domingo, 30 de mayo de 2010

A SAN FERNANDO

Berenguela cubría de recatos
una cuna con bríos imperiales.
Y llegaban al hijo sus relatos
como sones pujantes de arrebatos
del torreón de los campos celestiales.

Viene el alba por Burgos, en Las Huelgas
ciñe acero, loriga, limpio brial.
España es un olor de madreselvas
cautivo entre los moros y las sierras
que espera al Caballero del Grial.

Ya le llega de frente, entre pendones,
va en su escolta quien dicen es Santiago,
o el Estado Mayor de las razones
con que amar a la patria en los hondones
aunque duela el amor dolor aciago.

Las campanas regresan a su oficio.
Las cruces se levantan en Jaén.
Sevilla es un católico epinicio,
y a su paso la Fe, como el indicio
de un alcázar o muro o terraplén.

A los pobres del reyno tu desvelo,
el Fuero Juzgo a todos, las Partidas,
al infiel la Cruzada y el anhelo
de servir de sostén y de consuelo
en la noche del llanto y las heridas.

Que otra vez del arzón de tu montura
penda la Virgen de las Mil Batallas,
que una cantiga por cabalgadura
nos ponga en marcha fatigosa y dura
cargados de esperanzas y de agallas.

Porque el siglo da reyes sin alteza,
da pastores sin sangre ni certeza
de la cruz luminosa del martirio.
Acaso pueda entonces tu entereza
purificar el barro como el lirio.


Antonio Caponnetto

DISCURSO DE FRANCO EN LA INAUGURACIÓN DEL VALLE DE LOS CAÍDOS


Españoles:

Cuando los actos tienen la fuerza y la emotividad de estos momentos en que nuestras preces ascienden a los cielos impetrando la protección divina para nuestros Caídos, las palabras resultan siempre pobres. ¿Cómo podría expresar la honda emoción que nos embarga ante la presencia de las madres y las esposas de nuestros Caídos, representadas por esas mujeres ejemplares aquí presentes, que conscientes de lo que la Patria les exigía, colgaron un día las medallas del cuello de sus deudos, animándoles para la batalla? (Grandes aplausos) ¿Qué inspiración sería precisa para cantar las heroicas gestas de nuestros Caídos; para poder reflejar el entusiasmo, segando tantas veces en flor, de los que con los primeros rayos de sol de la mañana caían con la sonrisa en los labios al asaltar las posiciones de los defensores de los mil pequeños «Alcázares», en que se convirtieron en la Nación las residencias de las pequeñas guarniciones o las casas cuarteles de la Guardia Civil, defendidas hasta el límite de lo inverosímil contra fuerzas superiores, sin esperanza de socorro; o para ensalzar el heroísmo y el entusiasmo derrochado en las cruentas batallas libradas contra las Brigadas Internacionales para hacerlas morder el polvo de la derrota; o para enumerar los sacrificios y los heroísmos de los que en los 2.500 kilómetros de frente mantuvieron la intangibilidad de nuestras líneas; o para narrar la tragedia no menos meritoria, de los que sucumbieron a los rigores de los durísimos inviernos, o se vieron mutilados al helarse sus extremidades bajo los hielos de Teruel o en las divisorias de las montañas; o para destacar la serenidad estoica de los mártires que frente al fatídico paredón de ejecución morían confesando a Dios y elevándole sus preces; o para exaltar la conducta de tantos sacerdotes ,martirizados, que bendecían y perdonaban a sus verdugos, como Cristo hizo en el Calvario; o para presentar las virtudes heroicas de tantísimas mujeres piadosas que, por sólo serlo, atrajeron las iras y la muerte de las turbas desenfrenadas; o para reflejar la zozobra de los perseguidos, arrancados del reposo de sus hogares en los amaneceres lívidos por cuadrillas de forajidos para ser fusilados; o para poder describir la epopeya sublime de aquella Comunidad de frailes de San Juan de Dios que sobre una playa solitaria de nuestro Levante cayeron sesgados por las ametralladoras, mientras con sus cantos litúrgicos elevaban a Dios un grandioso hosanna? (Grandes aplausos)

La gran epopeya de la Cruzada
Nuestra guerra no fue, evidentemente, una contienda civil más, sino una verdadera Cruzada, como la calificó entonces nuestro Pontífice reinante; la gran epopeya de una nueva y para nosotros más trascendente independencia. Jamás se dieron en nuestra Patria en menos tiempo más y mayores ejemplos de heroísmo y de santidad, sin una debilidad, sin una apostasía, sin un renunciamiento. Habría que descender a las persecuciones romanas contra los cristianos para encontrar algo parecido.

