El pasado día 16 decía en un correo que, por si alguno no conocía el hecho, relataría la incalificable bellaquería que se cometió con el Capitán de Navío Camilo Menéndez donde se ponen en evidencia las miserias humanas y la degradación de las virtudes militares a que ha dado lugar el devenir de España desde que dejara de ser Una, Grande y Libre.
En el juicio por el 23F, el Fiscal Togado de la Armada José Manuel Claver Torrente era vecino del Capitán de Navío Camilo Menéndez (pues vivía en el mismo portal de las casas de Marina de la calle General Moscardó número 26 de Madrid y por ello coincidía frecuentemente con él y con su familia en el ascensor) pero sin duda tratando de “ganar puntos” en la nueva situación creada tras el fracaso de la “Operación De Gaulle” (organizada por el CESID con el correspondiente “Nihil Obstat” y transformada, posteriormente al fracaso en “Intentona golpista” del 23-F) no sólo no declinó ejercer la acusación y que esta recayese en otro fiscal, sino que en su escrito de acusación calificó la conducta de CN Camilo Menéndez, no como de auxilio a la rebelión (como finalmente fue calificada por el CSJM), sino de rebelión militar consumada y pidió 12 años de prisión, aún constándole y haberse demostrado de forma fehaciente en el juicio, que Camilo Menéndez no había tomado parte en ninguna conspiración previa, y que el “Auxilio a la rebelión” que finalmente apreció el Consejo Superior de Justicia Militar se había materializado sin más “armamento” que el paquete de tabaco con el que entró en el Congreso para ofrecer al Teniente Coronel Tejero. Incluso los miembros del Alto Tribunal, consideraron excesivo calificar de “rebelión militar consumada” el ofrecer tabaco y compañía al compañero caído en desgracia y se conformaron con considerar su actitud como de “auxilio a la rebelión”. Pero su vecino, el fiscal Claver Torrente llevado sin duda de “la fe del converso” para medrar, o bien porque la grandeza moral del CN Camilo Menéndez era un fustazo en la cara para tan abyecto vecino, le pidió ¡12 años de prisión por rebelión militar consumada!
Recurridas las sentencias, la Sala 5ª de Supremo, en el caso de Camilo Menéndez, confirmó la resolución del CSJM, es decir, la Sentencia que le imponía una pena de un año de prisión y que por ser inferior a 3 años y un día, no tenía la accesoria de separación del servicio y en consecuencia no le acarreaba la pérdida de la condición militar.
Al no haber perdido la carrera, y como quiera que su sorprendente embarque en una nave a punto de irse a pique, sin tener ningún compromiso para ello, y con la sola finalidad de acompañar al comandante en tan duro trance, le hiciera granjearse el aprecio y la admiración de cuantos valoraron su hidalgo gesto, comenzó a ser invitado en actos castrenses.
Tal fue el caso de la apertura del curso de Guerra 82-83 en la Escuela de Guerra Naval, donde había sido profesor de táctica.Invitado al solemne acto de apertura por el Director de la Escuela, en un principio declinó el ofrecimiento, pero ante la insistencia, finalmente asistió.Pero por presión política de alguno de los civiles asistentes, nada menos que el Almirante Salvador Moreno lo expulsó del acto. ¡A pesar de estar expresamente invitado!
No cabe duda que este Almirante prefirió barcos sin honra a honra sin barcos, pero teniendo en cuenta que en este caso histórico la única “escuadra salvada” era la de su interés personal, su decisión tal vez le mantuvo temporalmente los barcos….a cambio de perder lo otro.¡Más le hubiera valido en la ocasión quemar sus naves! Habría acompañado en la historia a Pizarro.
Pero frente a este lamentable caso, hubo otro en el que se puso de manifiesto que todavía quedaban algunos Oficiales y Jefes que eran Hombres de Honor. El 12 de octubre del 82, el teniente de la Guardia Civil comandante de puesto de Azuqueca de Henares, Juan Revelo, le invitó igualmente a los actos del Día del Pilar por estar la familia vinculada a dicho pueblo al tener casa en él. Nuevamente el CN Camilo Menéndez declinó el ofrecimiento para no comprometer al comandante de puesto, quien se empeñó en que asistiera, y así lo hizo por no desairarle.
El entonces alcalde de Azuqueca, Florentino García Bonilla (entonces del PCE, luego de IU y finalmente del PSOE) exigió que Camilo Menéndez abandonara el Cuartel... El teniente Revelo, a diferencia del Almirante Salvador Moreno, invitó al alcalde a marcharse, alegando que el Capitán de Navío Camilo Menéndez era su invitado... Le metieron el correspondiente paquete, que cumplió con absoluta dignidad, tras haber dado testimonio de su fidelidad al lema de la Benemérita: “El honor es mi divisa”. Por este hecho es acreedor a compartir el respeto que merecen hombres como el Capitán Cortés, el Coronel Moscardó o el Teniente Coronel Tejero.
