viernes, 29 de octubre de 2010

MURIÓ MARCELINO CAMACHO, FUNDADOR DE CC.OO

Para refrescar la memoria de aquellos que ahora se apuntan a las alabanzas del sistema por el comunista Camacho.


Subversivo individuo envenenado por la mas diabólica ideologia materialista que han conocido los tiempos, el Comunismo, con mas de 120 millones de victimas a sus espaldas.

Al servicio de los intereses criminales de una potencia extranjera cono la URSS, afiliándose al PCE ya con 17 añitos, el tío.

Aprendiz de terrorista durante la Guerra, al sabotear vías ferreas por donde habrían de transitar trenes del bando nacional.

Encarcelado en últimos días de la contienda por la propia Junta de Defensa Republicana de Madrid - al mando del General Segismundo Casado - por demasiado "revoltoso".

Indultado 2 VECES por el Régimen del 18 de Julio: en 1957, y en 1973, tras el "Proceso 1.001". Toma "represion". En su adorada Moscu creo recordar que no se daban indultos a ningun preso...

Peleado desde 1991 con su propio sindicato (CCOO), en 1996 la direccion de este le retira (con un 65 % de votos favorables a tal medida) el cargo de Presidente de Honor que mantenia desde 1987.

Residente en la muy obrera y proletaria localidad de Mahadajonda, en la lujosa zona norte de Madrid.

Y ahora, fallecido, nada menos que el individuo que responde al nombre de Felipe Borbón, le va a presentar sus respetos, EN NOMBRE DE LA CORONA.

¿ Y este ... es un ejemplo de algo?

¡¡¡ MENUDA PRENDA!!!!

J.A.L.

jueves, 28 de octubre de 2010

HALLOWEEN: FIESTA PAGANA Y ANTICRISTIANA

La costumbre, importada de Estados Unidos vía Hollywood con películas que cosecharon un gran éxito en los años 80 como «La noche de Halloween, de John Carpenter, entró con fuerza en España hace varios años y se celebra en la noche del próximo sábado. Las tiendas de disfraces y de «todo a 100» están haciendo su agosto desde hace varios días, con las estanterías de sus establecimientos repletas de trajes de zombies, vampiros, fantasmas, druidas, esqueletos, diablos y hasta seres extraterrestres.

Ocultismo y anticristianismo
Y, ¿qué hay de malo en una simple fiesta para pasárselo bien? «Que tiene un trasfondo de ocultismo y de anticristianismo», señala Joan María Canals, director del secretariado de la comisión episcopal de liturgia de la Conferencia Episcopal Española (CEE). El sacerdote es tajante al respecto: «Los padres deben ser conscientes y encauzar el sentido de fiesta hacia lo bueno y la belleza, en vez de hacia el terror, el miedo y la misma muerte».

Pero, además, Halloween ha supuesto el rescate de una fiesta pagana que celebraban los celtas antes de ser evangelizados. Es la fiesta de la muerte y el terror en la víspera, precisamente, de la festividad católica de Todos los Santos (1 de noviembre) y de los Fieles Difuntos (2 de noviembre), instituida por san Odilón, monje benedictino y quinto abad de Cluny, en el año 998.
Pero la fascinación por el ocultismo atrapa a jóvenes y adolescentes, que se suman a esta fiesta. Ante ello, numerosas asociaciones cristianas han decidido ofrecer sus alternativas. Una de ellas ha surgido en la diócesis de Alcalá de Henares, que la Comunidad de Emmanuel dirigirá a partir de las diez de la noche del próximo sábado. Música, adoración eucarística y baile en «clave cristiana» tratarán de llenar la plaza de los Santos niños y la catedral de la diócesis madrileña.

Ángeles y demonios
Al otro lado del Atlántico, en Santiago de Chile, en la noche del 31 de octubre se celebra la «Fiesta de la Primavera». Nada de monstruos, fantasmas y brujas: todos los disfraces que llevan los niños y jóvenes son de ángeles, princesas y hasta de santos. «La demanda ha ido cambiando en los últimos diez años. Antes, los clientes sólo pedían trajes de terror. Ahora llevan de damas antiguas, reinas, cenicientas y ángeles», ha afirmado la encargada de una de las cadenas de tiendas más importante de la capital chilena. «El objetivo de esta fiesta –han señalado sus promotores– es cambiar la muerte y la oscuridad por la vida; el terror y el miedo por la alegría, y la violencia por la paz».

En París nació la iniciativa de «Holywins», que juega con las palabras «holy» («santo») y «wins» («ganar»). Algo así como «lo santo gana». La propia archidiócesis organiza desde hace varios años la campaña, a la que acuden miles de niños y jóvenes todos los 31 de octubre. «En una sociedad que elude la cuestión de la muerte, la fiesta de Haloween tiene el “mérito” de que nos interroguemos sobre este tema, pero sólo hace referencia a los rituales morbosos y macabros», afirman sus organizadores. Por eso, «los jóvenes de París quieren aprovechar la ocasión de la fiesta de Halloween para testimoniar su fe y su esperanza cristiana ante la muerte en la vigilia de Todos los Santos y de los Fieles Difuntos». Eso sí, sin cuernos ni tridentes ni kilos de siniestro maquillaje...