En todo el desarrollo de nuestra Cruzada hay mucho de providencial y de milagro. ¿De qué otra forma podríamos calificar la ayuda decisiva que en tantas vicisitudes recibimos de la protección divina? ¿Cómo explicar aquel primer legado, providencial e inesperado, que en los momentos más graves de nuestra guerra recibimos, cuando la inferioridad de nuestro armamento era patente y con el arrojo teníamos que sustituir los medios y que nos llegó, como llovido del cielo, en un barco con ocho mil toneladas de armamento, apresado en la oscuridad de la noche por nuestra Marina de Guerra a nuestros adversarios? Ocho mil toneladas de material que comprendían varios miles de fusiles ametralladores, de morteros, de ametralladoras y cañones con sus dotaciones, que constituían el más codiciado botín de guerra que pudiéramos soñar y que desde entonces formó la primera base de nuestro armamento.

Coincidencia de las victorias con las solemnidades religiosas
En aquellos momentos representaba esto mucho más que una gran batalla ganada, al restarse al enemigo aquel potencial de guerra y venir a sumarse a nuestra fortaleza. Y no es una, sino varias veces que, al correr de nuestra campaña, se repetían los hechos providenciales que nos favorecían. ¿Y qué pensar de los desenlaces de las grandes batallas, cuyas crisis victoriosas, sin que nadie se lo propusiese, se resolvieron siempre en los días de las mayores solemnidades de nuestra Santa Iglesia?

Sólo el simple enunciado de estos hechos justificaría esta obra de levantar en este valle ubicado en el centro de nuestra Patria un gran templo al Señor, que expresase nuestra gratitud y acogiese dignamente los restos de quienes nos legaron aquellas gestas de santidad y heroísmo.

El magnífico escenario para el Monumento a los Caídos
La Naturaleza parecía habernos reservado este magnífico escenario de la Sierra, con la belleza de sus duros e ingentes peñascos, como la reciedumbre de nuestro carácter; con sus laderas ásperas, dulcificadas por la ascensión penosa del arbolado, como ese trabajo que la Naturaleza nos impone; y con sus cielos puros, que sólo parecían esperar los brazos de la Cruz y el sonar de las campanas para componer el maravilloso conjunto.

Mucho fue lo que a España costó aquella gloriosa epopeya de nuestra Liberación para que pueda ser olvidada; pero la lucha del bien con el mal no termina por grande que sea su victoria. Sería pueril creer que el diablo se someta; inventará nuevas tretas y disfraces, ya que su espíritu seguirá maquinando y tomará formas nuevas, de acuerdo con los tiempos.

La anti-España fue vencida y derrotada, pero no está muerta. Periódicamente la vemos levantar la cabeza en el exterior y en su soberbia y ceguera pretender envenenar y avivar de nuevo la innata curiosidad y el afán de novedades de la juventud. Por ello es necesario cerrar el cuadro contra el desvío de los malos educadores de las nuevas generaciones. (Grandes aplausos)

La principal virtualidad de nuestra Cruzada de Liberación fue el habernos devuelto a nuestro ser, que España se haya encontrado de nuevo a sí misma, que nuestras generaciones se sintieran capaces de emular lo que otras generaciones pudieran haber hecho. El genio español surgió en mil manifestaciones: desde aquellas Milicias en que cristalizó el entusiasmo popular en los primeros momentos, y que formaron el primer núcleo de nuestras fuerzas de choque, a los alféreces provisionales que nuestra capacidad de improvisación creó para el encuadramiento de nuestras tropas, y que habrían de asombrar a todos por su espíritu y aptitud para el mando.
Así iban surgiendo las legiones de héroes y la innumerable floración de mártires. No importaba dónde, si en la tierra, en el mar o en el aire; si entre infantes o jinetes, artilleros o ingenieros, falangistas, requetés o legionarios. Era el soldado español en todas sus versiones. Sus sangres se confundían en la Cruzada heroica, en el común ideal de nuestro Movimiento. (Grandes y prolongados aplausos)

El Movimiento en las entrañas de la Patria
Conforme los días pasaban, el Movimiento calaba en las entrañas de nuestra Patria. Todo en nuestra Nación se hacía Movimiento. No sólo marchaba con nuestras banderas victoriosas, sino que nos salía al encuentro en las poblaciones que liberábamos. Nuestros himnos se musitaban en las cárceles, se extendían por los campos, se susurraban en los hogares y salían al exterior como una explosión de cantos de esperanza al ser liberados.

