jueves, 30 de abril de 2009

¡FELICIDADES MI TENIENTE CORONEL!

En homenaje y felicitación al Teniente Coronel Antonio Tejero Molina que hoy, 30 de Abril, cumple 77 años. Al sacrificio heroico de una vida hipotecada entre los fríos barrotes de una oscura celda por amor a España. Y en desagravio por tanto tiempo de calumnias que ha soportado con admirable serenidad.

Con mi amistad perpetua. Con mi admiración creciente.
Un fuerte abrazo.




El 23 de Febrero es el día de aquellos hombres que, cumpliendo con el juramento a la bandera, actuando con honor, ofrecieron cuanto tenían a España y los españoles. También recordamos a los que quisieron aniquilar cualquier resistencia, armada o no, engañando y traicionando sin escrúpulo.

Aquella fecha de 1981 fue la consecuencia de unos precedentes históricos que convulsionaron a España espiritual, social y políticamente. Espiritualmente en decadencia, España sufría los nefastos frutos del Concilio Vaticano II que había dado pie a la proliferación de toda clase de sectas, a la secularización de sacerdotes, a la protección oficial de la inmoralidad y a la marxistización de la Iglesia con el Primado Cardenal Tarancón y sus secuaces. Sacudida España socialmente por los movimientos estudiantiles, las revueltas universitarias y las reivindicaciones de los sindicatos bermellones, la fragmentación del pueblo era una crónica diaria. Y políticamente España era un barco que se hundía por las grietas del nacionalismo, los asesinatos de las bandas terroristas y un parlamento donde se sentaban desde Carrillo a Fraga, los nuevos amigos del consenso bastardo.

La situación era insostenible. Los pocos militares que hacían servir los galones al juramento, y no al revés, dieron un paso al frente. Con todas las consecuencias estaban dispuestos a intervenir para cambiar el rumbo a la deriva del pueblo español. Unos, por España, al servicio de ella. Otros sólo actuarían a las órdenes del Jefe de las Fuerzas Armadas: Juan Carlos de Borbón.

Se gestó, precipitadamente, la irrupción en el Congreso de Diputados del Ejército. Después, una vez tomado el hemiciclo, la autoridad militar se haría cargo de los destinos de España. Esa autoridad militar contaría con el apoyo total y absoluto del inquilino de la Zarzuela. El General Armada sería la cabeza visible del golpe de estado haciéndose cargo del poder. Detrás de él, las diversas Capitanías Generales, secundarían, a las órdenes de Juan Carlos, un gobierno de concentración con izquierdas y derechas, liberales y comunistas.

El Teniente Coronel de la Guardia Civil, Antonio Tejero Molina, movido por su amor inquebrantable a España, fue el elegido para entrar en el Congreso. Un hombre íntegro, profundamente patriota, que contaba con el respeto y la admiración de sus subordinados. Después de cumplir su misión dejaría paso al General Armada. Nada sabía el Teniente Coronel de los apaños sucios que habían acordado desde Zarzuela.

Tejero, todo por la Patria. Todo, su carrera, su sueldo, sus galones… años y años de servicio. No lo había ofrecido todo para mayor gloria de Armada, Juan Carlos o cualquiera de los parásitos que ya se estaban repartiendo cargos, ministerios y capitanías. Tejero es un hombre de honor. Y el honor fue su divisa cuando paró el golpe de la Zarzuela y cargando con la responsabilidad de sus hombres los despidió uno a uno a las puertas del Congreso. El golpe quedó parado. No era España lo que allí se defendía. El General Armada le había traicionado mientras en Valencia el General Milans del Bosch regresaba al cuartel con sus tanques dando cumplimiento al deseo y las órdenes de Zarzuela. Si don Jaime Milans del Bosch (gran militar, héroe del Alcázar toledano y juancarlista hasta aquel día) no hubiera dado marcha atrás otro gallo estarían cantando ahora mismo.

El consuelo de Tejero es el deber cumplido. La integridad de una vida. El sacrificio por la Patria y la austeridad y soledad de la celda tras los fríos barrotes.

Alguien estaba a su lado. Alguien que no sabía de traición, sino de lealtad. De amistad y nunca de interés. Alguien que, aquella noche oscura y tenebrosa, lució la claridad y pureza del blanco uniforme de la Armada. Y que llevó al Teniente Coronel Tejero el abrazo de un amigo y la cercanía de un camarada. Era el Capitán de Navío Camilo Menéndez Vives, inmolando sus galones, su carrera, su familia y su vida por un patriota traicionado. Porque “por encima de la disciplina, está el honor”.

Aquel día quedó cortada en el ejército cualquier posibilidad de reacción. Y sin embargo el Valor y el Honor se abrieron paso.

Miguel Menéndez Piñar

ESPLENDOR DE LA CONCEPCIÓN JERÁRQUICA Y CRISTIANA DE LA VIDA

La ola satánica del igualitarismo que desde la revolución protestante del siglo XVI hasta la revolución anarco-comunista de nuestros días viene atacando, calumniando, socavando y debilitando todo cuanto sea o simbolice jerarquía, presenta toda desigualdad social como una injusticia.

Está en la naturaleza humana -dicen los igualitarios- que el hombre se sienta disminuido y humillado al inclinarse delante de un superior. Si lo hace, es porque ciertos prejuicios o la imposición de las circunstancias económicas lo obligan a hacerlo. Y esta violencia al orden natural de las cosas -continúan los igualitarios- trae como consecuencia que el que es supuestamente superior deforma su alma por la prepotencia y la vanidad que lo llevan a exigir que alguien se incline delante de él. Y el que se siente inferior, pierde con ese gesto servil de inclinarse ante otro, algo de la dignidad propia de su personalidad como hombre libre e independiente.

Sin embargo la Doctrina Católica nos dice exactamente lo contrario. Dios creó todo el universo de acuerdo con un orden jerárquico. Y dispuso que lo jerárquico fuese la esencia de todo tipo de orden verdaderamente humano y católico.

En contacto con el superior, el inferior puede y debe tributarle todo el respeto sin el menor recelo de que esto lo degrade o rebaje. Y de su parte el superior no debe dejarse llevar por la vanidad y la prepotencia pues su superioridad no proviene de la fuerza sino de un orden de cosas muy santo y deseado por nuestro Creador. Las costumbres en la Iglesia Católica expresan con admirable fidelidad esta doctrina. Sabido es que en ninguna institución ni ambiente de hoy, se percibe y consagra como en Ella -en sus ritos y pulidas formas- el principio jerárquico. Y tampoco en ninguna se ve tan claramente como en la Iglesia, cuánta nobleza puede haber en la obediencia, cuánta elevación de alma y cuanta bondad en el ejercicio de la autoridad y de la preeminencia.

En una Cartuja española un monje oscula genuflexo el escapulario de su superior. Es la expresión de la más entera sujeción de una voluntad a otra.


Considérese atentamente la escena y se podrá notar cuánta virilidad, cuánta fuerza de personalidad, cuánta sincera convicción, cuánta elevación de motivos el humilde monje genuflexo pone en su gesto que contiene cualquier cosa de santo y de caballeresco, de grandioso y de sincero que hace pensar a la vez en “La Legende Dorée”, en “La Chanson de Roland” y en los “Fioretti” de san Francisco de Asís.

Genuflexo así, este monje religioso católico, humilde y desconocido, se ve mayor que el hombre moderno, molécula arrogante y vanidosa, impersonal, anónima e inexpresiva de la gran masa amorfa en que se transformó la sociedad contemporánea.

Considerada la humilde actitud del monje, veamos ahora la del gentilhombre. Se trata del Conde Vladimir D´Omersson quien fuera Embajador de Francia ante la Santa Sede en los tiempos del Papa Pío XII. En esta foto aparece vestido con el solemne traje de gala diplomático, arrodillado ante el Santo Padre con ocasión de una audiencia pontificia. Sería difícil imaginar una actitud que exprese -tan completamente y al mismo tiempo- una alta conciencia de su propia dignidad y un vivo respeto ante la autoridad excelsa y suprema ante la cual el embajador tiene la honra de encontrarse. Rodilla en tierra pero torso y cuello bien erectos, saludo reverente y noble, todo muestra cuánto respeto y dignidad están contenidos en los tradicionales estilos diplomáticos de los que el Conde es un fiel intérprete, y que fueron elaborados en los siglos áureos de la Civilización Cristiana.



Considérese también en la primera foto la actitud del Prior. Hay como un contraste entre su imagen blanca, erecta, robusta y estable, que expresa autoridad, seguridad y paternal protección, y su expresión fisonómica que parece impasible, serena, neutra y un poco distante. El porte blanco de su aspecto expresa su condición oficial de Prior de la cartuja. Pero su fisonomía refleja desapego y simplicidad pues se ve que está muy consciente que no es a él en cuanto tal que se le dirige ese homenaje sino al cargo que representa.

Y, con el debido respeto, por supuesto, consideremos en la otra foto la actitud del Sumo Pontífice. Sentado en ese pequeño trono no se levanta para recibir el homenaje del embajador pero se inclina levemente para escucharlo con especial atención. Conservando su mano en la del Conde, le da al respetuoso saludo que este le presenta una cierta nota de amenidad, y manteniéndose enteramente como Papa, da todas las muestras de su más profunda benevolencia y alto aprecio para con el noble embajador.

Cuatro actitudes inspiradas en una visión bien jerárquica de las cosas. Actitudes dignas, nobles y honorables, aunque cada cual a su modo. En pocas palabras, se trata del esplendor de la humildad cristiana y la hermosura de una vida social jerarquizada.

Plinio Correa de Oliveira
O Catolicismo No. 70, Octubre de 1.956

miércoles, 29 de abril de 2009

INSENSATEZ Y MALDAD


Decía Santo Tomás que el gobierno de las naciones debe confiarse a quienes exceden en virtud e inteligencia al común de los mortales. Encumbrar lo que es de naturaleza inferior es siempre una monstruosidad; pero vivimos en una época tan dejada de la mano de Dios que hemos llegado a confundir la democracia con un sistema de gobierno donde pueden llegar a gobernar quienes no son ni virtuosos ni inteligentes. El gran Castellani establecía una clasificación de los tontos en cinco grupos, atendiendo al grado de conciencia que tenían sobre su cortedad de ingenio, que eran los siguientes: 1) Tonto a secas; esto es, ignorante. 2) Simple; esto es, tonto que se sabe tonto. 3) Necio; esto es, tonto que no se sabe tonto. 4) Fatuo; esto es, tonto que no se sabe tonto y además quiere hacerse el listo. Y 5) Insensato; esto es, tonto que no se sabe tonto y encima quiere gobernar (o hacer que gobierna) a otros. Y concluía que esta última categoría de tonto era la verdaderamente peligrosa y siniestra, más peligrosa aún -añadimos nosotros- que la categoría de los malvados; pues el malvado obra mal a sabiendas, con premeditación y alevosía, a diferencia del insensato, que obra mal pensando que obra bien. Además, el malvado, cuando llega a gobernar, lo hace ocultando a quienes lo han encumbrado sus verdaderas intenciones, de tal modo que, una vez descubiertas, puede ser depuesto. Pero al insensato lo encumbran los ignorantes, a quienes conduce fatalmente a su perdición, sin que éstos reaccionen.