Aquellas invitaciones ponían en evidencia que la quijotesca actitud del CN Camilo Menéndez había calado hondo en el estamento militar y que lo tenían como una referencia de virtudes militares… Y ante el riesgo de que cundiera el ejemplo de las invitaciones y aprovechando que su Promoción se encontraba a las puertas del Almirantazgo (afectados por ello de la más virulenta “fajinitis”) el AJEMA en un alarde de cómo el Mando puede utilizar las debilidades y miserias humanas, convocó un “Consejo” de los 12"almirantables" (todos compañeros de promoción y alguno marinero voluntario con él en la Cruzada, además de haber estado destinado en la Casa Militar del Generalísimo, como el caso del posteriormente Almirante Urcelay) pidiéndoles su opinión acerca de si Camilo debía seguir en activo o ser expulsado... TODOS VOTARON A FAVOR DE SU EXPULSIÓN (sin duda pensando que se jugaban el ascenso a Almirante).
Aquella indecente muestra de la miseria humana, igualmente denigrante para quien se aprovechó de ella, que para quienes se arrastraron por el fango de la deslealtad y la cobardía, se maquilló como "retiro forzoso". Y se hace imprescindible escribir en la historia, el nombre de aquel AJEMA: Almirante Saturnino Suanzes de la Hidalga. Como era de suponer no todos los que vendieron al compañero recibieron sus treinta monedas... no todos fueron ascendidos a Almirante.
Posteriormente, alguno de los judas, ya almirante, a falta de olivo y soga, arrastró su arrepentimiento de por vida y durante la larga enfermedad del CN Camilo Menéndez lo visitaba asiduamente lamentando, a buen seguro, haber puesto un baldón en la gloriosa historia de la Armada Española.
Hay que decir que Camilo lo recibía siempre afablemente y tampoco echó en cara a sus compañeros de promoción la deslealtad, poniendo una vez más en evidencia la grandeza de su espíritu.
Sirva este caso como un ejemplo más de los fundamentos morales en que se sustenta la “Transacción”… Y para poder entender la situación en que actualmente se halla España.
De aquellos polvos estos lodos.
Coronel Lorenzo Fdez-Navarro de los Paños A. Miranda
En el juicio por el 23F, el Fiscal Togado de la Armada José Manuel Claver Torrente era vecino del Capitán de Navío Camilo Menéndez (pues vivía en el mismo portal de las casas de Marina de la calle General Moscardó número 26 de Madrid y por ello coincidía frecuentemente con él y con su familia en el ascensor) pero sin duda tratando de “ganar puntos” en la nueva situación creada tras el fracaso de la “Operación De Gaulle” (organizada por el CESID con el correspondiente “Nihil Obstat” y transformada, posteriormente al fracaso en “Intentona golpista” del 23-F) no sólo no declinó ejercer la acusación y que esta recayese en otro fiscal, sino que en su escrito de acusación calificó la conducta de CN Camilo Menéndez, no como de auxilio a la rebelión (como finalmente fue calificada por el CSJM), sino de rebelión militar consumada y pidió 12 años de prisión, aún constándole y haberse demostrado de forma fehaciente en el juicio, que Camilo Menéndez no había tomado parte en ninguna conspiración previa, y que el “Auxilio a la rebelión” que finalmente apreció el Consejo Superior de Justicia Militar se había materializado sin más “armamento” que el paquete de tabaco con el que entró en el Congreso para ofrecer al Teniente Coronel Tejero. Incluso los miembros del Alto Tribunal, consideraron excesivo calificar de “rebelión militar consumada” el ofrecer tabaco y compañía al compañero caído en desgracia y se conformaron con considerar su actitud como de “auxilio a la rebelión”. Pero su vecino, el fiscal Claver Torrente llevado sin duda de “la fe del converso” para medrar, o bien porque la grandeza moral del CN Camilo Menéndez era un fustazo en la cara para tan abyecto vecino, le pidió ¡12 años de prisión por rebelión militar consumada!
Recurridas las sentencias, la Sala 5ª de Supremo, en el caso de Camilo Menéndez, confirmó la resolución del CSJM, es decir, la Sentencia que le imponía una pena de un año de prisión y que por ser inferior a 3 años y un día, no tenía la accesoria de separación del servicio y en consecuencia no le acarreaba la pérdida de la condición militar.