Nuestra Victoria fue total y para todos
Nuestra Victoria no fue una Victoria parcial, sino una Victoria total y para todos. No se administró a favor de un grupo ni de una clase, sino en el de toda la Nación. Fue una victoria de la unidad del pueblo español, confirmada al correr de estos veinte años. Los bienes espirituales que sobre España se derramaron; la coincidencia de pensamiento y el ambiente que hace fructífero el trabajo; la plenitud de seguridad, sin zozobras, temores ni intranquilidad para el futuro; la firmeza y seguridad con que viene desarrollándose nuestro progreso económico-social; el afianzamiento de un clima de entendimiento y unidad y los ingentes esfuerzos de engrandecimiento y transformación de la vida española; han creado un estado de conciencia en toda la vida nacional, que ya no admite el viejo espíritu de las banderías y domina a todos un afán común de participar en la gran tarea de resurgimiento y de transformación de nuestra Patria. (Grandes aplausos)

Con la Victoria, como sabéis, no acabó nuestra lucha. A las batallas de la guerra siguieron las no menos importantes de la paz, en las que desde el exterior se intentó la reversión de nuestra Victoria y que dio lugar a que se exteriorizase la fortaleza de nuestro Movimiento político, al unirnos como un solo hombre en defensa de nuestra razón, y en el que cada uno, desde el puesto que le correspondía en la vida, habéis venido asistiéndome con vuestra recia fidelidad.

Hoy, que hemos visto la suerte que corrieron en Europa tantas naciones, algunas católicas como nosotros, de nuestra misma civilización, y que contra su voluntad cayeron bajo la esclavitud comunista, podemos comprender mejor la trascendencia de nuestro Movimiento político y el valor que tiene la permanencia de nuestros ideales y de nuestra paz interna. (Grandes aplausos)

Un defecto de nuestro carácter es el de realizar grandes esfuerzos para dejarnos caer más tarde en la laxitud y en la confianza. En el tiempo que corremos no cabe el descanso. No es época en que se puedan desmovilizar los espíritus después de la batalla, ya que el enemigo no descansa y gasta sumas ingentes para minar y destruir nuestros objetivos. Se hace necesaria la tensión de un Movimiento político que levantado sobre los principios proclamados que nos son comunes mantengan el fuego sagrado de su defensa.

Importancia de mantener la hermandad de la Cruzada
Hoy sois vosotros, nuestros combatientes, los que por haber llegado a la mitad de vuestra vida cubrís puestos en las actividades más diversas e importantes de la Patria, imprimiéndole una doble seguridad. Interesa el que mantengáis con ejemplaridad y pureza de intenciones la hermandad forjada en las filas de la Cruzada, que evitéis que el enemigo, siempre al acecho, pueda infiltrarse en vuestras filas; que inculquéis en vuestros hijos y proyectéis sobre las generaciones que os sucedan la razón permanente de nuestro Movimiento, y habréis cumplido el mandato sagrado de nuestros muertos. No sacrificaron ellos sus preciosas vidas para que nosotros podamos descansar. Nos exigen montar la guardia fiel de aquello por lo que murieron; que mantengamos vivas de generación en generación las lecciones de la Historia para hacer fecunda la sangre que ellos generosamente derramaron, y que, como decía José Antonio, fuese la suya la última sangre derramada en contiendas entre españoles.

¡Arriba España!

Francisco Franco, 1 de abril 1959

miércoles, 26 de mayo de 2010

VIDEO DE BLAS PIÑAR EN EL DESVÁN DE LA MEMORIA


Blas Piñar en El Desván de la Memoria, programa dirigido por Alfonso Arteseros en http://www.canalarteseros.tv/ Pinchad en la imagen para acceder al video del programa.

martes, 25 de mayo de 2010

CARTA DE PROTESTA DE UN AMIGO QUE HAN PUBLICADO EN GERMINANS

Apreciados hermanos en la fe:

Permítanme dirigirles esta breve y directa carta rogando su publicación.

Creo que la separación de lo Sagrado y lo Profano la tienen más clara nuestros gobernantes actuales que no nuestro Cardenal Mons. Luis Martínez Sistach. Separación entre lo Sagrado, como el lugar de adoración a Dios, y lo Profano como el lugar no reservado exclusivamente al servicio de Dios A los actos me remito: día 14 de mayo en la Basílica de Santa María del Mar en presencia de una multitud de jóvenes con motivo de la llegada a Barcelona de la Cruz de la Jornada Mundial de la Juventud, entre los cuales me encontraba yo junto con algunos compañeros más de mi grupo. El acto que se realizó en nuestra Basílica con presencia de nuestro Señor Cardenal, fue de principio a fin, un acto pagano. La Basílica parecía un mercado pues como en un mercado en aquel acto todos hablaban a voz en grito.

