domingo, 15 de febrero de 2009

ANTONIO TEJERO MOLINA: MI PADRE


Aquel 23 de febrero de 1981, muy temprano, salimos de casa... Yo sabía lo que ocurriría... Sin embargo, el silencio era la expresión más simbólica del cariño que se puede dar a un padre que en esos momentos atravesaba unos de los momentos mas difíciles de su vida. Había vivido momentos de angustia, de terror. Noches en vela, acompañadas de desconciertos en una España que los españoles desconocían. Noches de zozobra que acompañaban a un hombre al cargo de las tierras vascas y con el encargo de acabar con el terrorismo... Muertes sin compasión de manos de ETA, traiciones de ideales, injusticias, quejas de viudas, órdenes para quemar una bandera que, después, fue legalizada y que causó tantos y tantos muertos...

Todo era incomprensible para un joven que creció con el dolor, la inquietud, el temor y el deseo irrefrenable de una España coherente... Ese joven era yo, ahora sacerdote de Jesucristo, pero sin dejar de ser hijo de mi padre, del cual me enorgullezco plenamente. Aquella mañana del 23 de febrero acompañé a mi padre a la celebración de la Eucaristía en la capilla que hay frente a la Dirección General de la Guardia Civil. Momentos de silencio, de oración profunda, de contemplación sincera de un hombre creyente que sabía cuál era su deber, que conocía las órdenes recibidas y que no quería por nada del mundo manchar sus manos de sangre (como así fue). Un hombre de uniforme, de rodillas ante el Sagrario y el altar del sacrificio: mi padre. Suponía para mí un ejemplo de gallardía que nadie me hará olvidar, el testimonio fiel de un creyente coherente con el juramento que había hecho años atrás... No había palabras, sólo silencio, recogimiento y oración sincera. Al salir de la capilla, con una mirada penetrante -y me atrevería a decir que trascendente-, contempló la Bandera Nacional y, con voz serena, tranquila y gallarda, me dijo: «Hijo, por Dios y por Ella hago lo que tengo que hacer...». Y, con un beso en la mejilla, se despidió de mí. Un beso tierno de padre, pero que también sonaba a despedida: la despedida de un hombre que teme que no volverá a la vida... y eso pensé yo también.

Y, con el gozo de amar a mi padre con locura, volví a mi casa para acompañar a aquella que simbolizaba -en aquel momento y siempre- los valores de la mujer fuerte de la Biblia: mi madre. Esa gran mujer que ha sabido hacer, de su existencia, una entrega victimal y heroica a Dios, a España y a su familia -valores en los que fue educada a lo largo de todo su vida y que sigue mostrando, en el otoño se su existir, con una entrega amorosa a todos nosotros-. Pasamos la mañana con serenidad... El silencio era la elocuencia de nuestro pesar, mientras que el tiempo se convertía, segundo tras segundo, en el traicionero «reloj» que nos hacía pensar en aquel momento. No sabíamos más ni menos. Realmente, nos dolía España, mi padre y el momento en sí; aunque nos tranquilizaba la certeza, según nos habían dicho, de que el Rey apoyaba y ordenaba tales hechos. Era un acto de servicio más, en un momento crítico, por el cual atravesaba nuestra Patria. Y pasó lo que toda España conoce y lo que los medios transmiten (aunque no con toda la veracidad que debieran). No voy a entrar en polémica... ni quiero, ni debo. Pero sí deseo aclarar algunos puntos que conozco, que siento míos y que viví con intensidad aquella noche. Y deseo hacerlo desde el sosiego, desde la paz que, cada día, me regala Cristo y desde la serena sabiduría de los años que te hacen asentar pasiones y discernir la verdad como realidad de la vida.

No voy a revelar nada del 23F, el silencio de mi padre me obliga a callar. Sin embargo, no puedo dejar en el olvido las grandezas de un gran hombre.