Su origen
- Halloween significa «Al hallow´s eve», es decir; «víspera de todos los santos», ya que se refiere a la noche del 31 de octubre. Sin embargo, ha robado su sentido religioso para celebrar la noche del terror y de las brujas.
- La celebración de Halloween se inició con los celtas. Entre ellos habitaban los druidas, sacerdotes paganos adoradores de los árboles, especialmente del roble.
- Una antigua leyenda irlandesa narra que la calabaza iluminada sería la cara de un tal Jack O´ Lantern que, en la noche de Todos los Santos, invitó al diablo a beber en su casa, fingiéndose un buen cristiano

Alex Navajas

jueves, 21 de octubre de 2010

HIPOCRITAS, CON PERMISO, DE NUEVO

Los que se amedrentan y atemorizan por el modo en que les ataca la izquierda progresista, pero, cuando les conviene, recurren a las mismas artimañas totalitarias para defenderse de la verdad de los que queremos una España unida y libre; los que condenaron a muchos españoles al exilio del silencio desde su acomodo al nuevo sistema, y ahora se erigen, pusilánimes y temblorosos, en tramposos defensores de elevados valores al ver en qué ha quedado su sacrosanta transición; los que alardean, vocingleros, de católicos antiabortistas, pero buscan, sin conciencia, una fórmula negociada para convivir tranquilos con el poder que asesina a más de 100.000 seres humanos cada año en España; los que incitan a la lucha por la libertad movilizando voluntades con espíritu de sacrificio, y después, iniciada la lucha, permanecen impasibles y asustados ante la crítica del enemigo; los que hicieron su historia y su grandeza con su propaganda ideológica del liberalismo individualista radical y ahora se escandalizan de sus mejores discípulos que son los socialistas totalitarios; los que hablan de libertad de pensamiento y de libertad de Prensa, y de modo sistemático, y con arreglo a prejuicios irreformables, ahogan ciertas noticias, las desfiguran o las inventan, y silencian cualquier opinión contraria a la suya o incluso las mismas opiniones dependiendo de quién las diga; los que dicen de sí mismos que son la derecha sin complejos o que están orgullosos de sus ideas, pero se les encrespan los nervios ante las opiniones de quien creen lo que no es, causando bochorno a su propio público; los que presumen de antinacionalistas, y defienden el sistema que otorga privilegios de poder y de dinero al enemigo separatista; los que hablan de luchar por una verdadera democracia, pero cínicamente se oponen a la petición de democracia interna en los partidos o a la reforma de la injusta ley electoral actual, según quién lo diga; los que presumen de católicos en oscuros entramados de poder, pero callan –y el que calla otorga-, cuando tienen oportunidad de dar el testimonio que se espera de ellos, para defender, del ataque de ateos profesionales, a los mártires de las persecuciones religiosas en España o los grandes sacrificios de los españoles en la evangelización de América; los cobardes que nunca dieron un paso para jugarse nada por sus principios, porque su amor al dinero les lleva a anular su propia conciencia, arruinando el tesoro de la herencia cedida por los españoles que dieron su vida por nuestra Patria; los que desarrollaron carreras prestigiosas en el Régimen que ahora denigran, para permanecer, cual gorrinos de engorde estabulados, al servicio de quienes, desde secretas tenidas, se visten con los mandiles que tanto daño hacen a España y a la Libertad.

Pero nada es tan oculto que no se haya de manifestar, ni tan secreto que al fin no se sepa (San Lucas, XII, 2). En estos meses hemos aprendido muchas cosas, tantas y tan graves, que a nuestros hermanos podemos repetir aquello de Cristo: "Guardaos de la levadura de los fariseos, que es la hipocresía".

Blas Piñar Pinedo,

martes, 12 de octubre de 2010

ORIGEN DEL NOMBRE, CONCEPTO Y FIESTA DE LA HISPANIDAD


En varias oportunidades y en diversas revistas he aclarado conceptos inexactos o confusamente expresados que corren por los libros y la Prensa acerca de los orígenes históricos del nombre, concepto y fiesta de la Hispanidad, por atribuírseme a mí equivocadamente la invención material de ese vocablo, al mismo tiempo que se pasan por alto interesantes circunstancias históricas que señalan el punto de arranque del hermoso movimiento que se distingue con dicho nombre.

Fue mi gran amigo D. Ramiro de Maeztu uno de los primeros que me atribuyeron la creación del vocablo «Hispanidad» en su libro Defensa de la Hispanidad, publicado a principios de 1934. El ejemplar que me envió a mi residencia habitual de Buenos Aires lleva esta dedicatoria autógrafa: «Al Rev. P. Zacarías de Vizcarra, creador del vocablo 'Hispanidad' con la admiración y la amistad de Ramiro de Maeztu.» Y en la página 19 de la obra se lee: «La palabra se debe a un sacerdote español y patriota que en la Argentina reside, D. Zacarías de Vizcarra.»

El inolvidable Cardenal Gomá, en su famoso discurso del teatro Colón, de Buenos Aires, se refirió en términos parecidos al origen del vocablo: «Ramiro de Maeztu –dijo– acaba de publicar un libro en 'Defensa de la Hispanidad', palabra que dice haber tomado del gran patriota Sr. Vizcarra y que ha merecido el 'placet' del académico D. Julio Casares.» (Juan Gil Prieto, O. S. A., «La Sección Española del XXIII Congreso Eucarístico Internacional», Buenos Aires, 1934, pág. 425.)

En el número de febrero de 1936, la revista madrileña «Hispanidad» repetía la misma idea: «Mucho y bueno sabe D. Ramiro de Maeztu –escribía– de la fecunda labor que en la Argentina ha realizado y sigue realizando el autor de la palabra 'Hispanidad'.» Con frase más precavida, por recordar quizá alguna de mis aclaraciones anteriores, escribía así en su obra Ideas para una filosofía de la historia de España el docto catedrático D. Manuel García Morente: «¿Cómo designaremos eso que vamos a intentar definir y simbolizar?... Existe una palabra –lanzada desde hace poco a la circulación por monseñor Zacarías de Vizcarra– que, a mi parecer, designa con superlativa propiedad eso precisamente que la filosofía de la historia de España aspira a definir. La palabra aludida es 'Hispanidad'. Nuestro problema puede exactamente expresarse en los términos siguientes: ¿qué es la hispanidad?» (Signo, 23 enero de 1943).

Veremos en estas líneas cómo es más aceptable la frase del Dr. García Morente que las demás antes citadas, aunque quizá en alguna de ellas se habrá tomado «crear» en el sentido lato de «lanzar a la circulación», que admite explicación satisfactoria.

Antigüedad del vocablo material «Hispanidad»

Basta hojear los viejos diccionarios castellanos para encontrar en ellos esta palabra, aunque con diversa significación de la que ha recibido actualmente y con la esquela mortuoria de «anticuada». Así, por ejemplo, la quinta edición del Diccionario de la Academia, publicada en 1817, dice así: «Hispanidad, s. f., ant. Lo mismo que Hispanismo.» Y a continuación define así esta otra palabra: «Hispanismo, s. m. Modo de hablar peculiar de la lengua española, que se aparta de las reglas comunes de la Gramática. Idiotismus hispanicus.»

