y nunca tendré menos de lo que hubiere esperado. Por tanto, espero que me sostendrás firme en los riesgos mas inminentes y me defenderás en medio de los ataques más furiosos, y harás que mi flaqueza triunfe de los más espantosos enemigos. Espero que Tú me amarás a mi siempre, y que te amaré a Ti sin intermisión; y para llegar de un solo vuelo con la esperanza hasta donde puede llegarse, espero a Ti mismo de Ti mismo, oh Creador mío, para el tiempo y la eternidad. Amén
San Claudio de la Colombiere

martes, 19 de mayo de 2009

¡EN PIE!


Cuando se produce una agresión, en este caso a la Patria, flagelando la Fe que la dio vida y esplendor, despedazando la Historia forjada con los más penosos sacrificios, la postura de quienes nos sentimos españoles, a pesar de todo, es la de aquellos ángeles que un poeta y mártir describió a la entrada del paraíso. Una postura firme, erecta, portando en las manos espadas de combate, de vigilia, por cuánto allí se cobija. Ángeles que actúan y no hablan, que se alejan de la palabrería vana para empeñar sus fuerzas en el acto de servicio para el que son requeridos.

Esa postura urge adoptar. Aquella que vela en tensión los destinos de España, acompañando cada paso agonizante de la Patria por el camino hacia la muerte. Sólo así, junto a ella, sabrá la Historia de la existencia de un puñado de hombres, que en el siglo XXI mantuvo viva la llama del Patriotismo. Aquella antorcha que es llama y que llama. Que llama al calor de su entorno a los hijos desconcertados por la enfermedad de la madre.

Para cualquiera que sea el final nos ofrecemos. Si tras la agonía viniera el triste desenlace, podremos llorar a la muerte pues habríamos sabido combatir como hombres lo que otros como mujerzuelas entregaron por treinta monedas. Si por el contrario, la luz de la Victoria iluminara nuestro solar patrio, allí emocionados recordaríamos los sacrificios ofrecidos para que la gesta nunca más apremiara ser reconquistada. Allí nos encontraremos. Solos, quizás, frente a tanta impiedad, pasotismo, bajeza o traición. Pero sin renunciar al pasado que desde atrás nos sigue empujando. Sin menguar la acometividad de la contienda, pese a la soledad que nos envuelve, pues nos sabemos herederos de nuestros ancestros que fueron auténticos novios de la muerte. De la muerte por la Cruz y por la Bandera.

No podemos más que mirar al frente, visionar la Cruz que resplandece en el horizonte y levantarnos. Sí, puestos en pie, recitando el credo inmortal de España, avanzaremos sin importarnos quien nos acompañe. Ondeando se encuentra la enseña roja y gualda, resistiendo la tempestad que anhela su arriada. Pero mientras exista un solo español, orgulloso de su sangre y consecuente con su Credo, estará alzada la bandera. Y aquí estaremos nosotros, con España y para España, hasta que Dios nos separe de ella para unirnos a Él eternamente.


Miguel Menéndez Piñar

domingo, 17 de mayo de 2009

SACERDOTE VALIENTE

Mientras la universidad "Católica" de Notre Dame condecoraba al abortista Barack Obama, a las afueras de la universidad, la policía detiene y arresta al Padre Norman Weslin quién con un grupo de fieles protestan por tan nefasto hecho. Es indignante ver a los buenos católicos pasar por estos atropellos, pero sin duda que el Padre Weslin recibirá en el Cielo su merecida recompensa por su valentía y fidelidad a Cristo.

ORACIÓN PARACAIDISTA

¡Señor Dios y Jefe nuestro!:

Ante el puesto difícil,
que elegimos voluntariamente,
venimos a Ti,
porque queremos ser
el mejor soldado de la Patria;
porque tenemos sentido del riesgo
cara a la Muerte;
porque nos sacude el alma
ante un abismo abierto
con su ingrata incertidumbre.

¡Te pedimos Señor!:

Luz para proyectarla
sobre el auténtico valor de la vida,
cuando se gane o se pierda
en aras del deber.

Serenidad que sujete nuestros ánimos
ante el vértigo del instinto y del mundo.

Optimismo espiritual,
para conseguir que sean nuestros:
el valor,
amor al sacrificio,
dureza,
fortaleza,
generosidad,
y auténtico compañerismo.

Y esperanza en que Tú,
Dios Padre,
creador de todas las cosas,
estés en el aire y en el suelo,
para abrazarnos,
curar la herida,
o recoger nuestra alma.

Amén.

sábado, 16 de mayo de 2009

CARTA A UN SEMINARISTA

Muy querido hijo:

Ya ves que en nuestro Movimiento de Amor tenemos el corazón puesto en la Virgen de Lourdes y por ello, el 11 de febrero, significando que todo viene de sus manos y se lo da a sus hijos más pobres, por fin obtendremos la aprobación canónica. Esta aprobación tiene mucho que ver contigo. Serás sacerdote diocesano donde tendrás una exigencia de ineludible cumplimiento a la santidad.

Tu alimento será la Eucaristía diaria, el momento más importante del día y del que sacarás fuerzas para toda la jornada. Cuando seas sacerdote tendrás que celebrar solo muchas veces. Recuerda en esos momentos que ”Aunque a veces no hay asistencia de fieles ni participación activa, lo cual manifiesta con mayor claridad la naturaleza eclesial de la celebración, la celebración eucarística siempre está dotada de eficacia y dignidad, ya que es acto de Cristo y de la Iglesia, en la que el sacerdote cumple su principal ministerio y obra siempre por la salvación del mundo. Por cierto, se le recomienda que, según su posibilidad, celebre el sacrificio eucarístico cotidianamente.” (IGMR n.19)

Es tu fusión con Dios, vive la Eucaristía como si fuera la última de tu vida, alimenta esa semilla de amor que Jesucristo plantó cuando te llamó a estar a su lado. Goza con Dios, repara, acompaña a Jesús Sacramentado ensimismado de amor. Tu vida espiritual se alimentará de lo que prediques, celebres y realices, imitando siempre a Aquel que vino para servir y no a ser servido.

"Recibe la ofrenda del pueblo santo para presentarla a Dios. Considera lo que realizas e imita lo que conmemoras, y conforma tu vida con el misterio de la cruz del Señor" (Pontifical Romano, Ordenación de presbíteros).

La Santísima Virgen estará contigo. Tu devoción mariana será exquisita porque SOS Infancia es de María. Las cuatro partes del Rosario, mi querido hijo, nunca le pueden faltar a la Virgen, aunque estés apurado de tiempo, tengas exámenes, o el sueño te intente dominar.

Serás padre del pueblo que el Señor te va a encomendar, y al que, como padre, habrás de transmitir la “sana doctrina” que será fruto de la oración y del estudio de las Escrituras y de la Teología.

Por la Eucaristía, la intercesión de María y ese conocimiento de la Palabra de Dios recibirás la Gracia de ver -y digo ver- a Jesús en los niños más pobres (“lo que hicísteis con cada uno de estos vuestros hermanos más pequeños, conmigo lo hicísteis”) Será el premio a tu fidelidad, un anticipo de lo que nos espera en el cielo. Verás en ellos "el ciento por uno que Jesús nos promete".

Y viendo a Cristo en esos niños, tú también tendrás que ser pobre, muy pobre, vivir con lo estrictamente necesario porque ¿acaso puede un padre tener caprichos cuando sus hijos están en extrema necesidad? Por eso viviremos con lo justo, pero sin extravagancias, para poder reparar al Señor en nuestros hermanos más pobres.

Pide al Señor la gracia de desprenderte del deseo de ser apreciado, aceptado o de ser amado. De ir poco a poco desprendiéndote de todos los afectos humanos y de la búsqueda de la honra e intereses personales para ser de Cristo, totalmente de Cristo, de María y de los pobres, esta pobreza significa morir al hombre viejo para vivir. No tengas miedo a que el hombre viejo vaya muriendo, ése nunca te hizo feliz. Sé muy humilde pues sólo así seguirás enamorado de Cristo pobre, casto y obediente. El pobre no tiene derecho a nada porque no es nadie. Desea solo ser amado por Nuestro Señor.