Pero puede también ocurrir -el diablo nunca descansa- que los insensatos, una vez entronizados, se tornen malvados; y aquí llegamos al grado de corrupción máxima de un gobierno. Ángel Expósito, que es menos dado que yo a las lucubraciones tomistas, encarnaba en su artículo de ayer esta síntesis de insensatez y maldad en el presidente Zapatero, cuando lo caracterizaba como un gobernante que, en lugar de regir su acción por la búsqueda del bien común, se guía siempre por un interés político, que es signo distintivo de insensatez; y le faltó añadir que esa búsqueda de interés político la logra encizañando a los españoles, convencido de que su fortaleza como gobernante exige una fractura social, un estado de demogresca constante que mantenga enardecidos a sus votantes. Algunos ilusos creen que el huracán de la crisis económica, que amenaza con arramblarlo todo, lo hará desistir de su estrategia encizañadora; pero se equivocan de medio a medio, porque a estas alturas Zapatero ya no puede aparecer como un gobernante que anhela el bien común (tal pose resultaría poco creíble, amén de irrisoria), sino que necesita más que nunca exacerbar las pasiones políticas, que tal vez no sirvan para llenar los estómagos, pero en cambio distraen mucho el hambre y, sobre todo, permiten disfrazar las causas del hambre, y aun identificar erróneamente a los causantes.

Que Zapatero se está preparando para una nueva etapa en la que intensificará sus mensajes encizañadores lo demuestra la elección como ministro de Pepiño Blanco, quien -digámoslo piadosamente- aparte de no exceder al común de los mortales en virtud e inteligencia, se caracteriza sobre todo por una vocación irrefrenablemente cainita que asoma en cuanto abre la boca, no importa que se refiera a nimiedades (cuando afirma que «le tengo un asco al Real Madrid que no lo puedo ni ver») o a asuntos graves (cuando arremete contra «la hipocresía de aquellos que por la puerta de atrás abortan y luego van en la cabecera de las manifestaciones»). Nombrar ministro a una persona huérfana de méritos cuyo signo distintivo es su capacidad para enviscar los ánimos y sembrar la cizaña por doquier tal vez sea una muestra de insensatez; hacerlo en las presentes circunstancias constituye una prueba de maldad.
JUAN MANUEL DE PRADA, ABC

martes, 28 de abril de 2009

64 ANIVERSARIO

Hoy hace 64 años que descuartizaron y asesinaron a Benito Mussolini los rojos partisanos.

Requiescat in pace.

"Todo lo que fue hecho no podrá ser borrado, mientras mi espíritu, ya librado de la materia, viva, después de la pequeña existencia terrena, la vida sin fin y universal de Dios”. Del testamento de Mussolini.

EJEMPLOS DE VIDA, EJEMPLOS DE RESISTENCIA

Decía José Antonio que el espíritu se divide en dos castas: el sacerdocio y la milicia, las dos formas más heroicas de hipotecar la vida. La Fe como virtud sobrenatural que nos abre la morada eterna, y la milicia porque sin ella la vida del hombre sobre la tierra no sería digna a los ojos del Padre.

Personificando estos conceptos, la supremacía del espíritu como valor eterno, el padre Alba es buen candidato a ello, no sólo por ser sacerdote secumdum Cor tuum, sino porque la correlación de su espíritu con la milicia fue armoniosamente compaginada. Creo que las últimas palabras que le escuché fueron: mi vocación siempre fue castrense. Su figura le delataba, siempre en posición rígida. Cada una de sus palabras era un verbo encendido, vivo, guerrero, antagónico a las voces melancólicas de los púlpitos progresistas. Patriota como ninguno, sabía que nuestra historia, la de España, no podía entenderse sin el cobijo de la Providencia. Amante como el que más de las cruzadas, en especial la última de nuestra Patria, en la que luchó y murió la mejor generación española de todos los tiempos, nos puso a aquellos héroes, mártires y cruzados como paradigmas de la Fe católica, en jurada fidelidad con la sublime promesa de los jóvenes de la Asociación de la Inmaculada y san Luis Gonzaga.

Pero, ¿el modelo en la milicia? El mismo padre Alba me hubiera contestado: el Capitán de Navío Camilo Menéndez Vives. Sí, ciertamente, soldado de la Patria, en su sentido más literal, ya con quince años y tras falsificar su edad, tomó el fusil, se encarnó la boina roja y se marchó al frente como requeté al tercio de san Marcial, a defender a su Dios y a su madre España como cruzado. Más tarde como militar, sirviendo en la Armada Española, continuó la guerra, el martirio psicológico, como lo ha calificado el Santo Padre. Tal es así, que varias veces sufrió prisión y acabó expulsado del ejército por sus propios compañeros, por el simple hecho de ser católico y español consecuente con la doctrina que ello conlleva, cumpliendo así la causa-efecto de la santidad-persecución. Para mi, santo requeté Camilo Menéndez.


Nos faltaría alcanzar un equilibrio, que sin ser sacerdocio ni milicia, compaginara las dos en otro estado. Por un lado se habría de dar la predicación, el pastoreo de las almas a Dios. Por otro el combate espiritual y físico que trascienda más allá del interior del hombre. Blas Piñar. Con cerca de cuarenta años en la vida pública de España y desde su juventud en Acción Católica, sin desmayo ninguno, su voz y su pluma han dado testimonio heroico de aquella consigna del Caudillo: “España será más grande cuanto más católica sea”. Su coherencia de vida, tan escasa en nuestros tiempos, le han llevado ha ser uno de los grandes ejemplos del martirio, incruento, que esta democracia despacha contra aquello cuyas formas y fondos, perfuman su alrededor de algo católico, tradicional, sin que por ello detuviera, lo más mínimo, su paso firme y decidido, hacia el calvario que habría de traer la resurrección de España (sin Cruz no hay salvación). En él se concentra el sacerdocio y la milicia sin ser, plenamente, de uno o de otro. Apóstol de Cristo, como el padre Alba, y soldado de la Patria, como Camilo Menéndez.


Tres figuras con un denominador común: el combate por Cristo, desde diferentes estados, aquel que santifica al hombre cuando es interior, elevando el alma a Dios y, cuando es superado por una voluntad inquebrantable contra el pecado, le sucede la tan olvidada lucha exterior, pública, de testimonio constante de la Verdad. El padre Alba combatió de frente a los que, por la espalda, agrietaban los muros de la Iglesia Santa para dejar paso al humo de Satanás. El Padre sufrió la peor transición de España, la transición religiosa, denunciada por Pablo VI, como autodemolición de la Iglesia, lo que le llevó a fundar, para conservar la Fe en el pueblo y los ministros de la Iglesia, la Hermandad Sacerdotal Española, la Asociación de Sacerdotes y Religiosos de San Antonio Maria Claret, la Unión Seglar, la Sociedad Misionera de Cristo Rey, turnos de adoración, asociaciones de jóvenes con sus campamentos, colonias y un sin fin de comunidades que han demostrado que su unión se fundamenta en el amor a Cristo.

Hubo otra transición, la militar, que junto con la religiosa, se encargaron de augurar el peor de los futuros para España. Fue el Capitán de Navío Menéndez Vives, quien dentro de la institución militar, con hechos y palabras denunció la maniobra del enemigo. No pecó de omisión, pues cuando el deber de católico y español le exigieron dar ejemplo intachable, siempre mantuvo el honor por encima de la disciplina, puesto que no se puede servir a dos señores. Por causa de la injusticia y del odio, al igual que Cristo, conoció la cárcel terrena acumulando méritos para escapar de la cárcel eterna. Invalidado el brazo armado de la Patria y arrancada la Fe del pueblo, la tercera transición y consecuencia de las dos anteriores, la política, no se hizo esperar. En medio de ella, y como único bastión de resistencia, encontramos a un Blas Piñar enarbolando la bandera de la reforma perfeccionista del régimen del 18 de Julio, al estilo de santa Teresa o san Juan de la Cruz, contra la ruptura liberal de los que, como Lutero, anhelaban minar todo cimiento católico, traicionando unos, y olvidando otros, la sangre que sus mayores habían derramado en aquella santa Cruzada del 36. Con este mensaje recorrió los pueblos de España, junto con los que a su lado militaron un día en Fuerza Nueva, como profeta de los males actuales. A pesar de estar siempre bajo el cobijo de la Cruz, los fariseos que habitaban la Santa Madre Iglesia y, que por desgracia aún persisten, le negaron cualquier ayuda o aliento y hasta lo descalificaron, ignorando lo que el santo obispo de Cuenca Monseñor Guerra Campos había sentenciado: “en los discursos de Blas Piñar hay más teología, que en las reuniones de la Conferencia Episcopal”.

El padre Alba y Camilo Menéndez volaron ya al cielo, tan alto como sus méritos, pues hicieron de sus vidas una milicia para que esta fuera un servicio constante a la Fe. Creyendo en Cristo, le predicaron; esperando en Cristo, por Él lucharon; amando a Cristo, se ofrecieron a Él en expiación por “la apostasía y el hombre del pecado, el rebelde, que ha de levantarse contra todo lo que lleva el nombre de Dios o merece respeto, llegando a poner su trono en el Templo de Dios”. (2Tes. 2,4). Blas Piñar aún hoy sigue a nuestro lado, para alentar nuestras vidas hacia el noble combate de la Fe.

Tres hombres, tres católicos, tres españoles. Tres ejemplos sublimes, en tres vocaciones distintas, consagradas, en holocausto perfecto, a la restauración del Reinado Social de Jesucristo, único camino para encontrar la Paz verdadera entre los hombres.
Miguel Menéndez Piñar

lunes, 27 de abril de 2009

REZO CONTRA LA MASONERÍA

Señor nuestro Jesucristo
Rey de las Naciones y de los corazones
Dios que todo lo creaste, lo redimiste,
y has hecho a nuestro pueblo cristiano;
mira con ojos benévolos a ésta nuestra querida Patria
Consagrada a Tu Santísima Madre
y escucha a tus hijos que quieren volver a Ti.