Tan antigua es esta palabra en su sonido material, que la encontramos en el Tractado de Ortographia y accentos del bachiller Alexo Vanegas, impreso en Toledo, sin paginación, el año 1531 y conservado como preciosidad bibliográfica en la Biblioteca de la Real Academia de la Lengua. «De los oradores –dice Vanegas– M. Tull. y Quinti. son caudillos de la elocuencia, aunque no les faltó un Pollio que hallase hispanidad en Quintiliano», &c. (segunda parte, cap. V).

Más aún: es probable que los romanos del siglo primero después de Cristo empleasen la palabra «hispanitas» (hispanidad) para designar los giros hispánicos del latín de Quintiliano, en el mismo sentido que el propio Quintiliano usa la palabra «patavinitas» (paduanidad) al hablar del latín, de Tito Livio. «Pollio –dice– deprehendit in Livio patavinitatem», es decir: «Polión encontró patavinidad (paduanidad) en Livio.» (De Institutione Oratoria, libro I, cap. V).

Pero date o no date del siglo primero la materialidad de la palabra «Hispanidad» lo cierto es que no tenía la significación que luego se le ha dado, y era además inusitada hasta en su acepción gramatical.

¿Cuándo y por qué se desenterró esta [13] la palabra y se le infundió vida nueva, para encarnar dos conceptos modernísimos?

Esto es lo que tratan de aclarar las presentes líneas.

Orígenes del «Día de la Raza»

El poeta y periodista argentino Ernesto Mario Barreda, en un largo artículo publicado en La Nación de Buenos Aires el 12 de octubre de 1935, narra sus visitas al puerta de Palos y al convento de La Rábida en 1908, la entrega que hizo de un álbum que la Sociedad Colombina dedicó al presidente de la nación argentina, la fundación de la Casa Argentina de Palos, llevada a cabo por el cónsul de aquella república en Málaga, el entusiasta hispanófilo D. Enrique Martínez Ituño, y la celebrada el día 12 de octubre de 1915 por primera vez con el nombre de Día de la Raza en dicha Casa Argentina.

El documento impreso que cita está encabezado así: «Casa Argentina. –Calle de las Naciones de Indias Occidentales. –Carretera de Palos a La Rábida. –Club Palósfilo. –Hijas de Isabel. –Día de la Raza, 12 de octubre de 1915.» Luego se copian unos versos del mismo poeta Barreda alusivos a las carabelas de Colón y se exponen las razones de la nueva festividad, epilogadas con este apóstrofe a España: «Reunidos en la Casa Argentina los Palósfilos y las Hijas de Isabel en este Día de la Raza, hacemos votos para que con tus hijas las Repúblicas del Nuevo Mundo formes una inteligencia cordial. Y un abrazo fraterno sea el lazo de unión de los defensores de la Ciencia, el Derecho y la Paz.»

Esta iniciativa encontró eco en América, y sobre todo en Buenos Aires, aunque no todos los que allí aplaudíamos la sustancia de la fiesta estábamos de acuerdo con el nombre con que se la designaba.

Con fecha 4 de octubre de 1917, el Gobierno de la nación argentina, con la firma del presidente y de todos los ministros, declaró fiesta nacional el 12 de octubre, dando estado oficial a la afortunada iniciativa particular nacida dos años antes en una Casa Argentina.

Aunque en el texto del famoso y magnífico Decreto del Gobierno nacional no se habla de Día de la Raza ni se menciona siquiera la palabra «raza», sin embargo, la mayor parte de la Prensa se sirvió de aquella denominación, y se tituló «Himno a la Raza» el que compuso para el 12 de octubre del mismo año el patriota español don Félix Ortiz y San Pelayo, y fue cantado solemnemente en el teatro Colón por cinco masas corales reunidas.

Por las razones que luego indicaré no me satisfacía el nombre de Día de la Raza, que iba adquiriendo cada vez mayor difusión. Era necesario encontrar otro nombre que pudiera reemplazarlo con ventaja. Y no hallé otro mejor que el de «Hispanidad», prescindiendo de su anticuada significación gramatical y remozándola con dos acepciones nuevas, que describía yo así en una revista de Buenos Aires que no tengo a mano ahora en Madrid, pero que encuentro citada en la mencionada revista Hispanidad de Madrid, en el número de 1 de febrero de 1936: «Estoy convencido –decía en ella– de que no existe palabra que pueda sustituir a 'Hispanidad'... para denominar con un solo vocablo a todos los pueblos de origen hispano y a las cualidades que los distinguen de los demás. Encuentro perfecta analogía entre la palabra 'Hispanidad' y otras dos voces que usamos corrientemente: 'Humanidad' y 'Cristiandad'. Llamamos 'Humanidad' al conjunto de todos los hombres, y 'humanidad' (con minúscula) a la suma de las cualidades propias del hombre. Así decimos, por ejemplo, que toda la Humanidad mira con horror a los que obran sin humanidad. Asimismo llamamos 'Cristiandad' al conjunto de todos los pueblos cristianos y damos también el nombre de 'cristiandad' (con minúscula) a la suma de las cualidades que debe reunir un cristiano. Esto supuesto, nada más fácil que definir las dos acepciones análogas de la palabra 'Hispanidad': significa, en primer, lugar, el conjunto de todos los pueblos de cultura y origen hispánico diseminados por Europa, América, África y Oceanía; expresa, en segundo lugar, el conjunto de cualidades que distinguen del resto de las naciones del mundo a los pueblos de estirpe y cultura hispánica.»

