sábado, 28 de febrero de 2009

martes, 24 de febrero de 2009

ORACIÓN AL ÁNGEL CUSTODIO DE ESPAÑA

Oh, bienaventurado espíritu celestial, a quien la Divina Misericordia se ha dignado confiar el glorioso Reino de España, para que lo defiendas y custodies; postrados ante ti y en amorosa unión contigo damos al Señor humildes y fervientes gracias por haber tenido para con nosotros la misericordiosa providencia de ponernos bajo tu protección; contigo le alabamos y bendecimos y a su divino servicio rendidamente nos ofrecemos.Acepta, Angel Santo, estos piadosos cultos que a tu honor dedicamos, ilumina nuestras inteligencias, conforta nuestras voluntades, presenta al Señor nuestras plegarias avaloradas con las tuyas; defiéndenos del enemigo de nuestras almas, que también lo es, y muy feroz, de nuestra Patria; alcánzanos del Señor que saquemos fruto y provecho espiritual de estos cultos, que crezcamos en la veneración a ti, en tu amor y en la docilidad a tus enseñanzas y dirección para que defendidos, custodiados y regidos por ti sirvamos fidelisimamente a Dios en nuestra vida privada y pública; para que se salven muestras almas y las de nuestros compatriotas todos; para que España sea siempre el paladín de la Fe Católica y Dios Nuestro Señor la bendiga, prospere y glorifique. Amén.

lunes, 23 de febrero de 2009

23-F: EL HONOR FRENTE A LA TRAICIÓN

El 23 de Febrero es el día de aquellos hombres que, cumpliendo con el juramento a la bandera, actuando con honor, ofrecieron cuanto tenían a España y los españoles. También recordamos a los que quisieron aniquilar cualquier resistencia, armada o no, engañando y traicionando sin escrúpulo.

Aquella fecha de 1981 fue la consecuencia de unos precedentes históricos que convulsionaron a España espiritual, social y políticamente. Espiritualmente en decadencia, España sufría los nefastos frutos del Concilio Vaticano II que había dado pie a la proliferación de toda clase de sectas, a la secularización de sacerdotes, a la protección oficial de la inmoralidad y a la marxistización de la Iglesia con el Primado Cardenal Tarancón y sus secuaces. Sacudida España socialmente por los movimientos estudiantiles, las revueltas universitarias y las reivindicaciones de los sindicatos bermellones, la fragmentación del pueblo era una crónica diaria. Y políticamente España era un barco que se hundía por las grietas del nacionalismo, los asesinatos de las bandas terroristas y un parlamento donde se sentaban desde Carrillo a Fraga, los nuevos amigos del consenso bastardo.

La situación era insostenible. Los pocos militares que hacían servir los galones al juramento, y no al revés, dieron un paso al frente. Con todas las consecuencias estaban dispuestos a intervenir para cambiar el rumbo a la deriva del pueblo español. Unos, por España, al servicio de ella. Otros sólo actuarían a las órdenes del Jefe de las Fuerzas Armadas: Juan Carlos de Borbón.

Se gestó, precipitadamente, la irrupción en el Congreso de Diputados del Ejército. Después, una vez tomado el hemiciclo, la autoridad militar se haría cargo de los destinos de España. Esa autoridad militar contaría con el apoyo total y absoluto del inquilino de la Zarzuela. El General Armada sería la cabeza visible del golpe de estado haciéndose cargo del poder. Detrás de él, las diversas Capitanías Generales, secundarían, a las órdenes de Juan Carlos, un gobierno de concentración con izquierdas y derechas, liberales y comunistas.

El Teniente Coronel de la Guardia Civil, Antonio Tejero Molina, movido por su amor inquebrantable a España, fue el elegido para entrar en el Congreso. Un hombre íntegro, profundamente patriota, que contaba con el respeto y la admiración de sus subordinados. Después de cumplir su misión dejaría paso al General Armada. Nada sabía el Teniente Coronel de los apaños sucios que habían acordado desde Zarzuela.