Se amenizaba la fiesta con la hermana Glenda, y el grupo de música Kairoi, (en la foto de la abajo a la derecha) grupos de música que por su estilo, especialmente este último, no deberían tocar en una iglesia, aunque el acto sea un acto dedicado a los jóvenes.

Pero es que eso no es todo, sino que además se permitieron el lujo de poder hacer bailes dentro del recinto sagrado, bailes del todo inadecuados al momento, con mujeres ligeras de ropa. ¿En qué quedamos en la Catedral no se puede entrar con pantalones cortos y falda corta, y el Cardenal de Barcelona bendice con su presencia un acto en el que un grupo de muchachas va a bailar con el ombligo al aire dentro de la casa del Señor, lugar de oración? ¿Qué lío nos hemos hecho en la cabeza? Pretenden ser de Cristo pero con las estructuras del mundo y eso no es posible, pensamos que vamos a contentar a los jóvenes con actos de este tipo, y los jóvenes lo que buscamos, Señor Cardenal, son palabras de vida eterna, lo que buscamos es un encuentro con Cristo cara a cara que nos lleve a la conversión, queremos entregarnos a Cristo hasta las últimas consecuencias.

¿Quiénes son los responsables de esa vigilia en Santa María del Mar? Por si nuestro Arzobispo no lo recuerda, la responsabilidad recae sobre el Delegado diocesano de Juventud Mn. Toni Román y sobre su ayudante “ad latere” Mn. Josep-Lluís Calvís, alias “Yuyu”. ¿Qué podemos esperar de un sacerdote que pasados los 40 tacos sigue vistiendo como un jovenzuelo setentero, llamándose y haciéndose llamar con un diminutivo tan pueril como el que él mismo balbuceaba en su niñez? Esos sacerdotes pretenden que vivamos con los esquemas eclesiales más que superados de su juventud. Y nosotros protestamos claramente: ¡Basta de esta pastoral! ¡Prou d´aquests sacerdots irresponsables!

Señor Cardenal, íbamos buscando a Cristo en esa Basílica y lo único que encontramos fue el mundo del que huíamos. Ni siquiera usted estuvo a la altura de las circunstancias: se limitó casi a hacer de presentador del acto, sin ningún mensaje con profundidad, sin nada que después pudiésemos recordar. Ni siquiera un testimonio de vida digno de ser imitado. No queremos eso. El acto del día 14 en la Basílica de Santa María del Mar no contó con los jóvenes de la diócesis, porque, y creo que hablo en nombre de muchos, a los jóvenes, Monseñor, no nos gustó el acto, nos sentimos mal en esa Basílica, pues nosotros íbamos a buscar a Cristo y nos encontramos con grupos de música y bailarines danzando y no es ese el Cristo que queremos, el Cristo que queremos es el Cristo que nos vino a predicar nuestro queridísimo Juan Pablo II al entregarnos esa cruz, un Cristo crucificado, doliente, que comprende nuestros pesares porque los ha padecido también, un Cristo, junto al que he de crucificar ese “yo” que rema en sentido contrario al de la gracia. Ese es al Cristo que nos recuerda esa Cruz, regalo del siempre querido y nunca olvidado Juan Pablo II. No es de extrañar que muchos, entre ellos algunos de los sacerdotes más apostólicos, se levantasen y marchasen indignados. Incluso el anciano párroco de Premià de Dalt Mn. Colomer, hombre de marcada línea progresista, en un alarde de cordura se levantó espetando: “Això no hi ha qui ho aguanti. Me´n vaig” (Esto no hay quien lo aguante. Me voy).

Pero no fue todo mal esa noche. Al salir del templo, con la cruz a cuestas, el acto se volvió solemne, de camino a la parroquia de Santa Teresita del Niño Jesús. Se rezo el vía crucis por la calles de Barcelona, todos paraban a mirarnos, algunos a burlarse de nosotros. Una multitud de jóvenes pudieron contemplar la pasión del Señor en el espíritu que comentábamos anteriormente, cargando con la cruz, como nuestro Señor. Debo felicitar a los organizadores de esta segunda parte del acto. Pude ver aquella noche como por las calles el Vía Crucis en silencio era rezado por la gente, y no sólo el vía crucis, sino también varios rosarios y coronillas de la Misericordia que oí rezar a varios grupos de jóvenes. Simplemente quería hacer saber a los que puedan y quieran leerlo, que los jóvenes es esto último lo que queremos. Hemos de agradecer a la Parroquia de Santa Teresita por el esforzado trabajo de organización de toda esa segunda parte del acto de la Cruz de la Jornada Mundial de la Juventud.