Tenemos que ser exquisitamente obedientes a nuestros Obispos y a las personas que ellos pongan como nuestros Superiores. En SOS Infancia, nunca haremos nada que nuestros Prelados no bendigan antes con las dos manos. La obediencia purifica la facultad de la voluntad, ensancha el corazón y nos hará crecer en el amor. Nos convierte en hombres más valientes y serenos, da como fruto paz al espíritu, autocontrol, serenidad y perseverancia. Es un acto de adoración a Dios Nuestro Señor, un motivo de santificación personal y un principio de orden y eficacia.

Has encontrado un amor que es imposible encontrar en este mundo, ni comparar con otros amores. Amor pleno que llena esa sed de Dios de la que ya nos hablara San Agustín: "Nos hiciste Señor para Ti y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en Ti".

"¡Tarde te amé, hermosura tan antigua y tan nueva, tarde te amé!. Y he aquí que tu estabas dentro de mí y yo fuera, y por fuera te buscaba; y deforme como era, me lanzaba sobre estas cosas hermosas que Tú creaste. Tú estabas conmigo, mas yo no lo estaba contigo. Reteníanme lejos de ti aquellas cosas que, si no estuvieran en ti, no serían. Llamaste y clamaste, y rompiste mi sordera; brillaste y resplandeciste, y fugaste mi ceguera; exhalaste tu perfume y respiré, y suspiro por ti; gusté de ti, y siento hambre y sed, me tocaste, y abrásame en tu paz".

Amar y sentirte amado de manera tan singular es beber de las fuentes divinas de su Corazón. Dejarlo todo, fiarte totalmente, aunque no veas nada, aunque sea aparentemente un imposible el seguirle y el mundo se ponga en nuestra contra. Es decir "fiat" sin condiciones. "Si Tú lo quieres Señor, hágase". El amor nos lleva a amar a los que no son amados, a ver en nuestros pequeños a Cristo solo y abandonado.

Y como consecuencia de ese Amor viviremos el celibato. Celibato que es dejarnos abrazar y estrechar por el pecho de Jesús, escuchar sus latidos que te dicen: "te quiero". Estar dispuesto a que Dios te llame para irte con Él a la permanente aventura de hacer realidad sueños que sólo en su compañía son posibles. Desposado para siempre con Cristo en este mundo y para toda la eternidad.

Que Dios te bendiga.
P. Ignacio María Doñoro de los Ríos

miércoles, 13 de mayo de 2009

FATIMA: POR FIN MI INMACULADO CORAZÓN TRIUNFARÁ


En ese momento Lucía exclamó: “Miren hacia el sol”.

Desaparecida María Santísima en la inmensidad del firmamento, se desarrollaron ante los ojos de los videntes tres cuadros sucesivos, simbolizando primero los misterios gozosos del rosario, después los dolorosos y finalmente los gloriosos.

Aparecieron, al lado del sol, San José con el Niño Jesús y Nuestra Señora del Rosario. Era la Sagrada Familia. San José bendijo a la multitud, haciendo tres veces la señal de la cruz. El Niño Jesús hizo lo mismo. Siguió la visión de Nuestra Señora de los Dolores y después la de Nuestra Señora del Carmen, con el Niño Jesús en los brazos.
En esta aparición ocurrieron las señales prometidas –el milagro del sol y las ropas mojadas por la lluvia que se secaron súbitamente– para autenticar lo que narraban los pastorcitos.
En la visión de julio, la Santísima Virgen comunicó su famoso secreto que es de la mayor importancia. Pidió que la humanidad se convirtiera, se enmendara de sus pecados y que el Santo Padre, con todos los obispos, consagrara Rusia a su Inmaculado Corazón. De lo contrario, sobrevendría una nueva guerra, muchas naciones serían aniquiladas, Rusia esparciría sus errores por el mundo y el Santo Padre tendría mucho que sufrir. Y prometió “Por fin, mi Inmaculado Corazón triunfará. El Santo Padre me consagrará Rusia, que se convertirá, y será concedido al mundo algún tiempo de paz”.


¡AVE MARÍA PURÍSIMA!...
...¡SIN PECADO CONCEBIDA!

martes, 12 de mayo de 2009

EL SISTEMA REPRESENTATIVO TRADICIONAL.

Complemento natural de la libertad regional es aquella magnífica y asombrosa institución que surge de las entrañas e nuestra propia Historia, aquella hermosa y fecunda doctrina representativa, simbolizada en nuestras antiguas y veneradas Cortes. Y al hablar de las antiguas Cortes no me refiero sólo a las de Castilla, que fueron, por cierto, y por causas que no voy a examinar ahora, quizá más embrionarias y menos desarrolladas que las de los demás reinos de España.

Ya sé yo que no llegaron a completo término aquello principios representativos que tan profundo arraigo tenían en la sociedad medieval, que apenas existió un señorío de ciertas proporciones sin sus juntas o pequeñas Cortes, y que no habían podido llegar a su plenitud y lozanía, entre otras causas, por el golpe de retroceso producido por la protesta luterana en la civilización europea, y que originó la Monarquía absoluta del siglo XVI, la cuál fué obstáculo para que alcanzaran el término de su evolución los gérmenes de verdadero régimen representativo que había en el seno de las monarquías cristianas; pero, tomando en conjunto aquel sistema, y sin referirme al del Castilla, ni al de Valencia, ni al de Aragón, ni al de Navarra y Cataluña, que no difieren en lo sustancial entre sí, ni los Estados generales de Francia, ni de los Parlamentos de Inglaterra, ni de las Dietas de Hungría, Polonia y Alemania, porque habían sido la realización varia de un mismo principio inmortal que informaba a las sociedades cristianas en el Edad Media,puedo sintetizarlo en estas cuatro bases fundamentales en que las Cortes se apoyan, y que son: primera, representación por las clases; segunda, incompatibilidad entre el cargo de diputado y toda merced, honor y empleo, exceptuando los que son obtenidos por rigurosa oposición; tercera, el mandato imperativo como vínculo entre el elector y el elegido, y cuarta, aquellas dos atribuciones de las Cortes que consistían en no poder establecerse ningún impuesto nuevo, ni ser variada o modificada ninguna ley fundamental, sin el consentimiento expreso de las Cortes.

Queremos nosotros el régimen corporativo y el de clases porque entendemos que. correspondiendo a la misma triple división de la vida y de las facultades humanas, hay en la sociedad, cualquiera que ella sea, una clase que representa principalmente el interés intelectual, como son las corporaciones científicas, las Universidades y las Academias; una clase que representa, antes que todo y principalmente, un interés religioso y moral, como es el clero, y otras que, como el comercio, la agricultura y la industria representan el interés material; y, en una sociedad no improvisada, y con la vida secular como la nuestra, hay la superioridad del mérito reconocido en todos los pueblos, y la formada por prestigios y glorias de nombre históricos constituyendo la aristocracia social y la de sangre, y, con el interés de la defensa y del orden representado por el Ejército y por la Marina, está completado el cuadro de todas las clases sociales que tienen derecho a la representación. Por eso no queremos que sean las Cortes formadas por aquel cuerpo electoral, del cual decía ya Donoso Cortés que era un agregado arbitrario y confuso, que se formaba a una señal convenida y se desvanecía a otra señal, quedando sus miembros dispersos hasta que sonaba de nuevo la voz que les ordenaba juntarse. No queremos que sea ese arbitrario agregado, en el cuál el médico, el industrial, el sacerdote, el agricultor, el abogado, el militar, todos juntos y confundidos van a hacer surgir aquella representación legítima de intereses tan varios, tan complejos, y a veces tan opuestos; nosotros queremos que las Universidades, las Academias y las Corporaciones científicas, tengan sus propios representantes, que tenga los suyos el Clero, que los tenga la industria, el comercio y la agricultura, y sus especiales mandatarios, la aristocracia y el Ejército.

