lunes, 28 de marzo de 2011

ENCONTRARÁS DRAGONES

La crítica más acabada a “Encontrarás dragones” la hizo una niña de colegio al salir del cine: “No me he enterado de nada. No se sabe quiénes son los malos y quiénes son los buenos”. Y eso que el anuncio de la película da una pista cuando describe a Oriol, miliciano anarquista, como un luchador por la libertad. Es entonces cuando cabe preguntarse con Lenin: “¿Libertad para qué?”. Y responder con Lerroux: “Para levantar el velo de las novicias y elevarlas a la categoría de madres”.

No sé cuántos espectadores habrán picado en el anzuelo del buen libertario. Supongo que son más los que han acudido a las salas al reclamo de que Roland Joffé, director de “Encontrarás dragones”, lo fue también de “La misión”. Y, sin embargo, cuesta reconocer a aquel Joffé en este Joffé, que recuerda más al codirector de Super Mario Bros, película inspirada en el famoso videojuego y en la que Joffé debió de aprender la técnica de la caricatura, que en “Encontrarás dragones” aplica sin piedad.

Quien vaya a ver la película quizás se tope con monstruos mitológicos, pero difícilmente con un alzado en armas dotado de moral. Los combatientes en la margen derecha del Ebro son todos unos chulos engominados practicantes del método del paseo. En cambio, en las filas republicanas hay personajes de epopeya, diríase que sacados de uno de esos tomos azules de la Biblioteca Clásica Gredos.

Y ya que hablamos de héroes, decir que la heroína de la película es una brigadista internacional que, según confesión propia, la noche antes de cada combate se aplica, por compasión, a la descarga seminal del miliciano, episodio que encontraría su apoyatura historiográfica en aquel documento, personal e intransferible, fechado en septiembre de 1936 y con sello del Comité de Milicias y Defensa de Toledo: “Vale por seis ‘porvos’ con la Lola”.

Astracanadas aparte, “Encontrarás dragones” arranca de la idea de que durante la Guerra Civil se cometieron barbaridades en los dos bandos. Sin embargo, Joffé olvida aplicar un criterio corrector de tipo cuantitativo: que en un lado las atrocidades debieron de ser más que en el otro. Si no, no cobraría sentido la huida de Escrivá y sus muchachos; huida, que por cierto, no tuvo como destino final Andorra, hipotética capital de una tercera España, sino Burgos, donde Franco tenía su cuartel general.
Pero lo mejor de la película es que, a pesar de las torpezas narrativas de un Joffé en horas bajas, Escrivá logra abrirse camino con fuerza, y no solo gracias a que Charlie Cox borda el papel, sino, sobre todo, a que el personaje está basado en un hombre que vivió con heroicidad las virtudes. La cinta quizás quite la afición a alguno (para recuperarla, qué mejor que revisitar a Vázquez de Prada, biógrafo de Escrivá), pero no la devoción.

O sea, que son muchos los espectadores que seguirán llevando a Monseñor en el corazón. Lo que no volverán a llevar en la cartera será el dinero de la entrada; nada en comparación con lo que otros -los inversores- llevan gastado: más de treinta millones de dólares, lo que hace imperdonable que no se haya destinado una partida presupuestaria, por mínima que fuera, para contratar a un experto en la Guerra Civil. A lo largo de dos horas los errores son tantos y tan de bulto...

Pero esta es otra historia. Aquí hemos venido a advertir de los riesgos de jugar a la equidistancia: que sales de casa en busca de dragones y terminas abrazado al fantasma del general Escobar.

Gonzalo Altozano

viernes, 18 de marzo de 2011

ESPAÑA ES LA INMACULADA

Escribía hace un siglo Donoso Cortés: "El español es un pueblo épico; cuando apartamos los ojos, humedecidos con lágrimas de su miseria presente y los fijamos en los tiempos de su pasada grandeza, un santo y respetuoso pavor se pone en nuestros corazones y humillando nuestras frentes al verle pasar, decimos: Aquel que pasa por allí, dejando atrás un surco luminoso, es el Pueblo de quien nosotros venimos, es el noble Pueblo Español, tan famoso por sus pasadas glorias como sus infortunios".