¡Oh Rey! cristianos hemos nacido,
y cristianos queremos ser
Nuestra Patria es su historia católica,
y su destino de grandeza es llevar
Tu nombre como Bandera.
Atiéndenos, Señor, en esta jornada aciaga,
y, si está en Tu Santísima Voluntad,
aparta de nosotros este cáliz de amargura
dándonos la gracia de reconquistarte España y el mundo.

Tu Madre, Reina nuestra,
Conductora y Vencedora en la Lucha Final,
aplaste la cabeza del enemigo que avanza
extendiendo su Poder Internacional
Que el Angel que custodia nuestro suelo
aparte de nosotros la perfidia sionista,
el terror comunista y la siniestra masonería.
Aniquilen Tus Arcángeles a las Sectas Invasoras,
y guarden a nuestras juventudes
de la corrupción mental y moral.

Pero no se haga nuestra voluntad, sino la Tuya;
y si prefieres para nosotros
la noche oscura de una pasión nacional,
Te pedimos, Rey de los Reyes,
no permitas que tu pueblo sea traidor,
Antes prepáranos y danos el triunfar en el martirio,
para la Gloria de Tu Divina Majestad,
en reparación por tanta historia laica,
y para que, bajo el Manto de la Virgen Soberana,
Te adoremos en la Patria Eterna,
con los que lucharon por Ti.
Amen

viernes, 24 de abril de 2009

CRITERIOS PARA ORIENTARSE EN MEDIO DE LA CONFUSIÓN (I): PUNTOS FIJOS.

Si la adhesión a la verdad es tan importante para la vida, se comprende el cuidado que pone la Iglesia en preservar la pureza de su doctrina. Se comprende también el lamento, muy extendido, de los que se quejan de la confusión doctrinal en la Iglesia. No sólo porque circulan con ligereza opiniones dispares -siempre las hubo-, sino porque, según estiman muchos, falla la orientación de no pocos pastores.

En el seno de numerosos grupos, desde publicaciones, cátedras de enseñanza religiosa, y a veces desde la misma predicación sacerdotal, se vierten, como doctrina de la Iglesia, ideas contrarias a la misma, y, al parecer, sin una desautorización eficaz.

Muchos tienen la impresión de que algunos pastores se expresan de un modo ambiguo o se entretienen en consideraciones acerca de "renovadores" o inmovilistas", buscando una artificiosa vía media, en lugar de exponer paladinamente la verdad revelada, la cual se cualifica por sí misma, nunca por referencia a aquellos tópicos.

Éste es el lamento, muy fundado y compartido por el Papa, muchos obispos e innumerables observadores serios. La cuestión preocupa, ante todo, a los fieles, pero es de suponer que también los que se sienten fuera o alejados de la comunidad creyente querrán saber a qué atenerse respecto a la doctrina de la iglesia.

¿Hay criterios, avalados por la jerarquía de la Iglesia, para orientarse en medio de la confusión, incluso cuando la confusión parece afectar a algunos pastores? Sí, los hay y no será inútil ocuparse de ellos (hablo como obispo, no emitiendo opiniones particulares, sino aquellas enseñanzas y normas de la Iglesia que reflejan sin error la verdad de Cristo).

Pablo VI ha invitado a todos los fieles a que cada uno defienda su fe contra los errores. ¿La va a defender cada uno a su antojo, con "libre examen"? No; de acuerdo con normas superiores de la jerarquía, que es el principio de unidad para todos. Hay determinaciones permanentes del magisterio y el mismo Papa, con solicitud admirable, se encarga de recordárnoslas todos los días.

La confusión brota en torno a las "novedades". Hay novedades legítimas; otras, ilegítimas. Hay cosas claras; otras, oscuras. la confusión se disipa si se discierne entre las novedades, si no se mezcla lo claro con lo oscuro. El discernimiento se hace por referencia al depósito que todos los pastores y fieles han de asimilar con sumisión. "Vigilad y orad", dice el Señor. Nuestra vigilancia se inspira en cuatro actitudes: en medio del oleaje, a través de la niebla, mirar hacia puntos fijos, como faros; referir a ellos las novedades, para ver si son o no legítimas; acotar las zonas de opinión libre; y, aunque a veces haya que atravesar los bancos de niebla de la duda, o de la búsqueda, rechazar siempre las cortinas de humo de la ambigüedad, del lenguaje de doble sentido.

Digamos ahora algo sobre lo primero. Los puntos fijos son, ante todo, las verdades de fe y los principios morales, propuestos y declarados por el Magisterio supremo de la Iglesia: el Papa y el Episcopado universal.

Es importante recordar que estos puntos vinculan a los mismos pastores, de suerte que cualquier manifestación menos clara de alguno de ellos ha de ser juzgada a la luz de aquellas proposiciones. Esta es la norma desde el comienzo de la Iglesia.

San Pedro fue el primero en promulgar una gran verdad: que a Cristo, salvador de todos los hombres, se puede acceder sin necesidad de someterse a la ley judía. Sin embargo, en una ocasión en Antioquía, por no disgustar a los partidarios de la judaizacíón, Pedro se comportaba con disimulo. Pablo se le opuso abiertamente. ¿Por desacuerdo con su doctrina? Al contrario: porque estimó que la "simulación" de Pedro oscurecía la doctrina del mismo Pedro y desorientaba a los creyentes. San Pablo, a su vez, afirmaba que cualquier cosa que él pudiese decir habría de subordinarse en todo caso a la predicación oficial ya establecida: "Aunque nosotros, o un ángel del cielo, os anunciase otro evangelio distinto del que os hemos anunciado, sea anatema... Si buscase agradar a los hombres, no sería siervo de Cristo".

¿Ha cambiado algo, en este punto, con el último Concilio? No. Juan XXIII, al inaugurarlo, reafirmó la misma norma. Le impuso como tarea el "ejercicio pastoral del magisterio, que debe partir de la adhesión renovada, serena, tranquila, a todas las enseñanzas de la Iglesia en su integridad".

Y Pablo VI, terminado el Concilio, se apresuró a advertir que es necesario enmarcarlo en el cuadro de todo el magisterio anterior. Poco después, al ver -son sus palabras- que "algunos católicos se dejan llevar de una especie de pasión por el cambio y la novedad", cumple el mandato de Cristo de "confirmar en la fe a sus hermanos" y "proclama por encima de las opiniones humanas" la verdad de Cristo, pronunciando el Credo, "que recoge en sustancia la inmortal tradición de la santa Iglesia de Dios".

Si hay quien siembra el desconcierto, si los mismos pastores inmediatos dejan de orientar, cada uno debe defender su fe. Para ello, lo fundamental es conocer los documentos que hacen fe.

Ciertamente, no es imprescindible estudiar todos los textos de los concilios o de los Sumos Pontífices. Para fijar un rumbo inicial suficiente bastaría acudir, por ejemplo, a los viejos catecismos familiares (como el Astete o el Ripalda...). Sin duda, son resúmenes escuetos, que admiten desarrollo en varios puntos; pero es importante subrayar que ni una sola línea de estos catecismos ha sido cambiada por el Concilio.

¡He aquí, pues, una pista para comenzar a abrirse camino en la maleza de la confusión! Una pista con tres indicadores:

- no hay por qué aceptar nada que sea disconforme;

- si alguien dice cosas que parezcan diferentes, es posible que no hayamos entendido bien y que sean válidas; pero el que las dice, sea quien sea, laico, presbítero u obispo, está obligado en conciencia a mostrar su conformidad con la tradición de la Iglesia, y, mientras no lo haga, es un derecho sagrado de todos suspender el juicio;

- si alguno, en nombre del catecismo de "ahora" se atreve a proponer lo contrario a las verdades de fe y moral contenidas en el catecismo de "antes", por mucho que apele al Concilio, se le debe resistir en nombre del Concilio y de la verdadera autoridad de la Iglesia.

Termino con un ejemplo muy sabroso, ahora que estamos en vísperas del congreso eucarístico nacional de Valencia. Hay quienes, con disquisiciones o argucias más o menos habilidosas, inducen a despreciar la adoración al Santísimo Sacramento en el sagrario, intentando limitarla al momento de la misa. Pues bien, el Credo de Pablo VI dice: "El Señor.. - sigue presente, después del sacrificio, en el Santísimo Sacramento que está en el tabernáculo, corazón viviente de cada una de nuestras iglesias. Es para nosotros un dulcísimo deber honrar y adorar en la Santa Hostia que ven nuestros ojos al Verbo Encarnado a quien no pueden ver y que sin abandonar el cielo se ha hecho presente ante nosotros."

Ésta es la verdad. Con ella en el corazón, no podremos acaso evitar el dolor ante otros comportamientos; pero sí podemos impedir que nadie nos empuje a la confusión.

+José Guerra Campos+, obispo

JURAMENTO ANTI-MODERNISTA

JURAMENTO ANTI-MODERNISTA que debía prestar todo el clero, los pastores, confesores, predicadores, superiores religiosos y profesores de filosofía y teología en seminarios.
Motu Propio: “SACRORUM ANTISTITUM
San Pío X


“ Yo...abrazo y recibo firmemente todas y cada una de las verdades que la Iglesia por su magisterio, que no puede errar, ha definido, afirmado y declarado, principalmente los textos de doctrina que van directamente dirigidos contra los errores de estos tiempos.”

“En primer lugar, profeso que Dios, principio y fin de todas las cosas puede ser conocido y por tanto también demostrado de una manera cierta por la luz de la razón, por medio de las cosas que han sido hechas, es decir por las obras visibles de la creación, como la causa por su efecto.”

“En segundo lugar, admito y reconozco los argumentos externos de la revelación, es decir los hechos divinos, entre los cuales en primer lugar, los milagros y las profecías, como signos muy ciertos del origen divino de la religión cristiana. Y estos mismos argumentos, los tengo por perfectamente proporcionados a la inteligencia de todos los tiempos y de todos los hombres, incluso en el tiempo presente.”

“En tercer lugar, creo también con fe firme que la Iglesia, guardiana y maestra de la palabra revelada, ha sido instituida de una manera próxima y directa por Cristo en persona, verdadero e histórico, durante su vida entre nosotros, y creo que esta Iglesia esta edificada sobre Pedro, jefe de la jerarquía y sobre sus sucesores hasta el fin de los tiempos.”