Queremos también que, como vínculo entre el elector y el elegido, exista el mandato imperativo. Ya se yo que contra el mandato imperativo han esgrimido sus armas las escuelas doctrinarias; ya sé que contra él dicen que resuelve antes de discutir, y que con eso, en cierto modo, se mata el régimen parlamentario. Si no tuviera mas inconveniente que ese, para mi esa era la mejor de sus defensas; pero no es verdad que resuelva antes de discutir, porque puede suceder, y sucede de hecho, que dentro de una clase pueden los electores haber deliberado y discutido ampliamente, y después el procurador mismo puede discutir en las Cortes con aquellos otros procuradores que no hayan recibido expreso mandato imperativo, y el mismo puede no recibirlo para todos los asuntos. No es cierto tampoco aquel axioma político de las escuelas liberales, según el cual el diputado no es representante de una clase, ni de un distrito, sino de la nación entera, esta es una aberración, de la cual, ya en el año 1848, y comentando la Constitución revolucionaria francesa de entonces, se reía Proudhon, el cual decía que, si los diputados representaban a sus diferentes distritos, estaba representada la Nación, y que de ninguna manera podía representar un diputado a todos los distritos de la Nación, ya que en la mayor parte de ellos eran desconocidos los diputados por los distritos, y los distritos por los diputados.

Tiene el mandato imperativo innegables ventajas, y una de ellas es que por medio de él se pueden conocer directamente el Estado de la opinión pública, de ese concepto que tantos servicios os ha prestado, que es una frase hecha que, bien analizada, no puede ser sustentada por los liberales, ya que el sujeto de la opinión requiere dos cosas: el conocimiento de las cuestiones morales y jurídicas, que no puede tener una multitud, y al mismo tiempo una unidad de norma y de criterio, que con la libertad de todas las opiniones se destruye.

El estado de la opinión puede ser conocido por el mandato imperativo, ya que, por el número de mandato o poderes que en las Cortes aparezcan, se puede saber perfectamente cuando están divididos en el país los pareceres y cuando hay cierta uniformidad o cierto parecer común, ya en cada clase, ya en todas juntas.

Ofrece también otra ventaja inmensa que no puede existir con los sistemas parlamentarios modernos. ¿Sabéis cuál es esa ventaja que reporta? La de no poder violar la verdadera voluntad del país: es decir, que los que sean elegidos no prometerán una cosa durante el periodo electoral, y después ejecutarán lo contrario cuando tengan la investidura de diputado.

Sucederá otra cosa y de suma importancia: que no podrán existir en las Cortes mayorías oficiales, mayorías que voten según la voluntad del Gabinete, sino mayorías populares que voten según la voluntad de sus representados.

Con la incompatibilidad del cargo de diputado con todo honor, merced o empleo que no fuese obtenido en rigurosa oposición, se lograría evitar una de las principales fuentes que pueden existir de corrupción parlamentaria. No podría un diputado ni siquiera ser representante a un tiempo de un distrito y de poderosas sociedades industriales que reciban subvenciones del presupuesto. No podría, por lo mismo, echarse sobre sí la nota que pudiera ser denigrante, y que ahora además puede ser cierta, de que no votaba libremente, sino por complacencias, por halagos o por mercedes recibidas o prometidas. Por eso es de completa necesidad establecer esa incompatibilidad, para evitar las corruptelas, podredumbres y prevaricaciones parlamentarias.

Consideramos también que las Cortes tienen dos oficios, porque tienen que cumplir una doble misión; ayudar a gobernar, sin se cámaras cosoberanas que usurpan las atribuciones del Monarca -el cual debe reinar y gobernar, sin estar sujeto a la humillante tutela de un Gabinete que concentra en sí todos los poderes, y responder con responsabilidad social-, y limitar y contener la autoridad soberana, para que no se salga de su órbita propia.

Consecuencia de esas funciones son la exposición de las necesidades de los pueblos, y la petición de sus remedios, ya por disposiciones particulares o por leyes, y el que no sea impuesta ninguna contribución ni cambiada ninguna ley fundamental sin previo consentimiento; prerrogativas de que se ha hablado antes, y que, con otras menos importantes y la del juramento mutuo al comenzar el reinado, de una u otra manera han existido siempre en las antiguas Cortes españolas cuando llegaron a tener algún desarrollo.

De aquí se deduce que dentro de nuestra monarquía es absolutamente imposible toda tiranía. No pueden ser violentadas las conciencias cristianas; pues aquella relación que tiene el Estado con la Iglesia no la fija arbitrariamente por su voluntad el Estado, sociedad inferior, sino la Iglesia, que por su fin es la institución suprema. No puede ser dilapidada nuestra hacienda, porque sin el consentimiento de los súbditos o de los mandatarios no se pueden establecer impuestos nuevos; y, finalmente, no puede ser hollada nuestra libertad porque, para ser alteradas las leyes capitales que la definen y amparan, necesita el concurso y el beneplácito de los mismos gobernados o de sus procuradores. Resulta, pues, que, con nuestro sistema no pueden sufrir menoscabo ni nuestra fé, ni nuestra libertad, ni nuestra Hacienda. Es decir, que en éste régimen, la libertad está en todas partes y la tiranía en ninguna. Viene a ser esto, bien entendido, una Monarquía fuerte y robusta por su poder no parlamentario; representativa, por sus auxilios y limitaciones, y federativa, por las regiones que asocia y enlaza; siendo este calificativo, juntamente con el apellido primogénito de católica, y no el mote de absolutista, el que mejor se cuadra, si se aplican las palabras en su legítimo sentido.

31 de mayo de 1893.
Discurso en el congreso.
Juan Vázquez de Mella

lunes, 11 de mayo de 2009

ELECCIONES AL PARLAMENTO EUROPEO


"En estas elecciones votad lo que os parezca menos malo. Pero no saldrá de ahí vuestra España, ni está ahí nuestro marco. Esa es una atmósfera turbia, ya cansada, como de taberna al final de una noche crapulosa. No está ahí nuestro sitio. Yo creo, sí, que soy candidato; pero lo soy sin fe y sin respeto. Y esto lo digo ahora, cuando ello puede hacer que se me retraigan todos los votos. No me importa nada. Nosotros no vamos a ir a disputar a los habituales los restos desabridos de un banquete sucio. Nuestro sitio está fuera, aunque tal vez transitemos, de paso, por el otro. Nuestro sitio está al aire libre, bajo la noche clara, arma al brazo, y en lo alto, las estrellas, Que sigan los demás con sus festines. Nosotros fuera, en vigilancia tensa, fervorosa y segura, ya presentimos el amanecer en la alegría de nuestras entrañas".


José Antonio Primo de Rivera

domingo, 10 de mayo de 2009

sábado, 9 de mayo de 2009

MILLÁN ASTRAY A UN CAPITÁN DE REQUETÉS


Salamanca, Claustro de la Universidad
III CONGRESO NACIONAL DE ESTUDIANTES CARLISTAS
(26 de enero de 1937)

A don Jaime del Burgo, Capitán de Requetés:

«Carlistas, Soldados sin manchas, que habéis mantenido vuestros cuadros militares como se mantiene el honor, muy alto, por encima de toda política...

Vosotros, carlistas, habéis recibido el espaldarazo de La Legión. Así lo atestiguan los millares de tumbas sobre las que florecen Boinas rojas, que cubren los campos de héroes que murieron en un estrecho abrazo...

Sois, carlistas, lo más puro. Sois la maravillosa pureza de unos ideales conservados a través de generaciones para España. Tenéis un blasón inmaculado, carlistas. Vuestras actuaciones, jóvenes Requetés, no se han manchado con el lodo de la política. Seguid así, sin ambiciones, luchando, sacrificándoos, en aras de un solo ideal: España...

Seguid como hasta ahora, amándola por encima de todo, y llevando como meta el sacrificio por ella. Sois luchadores. Luchadores por acción y luchadores por Tradición, y ser luchador supone una pureza más».

Millán Astray


Luis Togores, «Millán Astray Legionario», La Esfera de los Libros, 2003

viernes, 8 de mayo de 2009

LEÓN DEGRELLE: A LOS 64 AÑOS DE SU LLEGADA A ESPAÑA.

Se cumplen ahora (8 de Mayo) 64 años de la épica llegada de León Degrelle a España, en Mayo de 1945, aterrizando con el bombardero alemán Heinkel HE-111 en la playa de la Concha de San Sebastían y cuya salida había tomado en Noruega con apenas combustible.
Como entonces, le volvemos a acoger, esta vez abrazando su pensamiento, su obra y su vida.
No hay mejor manera de recordarle, con profunda admiración, que reproduciendo parte de aquel texto inigualable que rubricó bajo el título Almas Ardiendo. Un libro espiritual, ascético y místico. Una arenga que forja la contemplación en la acción. Letras que sirven para el combate de la Iglesia militante
Aquí un extracto de máxima actualidad.