Bajo los efectos cada vez más implacables de una como venganza bíblica, contra el Pueblo que llevó el Evangelio a más de la mitad del orbe, y por el que hoy todavía más de la mitad de la Iglesia debe su fe a la sangre y la predicación española, día tras día España va dejando de ser España. La Revolución anticristiana no se contenta, como en otras partes, con poner la nación entera al servicio de la misma Revolución. Para el caso de España, el infierno ha decretado desde hace siglos, la liquidación física de España. El padre de la mentira es asesino. Asesino de almas y asesino de cuerpos. Primero mata las ideas, los principios, las verdades de las que viven las almas. Luego hace que se asesinen los hombres. Somos testigos de los últimos esfuerzos por arrancar el alma a España. Desde el odio a su bandera, hasta la supresión de las fiestas religiosas. La muerte a diario, el asesinato cobarde, de hijos de España, han jalonado todos los meses de este año de infortunios de 1980 que hubiera convertido la pluma de Donoso Cortés en un trasunto de la inspiración del profeta Jeremías.

Peor hay un grito que nos llena de esperanza: ¡España es la Inmaculada!. La Generalidad pre marxista instalada sobre las ruinas de la auténtica Cataluña hispánica, con el consentimiento de los obispos de Cataluña, ha suprimido la fiesta de la Inmaculada. El gobierno de España, con la posición oportunista también de muchos obispos, se frota las manos ante la próxima aprobación de una ley del divorcio, golpe mortal para la familia española resquebrajada en su espíritu cristiano. No hemos llegado aún a apurar el cáliz de los males que va a permitir el Señor, para purificarnos de muchos pecados como hemos cometido. Pero no temáis, que la virgen Inmaculada vencerá en esta batalla, que no se riñe con armas de acero, sino con oraciones, sacrificios y deber

José María Alba Cereceda, S.J.
1980

jueves, 17 de marzo de 2011

EL MAL ENORME

Rescatamos este magnífico artículo de Antonio Caponnetto a raíz de las profanaciones cometidas estos días en distintas iglesias y capillas de España. Aprovechamos estas líneas para difundir la convocatoria de la Santa Misa en la Capilla universitaria de Somosaguas, mañana viernes 18 de marzo a las 13,30, en desagravio y reparación de las ofensas cometidas por los rojosodomitas.

Conocida es la afirmación de Pío XI, cuando refiriéndose al incremento desorbitado del poder financiero, protestaba contra la economía que se ha vuelto “dura, inexorable y cruel”. Y si al Imperialismo Internacional del Dinero señalaba en primerísimo lugar el Pontífice como fruto funesto de aquella desorbitación, no deja de ser menos cierto que la misma ha traído, entre otras, la desgraciada consecuencia del olvido de cuanto no guarde relación inmediata con el patrimonio material. Simultáneamente víctima y victimario de este economicismo furioso —hijo a su vez de una desacralización compulsiva— el hombre moderno ha optado por la añadidura, en clara contradicción con el mandato evangélico.

Podrá entenderse así que el sacrilegio y la blasfemia se han instalado en nuestra doliente realidad, sin que ninguna reacción condigna suscite en unos y en otros, absorbidos todos, por protagonizar o por padecer aquella aludida inexorabilidad crematística. La más leve modificación del riesgo país o las oscilaciones bursátiles menos perceptibles, tienen en vilo y estremecen al conjunto social, con diligente consagración. Las más graves ofensas a la Fe Católica, en cambio —jamás vistas ni pensadas en esta tierra criolla— encuentran el campo libre de la indiferencia o de la complacencia colectiva, que el bolsillo llora o se llena, pero el alma parece ausente.