Estas dos acepciones nuevas de la palabra «Hispanidad» nos podían permitir reemplazar ventajosamente el vocablo «raza» que, como escribía yo en la mima revista, me parecía «poco feliz y algo impropio»; pero no figuraban todavía en los diccionarios. Por eso, en un escrito que publiqué en Buenos Aires en 1926 bajo el título «La Hispanidad y su verbo», y obtuvo amplia difusión en los ambientes hispanistas, elevaba a la Real Academia de la Lengua esta modesta súplica: «Si tuviéramos personalidad para ello, pediríamos a la Real Academia que adoptara estas dos acepciones de la palabra 'Hispanidad' que no figuran en su Diccionario.»

En efecto: en la decimaquinta edición del Diccionario de la Academia, publicada en 1925, seguía presentando la palabra «Hispanidad» como anticuada, con el sentido gramatical de siempre, en esta forma: «Hispanidad, f., ant. Hispanismo.»

Hubo que esperar a la decimasexta edición, divulgada oficialmente en 1939, para encontrar una nueva definición oficial de esta palabra que supone un progreso en la materia, aunque no nos parece todavía suficiente clara ni completa. Dice así: «Hispanidad, f. Carácter genérico de todos los pueblos de lengua y cultura española. 2. ant. Hispanismo.»

Esperamos que el progreso iniciado se completará en sucesivas ediciones del Diccionario oficial.

Impropiedad e inconvenientes de la denominación «Día de la Raza»

Absolutamente hablando, puede darse explicación satisfactoria a la denominación Día de la Raza tomando esta palabra en un sentido metafórico, equivalente a «tipo moral» cualquiera que sea la raza fisiológica a que pertenezcan los que lo comparten.

Pero como no se puede andar explicando continuamente a todo el mundo la significación impropia y translaticia del vocablo, asociamos instintivamente a la palabra su sentido fisiológico, y nos suena como cosa absurda hablar de «nuestra raza» a un conglomerado de pueblos integrados por individuos de muy diversas razas, desde las blancas de los europeos y criollos hasta las negras puras, pasando por los amarillos de Filipinas y los mestizos de todas las naciones hispánicas. En realidad, ni siquiera los habitantes de la Península Ibérica pertenecen a una sola raza. Desde los tiempos prehistóricos viven en España pueblos dolicocéfalos, braquicéfalos y mesocéfalos de las más diversas procedencias, que los historiadores no han sido capaces de fijar. A la variedad de las razas prehistóricas se añadió luego la mezcla de fenicios, cartagineses, griegos, romanos, godos, suevos, árabes, &c., &c... que ha hecho cada vez más absurda la pretensión de catalogar racialmente a los mismos españoles peninsulares. Son, pues, inevitables las sonrisas cuando se habla de «nuestra raza» ante un auditorio de blancos, negros y amarillos y aceitunados, sobre todo si no es blanco el orador.

Por otra parte, tiene algo de matiz peyorativo para las demás razas del mundo el que nuestra supuesta «raza» no se llame «esta» o «aquella» raza determinada, sino precisamente LA RAZA por antonomasia.

No es necesario insistir más para ver las razones que me movieron a escribir que me parecía «poco feliz y algo impropio» el nombre puesto originariamente al Día de la Raza. Lo he podido comprobar experimentalmente en varias partes de América durante mi estadía de veinticinco años en ella.

Ventajas de la denominación «Fiesta de la Hispanidad»

El concepto de la «Hispanidad» no incluye ninguna nota racial que pueda señalar diferencias poco agradables entre los diversos elementos que integran a las naciones hispánicas. Es un nombre de «familia», de una gran familia de veinte naciones hermanas, que constituyen una «unidad» superior a la sangre, al color y a la raza de la misma manera que la 'Cristiandad' expresa la unidad de la familia cristiana, formada por hombres y naciones de todas las razas, y la 'Humanidad' abarca sin distinción a todos los hombres de todas las razas, como miembros de una sola familia humana. Es una denominación que a todos honra y a nadie humilla.

Todas las naciones hispánicas han heredado un patrimonio común, transmitido por antepasados comunes, aunque luego cada una de ellas haya aumentado su herencia con nuevos bienes y nuevas glorias, que constituyen el patrimonio intangible y soberano de cada una de ellas. Pero así como en las varias familias procedentes de un tronco ilustre la existencia de distintos patrimonios privados no impide el amor y culto de las glorias que abrillantan la común prosapia, así también en las naciones, sin menoscabo de las glorias privativas de cada una, cabe el amor y culto del patrimonio común, sobre todo cuando es necesaria la colaboración de todos los herederos para conservarlo y defenderlo.

La denominación «Fiesta de la Hispanidad» presenta a todos los pueblos hispánicos este aspecto agradable y simpático de nuestra gran familia de naciones y constituye una invitación para el estudio y cultivo del patrimonio común, que a todos enorgullece y a todos aprovecha.

Cómo sienten la «Hispanidad» aun aquellos que no sienten la «Raza»

El día 13 de octubre de 1935 se inauguró en Buenos Aires la estatua del Cid Campeador, levantada en el centro geográfico de la ciudad, en presencia del señor Presidente de la Nación, del señor embajador de España y de otras altas representaciones. Pronunciaron los obligados discursos oficiales dos oradores que no llevaban apellidos de origen español ni podían sentir el ideal de la Raza, pero que supieron sentir y proclamar el ideal de la Hispanidad.

El historiador argentino Dr. Ricardo Levene, al explicar la significación de la presencia del Cid en América la encontró en el concepto espiritual de la «hispanidad», que es común a todos los hispánicos, aunque no hayan heredado sangre española. «El pueblo del Cid –dijo–, como entidad ética, fue el creador de una actitud acerca de la fidelidad, acerca de la defensa del desvalido, la dignidad del caballero y el honor del hombre; no sólo el honor exterior, diré así, que nace obligadamente en las relaciones con los demás, sino el honor íntimo o profundo, que tiene por juez supremo a la conciencia individual. Del Cid en adelante, los héroes españoles e hispanoamericanos son de su noble linaje. Es que en América transvasó la desbordante vitalidad de la Edad Medía española, corriéndose impetuosamente por el tronco y las ramas la savia de la raíz histórica... La hispanidad no fue nunca la concepción de la raza única e invariable, ni en la Península ni en América, sino, por el contrario, la mezcla de razas de los pueblos diversos que golpeaban en oleadas sobre el depósito subhistórico. La hispanidad ha dejado de ser el mito del imperio geográfico... La hispanidad no es forma que cambia, ni materia que muere, sino espíritu que renace, y es valor de eternidad: mundo moral que aumenta de volumen y se extiende con las edades, sector del universo en que sus hombres se sienten unidos por el lado del idioma y de la historia, que es el pasado. Y aspiran a ser solidarios en los ideales comunes a realizar, que es el porvenir.» (El Diario Español, Buenos Aires, 14 de octubre de 1935, página 2.)