Jamás fue el universo tan rico, ni estuvo tan colmado de comodidades, gracias a una enorme y fecunda industrialización. Jamás hubo tanto oro.

Pero el oro está escondido en los cofres blindados, más seguro que en las más profundas cavernas. Los bienes materiales, monopolizados, sirven para matar a los hombres y no para socorrerles. Son una razón más para odiar. Han convertido en garras, las manos que los tocan, y en jaguares Los cuerpos humanos que los utilizan.

Sin amor, sin fe, el mundo se está asesinando a sí mismo. El siglo ha querido, ciego de orgullo, ser tan sólo el siglo de los hombres.

Este orgullo insensato le ha perdido. Ha creído que sus máquinas, sus "stocks". Sus lingotes de oro, le podrían dar la felicidad. Y sólo le han dado alegrías, pero no la alegría, no esa alegría que es como el sol, que nunca se apaga en los paisajes que antes ha llenado de ardiente esplendor. Las tristes alegrías de la posesión se han endurecido como púas y han herido a los que, creyéndolas flores, las acercaban a su rostro.

El corazón de los vencedores del siglo, vencedores de un día, está lleno de melancolía, de acritud, de una horrible pasión de apoderarse de todo, enseguida, de una cólera brutal, que se eriza frente a todos los obstáculos.

Millones y millones de hombres se han batido y se han odiado. Un huracán les arrastra, cada vez más desencadenado, a través de los aires encendidos. La lengua seca, frías las manos, adivinan ya, en medio de su delirio, el instante próximo en que su obra de locos será aniquilada. Desaparecerá, porque era contraria a las leyes del corazón y a las leyes de Dios.

Él solo, Dios, daba al mundo su equilibrio, dominaba las pasiones, señalaba el sentido de los días felices o desgraciados. ¿Para qué haber sido ambicioso, cuando el verdadero bien se ofrecía sin límites, generosamente, a todos los corazones puros y sinceros?

El mundo ha renegado de esta alegría, sublime y orgullosa, como los chorros de una fuente. Ha preferido hundirse en los pútridos mares del egoísmo, de la envidia y del odio. Se asfixia en la ciénaga. Se debate en medio de sus guerras, de sus crisis, en medio de los lazos resbaladizos de su egoísta pasión. Aunque se reúnan todas las conferencias del mundo y se agrupen los jefes de Estado y los expertos, nada podrán cambiar. La enfermedad no está en el cuerpo.

El cuerpo está enfermo porque lo está el alma. Es el alma la que tiene que curarse y purificarse. La verdaderamente grande y única revolución que está por hacerse es ésa: aun tan sólo las almas, llamadas por el amor del hombre y alimentadas por el amor de Dios podrá devolver al mundo el claro rostro y una mirada limpia a los ojos purificados por el agua serena de la entrega generosa.

No hay opción: o revolución espiritual, o fracaso del siglo. La salvación del mundo está en la voluntad de las almas que tienen fe.
León Degrelle
Almas Ardiendo

jueves, 7 de mayo de 2009

BARACK HUSSEIN: EL LOBO MASÓNICO CON PIEL DE OVEJA


Nuestros lectores habituales --que son más de los que muchos se imaginan y otros muchos desearían--, saben que desde antes de su llegada al poder, venimos siguiéndole la pista al nuevo presidente yanqui, ese Barack Hussein con cara de Sydney Poitier descafeinado que desde que dio el campanazo parece más “raro, raro, raro” que diría el exteinto “papuchi”; y es que nos parece realmente peligrosísimo, precisamente por ser el hombre de paja de la que consideramos una de las más hábiles, sibilinas y ladinas jugadas del entramado diabólico-masónico --con base hoy en día de manera preferente pero no única en el Club Bilderberg, club del que tanto gustan nuestros monarcas ¡qué casualidad, verdad!--, que sigue intentando dominar el mundo para apartar de él todo rastro de Dios... y de paso, en lo que nos concierne, de España; bien que esto último con la inestimable ayuda de los españolitos de esta era que o están corruptos o agilipollados hasta lo indecible o las dos cosas a la vez.

Pues bien, a continuación les ofrecemos una rápida miscelánea de nuevos datos que apuntan sin duda a que tenemos razón y a que detrás de Barack Hussein lo que se esconde es una nueva ofensiva corruptora de la masonería de toda la vida que en estos tiempos ha decidido utilizar al Islam como punta de lanza tanto violenta como cultural para desbancar a la única verdadera fe, la católica, al menos de ciertas importantes regiones del mundo como es el caso de Europa, al igual que ya lo hiciera del Norte de África allá por los siglos cuarto y quinto, sin que aquella región que diera tantos y tan importantes santos volviera a recuperarse ¡aviso a navegantes purpurados hoy completamente “democratizados” y, por ello, relativizados, modernistas y materialistas, es decir, tirados en el surco mundano, revolcándose en su lodo pestilente sin visos de reacción verdadera, más preocupados por lo que dice el mindundi de “Pacopepe” que de repasar el Evangelio y gritarlo, alto y claro, a los cuatro vientos hasta quedarse roncos o perder la cabeza en el martirio mediático ganando con ello el cielo tan deseado... o al menos eso es lo que deberían desear.

He aquí los datos:

“Es importante que la gente sepa que lo de Obama (léase Barack Hussein) no es una conspiración de los friquis, sino algo muy bien trazado desde los centros del poder más rancios e universales” (Daniel Estulin, autor de La verdadera historia del Club Bilderberg).

Barack Hussein representa el rostro afable del sistema, alguien de maneras moderadas y de actitud claramente empática, que ha sido acogido como el “salvador” --en el sentido bíblico del vocablo--, por la clase media y media-baja norteamericana y casi mundial; ofrece el rostro perfecto y el perfil más idóneo y adecuado para dar cuerpo al nuevo protagonista de aquella gran novela titulada “El mensajero del miedo” cuya primera versión cinematográfica tanto nos gusta.
“Tras el actual presidente hay una cuidada imagen de hombre liberal, de izquierdas, inocente, comprometido, solidario, de grandes gestas, capaz de convencer a la sociedad con un talante singular de que aquello que hace es por nuestro bien, aunque la verdad va por otro lado” (Pedro Palao, autor de Leyendas urbanas y conspiraciones).

Son conocidas de los iniciados las estrechas vinculación de Barack Hussein con la Brookings Institution (Bruno Cardeñosa dixit, autor del reciente Expedientes del misterio) y especialmente con Zbigniew Brzezinski (Daniel Estulin dixit), influyente donde los haya --siempre desde la sombra-- en la política exterior gringa, quien a su vez es uña y carne de los Rockefeller y Soros --pura judeomasonería-- y ambos de los grandes nombres de la Comisión Trilateral, a quienes se apunta como el “creador” del títere Barack Hussein; así pues, los Bilderberg, la Trilateral y el CFR (Council on Foreign Relations) todos juntos y... nada revueltos.

Lo que, según Estulin, quedaría ratificado por la pertenencia a tan satánico conglomerado de numerosos cargos nombrados por Barack Hussein, entre otros:

Thomas Daschl, secretario de Salud, miembro del CFR y de los Bilderberg; Michael Froman, vice asesor de seguridad nacional para asuntos económicos, miembro del CFR; el secretario de Defensa Robert Gates, quien milita en el CFR y en los Bilderberg; el secretario del Tesoro Timothy Geithner, smiembro del CFR, de la Trilateral y de los Bilderberg; el general James L. Jones, Asesor de Seguridad Nacional, miembro del CFR, TC, Bilderberg; Mark Lippert Jefe de Gabinete del Consejo de Seguridad Nacional, miembro del CFR; Janet Napolitano, miembro del CFR y de la Trilateral; Lawrence Summers, Presidente del Consejo Económico Nacional, miembro del CFR, de la Trilateral y de los Bilderberg; y Paul Volcker, Presidente de la Junta Asesora de Recuperación Económica, miembro del CFR, de la Trilateral y de los Bilderberg.

Además, gran parte de su gabinete “tiene conexiones con el sionismo, empezando por Rahm Emanuel, su jefe de Gabinete” (Estulin, dixit); sin olvidar que, según Cardeñosa, el padre de Rahm, Benjamín Emanuel, fue miembro del grupo terrorista israelí Irgun Zvai Leumi.