No se crea que los términos sacrilegio y blasfemia recién empleados, tienen aquí un alcance genérico o metafórico, como quien se queja difusamente de “lo mal que están las cosas”. Trátase por el contrario de dos pecados abominables y específicos contra el primero y el segundo de los Mandamientos, consistente uno en profanar o tratar indignamente los sacramentos, las acciones litúrgicas, las personas, cosas o lugares sagrados; mientras su horrible par consiste, secamente, en la irreverencia, injuria, desprecio u odio empecinado al hermoso nombre del Señor, como lo invoca el Apóstol Santiago, cuya fiesta litúrgica hoy celebramos. Palabras, obras, gestos, imágenes, sonidos, señales, y tantas formas expresivas combinadas existen hoy, son puestas desde los medios masivos al servicio de estos vicios, que la teología consideró propios de demonios, y hasta —si cabe— de mayor culpa que en ellos en quienes los practican, pues ni siquiera tienen la explicación de proceder de la desesperación connatural al infierno. La propaganda y la publicidad, la llamada gran prensa o la vulgar pasquinería, las programaciones televisivas o radiales, las usinas múltiples de la difusión que la tecnología hoy potencia, compiten en este abyecto ejercicio de la irreverencia, en esta maldita praxis del ultraje, que todas las civilizaciones dignas de ese nombre castigaron con la muerte. Palurdos, canallas y degenerados de la peor ralea tienen prontas sus herramientas para tan torva embestida, con una impunidad que exaspera cuanto alarma, pues bien pronto llegarían las reprimendas y sanciones si tan infames golpes —u otros levísimos— se dirigieran contra aquellos credos que no fueran el de la Verdadera Iglesia. De lo que se sigue la triste certeza de que tamaña ofensiva nos tiene a los católicos por destinatarios excluyentes.

Sería ingenuo sorprenderse y contradictorio esperar algún remedio de las autoridades políticas. Nutridas en el lodazal de sus mismas excrecencias, cualquier arrebato de cielo les está vedado. Prohijadas en las logias donde el Orden Sobrenatural se escarnece a sabiendas, ninguna batalla por la Cruz serían capaces de librar. Resultaría candidez asimismo confiar en que los pastores actuaran con la virilidad que la hora exige. Ganados muchos de ellos por concepciones pacifistas y sincretistas —cuando no, lisa y llanamente transformados en heresiarcas— no cabe siquiera en sus conjeturas plantearse una contienda contra el mundo, una embestida contra el Maligno, una militancia fervorosa que comprometiera los corazones y los puños en la custodia de la reyecía de Jesucristo. Sus afectos están puestos aquí abajo; temporal y horizontalmente tendidos. Y sin embargo, la respuesta se impone y urge; tanto más en medio de las actuales convulsiones mundiales que nos tocan vivir.

Sepa cada católico desagraviar privada y públicamente cualquier atropello, allí donde suceda. Sepa llevar la plegaria reparadora, la penitencia necesaria, la mortificación honesta; y si fuera el caso, sepa llevar los brazos convertidos en ariete y escudo contra los inicuos. Sepa cada católico que ha de unirse espiritual y físicamente con sus auténticos pares, para organizar la réplica, perseverar en la resistencia, sostenerse en la adversidad y confiar en la victoria. Sepa cada católico lo que nos enseña la Escritura sobre el castigo que aguarda a los renegados, y el que de hecho recibieron a lo largo de la historia, se llamaran Jeroboam o Constante, Arrio, Nestorio o Voltaire; fuesen emperadores o funcionarios, ideólogos o poderosos de la tierra. Y si ese católico que ha de saber tales cosas, ha nacido además en esta patria argentina —incorporada a la Cristiandad hace cinco siglos— sepa ya, sin atisbos de dudas o remilgos, cómo sancionaba el General San Martín la conducta de blasfemos y sacrílegos

Antonio Caponnetto

jueves, 3 de marzo de 2011

ANTE LA SITUACIÓN DEL MUNDO ÁRABE: LA CRUZADA PENDIENTE

Ante la convulsión del mundo árabe, derivada en una feroz persecución religiosa a los cristianos, escuchamos al Romano Pontífice predicando al orbe católico:

Hemos escuchado el mensaje de los cristianos de Oriente. Nos describe la lamentable situación de Jerusalén y del pueblo de Dios. Nos relata cómo la ciudad del Rey de Reyes, que trasmitió la fe pura a todas las otras ciudades, fue obligada a pagar tributo a las supersticiones paganas. Y cómo el milagroso Sepulcro, donde la muerte no podía guardar a su Prisionero, el Sepulcro que es la fuente de la vida futura y, sobre todo, donde el Sol de la Resurrección se levantó, fue ensuciado por aquellos que no se levantará de nuevo excepto para servir de paja para el fuego eterno.