Tejero, todo por la Patria. Todo, su carrera, su sueldo, sus galones… años y años de servicio. No lo había ofrecido todo para mayor gloria de Armada, Juan Carlos o cualquiera de los parásitos que ya se estaban repartiendo cargos, ministerios y capitanías. Tejero es un hombre de honor. Y el honor fue su divisa cuando paró el golpe de la Zarzuela y cargando con la responsabilidad de sus hombres los despidió uno a uno a las puertas del Congreso. El golpe quedó parado. No era España lo que allí se defendía. El General Armada le había traicionado mientras en Valencia el General Milans del Bosch regresaba al cuartel con sus tanques dando cumplimiento al deseo y las órdenes de Zarzuela. Si don Jaime Milans del Bosch (gran militar, héroe del Alcázar toledano y juancarlista hasta aquel día) no hubiera dado marcha atrás otro gallo estarían cantando ahora mismo.

El consuelo de Tejero es el deber cumplido. La integridad de una vida. El sacrificio por la Patria y la austeridad y soledad de la celda tras los fríos barrotes.

Alguien estaba a su lado. Alguien que no sabía de traición, sino de lealtad. De amistad y nunca de interés. Alguien que, aquella noche oscura y tenebrosa, lució la claridad y pureza del blanco uniforme de la Armada. Y que llevó al Teniente Coronel Tejero el abrazo de un amigo y la cercanía de un camarada. Era el Capitán de Navío Camilo Menéndez Vives, inmolando sus galones, su carrera, su familia y su vida por un patriota traicionado. Porque “por encima de la disciplina, está el honor”.

Aquel día quedó cortada en el ejército cualquier posibilidad de reacción. Y sin embargo el Valor y el Honor se abrieron paso.
Miguel Menéndez Piñar

viernes, 20 de febrero de 2009

ASCÉTICA KIPLINGIANA




Si guardas en tu puesto la cabeza tranquila
cuando todo a tu lado es cabeza perdida;
si en ti mismo tienes una fe que te niegan
y nunca desprecias las dudas que ellos tengan;
si esperas en tu puesto, sin fatiga en la espera;
si, engañado, no engañas;
si no buscas más odio que el odio que te tengan...
Si eres bueno y no finges ser mejor de lo que eres;
si al hablar no exageras lo que sabes y quieres;
si sueñas, y los sueños no te hacen su esclavo;
si piensas y rechazas lo que piensas en vano;
si tropiezas con el triunfo, si a la cumbre llega tu derrota
y a estos dos impostores los tratas de igual forma;
si logras que se sepa la verdad que has hablado,
a pesar del sofisma del orbe encanallado;
si vuelves al comienzo del trabajo perdido,
aunque esta obra dure toda tu vida;
si arriesgas al momento y lleno de alegría
tus ganancias de siempre a la suerte de un día,
y pierdes y te lanzas de nuevo a la pelea,
sin decir nada a nadie de lo que es y lo que era;
si logras que nervios y corazón te asistan,
aun después de su fuga de tu cuerpo en fatiga,
y se agarren contigo cuando no quede nada,
porque tú lo deseas y lo quieres y mandas;
si hablas con el pueblo y guardas tu virtud;
si marchas junto a reyes a tu paso y tu luz;
si nadie que te hiera llega a hacerte una herida;
si todos te reclaman, y ninguno te precisa;
si llenas un minuto envidiable y certero
de sesenta segundos que te lleven al cielo...
toda esta tierra será dominio tuyo
y aún mucho más,
serás hombre, hijo mío.

Rudyard Kipling
Traducción de José Antonio Primo de Rivera.

jueves, 19 de febrero de 2009

PARA TODO ESPAÑOL


¡Por España, y el que quiera
defenderla, honrado muera;
y el que, traidor, la abandone,
no tenga quien le perdone,
ni en tierra santa cobijo,
ni una cruz en sus despojos,
ni las manos de un buen hijo
para cerrarle los ojos!