Y para los que a estas alturas se extrañen, les aclaramos que siempre ha sido perfectamente compatible la conspiración judeomasónica con el alza del islamismo, pues tradicionalmente aquella ha utilizado los componentes explosivos y de locura de éste, manipulándolos cuando corresponde para alcanzar sus objetivos, en gran medida por lo fácil que resulta incitar a los musulmanes a cualquier cosa, incluso a su propia destrucción parcial o total si fuera el caso, debido a su estado de completa paganía y barbarie en que les sume su ideología, que no religión.

Por todo lo anterior, y si el tiempo no lo impide, ni lo impide Dios --y esto último hay que merecerlo, señoras y señores--, más vale que se tomen en serio lo que se esconde bajo la piel tiznada de Barack Hussein pues es contagioso y, dada la sintonía que muestran desde hace décadas los “dirigentes” “europedos”, más nos vale comenzar a rezar y hacer penitencia porque mal pinta el futuro de una humanidad sometida, por su corrupción, y abandono de Dios y de la Patria, a la tiranía satánica de la que bien pudiera surgir el antiCristo que tenemos anunciado y que, más que un ser, pudiera muy bien tratarse de un sistema, el democrático, cuyos hechos ya conocemos, como es, entre muchos --droga, pornografía, promiscuidad, egoísmo, soberbia, etc., etc.--, el holocausto, el sacrificio de millones de seres humanos no nacidos, pero ya concebidos, que todos los años ofrece en el mundo a través de los abortos; y es que el Mal siempre pide y exige sangre, sea de mártires en la plaza del pueblo o, mejor aun, de inocentes en un oscuro y silencioso quirófano abortista.

Mary Snow
ALTO Y CLARO

miércoles, 6 de mayo de 2009

DEBERES DEL LEGIONARIO


Un legionario mira derecho a los ojos. Los ojos no mienten. Su rostro está lleno de esperanza. Cuando habla y cuando escribe, debe ser breve, claro y preciso. La charla larga y engañosa es la charlatanería de la democracia.

Vestirá modestamente. Despreciará el lujo, que considerará fundado en una inclinación espiritual hacia la deshonestidad. El hombre que hoy es amante del lujo, si no es un ladrón pertenece a una de las variadas categorías del bribón; en todo caso, es un hombre sin sentimientos que hace escarnio de la miseria infinita del país.

El legionario juzgará a las personas según su alma . Hay muchos que visten pobremente y que esconden bajo sus modestas ropas tesoros de oro en el corazón en nuestra organización no puede creer los que sean hombres de honor. El legionario cree en dios y ora por la victoria de la legión. No se olvide que nosotros, estamos aquí, en esta tierra por voluntad de dios y bendición de la Iglesia. En torno a los altares de la Iglesia se han encontrado reunidos miles de veces, en tiempos de dolor y dificultades, la gente de estas tierras, mujeres, niños y viejos, con la perfecta conciencia de que aquél era el último refugio posible. Y hoy, nosotros estamos prestos a reunirnos alrededor de los altares como en los tiempos de los grandes peligros, para recibir de rodillas, la bendición de Dios. Las guerras las vencen aquellos que han sabido atraer de los cielos las fuerzas misteriosas del mundo invisible y asegurarse el concurso de ellas.

Estas fuerzas misteriosas son los espíritus de nuestros antepasados, los que han estado también, en otro tiempo, y ligados a nuestra tierra y han muerto en su defensa, permaneciendo todavía hoy ligados a ella en el recuerdo de su vida terrena y por intercesión nuestra, sus hijos, nietos y biznietos. Pero más alto que los espíritus de los muertos esta Dios.

Estas fuerzas una vez atraídas, harán inclinarse la balanza de tu parte, te defenderán te infundirán valor, voluntad y todos los elementos necesarios para la victoria y lograrán así que tú venzas. Lanzarán el pánico y el terror entre los enemigos, paralizaran su actividad. En último análisis, las victorias no dependen tanto de la preparación material, de las fuerzas materiales de los beligerantes, sino de su poder para asegurarse el concurso de las potencias espirituales. Nuestro patrón es el Santo Arcángel Miguel. Debemos tener su ícono en nuestras casas y en tiempos difíciles debemos pedirle ayuda y él no nos abandonará nunca.

El que entra en esta lucha, debe saber desde al principio que habrá de sufrir. Después del sufrimiento viene siempre la victoria. Aquél que sepa sufrir, vencerá.

Por ello, nosotros, los legionarios aceptaremos el sufrimiento con amor.

Cada sufrimiento no acobardará al legionario, sino que le volverá de acero, templará su espíritu. Aquellos que han sufrido y todavía sufrirán, serán verdaderamente héroes de la lucha legionaria. La bendición de la Patria se extenderá sobre ellos y sus familias

Corneliu Zelea Codreanu
Manual del Jefe

martes, 5 de mayo de 2009

EL DESCUBRIMIENTO DE AMÉRICA


La conquista de América no fue la empresa comercial de un grupo de buscadores de oro, sino la empresa de la redención espiritual de un pueblo de héroes que necesitaba de una nueva Cruzada para dar rienda suelta a su vocación de heroísmo; de un pueblo que, como ningún otro pueblo, necesitaba del azote de la guerra para librarse del azote de la paz. La paz es el receso de los héroes y es la perdición de los pueblos heroicos, porque los héroes necesitan de la gloria y los pueblos heroicos necesitan de las calamidades que acompañan a la gloria. Los pueblos necesitan de la victoria y necesitan de la derrota. Necesitan de la victoria porque la victoria es una consecuencia natural del heroísmo y necesitan de la derrota porque la derrota es una consecuencia natural de la humanidad; necesitan de la victoria porque la victoria es un premio y necesitan de la derrota porque la derrota es una lección.

El descubrimiento de América fue una empresa santa. Colón, desde la miseria de su vida, aspiraba a la reconquista del Santo Sepulcro, mientras los reyes reconquistaban España para la Cristiandad. Los conquistadores españoles, desde la miseria de su vida, aspiraban a la conquista de América para la Cristiandad. La empresa del Descubrimiento y la empresa de la Conquista eran empresas ordenadas por Dios, y el Almirante lleno de pecados y los conquistadores llenos de pecados eran los instrumentos de Dios, porque Él había juzgado que eran suficientemente hombres para llevar a Dios al conocimiento de los hombres.

La conquista de América fue la conquista de las espadas ennegrecidas en la sangre de la reconquista de España y los uniformes quemados por la sal mordiente de la travesía.

La conquista de América fue el barullo de los corazones y las espadas, cuando las espadas y los corazones se movían en las manos de los hombres y redoblaban en los pechos de los hombres. Fue la empresa de heroísmo de los tiempos en que la vida servía para la muerte. Era la empresa de los hombres que renunciaban a la vida en la demanda de una vida nueva y de una nueva muerte. Eran los navíos que cabeceaban con el vaivén pensativo y solemne que traían de los amaneceres solos y los crepúsculos tendidos. Eran los soldados de la guerra y los misioneros de la Cruz.

Venían todos los que tenían una esperanza de salvación en América. Venían a América para fundar en ella el Reinado de Cristo. Traían su vida para darla por la vida de América y traían su muerte para darla también por la vida de América, y traían su vida y su muerte para darlas en la conquista de Dios.


Ignacio B. Anzoátegui
“Mendoza o el Héroe. Tres ensayos españoles”, Buenos Aires, Sol y Luna, año 1938.

lunes, 4 de mayo de 2009

NI OPTIMISMO, NI PESIMISMO, SINO ESPERANZA


El esplendor del cielo y el Cristo glorioso abren las visiones del último libro de la Sagrada Escritura, y las cierran la Nueva Jerusalén y la visión beatífica. No es, pues, el Apocalipsis, como se atrevió a decir Borges, un «libro de amenazas atroces y de júbilos feroces». Tras las huellas de Pieper, señala Castellani que la esjatología cristiana incluye dos elementos diversos: el fin catastrófico intrahistórico de la humanidad y el fin triunfal extrahistórico. Lo intrahistórico depende de la voluntad del hombre y las intervenciones metahistóricas provienen de Dios.