Una victoriosa impiedad ha cubierto las tierras más fértiles de Asia de tinieblas. Las ciudades de Antioquía, Éfeso y Nicea ya han sido tomadas por los musulmanes. Las hordas bárbaras de los Turcos han colocado sus estandartes en las mismas fronteras de Hellespoint [donde el mar Egeo se reúne con el Mar de Marmara], donde amenazan a todas las naciones cristianas. Si el único Dios verdadero no contiene su triunfante marcha, armando a sus hijos, ¿qué nación, qué reino podrá cerrarles a ellos las puertas de Oriente?.

El pueblo digno de gloria, el pueblo bendecido por Dios Nuestro Señor gime y cae bajo el peso de esos atropellos y más vergonzosas humillaciones. La raza de los elegidos sufre atroces persecuciones, y la raza impía de los sarracenos no respeta ni a las vírgenes del Señor ni los colegios de sacerdotes. Atropellan a los débiles y a los ancianos, a las madres les quitan sus hijos para que puedan olvidar, entre los bárbaros, el nombre de Dios. Esa nación perversa profana los hospicios… El templo del Señor es tratado como un criminal y los ornamentos sagrados robados.

¿Qué más debo deciros?

¡Somos deshonrados, hijos y hermanos, que viven en estos días de calamidades! ¿Podemos ver al mundo en este siglo reprobado por el cielo presenciar la desolación de la Ciudad Santa y permanecer en paz mientras es tan oprimida? ¿No es preferible morir en la guerra en vez de sufrir por más tiempo un espectáculo tan horrible? Lloremos por nuestras faltas que aumentan la ira divina, si, lloremos… Pero que nuestras lágrimas no sean como las semillas arrojadas sobre la arena. Dejemos que el fuego de nuestro arrepentimiento levante la Guerra Santa y el amor de nuestros hermanos nos lleven al combate. Dejemos que nuestras vidas sean más fuertes que la muerte para luchar contra los enemigos del pueblo cristiano.

Guerreros que escucháis mi voz, vosotros que iréis a la guerra, regocijaos, porque estáis tomando una guerra legítima… Armaos con la espada de los Macabeos e id a defender la casa de Israel que es la hija del Señor de los Ejércitos.

Ya no es asunto de vengar las injurias hechas a los hombres, sino aquellas que son hechas a Dios. Ya no es cuestión de atacar una ciudad o un castillo, sino de conquistar los Santos Lugares. Si triunfáis, las bendiciones del cielo y los reinos de Asia serán vuestra recompensa. Si sucumbís, alcanzaréis la gloria de en la misma Tierra donde Jesucristo murió, y Dios no olvidará que os vio en la Santa Milicia.

No os quedéis cobardemente en vuestros hogares con los afectos y sentimientos profanos. Soldados de Dios, no escuchéis nada sino los lamentos de Dios. Romped todos vuestros lazos terrenales y recordad que el Señor dijo: ‘El que ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí… Y todo aquel que abandone sus casas, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o esposa, o hijos, o tierras por mi nombre, recibirá el ciento por uno y heredará la vida eterna.

He aquí que hoy se cumple en vosotros la promesa del Señor que dijo que donde sus discípulos se reúnen en su nombre, Él estará en medio de ellos. Si el Salvador del mundo está ahora entre vosotros, si fue Él quien inspiró lo que yo acabo de escuchar, fue Él quien ha sacado de vosotros este grito de guerra, ‘¡Dios lo quiere!,’ y dejó que fuese lanzado en todas partes como testigos de la presencia del Señor Dios de los Ejércitos!

Es el mismo Jesucristo que deja su Sepulcro y os presenta su Cruz. Será el signo que unirá a los hijos dispersos de Israel. Levantadla sobre vuestros hombros y colocadla en vuestros pechos. Que brille en vuestras armas y banderas. Que sea para vosotros la recompensa de la victoria o la palma del martirio. Será un incesante recordatorio de que Nuestro Señor murió por nosotros y que debemos morir por Él.