ALMAS QUE TIENEN FE

La salvación del mundo está en la voluntad de las almas que tienen fe.

Por esto, España mística, España de Santa Teresa y de San Juan de la Cruz, de San Francisco Javier, de San Ignacio, por esto, creo yo en tu misión, en una misión junta a la cual tus pasajeras desgracias nada son; misión privilegiada entre todas: la de derramar en las almas en agonía la sangre de tu alma ardiente.
Ningún país, hoy, tiene tu fe. Tu fe, la ruda fe de los penitentes de Lorca o de Sevilla y la de los Cruceros de Navarra. Tu fe alegre de las panderetas navideñas y la de las carretas abigarradas de la Romería del Rocío.

Ningún otro país ha sido bendecido con más amor por la Virgen, tu Virgen milenaria del Pilar, tu Virgen de los guerreros de Covadonga, tu Virgen del Camino para los que andan a tientas buscando su sendero. Tu Virgen de los Desamparados, para las almas a la deriva. Tu Virgen de las Angustias, para los corazones destrozados por el dolor.

Toda tu tierra es oración, don alegre don doloroso, impulso místico, confianza y esperanza.Tú vives tu Dios. Tu juventud es como un ejército de Cruzados. Contempla, con el corazón henchido y desbordante, al mundo que le llama.

¡Español, hijo de Dios, sigue derecho tu camino!

¡El siglo te aguarda!

León Degrelle

martes, 17 de febrero de 2009

"A MI ME IBAN A ABORTAR"

"A mí me iban a abortar por malformaciones, tengo parálisis cerebral por culpa de una burbuja de aire en el cerebro. Gracias a que mis padres me dieron en adopción ha conseguido salir hacia delante, soy campeona nacional de natación, he ganado un concurso de televisión como cantante y ahora estoy estudiando una carrera. Creo que la adopción es una de las vías más importante a la hora de pensar en abortar".

domingo, 15 de febrero de 2009

ANTONIO TEJERO MOLINA: MI PADRE


Aquel 23 de febrero de 1981, muy temprano, salimos de casa... Yo sabía lo que ocurriría... Sin embargo, el silencio era la expresión más simbólica del cariño que se puede dar a un padre que en esos momentos atravesaba unos de los momentos mas difíciles de su vida. Había vivido momentos de angustia, de terror. Noches en vela, acompañadas de desconciertos en una España que los españoles desconocían. Noches de zozobra que acompañaban a un hombre al cargo de las tierras vascas y con el encargo de acabar con el terrorismo... Muertes sin compasión de manos de ETA, traiciones de ideales, injusticias, quejas de viudas, órdenes para quemar una bandera que, después, fue legalizada y que causó tantos y tantos muertos...

Todo era incomprensible para un joven que creció con el dolor, la inquietud, el temor y el deseo irrefrenable de una España coherente... Ese joven era yo, ahora sacerdote de Jesucristo, pero sin dejar de ser hijo de mi padre, del cual me enorgullezco plenamente. Aquella mañana del 23 de febrero acompañé a mi padre a la celebración de la Eucaristía en la capilla que hay frente a la Dirección General de la Guardia Civil. Momentos de silencio, de oración profunda, de contemplación sincera de un hombre creyente que sabía cuál era su deber, que conocía las órdenes recibidas y que no quería por nada del mundo manchar sus manos de sangre (como así fue). Un hombre de uniforme, de rodillas ante el Sagrario y el altar del sacrificio: mi padre. Suponía para mí un ejemplo de gallardía que nadie me hará olvidar, el testimonio fiel de un creyente coherente con el juramento que había hecho años atrás... No había palabras, sólo silencio, recogimiento y oración sincera. Al salir de la capilla, con una mirada penetrante -y me atrevería a decir que trascendente-, contempló la Bandera Nacional y, con voz serena, tranquila y gallarda, me dijo: «Hijo, por Dios y por Ella hago lo que tengo que hacer...». Y, con un beso en la mejilla, se despidió de mí. Un beso tierno de padre, pero que también sonaba a despedida: la despedida de un hombre que teme que no volverá a la vida... y eso pensé yo también.