Resulta curioso, pero el Señor, en su Discurso Esjatológico, tras preanunciar las cosas más espeluznantes: Será la tribulación más grande que ha existido desde el principio del mundo hasta el presente ni volverá a haberla; los hombres se morirán de terror y de ansiedad por las cosas que vendrán sobre el mundo; las fuerzas cósmicas se desatarán... (cf. Mt 24, 21 ss.; Lc 21, 23 ss.), concluye: «Entonces cobrad ánimo y levantad la cabeza, porque está cerca vuestra salvación» (Lc 21, 28). Es la actitud compleja del cristiano, cuya fe le asegura que este aión, este ciclo de la Creación, tendrá su fin, precedido por una tremenda agonía, pero será seguido de una espléndida reconstrucción. Bien señala nuestro autor que, por una paradoja de la psicología profunda, esta literatura «pesimista» ha sostenido el «optimismo» constructivo del Cristianismo. En las épocas en que la Iglesia vivió en el temblor y en la proclamación osada de la «inminente Parusía» es cuando proyectó la Cristiandad, como en los tiempos de San Pablo, de San Ireneo, de San Agustín...

Por otra parte, el conocimiento y la previsión de las catástrofes apocalípticas sirvió a los pueblos fieles para sobrellevar con entereza las catástrofes del momento, lo cual responde adecuadamente a las leyes de la psicología. «Cuando las inmensas vicisitudes del drama de la Historia –escribe Castellani–, que están por encima del hombre y su mezquino racionalismo, llegan a un punto que excede a su poder de medicación y aun a su poder de comprensión –como es el caso en nuestros días– sólo el creyente posee el talismán de ponerse tranquilo para seguir trabajando». Como si dijera: Todo esto ya estaba previsto y aún mucho más, pero después vendrá la victoria definitiva. Para eso se nos ha dado la profecía del Apocalipsis, para nuestro consuelo. Si no la tuviéramos, la tribulación se haría insoportable y su desenlace inextricable. En la Escritura, como ha señalado el Crisóstomo, se nos anuncian los males futuros, para que cuando vengan, no nos aplasten.

Frente al tema de las ultimidades, reiterémoslo por última vez con Castellani, caben posiciones erróneas y contradictorias entre sí. El Iluminismo de los siglos XVIII y XIX despreció la esjatología cristiana junto con toda la religión revelada, burlándose del Anticristo y del Dragón como de cuentos medievales. El resultado fue que cayó en una esjatología espúrea, o mejor, desembocó en dos esjatologías opuestas, fragmentos de la síntesis cristiana: la optimista, del Progreso Indefinido, y la pesimista, del Nihilismo sin sentido.

La primera visión, la visión optimista, encuentra un alto exponente en Kant, como ya lo hemos visto al desarrollar el pensamiento de Pieper. Kant creyó en el Reino instaurado por la sola fuerza de la Razón Pura, profetizando la paz perpetua sobre el fundamento del ideario de la Revolución francesa. También el progresismo católico moderno considera la historia, sobre todo a partir del Renacimiento, como un progreso indeclinable hacia el Punto Omega. Trátase siempre de una esjatología inmanente, cismundana, a la que de algún modo es reductible la teoría del «eterno retorno» de los hindúes, propugnada en Occidente por René Guénon, según la cual tras la Kali-Yuga retornará necesariamente la Edad de Oro.

Para ilustrar dicha actitud, Castellani trae a colación la parábola de las vírgenes necias. Porque también esa parábola tiene que ver con el Retorno del Señor, inserta como está en el Sermón Parusíaco de Cristo (cf. Mt 24-25). Ya desde el comienzo de la misma, Jesús alude a su Vuelta, y la cierra con un apremiante: «Velad, pues» (Mt 25, 13), que por otra parte había ya reiterado seis o siete veces en el sermón antedicho. Pero la parábola aporta algo peculiar, al esbozar un cuadro simbólico y vigoroso del «apurón» de la Parusía y de sus adjuntos principales, cifrando plásticamente el Sermón Profético anterior. Las vírgenes necias no eran impías, sino negligentes, saliendo al encuentro de Cristo con las lámparas vacías. Representan a los cristianos adormecidos en su «tibieza», justamente lo que se achaca en el Apocalipsis a la última Iglesia, la Iglesia de Laodicea. Lo que la parábola nos quiere decir es lo siguiente: la Parusía será inopinada, y la mayor parte de la gente estará dormida, pues aparentemente el tiempo sigue transcurriendo y «Cristo no vuelve más», como piensa la mayoría, o se demora mucho, como opinan numerosos cristianos. Cuando acaezca, se hará un gran clamor, y el desconcierto será total. Las providencias que tomen los que no se hayan preparado fracasarán todas, pues ya no será momento de previsiones.

Tal es la gran herejía de nuestro tiempo, la negación u olvido de la Parusía, en la espera de salvaciones intramundanas. Entre dichas esperanzas inmanentes hay que poner la expectativa del internacionalismo, concebido como panacea universal. Dice Castellani que en la actualidad hay dos posibles internacionalismos, el de Rousseau y el de San Agustín, el de la Ciudad de Dios y el de la Ciudad del Hombre. «Si admitimos que la pacificación de la Humanidad en una gran familia es un asunto específicamente religioso, no quedan para realizarlo sino dos religiones que son de veras internacionales: la Iglesia Católica y la Anti-Iglesia, o sea la Sinagoga. La Iglesia es internacional por divina vocación. La Sinagoga es internacional por divina maldición. La Iglesia y la Sinagoga representan las dos concreciones más fuertes y focales del sentimiento religioso que existen en el mundo. El pueblo cristiano y el pueblo judío representan por expresa declaración de Dios los dos pueblos sacerdotales que existen en la tierra: son el fermento de todo el resto, la sal de la tierra; la sal que ha perdido su salazón y no puede ya por nadie ser salada, y la otra sal, que debe salar todo». Los demás internacionalismos, el mahometano, el liberal, el bolchevique, son ramas provenientes de la Anti-Iglesia. Porque también el último, que tiene raíz judaica, es mesiánico, anticristiano y esjatológico, y por tanto se mueve en el plano religioso, de una religión inmanente, la del hombre divinizado.

De por sí, la empresa de congregar a todos los hombres es algo bueno, propio de la Iglesia Católica, que justamente quiere decir universal. El hombre no es instintivamente cosmopolita. Instintivamente los hombres se enjambran en grupos, en corporaciones, en clases, en razas. Solamente podrán reconocerse como hermanos, escribe nuestro autor, cuando se reconozcan como hijos de un mismo Padre que está en los cielos. No como hijos de un mismo padre que está encima de un árbol, el antropopiteco de Darwin. Ni de una madre que está en la estratosfera, como la «Diosa Humanidad» de Comte. Sólo los cristianos tenemos nuestra Mesa, que es sagrada, y sabemos que comunicando en ella volverán los pueblos del mundo a sentirse hermanos. Ninguna paz duradera será concertable en la Mesa Redonda de Londres o en la Mesa Directiva de Ginebra, si se prescinde del visto bueno de esta humilde Mesa de los cristianos, que fue instituida expresamente para que «todos sean uno, Padre mío, como tú y yo somos uno» (Jn 17, 22).

Concluyendo, pues: La unión de las naciones en grupos regionales, primero, y después, en un solo Imperio Mundial, sueño fascinante del mundo de hoy, no puede realizarse sino por Cristo o contra Cristo. Lo que se puede hacer sólo con la ayuda de Dios, y que de hecho Dios hará al final, conforme está prometido, febrilmente intenta el mundo moderno construirlo al margen del designio divino, orillando a Dios, abominando del antiguo proyecto de unidad que se llamó la Cristiandad, y violentando incluso la naturaleza humana, con la supresión intentada de la familia y de las patrias. En frase categórica de Castellani: «Todo lo que hoy día es internacional, o es católico o es judaico».

La segunda visión acerca del futuro, la visión pesimista, ha sido expuesta principalmente por nihilistas como Schopenhauer y Nietzsche, que heredaron el otro fragmento de la concepción cristiana. «Nietzsche vio la catástrofe impendente en el nihilismo europeo; y su refugio desesperado en la esperanza del Superhombre, la cual no es más que la programación del Anticristo», escribe nuestro autor. No deja de ser aleccionador observar cómo las viejas utopías eran todas de un optimismo delirante, en cambio los últimos ensayos sobre el porvenir son con frecuencia espeluznantes.