Tampoco quisiera acabar, sin advertir la razón por la que he decidido denunciar este acto públicamente. Es muy posible que se pueda echar en cara que en primer lugar era necesario hacer una corrección fraterna en privado al Señor Cardenal. Creo que pensar de esta manera es un error porque la corrección fraterna sería válida en el caso de que el único perjudicado fuese el Señor Cardenal, y en ese caso le advertiríamos que se estaría equivocando, pero estamos hablando de un mal ejemplo de carácter público, donde todos pudieron ver y oír lo que allí se hacía y decía. E hizo daño a muchos. No lo duden.

http://www.germinansgerminabit.org/

lunes, 24 de mayo de 2010

PREPARANDO LA DECAPITACIÓN DE LA PIEDAD


Independientemente de que momentaneamente han paralizado sus actuaciones contra la Piedad del Valle de los Caídos, la empresa concesionaria de la profanación está preparada para su diabólica labor. Han apuntalado la cabeza de la Piedad y han numerado todos y cada uno de los bloques de la pieza. Todo ello no es mas que un gesto de cara a la galería ya que al parecer el propietario de esta empresa comentó hace unos dias que será imposible bajar la escultura sin destrozarla.

Asociación para la Defensa del Valle de los Caidos

martes, 18 de mayo de 2010

PERSECUCIÓN RELIGIOSA SILENCIADA EN LA INDIA

Copio comunicación recibida con súplica de oraciones.

Queridos amigos:

Rezar por la Iglesia de la India. Extremistas budistas, en la India han prendido fuego a 20 iglesias en la noche pasada. Esta tarde han planificado por destruir 200 iglesias en la provincia de Olisabang. Tienen intención de matar a 200 misioneros entre las próximas 24 horas. En este momento todos los cristianos se están escondiendo en las “aldeas”. Rezar por ellos y enviar este e-mail a todos los cristianos que conocéis. Pedir a Dios que tenga piedad de nuestros hermanos y hermanas de la India. Cuando recibáis este mensaje, os ruego enviarlo con urgencia a otras personas. Rezar por ellos a nuestro omnipotente y victorioso Señor.

P. Samuel M. Chetcuti OFM Conv.
P. Provincial de los Frailes Franciscanos Conventuales
República Street, Valletta VLT 1110, Malt Tef. (356) 21241167
Fax (356) 21223556
Mob (336) 99865668
E-mail: san chet38@hotmail.com ratchet@yahoo.com frsamuelc@gmail.com

lunes, 17 de mayo de 2010

BLAS PIÑAR, JUEVES 20 MAYO EN "EL DESVÁN DE LA MEMORIA"


EL DESVÁN DE LA MEMORIA, JUEVES 20 DE MAYO

En directo a partir de las 21 h., con la presencia en el plató de D. Blas Piñar, político, notario y escritor español. Para participar por teléfono en directo pueden llamar al número 902 01 09 05.

Puede verse en directo en www.canalarteseros.tv

domingo, 16 de mayo de 2010

VALLE DE LOS CAÍDOS: PRÓXIMA DECAPITACIÓN DE LA PIEDAD



QUIEREN DECAPITAR A LA VIRGEN

El martes día 11 de Mayo se realizó un último intento de llegar a un acuerdo con Patrimonio Nacional, en relación al desmontaje de “La Piedad” una de las grandes obras de gran valor artístico religioso y cultural español, creado por D. Juan de Ávalos.

Este último intento se realizó junto a la Piedad, a la que salvajemente han arrancado ya su manto desoyendo los cualificados dictámenes técnicos de empresas especializadas, profesionales del sector y hasta Academias de Bellas Artes.

A esta última reunión asistieron técnicos de Patrimonio Nacional, empresa a las que se le ha encargado la “demolición” del Valle de los Caídos, técnicos de la Abadía Benedictina, un monje en representación directa del P. Abad y los técnicos de la Fundación Juan de Avalos.

Dicho encuentro o en este caso desencuentro, finalizó de mala manera y en términos muy tensos.

Las argumentadas explicaciones de los técnicos de la Fundación Juan de Avalos no consiguieron hacer mella en la decidida y entendemos que equivocada postura de Patrimonio Nacional representado por D. Ángel Balao, director de restauraciones de esa entidad. “La Piedad va a ser desmontada y no hay alternativa a este hecho.”

El ejemplo más evidente de que la postura de Patrimonio es inflexible lo tenemos en la intención, allí expuesta, de instalar un biombo de grandes dimensiones, delante de la escultura para evitar las miradas y objetivos fotográficos indiscretos ya que “no podemos permitir que aparezcan en la prensa imágenes de la Virgen decapitada”, es decir, no quieren que trascienda a la opinión pública el testimonio gráfico de su profanación.