Al no haber perdido la carrera, y como quiera que su sorprendente embarque en una nave a punto de irse a pique, sin tener ningún compromiso para ello, y con la sola finalidad de acompañar al comandante en tan duro trance, le hiciera granjearse el aprecio y la admiración de cuantos valoraron su hidalgo gesto, comenzó a ser invitado en actos castrenses.
Tal fue el caso de la apertura del curso de Guerra 82-83 en la Escuela de Guerra Naval, donde había sido profesor de táctica.Invitado al solemne acto de apertura por el Director de la Escuela, en un principio declinó el ofrecimiento, pero ante la insistencia, finalmente asistió.Pero por presión política de alguno de los civiles asistentes, nada menos que el Almirante Salvador Moreno lo expulsó del acto. ¡A pesar de estar expresamente invitado!
No cabe duda que este Almirante prefirió barcos sin honra a honra sin barcos, pero teniendo en cuenta que en este caso histórico la única “escuadra salvada” era la de su interés personal, su decisión tal vez le mantuvo temporalmente los barcos….a cambio de perder lo otro.¡Más le hubiera valido en la ocasión quemar sus naves! Habría acompañado en la historia a Pizarro.
Pero frente a este lamentable caso, hubo otro en el que se puso de manifiesto que todavía quedaban algunos Oficiales y Jefes que eran Hombres de Honor. El 12 de octubre del 82, el teniente de la Guardia Civil comandante de puesto de Azuqueca de Henares, Juan Revelo, le invitó igualmente a los actos del Día del Pilar por estar la familia vinculada a dicho pueblo al tener casa en él. Nuevamente el CN Camilo Menéndez declinó el ofrecimiento para no comprometer al comandante de puesto, quien se empeñó en que asistiera, y así lo hizo por no desairarle.
El entonces alcalde de Azuqueca, Florentino García Bonilla (entonces del PCE, luego de IU y finalmente del PSOE) exigió que Camilo Menéndez abandonara el Cuartel... El teniente Revelo, a diferencia del Almirante Salvador Moreno, invitó al alcalde a marcharse, alegando que el Capitán de Navío Camilo Menéndez era su invitado... Le metieron el correspondiente paquete, que cumplió con absoluta dignidad, tras haber dado testimonio de su fidelidad al lema de la Benemérita: “El honor es mi divisa”. Por este hecho es acreedor a compartir el respeto que merecen hombres como el Capitán Cortés, el Coronel Moscardó o el Teniente Coronel Tejero.
Aquellas invitaciones ponían en evidencia que la quijotesca actitud del CN Camilo Menéndez había calado hondo en el estamento militar y que lo tenían como una referencia de virtudes militares… Y ante el riesgo de que cundiera el ejemplo de las invitaciones y aprovechando que su Promoción se encontraba a las puertas del Almirantazgo (afectados por ello de la más virulenta “fajinitis”) el AJEMA en un alarde de cómo el Mando puede utilizar las debilidades y miserias humanas, convocó un “Consejo” de los 12"almirantables" (todos compañeros de promoción y alguno marinero voluntario con él en la Cruzada, además de haber estado destinado en la Casa Militar del Generalísimo, como el caso del posteriormente Almirante Urcelay) pidiéndoles su opinión acerca de si Camilo debía seguir en activo o ser expulsado... TODOS VOTARON A FAVOR DE SU EXPULSIÓN (sin duda pensando que se jugaban el ascenso a Almirante).
Aquella indecente muestra de la miseria humana, igualmente denigrante para quien se aprovechó de ella, que para quienes se arrastraron por el fango de la deslealtad y la cobardía, se maquilló como "retiro forzoso". Y se hace imprescindible escribir en la historia, el nombre de aquel AJEMA: Almirante Saturnino Suanzes de la Hidalga. Como era de suponer no todos los que vendieron al compañero recibieron sus treinta monedas... no todos fueron ascendidos a Almirante.
Posteriormente, alguno de los judas, ya almirante, a falta de olivo y soga, arrastró su arrepentimiento de por vida y durante la larga enfermedad del CN Camilo Menéndez lo visitaba asiduamente lamentando, a buen seguro, haber puesto un baldón en la gloriosa historia de la Armada Española.
Hay que decir que Camilo lo recibía siempre afablemente y tampoco echó en cara a sus compañeros de promoción la deslealtad, poniendo una vez más en evidencia la grandeza de su espíritu.
Sirva este caso como un ejemplo más de los fundamentos morales en que se sustenta la “Transacción”… Y para poder entender la situación en que actualmente se halla España.
De aquellos polvos estos lodos.
Coronel Lorenzo Fdez-Navarro de los Paños A. Miranda