Así las dos partes inseparables de la Teología fermentaron y se pusieron en las manos de estos antiteólogos. «Esas dos corrupciones ideológicas perduran en el ateísmo contemporáneo, esperando la hora que el Anticristo las reúna en amalgama perversa... Cuando venga el Anticristo no necesitará más que tomar a Kant y Nietzsche como base programal de su religión autoidolátrica».

Tal es la situación en que hoy nos desenvolvemos. El «odio formal» a Dios, escribe Castellani, es el pecado más grave que puede cometer un hombre. Es el pecado del demonio y será el pecado del Anticristo. Pues bien, en nuestro siglo hemos sido testigos presenciales del odio a Dios encarnado en manifestaciones sociológicas y hasta políticas. Hemos visto, en el Este, la aparición de una «nación atea», oficial y constitucionalmente «anti-tea», con organizaciones contra Dios, museos contra Dios, y toda una «cultura» abocada a la destrucción de la idea de Dios. Y en el ámbito occidental, hemos presenciado y seguimos presenciando la universalización de un género de vida, ampliamente promocionado por los medios de comunicación, que parece suponer que «no hay Dios», que «no hay otra vida», y que lo único que se debe propiciar es una sociedad signada por la inmanencia y el hedonismo.

No hace tanto blasfemaba Heine: «El cielo se lo dejamos a los ángeles y a los gorriones». Atinadamente escribe Castellani: «Todo lo que impida fabricar un edén en la tierra y un rascacielos que efectivamente llegue hasta el cielo debe ser combatido con la máxima fuerza y por todos los medios –según estos hombres. Los que de cualquier modo atajen o estorben la creación de esa Sociedad Terrena Perfecta y Feliz deben ser eliminados a cualquier costo. Todas las inmensas fuerzas del Dinero, la Política y la Técnica Moderna deben ser puestas al servicio de esta gran empresa de la Humanidad, que un gran político francés, Viviani, definió con el tropo bien apropiado de «apagar las estrellas». Esos hombres no son solamente los masones, ni solamente los judíos, ni solamente los herejes; ni tampoco son dellos todos los judíos y todos los herejes; aunque es cierto que a esa trenza de tres se pueden reducir como a su origen todos los que hoy día están ocupados –¡y con qué febril eficiencia, a veces!– en ese trabajito de pura cepa demoníaca».

Por eso, ni optimismo ni pesimismo, posiciones ambas sustentadas por todos «los que no tienen el sello de Dios en sus frentes» (Ap 9, 4). El mundo se dirige hacia una catástrofe intrahistórica, que quizás asuma la forma de un suicidio colectivo, pero dicha catástrofe condiciona una gloriosa transfiguración de la vida del hombre y del mundo. Por sobre el pesimismo y el optimismo –categorías psicológicas–, el Apocalipsis levanta la divisa de la esperanza, que es una virtud teologal. Como escribe Castellani, el Apocalipsis se encuentra por sobre el optimismo y el pesimismo; «es juntamente pesimista al máximo y optimista al máximo, y por ende supera por síntesis estas dos posiciones sentimentales». El proceso de la Kali-Yuga o Edad Sombría está relatado en él con los términos más crudos, pero también y paralelamente, el proceso de la final Restauración en Cristo, «dependiente no de las fuerzas humanas sino de la potencia superhistórica que gobierna la Historia». El Apocalipsis es, pues, un libro de esperanza, no un libro hecho para infundir miedo, sino para consolar y fortificar a los que se sienten acosados por el temor de un futuro pavoroso.

Un auténtico católico no puede sino desear la Segunda Venida, recordando que el que una vez vino es también el que vendrá, el erjómenos. Pero hoy más que nunca este anhelo se vuelve apremiante. Siempre que ha habido una crisis histórica grave, la atención de los cristianos se dirigió casi como por instinto a las profecías. La crisis actual, con el peligro atómico y nuclear, que no deja de pender como la espada de Damocles, es mayor que todas las precedentes, engendrando angustia generalizada. En el campo espiritual, la crisis de la Iglesia, la inmanentización de las virtudes teologales, la organización de la Gran Apostasía religiosa, agravan infinitamente la situación.

El querido e inolvidable P. Castellani ha hecho con sus libros sobre la esjatología un servicio relevante a la cultura religiosa. Tras las huellas de Soloviev, nos recuerda que la función del «Profeta», que especula sobre el futuro, es necesaria a una nación tanto o más que la función del «Sacerdote» y la función del «Monarca». Si se arroja por la borda la profecía, se cae necesariamente en la pseudoprofecía (fantaciencia, literatura de pesadilla o ensayos de utopía). En su espléndida novela Juan XXIII (XXIV), le hace decir al simpatiquísimo Papa argentino de la ficción: «Mira, andaluz: cuando la Iglesia anda mal no coincide la vocación del sacerdote con la del profeta; y esto es señal infalible, que entonces los sacerdotes desconocen y aun persiguen a los profetas –y eso pasaba en mi patria. Pero cuando la Iglesia anda bien, entonces es compatible el ser sacerdote con el ser guerrero, ser sabio, ser artista, ser poeta, ser»...

La conclusión de este análisis sobre el Apocalipsis no es permanecer con los brazos cruzados, sino preparar el espíritu para épocas bravías, disponiéndonos convenientemente a enfrentar la apostasía con lucidez y coraje, al tiempo que trabajando en favor de la verdad conculcada. Dicho propósito no será estéril, ni quedará sin recompensa.

P. Alfredo Sáenz

FUENTE: "El Apoclipsis según Leonardo Castellani" de Alfredo Sáenz

domingo, 3 de mayo de 2009

EL MAL ENORME


Conocida es la afirmación de Pío XI, cuando refiriéndose al incremento desorbitado del poder financiero, protestaba contra la economía que se ha vuelto “dura, inexorable y cruel”. Y si al Imperialismo Internacional del Dinero señalaba en primerísimo lugar el Pontífice como fruto funesto de aquella desorbitación, no deja de ser menos cierto que la misma ha traído, entre otras, la desgraciada consecuencia del olvido de cuanto no guarde relación inmediata con el patrimonio material. Simultáneamente víctima y victimario de este economicismo furioso —hijo a su vez de una desacralización compulsiva— el hombre moderno ha optado por la añadidura, en clara contradicción con el mandato evangélico.

Podrá entenderse así que el sacrilegio y la blasfemia se han instalado en nuestra doliente realidad, sin que ninguna reacción condigna suscite en unos y en otros, absorbidos todos, por protagonizar o por padecer aquella aludida inexorabilidad crematística. La más leve modificación del riesgo país o las oscilaciones bursátiles menos perceptibles, tienen en vilo y estremecen al conjunto social, con diligente consagración. Las más graves ofensas a la Fe Católica, en cambio —jamás vistas ni pensadas en esta tierra criolla— encuentran el campo libre de la indiferencia o de la complacencia colectiva, que el bolsillo llora o se llena, pero el alma parece ausente.

No se crea que los términos sacrilegio y blasfemia recién empleados, tienen aquí un alcance genérico o metafórico, como quien se queja difusamente de “lo mal que están las cosas”. Trátase por el contrario de dos pecados abominables y específicos contra el primero y el segundo de los Mandamientos, consistente uno en profanar o tratar indignamente los sacramentos, las acciones litúrgicas, las personas, cosas o lugares sagrados; mientras su horrible par consiste, secamente, en la irreverencia, injuria, desprecio u odio empecinado al hermoso nombre del Señor, como lo invoca el Apóstol Santiago, cuya fiesta litúrgica hoy celebramos. Palabras, obras, gestos, imágenes, sonidos, señales, y tantas formas expresivas combinadas existen hoy, son puestas desde los medios masivos al servicio de estos vicios, que la teología consideró propios de demonios, y hasta —si cabe— de mayor culpa que en ellos en quienes los practican, pues ni siquiera tienen la explicación de proceder de la desesperación connatural al infierno. La propaganda y la publicidad, la llamada gran prensa o la vulgar pasquinería, las programaciones televisivas o radiales, las usinas múltiples de la difusión que la tecnología hoy potencia, compiten en este abyecto ejercicio de la irreverencia, en esta maldita praxis del ultraje, que todas las civilizaciones dignas de ese nombre castigaron con la muerte. Palurdos, canallas y degenerados de la peor ralea tienen prontas sus herramientas para tan torva embestida, con una impunidad que exaspera cuanto alarma, pues bien pronto llegarían las reprimendas y sanciones si tan infames golpes —u otros levísimos— se dirigieran contra aquellos credos que no fueran el de la Verdadera Iglesia. De lo que se sigue la triste certeza de que tamaña ofensiva nos tiene a los católicos por destinatarios excluyentes.