Desde la Asociación para la Defensa del Valle de los Caídos, y mediante estas líneas queremos dar a conocer nuestra decidida intención de luchar hasta las últimas consecuencias legales contra este hecho sin precedentes en el mundo occidental, entendiendo que se están incumpliendo una serie de factores que, individualmente deberían suponer la paralización inmediata de las obras de desmontaje y que en su conjunto suponen una serie de ilegalidades de las que nadie, ni personal ni corporativamente deben salir indemnes.


- No ha sido convocado, o al menos no nos consta, concurso de adjudicación de las obras de desmontaje y mucho menos de las de restauración.

- No existe, o al menos no nos consta, más licencia de obra que una de “obra menor”… ¡para el desmontaje de una escultura de 160 toneladas!

- Se han negado repetidamente los permisos a la Fundación Juan de Avalos, para realizar un molde a la escultura que garantizaría la reposición de alguno/s de los bloques, en caso de destrozo en su desmontaje.

- No se ha hecho caso de los informes técnicos anteriormente aludidos y que desaconsejan firmemente el desmontaje de la escultura para su restauración.

- No solo no se cuenta con el permiso del P. Abad para el desmontaje de la escultura, sino que, por el contrario, éste ha manifestado en varias oportunidades (y hay constancia documental de este hecho), su oposición al desmontaje.

Estaremos atentos a lo que ocurra la semana que viene porque A LA VIRGEN NO SE LA DECAPITA.

Anunciamos nuevas medidas legales.

Asociación para la Defensa del Valle de los Caídos

sábado, 15 de mayo de 2010

HOMBRES SIN TRADICIÓN

En su breve discurso a los «cultivadores del pensamiento, la ciencia y el arte» congregados en Lisboa, Benedicto XVI acierta a definir la tragedia más honda de nuestra época, que no es otra sino la ruptura con la tradición, con todo ese acervo de sabiduría acumulada que, revitalizado por cada generación, se entrega a la generación siguiente, para ayudarla a descifrar el mundo. «En efecto -ha señalado el Papa-, en la cultura de hoy se refleja una «tensión» entre el presente y la tradición, que a veces adquiere forma de «conflicto». La dinámica de la sociedad absolutiza el presente, aislándolo del patrimonio cultural del pasado y sin la intención de proyectar un futuro». Y un presente desgajado del acervo cultural que lo explica acaba arrojando a sus hijos a la intemperie; o, todavía peor, los recluye en las mazmorras donde los aguardan los tiranos disfrazados de mesías que saben que los pueblos sin traditio (los pueblos que ya nada tienen que entregar, puesto que nada han recibido) son los más vulnerables a la ingeniería social.

Esta ruptura con la tradición se nos vende, por supuesto, como una suerte de liberación mesiánica. Absolutizando el presente -por emplear la expresión papal-, los hombres llegan a creerse dioses; y olvidan que las ideas nuevas que les rondan la cabeza (que, por supuesto, son ideas inducidas por el tirano de turno, que ha modelado a su gusto la esfera interior de sus conciencias) son repetición de los viejos errores de antaño, esos errores que sólo a la luz de la tradición se delatan. Porque la tradición nos conecta con un depósito de sabiduría acumulada que sirve para explicar el mundo, que ofrece soluciones a los problemas en apariencia irresolubles que el mundo nos propone; problemas que otros confrontaron antes que nosotros, que otros discurrieron antes que nosotros, que otros dilucidaron antes que nosotros. Y cuando los vínculos con ese depósito de sabiduría acumulada son destruidos, cualquier intento de comprender el mundo se hace añicos, se liga fatalmente a impresiones contingentes, se zambulle en un carrusel de aturdimiento y banalidad. Y así, subidos a lomos de ese carrusel, nos quieren los nuevos tiranos, para que nuestra orfandad sin vínculos con la tradición se convierta en el terreno de cultivo de sus consignas ideológicas, que actúan a modo de implantes emocionales en nuestros cerebros y en nuestras almas.

A nadie se le escapa que en este rechazo de la tradición subyace un aborrecimiento de la verdad; esto es, un intento de negar la existencia de una naturaleza humana objetiva, dotada de racionalidad ética. «Este «conflicto» entre la tradición y el presente -proseguía Benedicto XVI en su discurso lisboeta- se expresa en la crisis de la verdad; pero sólo ésta puede orientar y trazar el rumbo de una existencia lograda, como individuo o como pueblo. De hecho, un pueblo que deja de saber cuál es su propia verdad, acaba perdiéndose en el laberinto del tiempo y de la historia, sin valores bien definidos, sin grandes objetivos claramente enunciados». Quien defiende hoy en Occidente la verdad que puede orientar el rumbo de una existencia lograda, para los individuos y para los pueblos, es la Iglesia católica; quien resguarda el legado de la traición, en medio de las invasiones bárbaras que arrojan al hombre a un laberinto sin salida de ideologías nefastas, es la Iglesia católica; quien no declina en su misión prioritaria de «llevar a las personas a mirar más allá de las cosas penúltimas y ponerse a la búsqueda de las últimas» es la Iglesia católica. Por eso se le niega la condición de interlocutor en un mundo ensordecido por la repetición de viejos errores; en un mundo que quiere a sus hijos arrojados a la intemperie, o todavía peor, recluidos en la mazmorra de los pueblos lobotomizados que han renunciado a su tradición.

