viernes, 13 de abril de 2012

ANACLETO GONZÁLEZ FLORES

Lo saben por los llanos y en la cumbre del risco
las piedras que semejan de la roca un desangre,
lo dicen enlutados los Altos de Jalisco:
enseñó con la vida, la palabra y la sangre.

O se canta en corridos con sabor de elegía
cuando ensaya la tarde un unánime adiós,
era cierto el bautismo de la alegre osadía,
era cierto que mueres pero no muere Dios.

Ni el Pantano del Norte ni el mendaz gorro frigio,
ni los hijos caídos del caído heresiarca,
callarán el salterio de tu fiel sacrificio
ofrecido en custodia de la Fe y de la Barca.

Porque el Verbo no cabe en algún calabozo,
fusileros no existen que amortajen la patria,
sobre la cruz la herida resucita de gozo,
reverdece en raíces coronadas de gracia.

Tampoco los prudentes de plegarias medrosas
atasajan tus puños de valiente cristero,
enarbolan banderas que vendrán victoriosas
más allá del ocaso, desde el alba al lucero.

Antonio Caponnetto

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