Sería ingenuo sorprenderse y contradictorio esperar algún remedio de las autoridades políticas. Nutridas en el lodazal de sus mismas excrecencias, cualquier arrebato de cielo les está vedado. Prohijadas en las logias donde el Orden Sobrenatural se escarnece a sabiendas, ninguna batalla por la Cruz serían capaces de librar. Resultaría candidez asimismo confiar en que los pastores actuaran con la virilidad que la hora exige. Ganados muchos de ellos por concepciones pacifistas y sincretistas —cuando no, lisa y llanamente transformados en heresiarcas— no cabe siquiera en sus conjeturas plantearse una contienda contra el mundo, una embestida contra el Maligno, una militancia fervorosa que comprometiera los corazones y los puños en la custodia de la reyecía de Jesucristo. Sus afectos están puestos aquí abajo; temporal y horizontalmente tendidos. Y sin embargo, la respuesta se impone y urge; tanto más en medio de las actuales convulsiones mundiales que nos tocan vivir.

Sepa cada católico desagraviar privada y públicamente cualquier atropello, allí donde suceda. Sepa llevar la plegaria reparadora, la penitencia necesaria, la mortificación honesta; y si fuera el caso, sepa llevar los brazos convertidos en ariete y escudo contra los inicuos. Sepa cada católico que ha de unirse espiritual y físicamente con sus auténticos pares, para organizar la réplica, perseverar en la resistencia, sostenerse en la adversidad y confiar en la victoria. Sepa cada católico lo que nos enseña la Escritura sobre el castigo que aguarda a los renegados, y el que de hecho recibieron a lo largo de la historia, se llamaran Jeroboam o Constante, Arrio, Nestorio o Voltaire; fuesen emperadores o funcionarios, ideólogos o poderosos de la tierra. Y si ese católico que ha de saber tales cosas, ha nacido además en esta patria argentina —incorporada a la Cristiandad hace cinco siglos— sepa ya, sin atisbos de dudas o remilgos, cómo sancionaba el General San Martín la conducta de blasfemos y sacrílegos

Antonio Caponnetto

sábado, 2 de mayo de 2009

2 DE MAYO

Oigo, patria, tu aflicción,
y escucho el triste concierto
que forman tocando a muerto,
la campana y el cañón;
sobre tu invicto pendón
miro flotantes crespones,
y oigo alzarse a otras regiones
en estrofas funerarias,
de la iglesia las plegarias,
y del arte las canciones.

Lloras, porque te insultaron
los que su amor te ofrecieron...
¡a ti, a quien siempre temieron
porque tu gloria admiraron:
a ti, por quien se inclinaron
los mundos de zona a zona;
a ti, soberbia matrona
que libre de extraño yugo,
no has tenido más verdugo
que el peso de tu corona...!

Do quiera la mente mía
sus alas rápidas lleva,
allí un sepulcro se eleva
cantando tu valentía;
desde la cumbre bravía
que el sol indio tornasola,
hasta el África , que inmola
sus hijos en torpe guerra,
¡no hay un puñado de tierra
sin una tumba española!...

Tembló el orbe a tus legiones,
y de la espantosa esfera
sujetaron la carrera
las garras de tus leones;
nadie humilló tus pendones
ni te arrancó la victoria;
pues de tu gigante gloria
no cabe el rayo fecundo,
ni en los ámbitos del mundo,
ni en el libro de la historia.

Siempre en lucha desigual
cantan tu invicta arrogancia,
Sagunto, Cádiz, Numancia,
Zaragoza y San Marcial;
en tu suelo virginal
no arraigan extraños fueros;
porque indómitos y fieros,
saben hacer tus vasallo,
frenos para sus caballos
con los cetros extranjeros...

Y aun hubo en la tierra un hombre,
que osó profanar tu manto...
¡Espacio falta a mi canto
para maldecir su nombre!...
Sin que el recuerdo me asombre
con ansia abriré la historia;
presta luz a mi memoria,
y el mundo y la patria a coro,
oirán el himno sonoro
de tus recuerdos de gloria.

Aquel genio de ambición
que en su delirio profundo
captando guerra, hizo al mundo
sepulcro de su nación,
hirió al ibero león
ansiando a España regir;
y no llegó a percibir,
ebrio de orgullo y poder,
que no puede esclavo ser,
pueblo que sabe morir.

¡Guerra! clamó ante el altar
el sacerdote con ira;
¡guerra! repitió la lira
con indómito cantar:
¡guerra! gritó al despertar
el pueblo que al mundo aterra;
y cuando en hispana tierra
pasos extraños se oyeron,
hasta las tumbas se abrieron
gritando: ¡Venganza y guerra!...

La virgen con patrio ardor
ansiosa salta del lecho;
el niño bebe en su pecho
odio a muerte al invasor;
la madre mata su amor,
y cuando calmado está
grita al hijo que se va:
"¡Pues que la patria lo quiere,
lánzate al combate, y muere:
tu madre te vengará!..."

Y suenan patrias canciones
cantando santos deberes;
y van roncas las mujeres
empujando los cañones;
al pie de libres pendones
el grito de patria zumba
y el rudo cañón retumba,
y el vil invasor se aterra,
y al suelo le falta tierra
para cubrir tanta tumba!...

viernes, 1 de mayo de 2009

LECCIÓN SOBRE LA PATRIA


¡DESPIERTA, CENTINELA!

El centinela dormido, bien está que sea castigado con pena de muerte… Centinela, centinela, eres el sentido de las murallas que son como una vaina para el cuerpo frágil del poblado, que le impide derramarse, pues si alguna brecha las abre no queda sangre en el cuerpo…

Pero, ¿qué serían las murallas si no hubiera centinela?

Por eso, el centinela que duerme deja desnudo al poblado. Y por eso se apoderan de él, cuando lo encuentran, para ahogarlo en su propio sueño…

Claudicación de los centinelas, es el bárbaro quien los adormece.

Centinela dormido. Vanguardia de los enemigos. Conquistado por anticipado, pues tu dormir es un negarte a ser ligado permanentemente por la ciudad…

Entonces se me apareció la imagen de la ciudad derrotada por tu simple sueño, pues todo se ata y se desata en ti. Cuán hermosa es tu vigilia, oído y mirada de la ciudad. Y de tan noble comprensión dominando con tu simple amor la inteligencia de los lógicos, que no comprenden la ciudad, sino que la dividen.

Pero tú, centinela, cuando velas estás en relación con la ciudad librada a las estrellas. No esta casa, ni esta obra, ni ese hospital ni ese palacio. Sino la Ciudad… esa mezcla de fervor y de sueños, ese fuego bajo la ceniza de la vía láctea.

Centinela, cuando velas, la ciudad reposa sobre ti y sobre la ciudad reposa el Imperio…

He aquí que tú duermes. Centinela dormido. Centinela muerto. Y yo te miro con espanto pues en ti duerme y muere el Imperio. Lo veo enfermo a través de ti porque es un mal signo que me delega centinelas para dormir. Por cierto, me digo, el verdugo cumplirá su misión y ahogará a ese en su propio sueño.

Pero en mi piedad se alzaba un litigio nuevo e inesperado. Pues sólo los imperios fuertes siegan las cabezas de los centinelas dormidos, pero estos imperios que ofrecen centinelas para dormir, no tienen ya derecho a segar nada. Porque importa comprendes bien el rigor. No es cortando las cabezas de los centinelas dormidos como despiertan los imperios; es cuando los imperios se han despertado que se cortan las cabezas de los centinelas dormidos. Otra vez confundes aquí el efecto con la causa. Y viendo que los imperios fuertes cortan las cabezas, tú quieres crear tu fuerza cortándolas, y no eres más que un bufón sanguinario.

Funda el amor y fundarás la vigilancia de los centinelas, y la condenación de los que duermen, pues en este caso son aquellos los mismos que han tronchado el Imperio.

Pero yo te deseo fiel a ti mismo, despierto, sabiendo que llegarás a ser.

Antoine de Saint-Exupéry