Y, con el gozo de amar a mi padre con locura, volví a mi casa para acompañar a aquella que simbolizaba -en aquel momento y siempre- los valores de la mujer fuerte de la Biblia: mi madre. Esa gran mujer que ha sabido hacer, de su existencia, una entrega victimal y heroica a Dios, a España y a su familia -valores en los que fue educada a lo largo de todo su vida y que sigue mostrando, en el otoño se su existir, con una entrega amorosa a todos nosotros-. Pasamos la mañana con serenidad... El silencio era la elocuencia de nuestro pesar, mientras que el tiempo se convertía, segundo tras segundo, en el traicionero «reloj» que nos hacía pensar en aquel momento. No sabíamos más ni menos. Realmente, nos dolía España, mi padre y el momento en sí; aunque nos tranquilizaba la certeza, según nos habían dicho, de que el Rey apoyaba y ordenaba tales hechos. Era un acto de servicio más, en un momento crítico, por el cual atravesaba nuestra Patria. Y pasó lo que toda España conoce y lo que los medios transmiten (aunque no con toda la veracidad que debieran). No voy a entrar en polémica... ni quiero, ni debo. Pero sí deseo aclarar algunos puntos que conozco, que siento míos y que viví con intensidad aquella noche. Y deseo hacerlo desde el sosiego, desde la paz que, cada día, me regala Cristo y desde la serena sabiduría de los años que te hacen asentar pasiones y discernir la verdad como realidad de la vida.

No voy a revelar nada del 23F, el silencio de mi padre me obliga a callar. Sin embargo, no puedo dejar en el olvido las grandezas de un gran hombre.

Es por ello que, ante las distintas informaciones y publicaciones de estos días en distintos medios de comunicación, quiero y deseo expresar lo siguiente: mi padre es un hombre de honor, fiel a sus principios religiosos y patrióticos; es coherente y sincero. Es un militar de los pies a la cabeza, consciente de sus responsabilidades, entregado a sus hombres. Es un hombre cumplidor, trabajador hasta el extremo, leal ante el significado de la palabra juramento y fiel al mismo. Es un hombre sereno, sencillo, disciplinado y amante de la verdad. No es violento, ni agresivo. Es templado, sensato, sereno, inteligente y capaz de discernir con coherencia una realidad aparentemente absurda e incoherente como parece que fue el 23F. Es un marido ejemplar. Un padre extraordinario. Un hombre excepcional. Un amigo fiel. Un español honorable y un cristiano sincero y veraz. Mi padre es mi padre. Me duele la falta de información y coherencia. Me duele ver cómo todos aprovechan el «silencio» de un hombre para intentar destruirle... quizá por miedo a su palabra... Me duelen tantos programas y tan poca veracidad...

Quiero a mi padre con locura. Es por ello que ruego y aliento a todos aquellos que creen en la libertad de expresión, para que sean tan audaces y coherentes como para publicar estas pobres palabras que tan sólo manifiestan los sentimientos de un hijo por su padre.

Un hijo que se siente orgulloso de su padre y de que éste se llame: Antonio Tejero Molina.

martes, 10 de febrero de 2009

ASESINADA


Han matado a Eluana. Después de 17 años en coma. Me reservo los comentarios para introducir una noticia de hace cinco años. Lean y después juzguen qué les parece el caso Eluana.

Hombre despierta después de 19 años de vivir en estado de coma
La comunidad de Mountain View, Arkansas, recibió con asombro la noticia de un hombre que despertó luego de 19 años de vivir en estado de coma por un accidente automovilístico.A los 20 años de edad, el joven Terry Wallis, quedó en estado de coma. Su esposa y sus padres decidieron velar por él, lo internaron en un centro especial de cuidado y rehabilitación y nunca dejaron de visitarlo.

