FRAGMENTO DEL MENSAJE TRANSMITIDO POR RADIO DE SU EMINENCIA EL CARDENAL GOMÁ, ARZOBISPO DE TOLEDO Y PRIMADO DE ESPAÑA, CON MOTIVO DE LA LIBERACIÓN DE TOLEDO, DIRIGIDO A LOS HÉROES DEL ALCÁZAR TOLEDANO
“SI VEIS CAER MI CABALLO Y MI BANDERA, LEVANTAD PRIMERO LA BANDERA”
Un saludo a los defensores del Alcázar toledano. Un abrazo, héroes. Si vive aún vuestro comandante, el amigo Moscardó, os abrazo en él a todos. Por su valor, por su temple de cristiano viejo, por su alma recia de gran español y de noble caballero, es digno representante de todos, gigantes soldados que habéis asombrado al mundo.
La gesta heroica que acabáis de añadir a la historia de España no puede vaciarse en unas palabras. Una epopeya no se escribe en líneas, y vuestra defensa del magnífico Alcázar os ha puesto en el nivel de los héroes legendarios. Por vosotros Toledo se ha colocado en la misma serie de Sagunto, de Numancia, de Zaragoza. Os habéis batodo como leones, como cachorros del león español. Habéis defendido vuestro Alcázar como si en él estuviese concentrada la vida, las esencias, la historia entera de la patria querida.
Teníais a la vista la frase grabada al pie de la estatua ecuestre del emperador que construyó el Alcázar: “Si veis caer mi caballo y mi bandera, levantad primero la bandera”; vosotros veíais derrumbarse vuestro Alcázar; veíais sucumbir a vuestros hermanos de combate; pero no consentisteis que cayera la enseña patria que flameaba en esos torreones. Sólo ella os será digna mortaja, con la Cruz de vuestra fe.
Carlos V, emperador de dos mundos, dijo que nunca se sentía más emperador que cuando subía la regia escalera de nuestro Alcázar; de hoy en adelante jamás nos sentiremos los españoles más dignos de nuestra historia que cuando pisemos los umbrales del Alcázar toledano.
Es el Alcázar del valor intrépido, del genio indomable, de la voluntad incorrupta. Hasta él llegó el enemigo con el tiro certero de sus cañones pesados, con la manga incendiaria, con la fiera acometida de sus masas enardecidas; todo se estrelló ante vuestros pechos de bronce, más fuertes que los espesos muros de ese castillo.
A él, dicen, se acercó un mensajero que vuestro enemigo os enviaba para salvar a vuestras mujeres y a vuestros hijos; ni ellas ni vosotros cedisteis. Al él vino un heraldo de la diplomacia; tampoco os doblegó. No sabían que, como el acero toledano se templa en las aguas del Tajo, así se templó vuestro espíritu en la corriente caudalosa de la fe cristiana y del patriotismo secular de los españoles de pura sangre.
Españoles: A mí se me antoja el Alcázar de Toledo como el punto culminante de la guerra actual. Ya no queda más que la rama descendente de la parábola. El mundo lo ha comprendido así. Por esto el mundo entero, por la prensa de todas las naciones, por el minuto de silencio de la Cámara de Brasil, por los labios de sus diplomáticos, por confesión del mismo adversario, se ha inclinado ante estos héroes del Alcázar que han sabido realizar la frase del poeta latino: “Fractus si illabitur orbis, impavidum ferient ruinae”. Aunque el orbe estalle, quedará el héroe impávido entre sus ruinas.
Como nuestros héroes, españoles. No sé los daños que habrá sufrido el Alcázar de Toledo; ignoro cuántos de sus defensores sucumbieron. Pero aún hecho añicos, el Alcázar hubiera sido el vaso que al quebrarse habría difundido por todo el mundo las esencias del valor heroico de un puñado de españoles puesto al servicio del más puro patriotismo.
(Desde “Radio Navarra”, 28 de septiembre de 1936 – Emmo. Sr. D. Isidro Gomá y Tomás)
“SI VEIS CAER MI CABALLO Y MI BANDERA, LEVANTAD PRIMERO LA BANDERA”
Un saludo a los defensores del Alcázar toledano. Un abrazo, héroes. Si vive aún vuestro comandante, el amigo Moscardó, os abrazo en él a todos. Por su valor, por su temple de cristiano viejo, por su alma recia de gran español y de noble caballero, es digno representante de todos, gigantes soldados que habéis asombrado al mundo.
La gesta heroica que acabáis de añadir a la historia de España no puede vaciarse en unas palabras. Una epopeya no se escribe en líneas, y vuestra defensa del magnífico Alcázar os ha puesto en el nivel de los héroes legendarios. Por vosotros Toledo se ha colocado en la misma serie de Sagunto, de Numancia, de Zaragoza. Os habéis batodo como leones, como cachorros del león español. Habéis defendido vuestro Alcázar como si en él estuviese concentrada la vida, las esencias, la historia entera de la patria querida.
Teníais a la vista la frase grabada al pie de la estatua ecuestre del emperador que construyó el Alcázar: “Si veis caer mi caballo y mi bandera, levantad primero la bandera”; vosotros veíais derrumbarse vuestro Alcázar; veíais sucumbir a vuestros hermanos de combate; pero no consentisteis que cayera la enseña patria que flameaba en esos torreones. Sólo ella os será digna mortaja, con la Cruz de vuestra fe.
Carlos V, emperador de dos mundos, dijo que nunca se sentía más emperador que cuando subía la regia escalera de nuestro Alcázar; de hoy en adelante jamás nos sentiremos los españoles más dignos de nuestra historia que cuando pisemos los umbrales del Alcázar toledano.
Es el Alcázar del valor intrépido, del genio indomable, de la voluntad incorrupta. Hasta él llegó el enemigo con el tiro certero de sus cañones pesados, con la manga incendiaria, con la fiera acometida de sus masas enardecidas; todo se estrelló ante vuestros pechos de bronce, más fuertes que los espesos muros de ese castillo.
A él, dicen, se acercó un mensajero que vuestro enemigo os enviaba para salvar a vuestras mujeres y a vuestros hijos; ni ellas ni vosotros cedisteis. Al él vino un heraldo de la diplomacia; tampoco os doblegó. No sabían que, como el acero toledano se templa en las aguas del Tajo, así se templó vuestro espíritu en la corriente caudalosa de la fe cristiana y del patriotismo secular de los españoles de pura sangre.
Españoles: A mí se me antoja el Alcázar de Toledo como el punto culminante de la guerra actual. Ya no queda más que la rama descendente de la parábola. El mundo lo ha comprendido así. Por esto el mundo entero, por la prensa de todas las naciones, por el minuto de silencio de la Cámara de Brasil, por los labios de sus diplomáticos, por confesión del mismo adversario, se ha inclinado ante estos héroes del Alcázar que han sabido realizar la frase del poeta latino: “Fractus si illabitur orbis, impavidum ferient ruinae”. Aunque el orbe estalle, quedará el héroe impávido entre sus ruinas.
Como nuestros héroes, españoles. No sé los daños que habrá sufrido el Alcázar de Toledo; ignoro cuántos de sus defensores sucumbieron. Pero aún hecho añicos, el Alcázar hubiera sido el vaso que al quebrarse habría difundido por todo el mundo las esencias del valor heroico de un puñado de españoles puesto al servicio del más puro patriotismo.
(Desde “Radio Navarra”, 28 de septiembre de 1936 – Emmo. Sr. D. Isidro Gomá y Tomás)
La gesta del Alcázar merece ser recordada eternamente.
ResponderEliminar¡Caídos por Dios y por España, PRESENTES!.