Después de este discurso, que tuve el gusto de escuchar al pie de la estatua del Cid, fue recibida ésta oficialmente, en nombre del Municipio de Buenos Aires, por el doctor Amílcar Razori, que con breves y sentidas palabras entregó «para la contemplación artística y enseñanza moral de los habitantes la figura legendaria del Cid Campeador, hijo de nuestra dilecta España, duro, recio e indómito como las llanuras de Castilla que le vieron nacer, bravío guerrero de las gestas más mentadas al través de los siglos en los campos de batalla y docto en las Cortes ciudadanas, defensor del débil, paladín de la honra, libertador de pueblos, sostén del derecho y de la justicia, paradigma y síntesis, en fin, de las nobles, de las grandes, de las profundamente humanas virtudes españolas.» (El Diario Español, página citada).

Misión ecuménica de la Hispanidad en todas las razas del mundo futuro

Este mundo nuestro que se derrumba, víctima de luchas raciales y apetitos materialistas, buscará un refugio de paz y fraternidad en las veinte naciones católicas de la Hispanidad, salvadas casi íntegramente del incendio de la guerra y relativamente inmunizadas contra las más peligrosas reacciones de la posguerra.

La Hispanidad Católica tiene que prepararse para su futura misión de abnegada nodriza y caritativa samaritana de los infelices de todas las razas que se arrojarán a sus brazos generosos. La Providencia le depara a corto plazo enormes posibilidades para extender en gran escala su acción evangelizadora a todos los pueblos del orbe, poniendo una vez más a prueba su vocación católica y su misión histórica de brazo derecho de la Cristiandad.

Por eso es necesario estrechar cada vez más los lazos de hermandad y colaboración entre los grupos más selectos de la Hispanidad Católica, prescindiendo de razas y colores mudables, para afianzar más las esencias inmutables del espíritu hispánico.

Conclusión

Creemos que estas líneas contribuirán a esclarecer más el origen del nombre, concepto y fiesta de la Hispanidad, y a justificar el empleo cada vez más universal de la denominación «Fiesta de la Hispanidad» en sustitución de la anterior, menos expresiva y simpática, de «Día de la Raza».

Mons. Zacarías de Vizcarra

lunes, 4 de octubre de 2010

EL "CARLISMO" EN "INTERECONOMÍA TV"


Cada domingo por la noche es, para mí, una cita con el recuerdo gracias al trabajo más que bien desempeñado por el equipo del programa “España en la memoria”. Unas veces mejor, otras peor; unas con mayor objetividad y otras con menor; unas veces interesándome y otras veces, simplemente por ver de que va; pero siempre con un saber hacer excelente.

Ayer con entusiasmo mayor que el habitual acudí corriendo, después de asistir a la Santa Misa dominical, a mi cita semanal con “el hombre de los recuerdos”; a ver a una intima amiga de la familia, a un admirado Requeté y a ese “cuenta-cuentos” que llega al corazón de la juventud de una desecha Patria; bien sea la Patria grande como la chica. Pero mi sensación tras el programa fue muy agridulce. En otras palabras, esta cadena, el programa, me decepcionaron.

Bien podía haberse llamado el programa: “Requeté”, “El requeté y Margaritas” “del requeté a la traición y la transición” o simplemente “Requetés; Entre el frente y la retaguardia”; pero jamás hubo de llamarse “El carlismo”.

Resultó ser el programa, para quienes hemos leído los libros del tertuliano Pablo Larraz, un mero y escueto recorrido por sus dos libros. Siendo muy buenos trabajos ambos, el programa de anoche no fue más que la puesta en escena de los testimonios del primer libro, y algo semejante del segundo más toda la batería de fotografías de estos y las impresionantes imágenes ofrecidas por el Señor Arteseros.

Por ello no se puede decir que lo sesgado del mensaje del programa de ayer sea Carlismo. ¡Carlismo es muchísimo más que eso! Carlismo no solo es o son los voluntarios del requeté y las margaritas de después de los sucesos de Asturias y la Cruzada de Liberación Nacional, sino que son los regentes ninguneados, los que los apoyaron, los que les siguieron, los que dejaron todo lo que tenían por la justa causa de Dios y la legitimidad; las mujeres que en cuatro guerras entregaron a maridos e hijos, mujeres viudas, niños huérfanos, patriotas desterrados por el afán desordenado de poder de los liberales durante casi dos siglos. Pero aun así el carlismo tampoco es eso. El carlismo no es únicamente ponerse una boina o cantar el Oriamendi, es una forma de vivir, es una filosofía de vida… Los Reyes Católicos podrían haber sido Carlistas, Felipe II podría haberlo sido de igual manera que también lo pudo ser Don Juan de Austria; porque el carlismo no es más que el Tradicionalismo encarnado en la figura del legitimo heredero Carlos V y su digna y Regia descendencia, en la lucha contra la tiranía del liberalismo y de quienes se profesan enemigos de la Iglesia; en definitiva, ¡la defensa de Dios como ideal máximo y principio fundamental!

Por eso, lo encarnado en los interesantísimos tertulianos Don José Álvarez Limia y Doña Rosari Jaurrieta Baleztena, el puro espíritu con el que testimoniaron, quedo a la sombra ante lo patético y triste del final del programa.

Bien haría Doña Rosari en apuntar que no se habló de Don Antonio Molle lazo. Pero tampoco se hablo del requeté en conjunto, como organización de preguerra y postguerra; tan solo unos destellos, en forma de apuntes por don Benito Tamayo y los cortos en los que se recogía el testimonio del abogado hispalense D. José Luis de la Torre, alumbraron algo de lo que este movimiento supuso; mucho menos entonces se hablo de Carlismo.