“En cuarto lugar, recibo sinceramente la doctrina de la fe que los Padres ortodoxos nos han transmitido de los Apóstoles, SIEMPRE CON EL MISMO SENTIDO Y LA MISMA INTERPRETACIÓN. POR ESTO RECHAZO ABSOLUTAMENTE LA SUPOSICION HERETICA DE LA EVOLUCION DE LOS DOGMAS, según la cual estos dogmas cambiarían de sentido para recibir uno diferente del que les ha dado la Iglesia en un principio. Igualmente, repruebo todo error que consista en sustituir el deposito divino confiado a la esposa de Cristo y a su vigilante custodia, por una ficción filosófica o una creación de la conciencia humana, la cual, formada poco a poco por el esfuerzo de los hombres, sería susceptible en el futuro de un progreso indefinido.”

“Consecuentemente: mantengo con toda certeza y profeso sinceramente que la fe no es un sentido religioso ciego que surge de las profundidades tenebrosas del "subconsciente", moralmente informado bajo la presión del corazón y el impulso de la voluntad, sino que un verdadero asentamiento de la inteligencia a la verdad adquirida extrínsecamente por la enseñanza recibida EX CATEDRA, asentamiento por el cual creemos verdadero, a causa de la autoridad de Dios cuya veracidad es absoluta, todo lo que ha sido dicho, atestiguado y revelado por el Dios personal, nuestro creador y nuestro Maestro".

“En fin, de manera general, profeso estar completamente indemne de este error de los modernistas, que pretenden no hay nada divino en la tradición sagrada, o lo que es mucho peor, que admiten lo que hay de divino en el sentido panteísta, de tal manera que no queda nada más que el hecho puro y simple de la historia, a saber: El hecho de que los hombres, por su trabajo, su habilidad, su talento continúa a través de las edades posteriores, la escuela inaugurada por Cristo y sus Apóstoles. Para concluir, sostengo con la mayor firmeza y sostendré hasta mi ultimo suspiro, la fe de los Padres sobre el criterio cierto de la verdad que está, ha estado y estará siempre en el episcopado transmitido por la sucesión de los Apóstoles; no de tal manera que esto sea sostenido para que pueda parecer mejor adaptado al grado de cultura que conlleva la edad de cada uno, sino de tal manera que LA VERDAD ABSOLUTA E INMUTABLE, predicada desde los orígenes por los Apóstoles, NO SEA JAMAS NI CREIDA NI ENTENDIDA EN OTRO SENTIDO.

“Todas estas cosas me comprometo a observarlas fiel, sincera e INTEGRAMENTE, a guardarlas inviolablemente y a no apartarme jamás de ellas sea enseñando, sea de cualquier manera, por mis palabras y mis escritos...".

jueves, 23 de abril de 2009

LA PATRIA SOBERANA

Audio mp3

Bellas palabras de Antonio Caponnetto hablando de la Patria.

TENIENTE ROBERTO NÉSTOR ESTÉVEZ, ¡PRESENTE!

Teniente Roberto Néstor Estévez condecorado post mortem con la medalla “La Nación Argentina al heroico valor en combate” en la Guerra Justa de Malvinas. Desde la Madre Patria le rendimos homenaje.

Querido papá:

Cuando recibas esta carta yo ya estaré rindiendo cuentas de mis acciones a Dios Nuestro Señor. El, que sabe lo que hace, así lo ha dispuesto: que muera en cumplimiento de mi misión. Pero fijate vos, ¡que misión? ¿no es cierto? ¿Te acordás cuando era chico y hacía planes, diseñaba vehículos y armas, todos destinados a recuperar las islas Malvinas y restaurar en ellas Nuestra Soberanía?. Dios, que es un Padre Generoso ha querido que éste, su hijo, totalmente carente de méritos, viva esta experiencia única y deje su vida en ofrenda a nuestra Patria.

Lo único que a todos quiero pedirles es:
1) que restauren una sincera unidad en la familia bajo la Cruz de Cristo.
2) que me recuerden con alegría y no que mi evocación sea la apertura a la tristeza y, muy importante,
3) que recen por mí.

Papa, hay cosas que, en un día cualquiera, no se dicen entre hombres pero que hoy debo decírtelas: Gracias por tenerte como modelo de bien nacido; gracias por creer en el honor; gracias por tener tu apellido; gracias por ser católico, argentino e hijo de sangre española, gracias por ser soldado, gracias a Dios por ser como soy y que es el fruto de ese hogar donde vos sos el pilar.

Hasta el reencuentro, si Dios lo permite.

Un fuerte abrazo.

Dios y Patria ¡O muerte!

Roberto

miércoles, 22 de abril de 2009

POR LA RESTAURACIÓN DEL IMPERIO

Como yo también soy partidario de la Restaurarión del Imperior Romano con esa bicefalia perfecta entre Emperador y Papa, copio este artículo de mi buen amigo Kiko Méndez-Monasterio aparecido en Alba Digital.


INFLUENCIA CATÓLICA


Me temo, y no es una conclusión alegre, que los católicos sólo influyen políticamente en una sociedad cuando son emperadores o cuando son mártires, pero nunca de otra manera. De hecho, la historia política del catolicismo es bastante pendular, y se pasa de una situación a otra con una rapidez desconcertante: un día en las catacumbas y al siguiente en el palacio; o viceversa, una noche entre sábanas de seda, y la siguiente al pie de la guillotina o en el fondo de la checa.

Ya sé que es una visión excesivamente reducida, y que se pueden poner mil objeciones. Todas las acepto… bueno, todas menos una: me niego a catalogar como influencia política católica eso que se ha llamado Democracia Cristiana, que sólo de oírlo me produce un escalofrío desagradable: primero porque las mentiras, cuando van en pareja, se hacen más irritantes. (Esto se entiende bien en el caso del PSOE, “obrero y español”, que ya les vale). Y segundo porque la influencia política que haya tenido esta corriente, la DC, obedece más que nada a la multitud de asociaciones secretas que convivían en ella, y de las cuales la mafia era la menos perversa de todas.

El caso es que la política práctica, en realidad, es poco permeable a la religión. Y la cosa tiene sentido: el arte de la política se basa en los infinitos matices del gris, y sin embargo esa tibieza, en lo religioso, no encaja con naturalidad. Yo, personalmente, soy partidario de la Restauración (del Imperio romano, me refiero, con esa bicefalia perfecta entre emperador y Papa), aunque entiendo que ahora mismo no somos muchos los entusiastas de esta opción (creo que unos tres).

Esto me lleva a la perplejidad ante los sucesos político-mediáticos de lo “católico”, ya sea en radio, televisión o merendero. Qué complicado es eso de jugar con los grises y a la vez mantener blanco lo blanco y negro lo negro. Algunos debieran, o debiéramos (me incluyo), entender que no parece tiempo de influencia desde los palacios. Y que como la otra opción ya hemos dicho que es más bien incómoda, quizá sea el momento de prestar menos atención a la política y más a otros aspectos como el arte, la cultura, la educación…

PS. Tengo un amigo que está en absoluto desacuerdo con mi tesis: para él la historia de España es la historia de su Iglesia, y pone como ejemplo que hasta los partidos más radicales de la izquierda beben más de seminarios que de ateneos. Casi le doy la razón, pero es que no tengo tiempo de escribir otro artículo

Kiko Méndez-Monasterio

martes, 21 de abril de 2009

EL RETORNO DEL REY

SALUTACIÓN AL OPTIMISTA

Ínclitas razas ubérrimas, sangre de Hispania fecunda,
espíritus fratemos, luminosas almas, ¡salve!
Porque llega el momento en que habrán de cantar nuevos himnos
lenguas de gloria. Un vasto rumor llena los ámbitos;
mágicas ondas de vida van renaciendo de pronto;
retrocede el olvido, retrocede engañada la muerte;
se anuncia un reino nuevo, feliz sibila sueña
y en la caja pandórica, de que tantas desgracias surgieron
encontramos de súbito, talismánica, pura, rïente,
cual pudiera decirla en su verso Virgilio divino,
la divina reina de luz, ¡la celeste Esperanza!

Pálidas indolencias, desconfianzas fatales que a tumba
o a perpetuo presidio condenasteis al noble entusiasmo,
ya veréis al salir del sol en un triunfo de liras,
mientras dos continentes, abonados de huesos gloriosos,
del Hércules antiguo la gran sombra soberbia evocando,
digan al orbe: la alta virtud resucita
que a la hispana progenie hizo dueña de siglos.

Abominad la boca que predice desgracias eternas,
abominad los ojos que ven sólo zodíacos funestos,
abominad las manos que apedrean las ruinas ilustres,
o que la tea empuñan o la daga suicida.
Siéntense sordos ímpetus en las entrañas del mundo,
la inminencia de algo fatal hoy conmueve la Tierra;
fuertes colosos caen, se desbandan bicéfalas águilas,
y algo se inicia como vasto social cataclismo
sobre la faz del orbe. ¿Quién dirá que las savias dormidas
no despiertan entonces en el tronco del roble gigante
bajo el cual se exprimió la ubre de la loba romana?
¿Quién será el pusilánime que al vigor español niegue músculos
y que el alma española juzgase áptera y ciega y tullida?
No es Babilonia ni Nínive enterrada en olvido y en polvo,
ni entre momias y piedras reina que habita el sepulcro,
la nación generosa, coronada de orgullo inmarchito,
que hacia el lado del alba fija las miradas ansiosas,
ni la que tras los mares en que yace sepultada la Atlántida,
tiene su coro de vástagos altos, robustos y fuertes.

Únanse, brillen, secúndense tantos vigores dispersos;
formen todos un solo haz de energía ecuménica.
Sangre de Hispania fecunda, sólidas, ínclitas razas,
muestren los dones pretéritos que fueron antaño su triunfo.
Vuelva el antiguo entusiasmo, vuelva el espíritu ardiente
que regará lenguas de fuego en esa epifanía.
Juntas las testas ancianas ceñidas de líricos lauros
y las cabezas jóvenes que la alta Minerva decora,
así los manes heroicos de los primitivos abuelos,
de los egregios padres que abrieron el surco pristino,
sientan los soplos agrarios de primaverales retornos
y el amor de espigas que inició la labor triptolémica.

Un continente y otro renovando las viejas prosapias,
en espíritu unidos, en espíritu y ansias y lengua,
ven llegar el momento en que habrán de cantar nuevos himnos.

La latina estirpe verá la gran alba futura:
en un trueno de música gloriosa, millones de labios
saludarán la espléndida luz que vendrá del Oriente,
Oriente augusto, en donde todo lo cambia y renueva
la eternidad de Dios, la actividad infinita.
Y así sea Esperanza la visión permanente en nosotros.
¡Ínclitas razas ubérrimas, sangre de Hispania fecunda!