Es por ello que, ante las distintas informaciones y publicaciones de estos días en distintos medios de comunicación, quiero y deseo expresar lo siguiente: mi padre es un hombre de honor, fiel a sus principios religiosos y patrióticos; es coherente y sincero. Es un militar de los pies a la cabeza, consciente de sus responsabilidades, entregado a sus hombres. Es un hombre cumplidor, trabajador hasta el extremo, leal ante el significado de la palabra juramento y fiel al mismo. Es un hombre sereno, sencillo, disciplinado y amante de la verdad. No es violento, ni agresivo. Es templado, sensato, sereno, inteligente y capaz de discernir con coherencia una realidad aparentemente absurda e incoherente como parece que fue el 23F. Es un marido ejemplar. Un padre extraordinario. Un hombre excepcional. Un amigo fiel. Un español honorable y un cristiano sincero y veraz. Mi padre es mi padre. Me duele la falta de información y coherencia. Me duele ver cómo todos aprovechan el «silencio» de un hombre para intentar destruirle... quizá por miedo a su palabra... Me duelen tantos programas y tan poca veracidad...

Quiero a mi padre con locura. Es por ello que ruego y aliento a todos aquellos que creen en la libertad de expresión, para que sean tan audaces y coherentes como para publicar estas pobres palabras que tan sólo manifiestan los sentimientos de un hijo por su padre.

Un hijo que se siente orgulloso de su padre y de que éste se llame: Antonio Tejero Molina.

10 comentarios:

  1. ¡Palabras qué todo padre recibiría con el corazón henchido de gratitud al Padre, por haberle concedido un hijo como V. R.!
    ¡Dios guarde a V. R. y a su familia! ¡Con españoles así, otro gallo nos cantara!

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  2. Querido amigo debes de sentirte muy orgulloso de tener un padre como el que tienes, se muy bien que lo que dices es totalmente cierto y desde luego que tu padre es alguien muy grande para los que verdaderamente amamos a nuestra patria.

    He visto que no has querido profundizar en lo que realmente fue el 23 f, pero para mi no hace falta, pues se muy bien de primerisima mano lo que paso y como se engaño al pueblo español.

    Por otra parte yo tube la suerte de visitar a tu padre cuando estaba en prision y sin lugar a dudas el la persona mas increible que he conocido en mi vida, todavia conservo la foto que me firmo, guardandola con todo mi cariño y respeto hacia tu padre, jamas olvidare ese dia.

    Dale un fuerte abrazo de mi parte y de muchos españoles que compartimos todos los valores eticos y morales que tiene.

    ¡¡¡ VIVA DON ANTONIO TEJERO MOLINA !!!

    PD: UN GRANDISIMO ABRAZO PARA TODA VUESTRA FAMILIA DE UN PATRIOTA ESPAÑOL...

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  3. FASCISTA HIJO DE PUTA,SERVICIO A ESPAÑA¡¡¡SU DEBER¡¡¡,ESO OS GUSTARIA VOLVER A FUSILAR,ENCARCELAR,...Y ADEMAS LO DICE UN CURA¡¡¡.POR ESO ME CONSIDERO ATEO,POR ESO NO BAUTIZE A MIS HIJAS...Y TU ERES PEOR QUE TUPADRE.

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  4. ¡¡¡VIVA ESPAÑA¡¡¡
    ¡¡¡VIVA LA REPUBLICA¡¡¡
    MUERTE A LOS FASCISTAS COMO TU Y COMO TU PADRE¡¡¡

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  5. !!Grandes palabras para un gran hombre¡¡
    Desde luego necesitamos muchos hombres asi para que España vuelva a su grandeza de antaño y logremos salir de la bajeza moral de hoy en dia. Pese a quien pese. ¡¡Viva España!!!

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  6. Recién ahora, dos años después, que no tarde, veo esta espléndida carta de V. R. a su padre y al mundo torpe que lo vilipendia. Como los dos infelices que le han dejado recado con mayúsculas, como quien busca agrandar con gritos su pequeñez intrínseca.
    Vayan mis respetos y nuestro cariñoso recuerdo desde las aguas del Plata.
    Ludovico ben Cidehamete

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  7. ¡¡ANDA Y QUE OS DEN POR EL CULO CON EL YUGO DE LA FALANGE PANDA DE HIJOS DE PUTA IMPRESENTABLES!!

    TEJERO SE MERECE UNA HOSTIA SIN CONSAGRAR

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  8. Los impresentables se delatan solos con sus comentarios...

    Necesitamos más españoles como su padre y como usted.
    Sufriendo tantos engaños como hemos venido sufriendo...
    ¡Viva la Verdad! ¡Viva España!

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  9. Anónimo7/8/12 14:52

    La sinceridad es la palabra del corazon. VIVA ESPAÑA.

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  10. Anónimo8/3/13 22:55

    Esta España no se merece hombres tan grandes como tu Padre.

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