Con inmenso gozo, hijos queridísimos de la católica España, nos dirigimos para expresar nuestra paternal congratulación por el don de la paz y de la victoria con que Dios se ha dignado coronar el heroísmo cristiano de vuestra fe y caridad, probados en tantos y tan generosos sentimientos. Anhelante y confiado esperaba nuestro predecesor esta paz providencial, fruto, sin duda, de aquella fecunda bendición que en los albores mismos de la contienda enviaba a cuantos se habían propuesto la difícil tarea de defender y restaurar los derechos de Dios y de la Religión. Y no dudamos de que esta paz ha de ser la que él mismo desde entonces auguraba, anuncio de un porvenir de tranquilidad en el orden y de honor en la prosperidad.
Los designios de la Providencia, amadísimos hijos, se han vuelto a manifestar una vez más sobre la heroica España. La nación elegida por Dios como principal instrumento de evangelización del Nuevo Mundo y como baluarte inexpugnable de la fe acaba de dar a los prosélitos del ateísmo materialista de nuestro siglo la prueba más excelsa de que por encima de todo están los valores eternos de la Religión y del espíritu. La propaganda intensa y los esfuerzos constantes de los enemigos de Jesucristo parece que han querido hacer en España un experimento supremo de las fuerzas disolventes que tienen a su disposición por todo el mundo… Persuadido de esta verdad el sano pueblo español, con las dos notas características de su nobilísimo espíritu que son la generosidad y la franqueza, se alzó dedicido en defensa de los ideales de la fe y de la civilización cristiana, profundamente arraigados en el fecundo pueblo de España; y ayudado de Dios… supo resistir el empuje de los que, engañados con lo que creían un ideal humanitario de exaltación del humilde, en realidad, no luchaban sino en provecho del ateísmo.
Este primordial significado de vuestra victoria nos hace concebir las más halagüeñas esperanzas de que Dios se dignará conducir a España por el camino seguro de su tradicional y católica grandeza, la cual ha de ser el norte y oriente a todos los españoles, amantes de su Religión y de su Patria, en el esfuerzo de organizar la vida de la nación en perfecta consonancia con su nobilísima historia de fe, piedad y civilización católicas… Y la garantía de nuestra firme esperanza son los nobilísimos y cristianos sentimientos de que han dado pruebas inequívocas del Jefe de Estado y tantos caballeros, sus fieles colaboradores en la legal protección que han dispensado a los supremos intereses religiosos y sociales, conforme a las enseñanzas de la Sede Apostólica… Y ahora ante el recuerdo de las ruinas acumuladas en la guerra civil más sangrienta que recuerdan los tiempos modernos. Nos, con piadoso impulso, inclinamos ante todo nuestra frente a la santa memoria de los obispos, sacerdotes, religiosos de uno y otro sexo, y fieles de todas las edades y condiciones que en tan elevado número han sellado con sangre su fe en Jesucristo y su amor a la Religión católica… Reconocemos también nuestro deber de gratitud hacia todos aquellos que han sabido sacrificarse hasta el heroísmo en defensa de los derechos inalienables de Dios y de la Religión, sea en los campos de batalla, ya bien consagrados en los sublimes oficios de caridad cristiana en cárceles y hospitales…
A vosotros toca, hermanos en el Episcopado, aconsejar a unos y a los otros que en su política de pacificación todos sigan los principios inculcados por la Iglesia y proclamados con tanta nobleza por el Generalísimo de justicia para el crimen y de benévola generosidad para con los equivocados… Hacemos descender sobre vosotros, nuestros queridos hijos de la católica España, sobre el Jefe del Estado y su ilustre gobierno… sobre los heroicos combatientes y sobre todos los fieles nuestra bendición apostólica»
S.S. Pío XII
16 de Abril de 1939
Primer Radiomensaje del Papa al mundo después de haber sido elegido Pontífice de la Iglesia Católica.
Los designios de la Providencia, amadísimos hijos, se han vuelto a manifestar una vez más sobre la heroica España. La nación elegida por Dios como principal instrumento de evangelización del Nuevo Mundo y como baluarte inexpugnable de la fe acaba de dar a los prosélitos del ateísmo materialista de nuestro siglo la prueba más excelsa de que por encima de todo están los valores eternos de la Religión y del espíritu. La propaganda intensa y los esfuerzos constantes de los enemigos de Jesucristo parece que han querido hacer en España un experimento supremo de las fuerzas disolventes que tienen a su disposición por todo el mundo… Persuadido de esta verdad el sano pueblo español, con las dos notas características de su nobilísimo espíritu que son la generosidad y la franqueza, se alzó dedicido en defensa de los ideales de la fe y de la civilización cristiana, profundamente arraigados en el fecundo pueblo de España; y ayudado de Dios… supo resistir el empuje de los que, engañados con lo que creían un ideal humanitario de exaltación del humilde, en realidad, no luchaban sino en provecho del ateísmo.
Este primordial significado de vuestra victoria nos hace concebir las más halagüeñas esperanzas de que Dios se dignará conducir a España por el camino seguro de su tradicional y católica grandeza, la cual ha de ser el norte y oriente a todos los españoles, amantes de su Religión y de su Patria, en el esfuerzo de organizar la vida de la nación en perfecta consonancia con su nobilísima historia de fe, piedad y civilización católicas… Y la garantía de nuestra firme esperanza son los nobilísimos y cristianos sentimientos de que han dado pruebas inequívocas del Jefe de Estado y tantos caballeros, sus fieles colaboradores en la legal protección que han dispensado a los supremos intereses religiosos y sociales, conforme a las enseñanzas de la Sede Apostólica… Y ahora ante el recuerdo de las ruinas acumuladas en la guerra civil más sangrienta que recuerdan los tiempos modernos. Nos, con piadoso impulso, inclinamos ante todo nuestra frente a la santa memoria de los obispos, sacerdotes, religiosos de uno y otro sexo, y fieles de todas las edades y condiciones que en tan elevado número han sellado con sangre su fe en Jesucristo y su amor a la Religión católica… Reconocemos también nuestro deber de gratitud hacia todos aquellos que han sabido sacrificarse hasta el heroísmo en defensa de los derechos inalienables de Dios y de la Religión, sea en los campos de batalla, ya bien consagrados en los sublimes oficios de caridad cristiana en cárceles y hospitales…
A vosotros toca, hermanos en el Episcopado, aconsejar a unos y a los otros que en su política de pacificación todos sigan los principios inculcados por la Iglesia y proclamados con tanta nobleza por el Generalísimo de justicia para el crimen y de benévola generosidad para con los equivocados… Hacemos descender sobre vosotros, nuestros queridos hijos de la católica España, sobre el Jefe del Estado y su ilustre gobierno… sobre los heroicos combatientes y sobre todos los fieles nuestra bendición apostólica»
S.S. Pío XII
16 de Abril de 1939
Primer Radiomensaje del Papa al mundo después de haber sido elegido Pontífice de la Iglesia Católica.
Eso necesitamos... El Pueblo Español necesita la FE para recuperar el Valor de antaño.
ResponderEliminarDios nos guíe, nos dé fuerzas y nos dé la FE
Dios nos guíe, nos dé fuerzas, nos dé la Fe que tanto necesita el Pueblo Español para recuperar el Valor de antaño...
ResponderEliminarCristo Rey
EUROPA CRISTIANA
Efectivamente. Necesitamos la Fe arquetípica del pueblo español. Y necesitamos de las arengas combatientes que sobre los púlpitos se dieron ayer. Hoy urge volver a escuchar, palabras claras, valientes, como las que Pío XII regaló aquella mañana a los españoles.
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