Rubén Darío, marzo 1905

lunes, 20 de abril de 2009

EL OCASO DE LOS PROFETAS

CUALQUIER persona que se atreva a hacer augurios poco complacientes sobre el futuro que nos acecha es de inmediato arrojada a las tinieblas exteriores. Donde se demuestra que la nuestra es una época desesperada (esto es, idólatra): pues allá donde el hombre tiene esperanza, el vaticinio del profeta es acogido como signo de consolación y acicate de un cambio profundo de los corazones; pero allá donde el hombre carece de esperanza, el profeta es confundido con un agorero catastrofista y condenado al silencio que se reserva a los alborotadores. A los que se atrevieron a vislumbrar hace algún tiempo los avisos del derrumbe, nuestro presidente los tildó de «antipatriotas», que es más o menos lo mismo que el rey Sedecías hizo con Jeremías, acusándolo de estar al servicio de los babilonios, cuando profetizaba la destrucción de Judea si no se arrepentía de sus pecados; y lo mismo que los troyanos hicieron con Casandra, tildándola de loca, cuando se atrevió a vaticinar que el regalo que los aqueos habían dejado a las puertas de la ciudad -aquel célebre caballo de madera- provocaría su ruina.

La misión del profeta en las sociedades desesperadas (esto es, idólatras) es siempre infecunda -voz que grita en el desierto-, pues es rasgo distintivo de las sociedades desesperadas aferrarse al disfrute de las ventajas materiales adquiridas; y, cuando ese disfrute ensimismado -que es lo único que mitiga el sinsentido vital en el que chapotean- se pone en peligro, prefieren escuchar los engañosos cantos de sirena de quienes les predican melosamente una pronta recuperación. Entre los profetas autóctonos sacrificados por los cantos melosos de las sirenas merece destacarse al diputado Pizarro, que se atrevió a vaticinar en un debate televisivo el descalabro que nuestras cabecitas a pájaros pronto sufrirían; y no sólo fue castigado por las audiencias televisivas idiotizadas, sino también por sus conmilitones, que de inmediato lo condenaron al ostracismo. Otro profeta al que aguarda un similar destino es el gobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, a quien los mismos que lo nombraron tildan ahora de alarmista por atreverse a poner una nota discordante en el coro de sirenas; y a poco que se resista a cantar su misma canción melosa, lo aguarda otra condena al ostracismo.

Pero, a fin de cuentas, que los profetas surgidos en el seno de la idolatría sean acallados por sus conmilitones no debe provocar nuestro escándalo; pues es misión de la idolatría mantener a la gente desesperada, imbuyéndole la falsa creencia de que su única salvación se cifra en el disfrute de las ventajas materiales adquiridas que ahora se empiezan a disipar. Más pavoroso resulta que quienes tendrían que devolver la esperanza a la gente desesperada también renuncien a ejercer de profetas. Hace apenas unas semanas, Benedicto XVI recordaba a los sacerdotes que «es deber de la Iglesia la denuncia razonable y razonada de los errores que han provocado la actual crisis económica», añadiendo que tal denuncia no debía recurrir a difusos «moralismos», sino motivarse en «razones concretas y comprensibles» que hicieran visibles «los fracasos de un sistema basado en la idolatría del dinero», a la vez que exhortasen a «un cambio de ruta individual», intensificando «el trabajo humilde y cotidiano de la conversión de los corazones». Lo que Benedicto XVI estaba reclamando, en fin, es que la Iglesia no renuncie al don de profecía; pues el que profetiza -condenando la idolatría y llamando a la conversión- trae la esperanza a quienes están desesperados. Que los profetas sean acallados por los mantenedores de la idolatría es propio de nuestra época desesperada; que no surjan entre quienes tienen como deber combatirla, devolviendo la esperanza a nuestras vidas, empieza a olerme a chamusquina.

JUAN MANUEL DE PRADA
20-4-2009 ABC

sábado, 18 de abril de 2009

SERVIR A DOS SEÑORES. DIOS Y POLÍTICA

A diferencia de los paganos, los primeros cristianos se caracterizaron por no tener más “señor” que a Jesucristo, hasta el punto de que su negativa a adorar el César, llegó a ser el motivo del martirio de muchos de ellos. San Pablo lo tenía muy claro cuando proclamaba: «Al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo y en la tierra, y toda lengua proclame: Jesús es Señor, para gloria de Dios Padre» (Flp 2, 10-11). También en nuestros días, los cristianos tenemos la misma tentación de “servir a dos señores”, sobre la que nos advirtió Jesucristo: «Nadie puede servir a dos señores, porque aborrecerá a uno y amará al otro; o bien se entregará a uno y despreciará al otro» (Mt 6, 24).

¿Sobre qué peligros concretos nos estaba advirtiendo Jesús? Son muchas las combinaciones a las que cabe aplicar la enseñanza evangélica de los “dos señores”: Dios y el dinero, Dios y la fama, Dios y el placer… “Dios y la política”.

Desde una perspectiva mediática, al igual que ocurre con otras muchas realidades, los católicos suelen ser juzgados y encasillados en dos bandos: derechas e izquierdas. Sin embargo, la lectura desde el punto de vista evangélico es muy diferente. En realidad, los cristianos se dividen en dos grupos: aquellos para los cuales su adscripción política tiene más peso que su fe católica, y aquellos otros, para los cuales la fe católica es más determinante que su sensibilidad política.

En efecto, la vinculación política llega a tener, en ocasiones, tanta influencia en la vida de muchos creyentes, que limita en gran manera la libertad evangélica necesaria para juzgar y discernir las ideologías de este mundo, desde el espíritu de Jesucristo. Por desgracia, hay creyentes que en la práctica llegan a condicionar la aceptación del Magisterio eclesial, al pronunciamiento –favorable o contrario- del partido político que suscita sus simpatías.

Los católicos no sólo han de valorar y estimar el ejercicio de la política, sino que están llamados a una participación activa en ella. Pero, sin embargo, me estoy queriendo referir a otra cosa en esta reflexión: el cristiano no debe “servir” a la política, cual si ésta tuviese un “señorío” sobre su corazón y sus valores de vida. («Se entregará a uno y despreciará al otro», Mt 6,24)

Una vez concluidas las persecuciones del Imperio Romano a los cristianos, San Agustín -a caballo entre los siglos IV y V- afirmaba que «el mundo tiene dos formas de perseguir al cristianismo: la primera es la violencia y la segunda es la seducción». Sin dudarlo, él entendía que la segunda era más peligrosa que la primera. Es evidente que éste es también nuestro caso. En el momento presente se habla mucho de los ataques y del acoso laicista que está padeciendo la Iglesia, lo cual es cierto y debe ser denunciado. Pero quizás no reparamos lo suficiente en el poder de seducción que tantas ideologías contrarias o extrañas a la fe, llegan a tener sobre los seguidores de Cristo. Recordemos aquellas palabras de reprensión dirigidas por Jesús a San Pedro: «Tú piensas como los hombres, no como Dios» (Mt 16, 23).

El cristiano que es seducido por ideologías o simpatías partidistas, suele ser más fácilmente aceptado y adulado en los ambientes políticos afines, pero, inevitablemente, su identidad se ve diluida, como nos recordaba Jesucristo: «Vosotros sois la sal de la tierra. Mas si la sal se desvirtúa, ¿con qué se la salará? Ya no sirve para nada más que para ser tirada afuera y pisoteada por los hombres» (Mt 5, 12). En realidad, el cristiano solamente es capaz de transformar el mundo, en la medida en que esté libre de él. Jesucristo nos advirtió: «no podéis servir a dos señores».
Mons. José Ignacio Munilla Aguirre

¡ESPAÑA!

Cuando hay que descubrir un Nuevo Mundo

o hay que domar al moro,

o hay que medir el cinturón de oro

del Ecuador, o alzar sobre el profundo

espanto del error negro que pesa

sobre la Cristiandad, el pensamiento

que es amor en Teresa

y es claridad en Trento,

cuando hay que consumar la maravilla

de alguna nueva hazaña,

los ángeles que están junto a su Silla,

miran a Dios... y piensan en España.


José María Pemán

viernes, 17 de abril de 2009

MONARQUÍA (El de la foto no es rey)

"La monarquía lleva en sí misma la oposición con el liberalismo, quien, por fuerza de la lógica, combate todos los poderes que no reconozcan su origen en la soberanía individual y no sean revocables por la voluntad colectiva. De donde se deduce que toda monarquía que se asocie con el liberalismo se condena a muerte irremisiblemente, solicitando fuerzas de sus adversarios y fundamento en principios que le son contradictorios. La monarquía queda reducida a mera ficción o simbolismo, por añadidura inútil y costoso, deja de ser tradicional, es decir si no se apoya en la tradición y en la unidad de creencias en que ésta se levanta"

Vázquez de Mella




Juan Carlos de Borbón disolvió la monarquía católica, tradicional, social y representativa. Se consagró en "monarca" parlamentario firmando la ley de partidos, el sufrago universal, la constitución atea, la ley del divorcio, del aborto y del "matrimonio" de los invertidos.
Juan Carlos NO ES REY. Ni es rey ni lo reconocemos como tal. Es parte del sistema al que combatimos y derribaremos.

jueves, 16 de abril de 2009

¡FELICIDADES!

Felicitamos al Romamo Pontífice Benedicto XVI en su 82 cumpleaños.

¡Dios lo guarde y fortalezca!


Oremus pro Pontifice nostro Benedicti XVI. Dominus conservet eum, et vivificet eum, et beatum faciat eum in terra, et non tradat eum in animam inimicorum ejus.

LUCHA: DONOSO CORTÉS

“Y no se me diga que, si el vencimiento es seguro, la lucha es excusada; porque en primer lugar, la lucha puede aplazar la catástrofe, y en segundo lugar, la lucha es un deber y no una especulación para los que nos preciamos de católicos. Demos gracias a Dios de habernos otorgado el combate, y no pidamos sobre la gracia del combate la gracia del triunfo a aquel que en su bondad infinita reserva a los que combaten bien por su causa una recompensa mayor que la victoria. En cuanto a la manera de combatir, no encuentro más que una que pueda dar hoy día provechosos resultados: el combate por medio de la prensa periódica. Hoy día es menester que la verdad dé en el tímpano del oído y que resuene en él monótona y perpetuamente, si sus ecos han de llegar hasta el recóndito santuario en donde yacen las almas enterradas y dormidas”.

Donoso Cortés

miércoles, 15 de abril de 2009

LECTURA RECOMENDADA: UNA FAMILIA DE BANDIDOS


Una Familia de Bandidos

Este libro recoge de una forma trepidante la trágica epopeya de una familia católica en tiempos de la Revolución francesa. Una lección de heroismo y de fidelidad a la religión. Ideal para toda la familia.