S.S. Urbano II
Discurso del Romano Pontífice en el Concilio de Clermont, noviembre de 1095, convocando la Primera Cruzada, ante más de 200 Arzobispos y Obispos, 4.000 eclesiásticos y 30.000 legos

miércoles, 2 de marzo de 2011

S.S. PÍO XII HABLA DE ESPAÑA

"No puede existir la menor duda acerca del puesto que, en esta lucha, trabada con los más nobles fines, le corresponde a España. Vuestra Excelencia viene precisamente de aquellas tierras hacia las que se volvieron los ojos moribundos de la gran Isabel —cuyo centenario este año se celebra— de aquel espíritu singular del que en estos momentos querríamos evocar no tanto la fortaleza o la visión política, cuanto las ansias maternales de paz dictadas por un concepto profundamente cristiano de la vida, que pedía para los que llamaba sus hijos de América un trato lleno de dulzura y devoción. Lo que predicaron los apóstoles hispánicos en el Perú y en toda América; lo que enseñaron sus filósofos y teólogos en Salamanca, en Alcalá y en Trento; lo que cantaron sus poetas en estrofas inspiradas, lo que pregonaron sus santos con sus vidas ejemplares, lo que testimoniaron heroicamente sus mártires de todos los tiempos, estrellas son en el cielo de su historia, a cuya luz jamás podrán resistir mucho tiempo las nieblas densas, pero artificiosas, suscitadas por el espíritu del mal. El nexo vivo y vital, que une a la vieja España con el resto de la comunidad de las naciones, se podrá olvidar temporalmente o menospreciar ante la presión de opiniones o de corrientes transitorias. Pero Nos pedimos al cielo que no tarde la hora en que las disonancias y las distancias de hoy se pierdan en una fructuosa armonía de propósitos y de actividades, en virtud de la. cual —fruto del concorde trabajo humano y don del cielo— consiga la humanidad —tan atormentada por la inútil discordia—, la paz basada en la justicia y en la lealtad, sostenida por sublimes inspiraciones morales y realizada en un espíritu de cordial fraternidad".

FRAGMENTO DEL DISCURSO DE SU SANTIDAD PÍO XII AL SR. FERNANDO MARÍA CASTIELLA Y MAÍZ, NUEVO EMBAJADOR DE ESPAÑA ANTE LA SANTA SEDE

Roma, 13 de noviembre de 1951

martes, 1 de marzo de 2011

CICLO DE CONFERENCIAS SANTA MARÍA DEL ALCÁZAR. 75 ANIVERSARIO

HERMANDAD DE NUESTRA SEÑORA SANTA MARÍA DEL ALCÁZAR

Actos 75º aniversario

CICLO DE CONFERENCIAS 2011

LUGAR: Centro Cultural de los Ejércitos
Gran Vía 13, Madrid
DÍA SEMANA: Miércoles

HORA: 19:30

F E C H A TÍTULO CONFERENCIANTE

4 de mayo: Proyección de la película “Sin novedad en el Alcázar”

11 de mayo: Los asedios en la historia militar de España. D. Miguel Alonso Baquer

18 de mayo: Los asedios en la guerra de España (1936-1939). D. Fernando Calvo González-Regueral

25 de mayo: Aspecto militar del asedio del Alcázar de Toledo. D. Salvador Fontenla Ballesta

1 de junio: Aspecto religioso del asedio del Alcázar de Toledo. D. Ángel David Martín Rubio

8 de junio: Aspecto humano del asedio del Alcázar de Toledo. D. José María Marín Correa

15 de junio La Guardia Civil en el asedio del Alcázar de Toledo D. Eduardo Martínez Viqueira

22 de junio: El asedio del Alcázar de Toledo: importancia y repercusión. D. Luis Eugenio Togores Sánchez

29 de junio: El asedio del Alcázar de Toledo: la polémica. D. Alfonso Bullón de Mendoza y
Gómez de Valugera