Dice siempre el Señor Arteseros que las partes empiezan siendo interesantes llegando a serlo mucho más, aun, conforme se van superando los cortes publicitarios, llegando al sumum en el tramo final. Pues bien señor Arteseros, no fue, ni muchísimo menos, ayer, de esa manera.

Después de una muy interesante y emotiva primera parte, pasamos a una segunda, donde se abundo en testimonio y en documentos, hubo una tercera de transición, llegando finalmente a una cuarta parte LAMENTABLE; si, digo bien; ¡LAMENTABLE! Y no me mal interpreten, ya que no me permitiría escribir esto sin haberlo valorado primero con mis admirados amigos nonagenarios, empezando por mi abuelo y demás excombatientes de la 1ª División de Navarra, con los que tengo ocasión de comer todos los años.

Como decía, el mensaje emitido, dejó mucho que desear por varios motivos. Desglosando el todo de este tramo de programa, señalaré lo patético, escueto y sesgado del mensaje; aunque no sé si se puede llamar de esta manera, porque a estas alturas a un no alcanzo a discernir si lo que tuve ocasión de ver ayer, fue mensaje o simple publicidad del libro de D. Pablo Larraz y Don Victor Sierra-Sesumaga.

Fue Don Benito Tamayo, oportuno; y Don pablo Larraz escueto en palabras; Don Luis Hernando de Larramendi, mero espectador y Don José Álvarez Limía y Doña Rosari Jaurrieta Baleztena, verdaderos protagonistas. Pero Don victor Sierra Sesumaga… Casi mejor que se hubiese quedado usted en casa caballero. Y es que, el ser coautor de un libro no le da a uno, por mucho afán que tenga, titulo alguno para hacer las valoraciones que este señor se permitió hacer, ayer noche.

Comenzó mi descontento cuando esta persona, en el marco general del que se hablaba, el Carlismo, se permitió el lujo de afirmar, más que de forma categórica, que dicho “movimiento” terminaba con su generación, que era algo triste pero que así era…

Pues bien muy señor mío y con todos mis respetos: ¿y las generaciones venideras, qué? ¡Está usted muy equivocado, caballero! Es más, me permitiría afirmar que usted no tiene ni idea de Carlismo por muchos libros que pueda llegar a escribir.

Como decía arriba, el tradicionalismo es intemporal y por lo tanto desde que este se plasma en la línea legitimista de Don Carlos, también lo es; ¡Mal que le pese a alguno! Además, ¿Quién es usted para impedirnos, a los jóvenes, a los nietos, bisnietos, e incluso algún hijo; desarrollar nuestra forma de vida? ¡Que usted no la siga como debiera, no quiere decir que deje de haber gente que sí que lo haga; que la hay!

Pero bueno el programa continuaba: imágenes de Pamplona y MonteJurra; parecía que se iba a arreglar el “lapsus”, cuando dicho caballero, se permitió soltar otra afirmación rotunda y muy, muy seria a mi parecer, como si de lastre se tratase. Y dígame usted, D.Victor ¿Quiénes somos para comparar los sucesos del año 76 con un atentado terrorista como el de Begoña?

Sin entrar en que ocurrió o dejo de ocurrir en dicho acto del Santuario de Nuestra Señora de Begoña, si le diré, de nuevo caballero, que si algo he “mamado” y bien además, de las enseñanzas de mi abuelo, es que: ¡¡¡El Carlismo, ¡Jamás! De manera absolutamente rotunda, fue terrorista!!!

Independientemente de a que rama del carlismo pertenezca usted, no sé cómo puede afirmar, tan a la ligera, y más en televisión, lo que afirmó; máxime cuando se conoce de primerísima mano la intervención en dicho acto de los servicios de inteligencia nacionales, ministros del gobierno e influencia de grupos paramilitares tanto italianos como argentinos; como maniobra del mencionado gobierno de transición para quitarse de en medio a una fuerza tal como el Carlismo.

Y no contento con estos desafortunados comentarios, porque deslices desde luego no fueron, se permitió usted el comentario, cínico y en absoluto consecuente con la postura que mostro a lo largo del programa, de que el “oriamendi” tenía que escucharlo de pie… Pues mire caballero si usted tiene que escucharlo de pie, yo lo haré sentado.

En definitiva se mostró eso, un carlismo de transición, no un requeté, no un sentido del carlismo, no una filosofía ni origen del carlismo, sino un carlismo aparentemente mermado que algunos quieren. Pero desde luego, eso no es Carlismo, de la misma manera que no lo es la “regencia nacional de Estella (RENACE)”, ni lo es la “patraña autogestionaria y socialista” que los “huguistas” venden.

¡Más valdría ser hoy en día como el viejo capitán de Pueyo y no predicar un Carlismo como el que se vio ayer noche en la mesa de los “desentendidos”!

Carlismo está bien claro lo que es: DIOS – PATRIA - REY ; ¿Un trilema permanente! Y creo que es bien claro lo que supone.

Dios - Uno y Trino.

Patria – España, destino de unidad indivisible.

Rey legitimo.


Si alguna de estas faltase, podrá llamarse como se quiera llamar, pero jamás, Carlismo.

Con tristeza y resignación de que se muestren las cosas como se muestran, y se cuente la historia como se cuenta; con un Viva Cristo Rey, un Viva España y un Viva el Rey Legítimo, me despido.

José-Ángel de Zubiaur y Mayans

Carlista y nieto de sendos abuelos requetés del
18 de julio y abuela y tías-abuelas Margaritas
Tomado del Blog Sanguis Martyrum

viernes, 1 de octubre de 2010

CARTA AL CAUDILLO


Mi General:

Muy pronto se van a cumplir los XXV años de su partida hacia la verdadera Patria. El Creador lo llamó a su lado el 20 de noviembre de 1975, treinta y nueva años después de que los generales alzados contra el crimen organizado en democracia republicana y partitocrática. lo eligieran Generalísimo de los Ejércitos nacionales para conducirlos a la Victoria. Veintisiete meses después, el triunfo era una realidad y España se veía libre de todo tipo de mafias. En primer lugar de la Supermafia mundialista, madre de todas las mafias(“¡el Poder Supremo sin rostro!”) y, al mismo tiempo, de sus hijas:

la mafia masónica
la mafia marxista
la mafia liberal capitalista
la mafia separatista.