Juan Manuel de Prada

jueves, 13 de mayo de 2010

MEMORIA HISTÓRICA: DISCURSO DE MARTÍN YNESTRILLAS



Aquí podéis ver y escuchar las palabras de Martín Ynestrillas en la presentación de la Plataforma Memoria y Lealtad. Palabras brillantes, en la forma y en el fondo, que recomiendo escuchar.

Muchas gracias Martín. Un abrazo fuerte

domingo, 9 de mayo de 2010

CARTA A LOS AMIGOS Y BIENHECHORES. MONSEÑOR FELLAY

Queridos amigos y bienhechores,

La situación de la Iglesia se parece cada vez más a un mar agitado, en todos los sentidos. En él vemos olas que pretenden cada vez más hacer zozobrar la barca de Pedro, arrastrándola a abismos sin fin. Desde el Concilio Vaticano II, parece que una ola quiere llevarse consigo todo hacia al fondo, no dejando sino un montón de ruinas y un desierto espiritual, al que los propios Papas han denominado una apostasía. No queremos describiros otra vez esta dura realidad, pues ya lo hemos hecho a menudo, y todos vosotros la podéis comprobar. Sin embargo, nos parece útil comentaros un poco los acontecimientos de estos últimos meses; quiero hablaros de esos golpes sorprendentes por su violencia y particularmente bien orquestados que se han lanzado contra la Iglesia y el Sumo Pontífice. ¿Por qué semejante violencia?

Volviendo a nuestra imagen, parece que desde hace algún tiempo, más o menos desde la subida al pontificado del Papa Benedicto XVI, ha aparecido una nueva ola, mucho más modesta que la primera, pero no obstante bastante persistente como para que la podamos percibir y que, contra todo pronóstico, parece ir contra el sentido de la primera. Los indicios son suficientemente variados y numerosos como para poder afirmar que este nuevo movimiento de reforma o de restauración es algo real. Se lo ve particularmente entre las generaciones jóvenes, manifiestamente frustradas por la poca eficacia espiritual de las reformas de Vaticano II. Si consideramos los reproches tan duros y amargos que los progresistas lanzan contra Benedicto XVI, está claro que ellos perciben en la propia persona del Papa actual una de las causas más vigorosas de este principio de renovación. Y por lo mismo, incluso si nos parece que todas las iniciativas del Papa son más bien tímidas, contrarían profundamente al mundo revolucionario e izquierdista, tanto en el interior como en el exterior de la Iglesia, y esto a varios niveles.

Esta irritación de los progresistas y del mundo se deja sentir, en primer lugar, en los temas referentes a la moral. En particular, la izquierda y los liberales están irritados por las palabras, no obstante bien sopesadas, del Papa acerca del uso de los preservativos sobre la cuestión del sida en África. Referente a la vida de la Iglesia, en 2007 la rehabilitación de la misa de siempre en su derecho y luego la anulación, dos años más tarde, de la pena infamante que podía descalificarnos a nosotros, han provocado la rabia de los liberales y progresistas de todo pelaje. Además, la acertada iniciativa de un año sacerdotal que vuelve a poner en honor al sacerdote, recordando su importancia capital y tan necesaria para la salvación de las almas, y proponiendo como modelo al Santo Cura de Ars, no sólo es una invitación dirigida al pueblo cristiano a rezar por los sacerdotes, sino también un llamamiento a recurrir al sacramento de la penitencia, que ha caído completamente en olvido en grandes porciones de la Iglesia, así como a cuidar el culto eucarístico, especialmente considerando la importancia de la adoración de Nuestro Señor en la Sagrada Hostia, indicación clara de la realidad de la presencia real y sustancial de Nuestro Señor Jesucristo.