Su madre, Angilee Wallis, estaba con él cuando despertó. “Dijo ‘mami’ y la sorprendió, luego dijo ‘pepsi’ y luego ‘leche’. Ahora habla muy bien”, explicó la responsable del centro, Alesha Badgley.
Para la madre, es un milagro. “No puedo decir qué fue lo que pensé porque caí al piso de la impresión”, sostuvo.

Terry Wallis, ahora de 39 años de edad, viajaba en automóvil con un amigo en julio de 1984 cuando el vehículo cayó a un río. Su amigo murió y a él lo encontraron inconsciente al día siguiente.

La hija de Wallis, Amber, nació poco después del accidente. Ahora tiene 19 años, y su padre asegura que desea volver a caminar por ella.

La esposa, Sandi, señala que “ha sido difícil lidiar con esto, darme cuenta de que el hombre con el que me casé no estaría ahí. Toda la familia extrañó su compañía”.

El 12 de junio pasado habló por primera vez y no ha parado. Mejora cada día y comparte charlas interminables con su padre quien lo “pone al día”. Terry creía que Ronald Reagan aún era presidente de Estados Unidos.

Además, pidió hablar con su abuela, quien murió varios años atrás, y hasta recitó su número telefónico de memoria, un dato que el resto de la familia había olvidado.

miércoles, 4 de febrero de 2009

PARÁSITOS


El sistema se mantiene en pie por el enjambre de parásitos que conforman su estructura. Es una nueva clase social, la clase política, que nace, crece y se reproduce incrustada, como chupópteros, en las arcas públicas. La única disciplina que se les exige es la de las siglas. Su afán, trabajo y preocupación, ya no es la “res publica”, sino el mantenimiento de su cargo a toda costa, libre de escrúpulos morales.

Multipliquen ahora en el caso concreto de España. El llamado “estado de las autonomías” cobija en sus ácidas tripas a un sinfín de diputados, senadores, portavoces, secretarios, representantes a nivel nacional que pululan por el Congreso y el Senado y sus alrededores. Pero lo anterior lo tenemos repetido hasta diecisiete veces gracias al castillo de naipes formado por todas y cada una de las Comunidades Autónomas con sus respectivos parlamentos, consejerías y delegaciones. Por debajo de ese entramado, y en número infinitamente mayor, las cincuenta y dos provincias, orquestadas por las diputaciones, y los 7.286 municipios al frente de los cuales están los ayuntamientos. No olvidemos el sueño europeo (pesadilla real) del parlamento de Estrasburgo. Como dato de este último, cada eurodiputado, a final de mes, recibe de media 40.000 Euros.

¿Para eso pagamos impuestos? Sí, para mantener y sostener a este sistema perverso que ofrece la esclavitud al pueblo y el pueblo la adquiere a precio de oro. Para subvencionar su vida y sus lujos, sus viajes, sus dietas y sus casas. Para hacer lo que ellos dicten, sea abortar o pagar la fiesta anual a los degenerados.

Enrique de Diego, periodista de Intereconomía, ha acuñado la definición exacta: los políticos son “la casta parasitaria”. No puedo estar más de acuerdo con su percepción de estos personajes que nos roban, a manos llenas, mientras sonríen y hablan, hablan y sonríen. Contra ellos, contra el sistema que sostienen, De Diego, Presidente de la Plataforma de las Clases Medias, ha convocado un acto el 14 de Febrero en la madrileña Plaza de Colón. Llaman a la rebelión de la sociedad.

A pesar de las diferencias en la teoría política de los estados con la Plataforma de las Clases medias, acudiré y me sumaré a esa rebelión. Esperemos que lo sea en sentido estricto. Iré para eso.