No pretendo amargarle el paraíso pues, aparte de conocer por la fe que en el Cielo no hay sufrimiento posible, tiene usted la ventaja de conocer el desenlace final: la victoria última, total y absoluta de Cristo sobre todos sus enemigos (que son los enemigos de España).

Mi carta es un desahogo, un estímulo y un modo de ahorrarme la tentación del desaliento y de trasmitir a mis lectores la esperanza cierta en el triunfo final, mientras contemplamos inermes la desintegración, aparentemente imparable, de España y de los valores que la hicieron grande. Sin la cual sería descorazonador revisar los últimos veinticinco años de la vida nacional.

La Historia auténtica (la verdadera y real, no la “virtual” que nos venden hoy) recordará siempre el espectáculo impresionante de un pueblo leal a su Caudillo, ofreciendo al Mundo un testimonio nunca visto anteriormente, de adhesión y gratitud. La práctica totalidad del pueblo español (exceptuadas unas minorías muy concretas de “reprimidos” que no contaban, ni significaban nada) lloró su partida. Desgraciadamente, al dejarnos usted, se les abrieron las puertas a los vencidos y, desde ese momento, todo empezó a “cambiar” en la nación que usted dejó renacida y rehecha tras siglos de gobiernos nefastos y de borbonismo.

Cuando en el espejo de la divinidad pudo ver usted, con claridad meridiana, sus propios errores (que como humano los tuvo) habrá comprendido lo caro que nos está saliendo el peor de sus fallos (en el que incurrió sin pretenderlo, animado de los mejores deseos por el bien de España): la trágica equivocación de

haber creído que un Borbón podía cambiar de naturaleza y ser leal a la Monarquía Tradicional, esa que –por su exclusiva iniciativa—se reinstauraba como coronación de la Victoria del pueblo alzado en armas contra “la República del crimen” (denominación plagiada, título de un libro)

Cerró usted su ciclo vital sobre este valle de lágrimas, con un testamento admirable que no me canso de releer. En él queda retratada su personalidad y en él se halla la clave del porqué pudo usted convertir aquella piltrafa de nación que era España en 1936, en la patria próspera que nos dejó en 1975. Sin doblar la rodilla ante nadie, supo hacerse respetar por todas las naciones, incluidas las que tiene como meta borrarnos de la faz de la tierra (Inglaterra, por ejemplo).

Usted, ¡Caudillo!, creía en Dios y no lo ocultaba, ni se avergonzaba de demostrarlo impulsando una legislación cristiana y, así, pudo decirnos --¡sin mentir!--:

“Quise vivir y morir como católico. En el nombre de Cristo me honro y ha sido mi voluntad constante ser hijo fiel de la Iglesia, en cuyo seno voy a morir”

Y, Cristo, fiel a su promesa de “confesar delante de su Padre” a quien no se avergonzase de “confesarle delante de los hombres” le habrá recompensado con creces su proceder.

Desde la adolescencia dedicó todas sus energías, tiempo y ambición a servir a la Patria que los politicastros habían hundido en el desprestigio y llevado al desastre del 98. En el silencio, en la oración –en la adoración nocturna, huyendo de la vida libertina—en el estudio, en la responsabilidad, en la información, en la organización del trabajo de sus soldados en África... y en el valor probado en los frentes de batalla (que le llevaron al generalato con 34 años y a ser en plena juventud el militar de más prestigio) se fue preparando para coronar con éxito “la gran empresa de hacer una España unida, grande y libre”.

Confiando usted, ¡mi general!, en que sus colaboradores eran de su mismo paño, decía adiós a la vida satisfecho y esperanzado de que la Patria no volvería a retroceder, ni a caer en las garras de quienes la odian a muerte. Jamás hubiera sospechado usted que había criado buitres carroñeros, negros cuervos, que esperaban verle cerrar los ojos para revenderla.

No es que usted no conociera el percal: ¡los había vencido, precisamente, porque los conocía bien! (y se había mantenido en el poder cumpliendo su promesa de completar la derrota total de las ratas que durante siglos habían roído las entrañas de la Patria)... y nos advertía del posible peligro que usted creía lejano:

“¡No olvidéis que los enemigos de España y de la civilización cristiana están alerta!”

Pues bien, ¡mi General!, aquellos que usted había elegido para perfeccionar su Obra y continuar por el camino emprendido hacia la verdadera prosperidad, conspiraban, traicionaban y vendían su alma a Satanás mientras usted quemaba sus últimas energías en servicio de España.

Luego la cobardía vergonzante se convirtió en cinismo y alardearon de su traición como su mayor mérito a la hora de mendigar legitimidad democrática.

La Supermafia (que yo llamo, desde hace años, “el Poder Supremo sin rostro”) tras ponerles el pie en el cuello y obligarles a morder el polvo, les ordenó abrir todas las puertas, demoler todas las defensas, desmontar toda la industria básica y convertir a España en un zoco de “siervos baratos” (“nación de servicios” lo llaman ellos) y en refugio de los maleantes todos del orbe (traficantes de droga, de armas, terroristas y demás cofrades del hampa) resumiendo: ¡en la “cloaca de Occidente”!. Y, sobre todo exigió impunidad para los asesinos de ETA y garantía de que los nacionalismos tendrían libertad absoluta para destruir la nación que más odia. Las mil víctimas (¡que seguirán aumentando!) la chulería de Arzallus y Pujol y la de todos los “ayotolás” que van surgiendo en el resto de las regiones, son la “burla sangrante” de cada día.

Como premio a su vileza, sumisión, abyección y bajeza concedió a esos políticos (antes “pacifistas y antimilitaristas”) el triste privilegio de enviar a los jóvenes españoles a morir en defensa de los intereses del capital angloamericano (¡para más INRI especialmente judío); no por la Patria el honor o en beneficio de España.