Pedidos en:
Editorial GAUDETE

martes, 14 de abril de 2009

LA MORAL DEL SIGLO XXI

LA MORAL DEL SIGLO XXI

“ABC” publicó un artículo de Luis Racionero bajo el título “El origen de los valores”. Según su autor, toda sociedad histórica ha tratado de fundamentar los valores y normas morales y jurídicas vigentes en ella en una instancia superior metafísica que, en la Europa anterior al siglo XIX, fue siempre la religión cristiana. El que mandaba y el que reprimía u ordenaba su conducta lo hacía siempre, no por un simple imperativo jurídico humano, sino porque tal era la voluntad de Dios reflejada en el orden natural. Durante siglos —dice Racionero— “el cristianismo logró ordenar el individualismo bárbaro bajo la férula de la cristiandad, imponiendo unos valores tomados de la Biblia y de los Evangelios, sancionados por las penas del infierno o los deleites del paraíso, y, si esto no bastaba, por la Inquisición y el brazo secular a sus órdenes”.

“El siglo de las Luces —añade— acabó con esto, y propuso la idea de un imperativo categórico de la razón, creyendo que, cuando se diese educación a la gente, ésta actuaría de modo razonable”. Las atrocidades bélicas y revolucionarias de los siglos XIX y XX no han confirmado ciertamente estos augurios, y una pléyade de sombríos diagnosticadores de nuestra época —desde Spengler hasta Koestler— confluyen en la necesidad de establecer una “escala de valores” de común aceptación que sirvan de referencia obligada a las leyes y las conductas. Su fundamentación en la ciencia le parece a Racionero imposible, dada la continua evolución de la misma. Ortega y Gasset y la escuela axiológica han tratado de conferir (o reconocer) objetividad a los valores, que serían así elementos de la realidad y no meras reacciones sentimentales o afectivas del sujeto.

Este ensayo de una moral laica, pero objetiva y estable, sería muy deseable, según nuestro autor, pero sucede que los valores sólo sirven para discutirlos, propagarlos o intentar “superarlos”.

La única solución sensata en orden al próximo milenio sería —para él— llegar a una escala de valores mediante el consenso. Existen —dice— una serie de normas y sentencias de general admisión por los humanos (conócete a ti mismo, nada en exceso, el Hombre es un fin en sí mismo, ama a tu prójimo, no hagas lo que no desees para ti, etc.), cuyos autores son hombres como Sócrates, Protágoras, Jesucristo, Kant, Teilhard… Si toda la humanidad conviniera en esos imperativos tendríamos un decálogo humanista y filantrópico perfectamente estable y universal.

Lo malo sería alcanzar ese consenso. Habría que apelar a novelistas como Rousseau para que lo imaginaran y escribieran. Además, aunque el imposible se diera, ¿cómo lograr que cada hombre aceptara los sacrificios o los esfuerzos inmensos (a veces la muerte o la ruina) que el cumplimiento de la moral exige, si ésta se basa sólo en un acuerdo meramente voluntario, humano, perfectamente discutible y discutido en el que él seguramente no ha participado?

Por otra parte, el ensayo ya se hizo en España hace cerca de dos siglos. En esto fuimos pioneros. La Constitución de 1812 fue el primer fruto de una Asamblea Constituyente (convención o consenso) a imitación de la Revolución francesa. En ella se establecía que los españoles habrían de ser “justos, honrados y benéficos”. Tan ambicioso imperativo ha servido de general pitorreo hasta nuestros días. Quizá la última década socialista que hemos vivido sea el mejor contraste del cumplimiento de aquel imperativo constitucional.

Yo no sé cuándo ni cómo el hombre moderno no creyente dispondrá para regular su conducta de algo que no sea la normativa legal positivista, ni si esa reconquista se hará por una inspiración superior, sobrenatural, o mediante trágicas experiencias históricas. Sólo sé que esa normativa superior habrá de ser necesariamente religiosa y, por supuesto, nuevamente cristiana. Todo lo demás son historias para escribir ensayos.


Rafael Gambra
16 de septiembre de 1995.

II REPÚBLICA.



En el Aniversario de la II República antitea, roja y asesina.

lunes, 13 de abril de 2009

RESUCITÓ, ¡ALELUYA!


SECUENCIA
Victima paschali laudes

Ofrezcan los cristianos
ofrendas de alabanza
a gloria de la Víctima
propicia de la Pascua.

Cordero sin pecado
que a las ovejas salva,
a Dios y a los culpables
unió con nueva alianza.

Lucharon vida y muerte
en singular batalla,
y, muerto el que es la Vida,
triunfante se levanta.

«¿Qué has visto de camino,
María, en la mañana?»
«A mi Señor glorioso,
la tumba abandonada,

los ángeles testigos,
sudarios y mortaja.
¡Resucitó de veras
mi amor y mi esperanza!

Venid a Galilea,
allí el Señor aguarda;
allí veréis los suyos
la gloria de la Pascua.»

Primicia de los muertos,
sabemos por tu gracia
que estás resucitado;
la muerte en ti no manda.

Rey vencedor, apiádate
de la miseria humana
y da a tus fieles parte
en tu victoria santa.
Amén. Aleluya.

REGINA CAELI

Regina caeli

V. Regina caeli, laetare, alleluia.
R. Quia quem meruisti portare, alleluia.
V. Resurrexit, sicut dixit, alleluia.
R. Ora pro nobis Deum, alleluia.

V. Gaude et laetare, Virgo Maria, alleluia.
R. Quia surrexit Dominus vere, alleluia.

Oremus. Deus, qui per resurrectionem Filii tui, Domini nostri Iesu Christi, mundum laetificare dignatus es: praesta, quaesumus; ut per eius Genetricem Virginem Mariam, perpetuae capiamus gaudia vitae. Per eundem Christum Dominum nostrum. Amen.

miércoles, 8 de abril de 2009

HASTA EL TRIUNFO DE NUESTRO REY

Este blog permanerá sin actualizaciones para adentrarse en la meditación oculta de la pasión y muerte de Nuestro Señor.

Volveremos triunfantes con la resurrección de Cristo para seguir combatiendo por Su Reinado.

"No todo el oro reluce, ni toda la gente errante anda perdida; a las raíces profundas no llega la escarcha, el viejo vigoroso no se marchita. De las cenizas subirá un fuego, y una luz asomará en las sombras; el descoronado será de nuevo rey, forjarán otra vez la espada rota."

(Gandalf, en la carta que dejó en el Poney Pisador para Frodo, refiriéndose a Trancos) Tolkien

YA SE AVISÓ DE LA SITUACIÓN ACTUAL

Extracto de las conclusiones de la Encíclica SOLLICITUDO REI SOCIALIS

47. En el marco de las tristes experiencias de estos últimos años y del panorama prevalentemente negativo del momento presente, la Iglesia debe afirmar con fuerza la posibilidad de la superación de las trabas que por exceso o por defecto, se interponen al desarrollo, y la confianza en una verdadera liberación. Confianza y posibilidad fundadas, en última instancia, en la conciencia que la Iglesia tiene de la promesa divina, en virtud de la cual la historia presente no está cerrada en sí misma sino abierta al Reino de Dios.

La Iglesia tiene también confianza en el hombre, aun conociendo la maldad de que es capaz, porque sabe bien —no obstante el pecado heredado y el que cada uno puede cometer— que hay en la persona humana suficientes cualidades y energías, y hay una « bondad » fundamental (cf. Gén 1, 31), porque es imagen de su Creador, puesta bajo el influjo redentor de Cristo, « cercano a todo hombre »,86 y porque la acción eficaz del Espíritu Santo « llena la tierra » (Sab 1, 7).

Por tanto, no se justifican ni la desesperación, ni el pesimismo, ni la pasividad. Aunque con tristeza, conviene decir que, así como se puede pecar por egoísmo, por afán de ganancia exagerada y de poder, se puede faltar también —ante las urgentes necesidades de unas muchedumbres hundidas en el subdesarrollo— por temor, indecisión y, en el fondo, por cobardía. Todos estamos llamados, más aún obligados, a afrontar este tremendo desafío de la última década del segundo milenio. Y ello, porque unos peligros ineludibles nos amenazan a todos: una crisis económica mundial, una guerra sin fronteras, sin vencedores ni vencidos. Ante semejante amenaza, la distinción entre personas y Países ricos, entre personas y Países pobres, contará poco, salvo por la mayor responsabilidad de los que tienen más y pueden más.

Juan Pablo II, 30 de Diciembre de 1987

martes, 7 de abril de 2009

CRUZ Y FIERRO

Cruz y Fierro. La Tradición cristiana
desde su origen prístino reunía
el ascetismo y la caballería
en equilibrio de sapiencia humana.
Perdonar mis agravios yo podría
mas no los hechos a otros; a quien me hermana
el saber que de Dios su ser demana
Cruz y Fierro, paciencia e hidalguía.
“A fuerza de villano, fierro en medio”
y la cruz de la espada por remedio…
milicia la vida es de los mortales.
Si la huyes, das en males más acerbos
pues si se hacen manteca los leales
se salen de la vaina los protervos.
Hasta que Cristo fin ponga a los males.

P .Leonardo Castellani

lunes, 6 de abril de 2009

ARMADOS POR CRISTO, ARMADOS PARA CRISTO

En homenaje al Cristo de la Buena Muerte, al que rendimos armas en esta Semana Santa.
Y en recuerdo a un camarada y amigo legionario.

domingo, 5 de abril de 2009

PRÉDICAS CATÓLICAS (III)


UN IDEAL

Para que el cristianismo sea respuesta radical a la vida del joven de hoy (en realidad, a la vida del joven de siempre) tiene que ofrecer un sentido a la totalidad de la vida.

Hay épocas de desencanto, de humanismo de depresión, como se dijo en la ponencia anterior, en las que se renuncia, incluso, a reconocer la necesidad o la conveniencia de eso que se llama sentido total de la vida. En este supuesto, si alguien renuncia a darle sentido a la totalidad de la vida y se conforma con buscar sentido a actuaciones o programas parciales y transitorios, estamos en distintos planos y no hay nada que decir; a no ser que intentásemos reavivar de nuevo en su ánimo el apetito vital.

Partimos de un hecho evidente: fuera del cristianismo no hay entre nosotros respuestas que pretendan dar sentido a la totalidad de la vida, por ejemplo, a situaciones de impotencia, de muerte, que también es algo de nuestra vida, etc.

En general, hay otro tipo de ideales, inspiradores de actitudes y conductas, que se acomodan a programas activos, etapas de edificación, ordenación de relaciones sociales interhumanas; pero casi ninguno abarca los aspectos íntimos o profundos, que están más allá de lo activo o de lo que se puede conseguir con programas humanos; y ninguno, desde luego, da respuesta radical a la muerte.