Miguel Menéndez Piñar

CONTRA EL SISTEMA, LA PATRIA

Nadie cree ya en este sistema. Serán pocos o muchos los que alcemos la voz, asumiendo las consecuencias, gritando por doquier que no queremos este gobierno, este estado, esta sociedad. Pero es cada vez más frecuente quien se confiesa apartado de la línea ideológica de las dos fuerzas políticas en España y de su cotidiano trabajo al servicio de ellos mismos y quienes están, en segunda fila, impartiendo directrices.

Que nadie se engañe. La crisis actual no es económica. Es esencialmente de civilización. Llegados a este punto de evolución las decisiones son vitales. ¿Qué importa la recuperación económica si vivimos esclavizados? Hay que buscar la Verdad, implantar la Verdad, defender la Verdad. Sólo así seremos libres, según las palabras del Evangelio. Llevamos muchos años encadenados por el dinero y el poder, medios y fines de la democracia capitalista, liberal, consumista.

Nuestra misión no es salvar esta “civilización”. Tampoco reconducirla ni siquiera recuperarla. Hay que dinamitar, como San Francisco Javier, los altares a los dioses falsos. Nosotros, como él, sobre las ruinas de la desgracia construiremos, como en sus orígenes, la Patria que emana de la Cruz. Porque somos españoles, España, la España Católica, firme y vigorosa, que evangeliza y civiliza, nos convoca para custodiarla.

¡ESPAÑA!
Miguel Menéndez Piñar

lunes, 2 de febrero de 2009

REMINISCENCIAS DEL IMPERIO

Nunca me gustó frivolizar en la mezcla y comparación de hechos heroicos con aquellos estrictamente deportivos. Los primeros cimentaron su historia en el mismo solar patrio donde derramaron su sangre sus máximos protagonistas. Era la culminación espiritual y física de un combate, hasta el final, sin tregua. Los últimos, en su gran mayoría, son impulsados por el dinero y la fama. La fama y el dinero, cuando son meta y objetivo, se convierten en incompatibles con la humildad y el honor, virtudes que distinguen al héroe del fantoche.

Ayer vi un partido de tenis. La final de un Grand Slam, el de Australia, uno de los cuatro en toda la temporada. Ningún español se había alzado con la victoria. Jamás. La estadística es contundente pero más lo es el oponente. Era Roger Federer, el mejor jugador de tenis de todos los tiempos. El más completo. Sólo alquila las pistas por un máximo de dos horas. No le hace falta más para machacar a los contrarios. El mejor hasta que aparece y se bate con él un español de veintidós años, nacido en Manacor. Es Rafael Nadal, Rafa, que va camino de pulverizar todos los records. Le arrebató el año pasado el número uno a Federer y parece que es para siempre. Rafa le ha ganado las últimas finales contra todos los pronósticos. Ahora todos apostarán por Rafa. Le ha vencido en París consiguiendo cuatro Roland Garros consecutivos siendo coronado en tierra por derecho de conquista; le ganó en Londres, el año pasado, en una final histórica, arrebatándole el Wimbledon, territorio, hasta entonces, exclusivo de Federer. Se colgó el oro en los Juegos Olímpicos.

Rafa, la fuerza y la raza, la juventud, el sacrificio y el esfuerzo. Su nombre resuena en todos los rincones del mundo acompañado de reconocimientos y halagos. Se cantan sus hazañas con los acordes del Himno Nacional. Rafa es español, la única condición de la que presume. Junto a la simpatía, la humildad de un hombre joven que, tras una victoria como la de ayer, es capaz de disculparse ante tamaño rival por haberle ganado. Todo un caballero.

Quizá la raza hispánica no haya desaparecido. Es posible que habite todavía en hombres como Nadal, cuyas cualidades humanas son innegables y nos recuerden a otros tiempos, pasados y gloriosos, de aquella España Imperial. Soñemos con el Imperio y volvamos a construirlo. Pero únicamente cimentado sobre la Cruz y defendido con la Espada.

Cada vez que Rafa Nadal conquista un torneo se escucha el eco de las palabras del Cid Campeador: “Dios qué buen vasallo si hubiese buen Señor”.

Miguel Menéndez Piñar