Han fulminado al Ejército vencedor (que usted mandó como Generalísimo) y gracias al cual, hoy, es rey de España un Borbón y, en su lugar, se han sacado de la manga un ejército profesional cuya misión será colaborar en la eliminación de las naciones y el advenimiento del Gobierno Mundial, al servicio del Poder Supremo sin rostro; pero que puede estar seguro, ¡mi General!, de que ¡jamás servirá para defender a España ni su unidad indisoluble!

Mientras tanto “él” se ríe a mandíbula batiente de la inepcia de nuestros gobernantes (que se creen el ombligo de la política mundial) haciendo de marionetas suyas en las diversas organizaciones a su servicio.

Sus “herederos políticos” lucieron, ¡eso sí!, las credenciales que les permitía presentarse como “continuadores de la obra de Franco” para beneficiarse del crédito que esto suponía en esos momentos y sin el cual nunca el pueblo español hubiera digerido su juego sucio; pero, de inmediato, olvidaron sus juramentos y se empeñaron a fondo en el vil oficio de traidores perjuros. Ahora, en el colmo de cinismo, van a conmemorar por todo lo alto los “XXV Años de la Traición y el Perjurio” (con otro título, por supuesto).

De sus consejos, se mofaron. Lejos de mantener la unidad y la paz que usted nos trajo y cuando ya nos habíamos olvidado por completo de la que ellos llaman la “Guerra incivil”, se pusieron de inmediato a desenterrar muertos y a hurgar en las heridas cicatrizadas. Y los hijos de los vencedores creyeron que, para medrar, el camino más rápido era hacer el juego a los derrotados, convertidos en vencedores a la sombra de la Supermafia, ésa que no pudo levantar cabeza en vida de usted. Y, olvidando que “los enemigos de España y la civilización están alerta” y de tomar las medidas oportunas, se pasaron con armas y bagajes al campo contrario.

E, igualmente, lejos de “poner a un lado toda mira personal frente a los intereses de la Patria” convirtieron a España en una “olla podrida” donde se han cocinado todas las corrupciones. Ninguno de cuantos han accedido al poder han pensado para nada en España, ocupados únicamente en medrar y acaparar poltronas para ellos y sus partidarios, mercando con todo lo vendible, despilfarrando el patrimonio nacional (material, espiritual, económico, industrial,...) en esa lonja de contratación y expolio “legalizado” en que se transformó España al irse usted, (con la aquiescencia de todas las Instituciones) en provecho propio o en regalos y prebendas para sus amigos o sus “amos”.

Por otra parte, ¡hablar de justicia social y cultura... es llorar! Hasta los teóricamente enemigos del Régimen anterior (según la versión progresista) es decir, los obreros, se cansan de proclamar que “con Franco estaban mejor protegidos”. Porque el obrero es hoy “un simple objeto, menos que una máquina”, pues al eliminar de las leyes el sentido cristiano, lo único que cuenta es el dinero y la rentabilidad. El obrero español solo tiene precio como máquina. El hombre que hay en él ya no cuenta. Y, en cuanto a cultura, aparte de haber reducido a mínimos los niveles de la educación básica, media y universitaria –¡niveles de risa!—hemos cambiado de órbita. De la cultura nacida y apoyada en las facultades superiores del alma y, en especial, la inteligencia, hemos pasado a la que se fundamenta en los genitales. El español ha tirado por la borda su cultura milenaria, impregnada de herencias grecorromanas y de esencias cristianas para suplirla con la obsesión del sexo, el erotismo, las aberraciones marginales, la literatura de cloaca y albañal, el cine de lo mismo y los “tertulianos” (¡pozos de saber monocolor, adoradores de la democracia y pontífices de la memez!)

Pero donde han batido el récord del menosprecio a sus consejos y de la traición a lo jurado es en lo referente a “mantener la unidad de las tierras de España”. Desde el primer momento se aplicaron a seguir fielmente las consignas de las logias para poner en la Constitución la bomba de relojería que permitiere dinamitar esa unidad en el momento oportuno, utilizando para ello “la rica multiplicidad de sus regiones”. En vez de perfeccionar los diversos órganos del cuerpo de España, (atendiendo su sabio consejo dándole mayor vitalidad al que rescató de la agonía, se han dedicado a degollarlo y trocearlo para dejarlo desangrar y que su nombre desaparezca de la faz de la tierra. Acatando (todos los partidos sin excepción) la orden recibida de sus amos “exteriores” a través de las terminales del Poder Supremo sin rostro. (¡la misma para todos!), y perfectamente expresada por cierto personajillo... y conocida de todos: que cuanto antes, España “no sea reconocida ¡ni por la madre que la parió!”

Y, ciertamente lo han logrado. La España de hoy no tiene nada en común con la que usted nos legó. “Ya, ¡no es una, ni es grande, ni es libre!”

“¡Quisiera en mi último momento, unir los nombres de Dios y de España...!

¡Mi General!, esta es una frase sin sentido para el español de hoy. Prohibido, además, por la letra y el espíritu de la Constitución y, (¡mucho peor aun!) desaprobado por la Iglesia postconciliar como ¡gravemente incordiante para la libertad religiosa y el ecumenismo!, pero que nos llena el alma de fuerza e ilusión y, por lo tanto, la España auténtica se lo agradecerá siempre.

Usted se fue al Cielo a tiempo, en el momento justo. Hoy, a nadie le interesa “unir los nombres de Dios y de España”, salvo a una minoría sabedora que “¡de Dios no se burla nadie!”, importando poco si es rey, presidente del Tribunal Supremo, de cualquier otro Alto Tribunal; jefe de Gobierno, presidente de Endesa o del Banco Santander. Y en la certeza de que, aunque la nueva Reconquista dure ocho siglos, la “toma de Granada” es segura y Boabdil “¡volverá a llorar!...” mientras entrega las llaves a Isabel de Castilla, Reina de España.

Este español de a pie se despide de usted y le saluda, brazo en alto, con un

¡Arriba España!

Gil de la Pisa Antolín
Resurge Hispania