El joven, aunque algunos parezcan instalarse en desalientos prematuros, exige un ideal totalitario. Pronuncio la palabra ideal a sabiendas de que está muy gastada. Creo que es un término digno de conservarse y, sobre todo, que lo que significa sigue teniendo vigencia. Entiendo por ideal algo que da sentido a la vida, tensa el ánimo en todas las circunstancias, es cauce de energías; se caracteriza por ser, al mismo tiempo, misión que nos vincula (fuente de obligación gozosa, que impulsa -diríamos- a acometer, a volar) y liberación.

Esta conjunción espontánea de lo que vincula y lo que libera es la esencia misma de lo que da sentido a la totalidad de la vida. Cuando se intenta parcializar esta síntesis armónica, y se acentúa unilateralmente bien el aspecto de liberación o emancipación sin misión ni vínculos, bien el aspecto de misión y obligación sin liberación, el hombre se siente insatisfecho, destrozado en lo más interior de sí mismo.

† José Guerra Campos, obispo.

viernes, 3 de abril de 2009

PALABRAS CLARAS SOBRE LA LEY DEL ABORTO

Ahora que el aborto vuelve a ser discutido, en los medios y en la calle, debemos decir la verdad. Del proyecto de ley socialista y de la ley de 1985 que el Partido Popular apoya y defiende legitimando un crimen abominable.

Para todos, este texto. Pero sobre todo para aquellos católicos que integran las filas del Partido Popular e incluso ocupan cargos de responsabilidad. Esa responsabilidad, política y moral, puede traer graves consecuencias.

Pastoral de Monseñor Guerra Campos -obispo de Cuenca- sobre la Ley Asesina del Aborto aprobada en España en 1985.


LEGITIMACIÓN DE UN CRIMEN. ABORTO PRÁCTICAMENTE LIBRE

Ley Inmoral

El Jefe del Estado y Rey de España acaba de sancionar y promulgar una ley –aprobada por las Cortes Generales, a propuesta del Gobierno- por la cual queda permitido en España el aborto provocado en determinados supuestos. (Boletín Oficial del Estado, 12 de julio de 1985, día negro de la historia de España).

De este modo, a pesar de los avisos de las más altas instancias morales, se ha consumado la legitimación de unas agresiones “contra la vida del ser humano más indefenso e inocente” (Episcopado Español). “crimen abominable” (Concilio Vaticano II) “que nunca, en ningún caso, se puede legitimar” (Juan Pablo II).

Una exposición razonada de la ley moral y de la doctrina de la Iglesia, en el marco de la situación española, la hemos dado en el Boletín Oficial del Obispado de Cuenca, enero y febrero-marzo de 1983. No es hora de reiterar doctrina, sino de señalar la gravísima situación que se ha creado e interpelar a los transgresores con la fuerza que exigen la justicia y la sangre de los inocentes. Con la dureza implacable con que Nuestro Señor Jesucristo fustigó a quienes se autojustificaban mientras inducían a engaño al pueblo, a quienes escandalizaban a los sencillos.

El Papa Juan Pablo II, hablando solemnemente a España y refiriéndose precisamente a las autoridades y a una ley del tipo de la ahora promulgada, ha dicho: “Quien negara la defensa a la persona humana más inocente y débil, a la persona humana ya concebida, aunque todavía no nacida, cometería una gravísima violación del orden moral”. Los poderes públicos en España, en contra de su misión primaria, niegan protección a la vida de los más débiles. Más aun: facilitan con medios públicos a la acción homicida. Por eso no cabe hablar solo de despenalización. Estamos ante una legalización de un crimen.

No cabe invocar el pluralismo de pareceres ni conformarse con una simple manifestación de opiniones, como si todo fuese una amable tertulia. Porque, según enseñanza pontificia, “la vida de un niño prevalece sobre todas las opiniones”. Prevalece sobre todas las constituciones. Prevalece, a fortiori, sobre todas las argucias propagandísticas. Prevalece sobre todas las simulaciones diplomáticas.

Decir que esta ley es sólo permisiva y que no obliga a nadie, es una falacia cruel: porque es ley permisiva de una matanza de inocentes y condena a la indefensión a las víctimas de la agresión injusta. Legitima un crimen.

La restricción de la ley a algunos supuestos no modifica su calificación moral; pues, en ningún caso, es permisible el aborto voluntario. Pero, además, el juicio moral no se detiene en apariencias formalistas. Mira al bien y al mal reales: y es notorio que en el contexto social en que la ley se implanta su proyección abortista es mucho más amplia que el tenor de la letra. La ley no funciona como expresión de benignidad penal, sino como un incentivo y justificación. La sentencia del Tribunal Constitucional ha puesto al desnudo la omisión de garantías por parte de los legisladores. Numerosas declaraciones de gobernantes (algunas muy reticentes y referidas a la sentencia mencionada) y las de publicistas y personas que se jactan impunemente de promover y realizar abortos demuestran que los interesados en aprovecharse de la ley dejan de lado los supuestos “oficiales”, que apenas toman en consideración, y acogen la ley como un portillo para lograr la impunidad del aborto en otros muchos supuestos. La voluntad de “protección de los “nascituros”, que la Constitución exige, está oscurecida. Se destaca, en cambio, la voluntad de favorecer a las abortantes, ensanchando alguno de los motivos hasta poder usarlo como pretexto universal. Para mayor irrisión, la misma ley autoriza a las embarazadas a abortar sin ninguna de las garantías que la ley establece y el Tribunal Constitucional exigía (!!!). Aborto prácticamente libre.

En todo caso, la abundancia de feticidios, con la agravante de la monstruosa utilización comercial de los fetos, hace que el mundo de hoy el problema moral del aborto sea cualitativa y cuantitativamente el más grave, más que el terrorismo: y esta ley no contribuye a remediarlo.

No puede cesar la oposición a la ley

La oposición a otras leyes cesa en el momento de ser promulgadas; se acatan, aunque sean insatisfactorias. Esta no. Después de su promulgación es cuando empieza lo peor, lo intolerable. Mientras la ley dure, hay que denunciarla, rechazarla, exigir su revocación.

Personas e instituciones, que mantienen ruidosas e inacabables batallas en defensa de los intereses en menos cuantía, se muestran muy solícitas por conseguir el silencio en este asunto. Y entran con vergonzosa complicidad en la conspiración del silencio. Como si se tratase de un episodio ya terminado, que sería mejor olvidar. Pero ese silencio encubre una matanza de inocentes. Es muy cómodo para algunos, mientras chorrea la sangre y los niños son descuartizados, pretender acallar las voces de protesta manejando con cínica elegancia de guante blanco vocablos como “tolerancia”, “convivencia pacífica”, “moderación”, “regulación de una realidad existente”. ¿Qué significa todo eso, cuando lo que se hace es autorizar y facilitar el crimen, a costa de los más débiles e inocentes? ¿Qué sentido tiene la falsa palabrería, a no ser como síntoma de una sociedad en descomposición? ¿Pueden ser tales palabras la reacción de un organismo sano? ¿Se puede admitir la sinceridad de ese lenguaje? ¿Aceptan que otros lo utilicen cuando los que así hablan se sienten víctimas de la agresión?

Es inmoral cooperar en la aplicación de la ley

La cooperación en los abortos legalizados es gravemente inmoral. Lo es –como advirtió el Papa en España- facilitar medios y servicios, públicos o privados, para dar muerte a víctimas indefensas. El Estado no tiene autoridad para obligar a los médicos y demás sanitarios, ni a ningún funcionario, a esa cooperación, a la que en conciencia deben negarse. Un mandato del Poder Público en ese sentido, no sólo es desacertado, sino radicalmente nulo y perverso. Ante él sería necesario decir con los Apóstoles: “Es preciso obedecer a Dios antes que a los hombres”. El Rey dice: “Mando a todos los españoles, particulares y autoridades, que guarden y hagan guardar esta ley”. Este mandato, incluso a tenor de la ley, solo puede exigir la obediencia de los poderes judiciales en cuanto a no imponer penas: entre otras razones, porque quedan privados de facultad para hacerlo. Cualquier mandato que implicase cooperación sería recusable. Un Obispo español, de los órganos directivos de la Conferencia, escribió al ser anunciada la ley: “No es lícito cooperar ni a la elaboración ni a la promulgación ni a la puesta en práctica de una ley que va claramente contra las normas primarias de la moral humana”.

Ruina moral de la sociedad

La Constitución Española, al decir que “todos tienen el derecho a la vida” no establece distinciones. Tal derecho ha de ser protegido. Es extraño que el Tribunal Constitucional interprete que los de unos sí y los de otros no. Y que donde la Constitución excluye, en tiempo de paz, la pena de muerte para los asesinos y otros delincuentes, autorice el Tribunal la muerte de los inocentes en ciertos casos. Pero el problema no es la interpretación. El gran problema es que, si la Constitución, en su concreta aplicación jurídica, permite dar muerte a algunos, resulta evidente que, no solo los gobernantes, sino la misma ley fundamental deja sin protección a los más débiles e inocentes. (Y a propósito: ¿tienen algo que decir los gobernantes, más o menos respaldados por clérigos, que en su día engañaron al pueblo solicitando su voto con la seguridad de que la Constitución no permitía el aborto? Y digan lo que digan, ¿Va a impedir eso la matanza que se ha legalizado?).

Mientras dure esta situación, un socavón temible amenaza los cimientos de la sociedad. El Papa avisó en España que, legitimando la muerte de un inocente, “se mina el fundamento mismo de la sociedad”.

Se mina el fundamento. Por tanto, es patente el error de los que tratan esto como un punto aislado. Rechazar de modo absoluto el aborto obliga a revisar la predicación moral sobre la estructura de la sociedad. Obligación que incumbe igualmente a la Corona. Es contradictorio dar por bueno un sistema que lleve legítimamente a efectos inadmisibles. No es posible en conciencia instalarse tranquilamente en él, sin hacer lo necesario por enderezarlo y por desligarse de responsabilidades que no se pueden compartir. Pero no es este el momento de desarrollar cuestión de tanto alcance.

Los responsables deberían, al menos, abrir los ojos para ver que su actuación mina sus propios cimientos. Es suicida. Porque ellos seguirán procurando su propia defensa contra los agresores. Y si esto es justo en sí, ¿es equitativo cuando dejan en la indefensión a los más necesitados? Los que están patrocinando, a costa de otros, la ley del más fuerte, ¿conservan alguna credibilidad cuando apelan a valores morales?¿no han perdido toda autoridad moral para reclamar respeto a sus propias vidas y para protestar contra el terrorismo? Los terroristas aplican a sus intereses en determinados supuestos el mismo criterio moral que los legitimadores del aborto aplican a otros intereses.

Ahora mismo todas las personas e instituciones responsables se han hundido en indignidad: de la que no saldrán mientas siga el clamor, aunque esté ahogado, de las víctimas inocentes.

Hay que señalar la responsabilidad de quienes rechazan como absolutamente inmoral el aborto y la desprotección de sus víctimas, pero han contribuido o contribuyen todavía a que los culpables de ese crimen se apoyen en votos católicos, ¿Qué se ha hecho, en determinados ambientes eclesiásticos, de las tan cacareadas “denuncia profética”, “voz de los que no tienen voz”, “conciencia crítica de la sociedad”? ¿Dónde está Juan Bautista diciendo a los poderosos: “No te es lícito” Los profetas, ¿se nos han vuelto de pronto complacientes cortesanos?

No se libran de responsabilidad los que han “legitimado” la votación de la ley del aborto, cualquiera que haya sido el sentido de su voto. ¿No se negaron a participar en la votación de otra ley, por no hacerse cómplices de la aprobación “ni tan siquiera por la vía pasiva”?

Mientas sea legal matar a los que viven en las entrañas de sus madres, toda la nación queda manchada: en unos, por comisión o complicidad; en otros, por omisión. Queda en entredicho su condición de Patria. Queda especialmente herida la Corona, tradicional amparadora de los débiles y del derecho natural. Es bien lamentable que ese amparo se haya interrumpido a costa de los más indefensos, tanto si la institución quiere y no puede como si puede y no quiere. Esta llaga sólo podrá cerrarse, y no sin humillación, con la revocación de la ley y la repulsa de los comportamientos homicidas. Y con el saneamiento estructural al que antes hemos aludido.

***

La ley promulgada en el mes de julio, cuando se celebra la festividad del Apóstol Santiago, en la que la Nación española hace a su Patrono una de las dos Ofrendas anuales, instituidas hace más de tres siglos, una por las Cortes, otra por el Rey; suprimidas en 1931, restablecidas en 1937. ¿Puede una nación hacer ofrendas a un Apóstol de Cristo y, al mismo tiempo, inmolar niños al altar de Moloc? El Apóstol San Pablo nos sale al paso clamando: “¿Qué concordia hay en Cristo y Belial?”, “¿qué concierto entre el templo de Dios y los ídolos?” “No podéis beber el Cáliz del Señor y el cáliz de los demonios” (1 Cor. 10, 21 y 2 Cor. 6, 15-16).

Los católicos en su relación con la Iglesia

La posición ante la Iglesia de los católicos responsables del aborto se define en dos planos:

A) El Código de Derecho, en el canon 1398, establece para toda la Iglesia: “Quien procura el aborto, si éste se produce, incurre en excomunión latae sentencia” (es decir, por el hecho mismo de cometer el delito). La excomunión importa, entre otros efectos, la prohibición de recibir los Sacramentos y de celebrarlos y la de tener participación ministerial en cualquier acto de culto. Dadas condiciones de imputabilidad, contraen esta excomunión todos los que procuran, realizan, cooperan a realizar un aborto efectivo: los que inducen a la madre que quiere o deja realizarlo; los autores físicos, los médicos y ayudantes técnicos y demás colaboradores; los que proporcionan los medios de clínicas y otras instituciones sanitarias y económicas. Nótese que si el aborto no resulta efectivo, no se incurre en la excomunión, aunque el intento ineficaz tenga la misma malicia moral.

B) Los católicos que favorecen el aborto en supuestos de autoridad y de función pública, en la medida en que cooperan a la realización de un aborto concreto y efectivo, incurren evidentemente en la misma excomunión. A veces, no se podrá determinar si la acción de las autoridades recae en un aborto concreto y efectivo, o se queda en el fomento de posibilidades y facilidades generales. En este caso, será dudosa la excomunión: pero no es dudosa su tremenda responsabilidad moral, ordinariamente mayor que la de los ejecutores, ni es dudoso que merecen reprobación pública y penas espirituales, aunque no se contraigan automáticamente.

Ciertas manifestaciones de eclesiásticos, sobre este punto, desorientan indebidamente a los fieles, porque, aunque los enunciados sean verdaderos, en el contexto suenan necesariamente a atenuación de responsabilidad o a interpretación benévola de actuaciones que, al contrario, han de ser denunciadas según su enorme gravedad. Tres ejemplos mostrarán oportunamente cómo hay que evitar los equívocos:

Primer ejemplo.- Si alguno proclamare: “el que mate al Rey, a la Reina y a la Familia Real no incurre en excomunión”, diría la verdad; sin embargo, todos estimarían con razón que esa proclamación, sin más, sería imprudente, ambigua e intolerable.

Segundo ejemplo.- El crimen de una madre que, con actos imputables, asesinase a todos los miembros de su familia, o el de un médico que hiciese lo mismo con decenas de enfermos en un hospital, nadie dirá que es menos que el de un aborto, aunque por éste incurra en excomunión y no por aquella matanza.

Tercer ejemplo (que nos acerca al tratamiento práctico de nuestro caso).- El Código de Derecho no establece pena automática para “los fieles que pertenezcan en asociaciones masónicas”, pero la Santa Sede ha declarado expresamente que “se hayan en estado de pecado grave y no pueden acercarse a la santa comunión”.

La autoridad de la Iglesia puede determinar de modos variables lo referente a las penas canónicas. Ninguna autoridad de la Iglesia puede modificar la culpabilidad moral ni la malicia del escándalo. A veces, se pretende eludir las responsabilidades más altas como si la intervención de los Poderes Públicos se redujese a hacer testigos, registradores o notarios de la “voluntad popular”. Ellos verán. A Dios no se le engaña. Lo cierto es que, por ejemplo, el Jefe del estado, al promulgar la ley a los españoles, no dice: “doy fe”. Dice expresamente: “MANDO a todos los españoles que la guarden”.

Los que han implantado la ley del aborto son autores conscientes y contumaces de lo que el Papa califica de “gravísima violación del orden moral” con toda su carga de nocividad y de escándalo social. Vean los católicos implicados si les alcanza el canon 915, que excluye de la Comunión a los que persisten en “manifiesto pecado grave”. ¿De veras pueden alegar alguna eximente que los libre de culpa en su decisiva cooperación al mal? ¿La hay? Si la hubiere, sería excepcionalísima y, en todo caso, transitoria. Y piensen que los representantes de la Iglesia no pueden degradar su ministerio elevando a comunicación in sacris la mera relación social o diplomática.

La regla general es clara. Los católicos que en cargo público, con leyes o actos de gobierno, promueven o facilitan –y, en todo caso, protegen jurídicamente- la comisión del crimen del aborto, no podrán escapar a la calificación de pecadores públicos. Como tales habrán de ser tratados –particularmente en el uso de los Sacramentos-, mientas no reparen según su potestad el gravísimo daño y escándalo producidos.


† José, Obispo de Cuenca. 13 de julio de 1985

jueves, 2 de abril de 2009

¡MALVINAS VOLVEREMOS, MALVINAS VENCEREMOS!

Desde este humilde blog quiero rendir homenaje a los hombres argentinos que el 2 de Abril de 1982 se alzaron en armas contra la invasión inglesa que había robado las Islas Malvinas.

En su recuerdo y como centinelas de nuestro espíritu, las letras siempre arengadoras de Antonio Caponnetto.

¡MALVINAS VOLVEREMOS, MALVINAS VENCEREMOS!



NO TE RINDAS

Valió el fuego y el hielo, las noches sin descanso, los días en camino.

Valió acampar a la intemperie con la Gloria,
desafiar con orgullo al prepotente,
izar nuestro estandarte donde cuadra,
ejercitar la hidalguía como un hábito,
frente al asombro de los habituados al mal y al extravío.

Valió asistir al vuelo de los héroes;
presenciar el temor del enemigo.

Valió entender que se es capaz de estar presente
aunque se ciernan todos los peligros
–solo entre la nieve soberana,
solo entre las rocas y entre el frío-
aunque el mundo, a lo lejos,
se duerma ajeno con sus propios ruidos.

Podrán aventajarnos en las fuerzas,
pero no en el Destino.

No te rindas.

Valió la Pascua esperando al invasor.
Nunca en la Argentina de estos tiempos
tuvo tanto sentido aquella nueva y eterna Resurrección de Jesucristo.

Valió consagrar a María –Madre y Reina-
nuestras tierras robadas por una reina impía.

Valió, también, vivir el 25 de mayo en pie de guerra.
Se entendió entonces, porqué la Patria es ante todo,
su Historia Verdadera,
porque es la obra de la Cruz y de la Espada.

No te rindas. No olvides.
No hagas fugaz lo perenne
ni venzas el espíritu invencible.

Valió comprobar que existen los milagros,
que la hazaña desfila todavía;
que el mando es de los Jefes que comandan;
que no puede ordenar el cobarde,
ni regir el incapaz de valentía.
La milicia es un don que no admite a los tibios.
Sólo el coraje distingue y jerarquiza.

No te rindas.

Valió la Fe creciendo con los riesgos,
las Misas de los domingos entre peleas
–el sacrificio sobre el Sacrificio-;
el reparar los nombres de las Islas,
la amistad en un alba centinela.

Valió la sed, el hambre, la fatiga.
Y sobre todo... valió la sangre y la muerte batallando.
El testimonio irreversible de todos los caídos.
El ejemplo para siempre de los que regresaron nunca.
Porque morir en la avanzada es ser lumbre y simiente,
es convertirse en promesa del Triunfo.

Por ellos y por eso, no te rindas.
No acates las noticias del desbande,
no escuches el silencio de los cómplices,
no consientas marchar hacia el abismo;
no creas a los prometedores de éxitos que ya son fracasos.
Que no te engañen con la paz sin honra,
con la tranquilidad afrentosa
y el reposo sin honor y sin grandeza.
No existe la Argentina si existe derrumbada.
No queremos la tregua del sentenciado;
queremos la vigilia tensa, armada.

No te rindas ahora, Combatiente:
Caballero de la Orden Redentora de la Patria Cautiva.
No entregues la Esperanza.

Hay que volver.
Para escarmentar a los perjuros,
para restablecer en todos los espacios el tiempo de la hombría,
para que despunte el Nuevo Amanecer.
Para ser fieles, continuar y volver...
Los enemigos internos y externos
nos han tomado de rehén a la Victoria.

Antonio Caponnetto

miércoles, 1 de abril de 2009

1º DE ABRIL DE 1939


En el día de hoy, cautivo y desarmado el ejército rojo, han alcanzado las tropas nacionales sus últimos objetivos militares. La guerra ha terminado.
El Generalísimo Franco.
Burgos, 1º de abril de 1939.