Igualmente, la designación de obispos claramente conservadores, entre los cuales un cierto número ya celebraban antes la misa tridentina. Podríamos citar también como ejemplo innegable de la realidad de esta pequeña ola que va en sentido contrario la Carta a los católicos de Irlanda invitando a la penitencia, a la confesión y a los ejercicios espirituales, pidiendo también la adoración a Jesús Eucaristía. Aunque en nuestros medios se estime, con razón, que estos esfuerzos son aún insuficientes para frenar la decadencia y la crisis de la Iglesia, particularmente al ver cierto número de actos que se sitúan en la triste línea de su predecesor, como las visitas a la sinagoga y al templo protestante, con todo, en los medios progresistas ha sonado la hora del zafarrancho de combate. La gran ola se enfrenta con la pequeña con una violencia sorprendente. No es de extrañar que el encuentro de ambas olas, tan desiguales, cause tantos remolinos y tumultos, y provoque una situación muy confusa, en la que es muy difícil distinguir y predecir cuál de las dos olas va a prevalecer. No obstante, se trata de algo nuevo, y merece ser saludado. No se trata de caer en un entusiasmo inconsiderado, que pretendería hacer creer que la crisis de la Iglesia ya ha terminado; al contrario, como las fuerzas van envejeciendo y ven que otra vez se replantea lo que ellos pensaban que finalmente se había adquirido, seguramente van a emprender un combate de gran envergadura para intentar salvar ese sueño de modernidad que empieza a venirse abajo. Es muy importante que mantengamos una mirada lo más realista que podamos sobre lo que está sucediendo. Aunque nos alegramos de todo lo bueno que se hace en la Iglesia y en el mundo, sin embargo no nos hacemos ilusiones ante la gravedad de la situación actual.

¿Qué se puede prever para los años venideros? ¿La paz en la Iglesia o la guerra? ¿El triunfo del bien y su tan ansiado regreso, o una nueva tormenta? ¿Conseguirá la pequeña ola crecer lo bastante como para imponerse un día? La certeza del cumplimiento de la promesa de Nuestra Señora en Fátima –«al final mi Corazón Inmaculado triunfará»–, no responde necesaria ni directamente a nuestra pregunta, pues no queda completamente excluido si habrá que pasar primero por una tribulación aún mucho mayor antes de llegar al tan ansiado triunfo…

Volvemos a encontrar este tremendo desafío en nuestra cruzada de rosarios, aunque con esto no quisiéramos quitar nada a la alegría del anuncio del resultado extraordinario de nuestra Cruzada del Rosario. Hace un año, os habíamos pedido audazmente una docena de millones de rosarios para coronar y rodear con una magnífica guirnalda de alabanzas, como otras tantas estrellas, a Nuestra buena Madre del Cielo, la Madre de Dios, esa Madre que se presenta ante los enemigos de Dios como «un ejército en orden de batalla» (Cant. 6, 3). Vosotros habéis respondido con tanta generosidad que ahora podemos llevar a Roma un ramillete de más de 19 millones de rosarios, sin contar los de todas las personas que se han unido a nosotros sin ser directamente feligreses nuestros.

Desde luego no fue por casualidad que Pío XII, al proclamar el dogma de la Asunción, quiso cambiar el Introito de la fiesta del 15 de agosto por el fragmento del Apocalipsis que saluda al gran signo que apareció en el cielo. Este fragmento del Apocalipsis inaugura la descripción de una de las guerras más terribles expuestas en el Libro sagrado: el gran dragón, que va a barrer con su cola una tercera parte de las estrellas, viene a presentar batalla a la gran Señora (cf. Apoc. 12). ¿Está destinado a nuestro tiempo este pasaje? Podemos fácilmente creerlo, aunque evitando hacer aplicaciones demasiado literales y unívocas de estos misterios y descripciones proféticas. No dudamos en modo alguno que todas nuestras oraciones tienen su importancia, incluso una grandísima importancia, en este momento de la historia en que estamos. No obstante, pensamos que tenemos que exhortaros y alentaros en estas circunstancias de la historia de la Iglesia.

Vuestra gran generosidad muestra, sin que quepa duda alguna, vuestra adhesión y vuestro amor muy reales a nuestra santa Madre la Iglesia católica romana, al Sucesor de San Pedro y a la jerarquía, incluso si hemos de sufrir mucho de parte de ella. Dios es mucho más fuerte que el mal, y el bien vencerá, aunque tal vez no con toda la pompa que hubiéramos deseado.

Ahora hay que convencer a las autoridades para que realicen la famosa consagración de Rusia que ellos dicen que ya han realizado, y hay que recordar la actualidad de lo que decía Nuestra Señora de Fátima, siendo que, en el año 2000, quisieron pasar la página para no volver ya sobre el tema. Parecen multiplicarse las dificultades y los obstáculos para que no se pueda realizar de ninguna manera lo que pedimos. Poco importa; contamos mucho más con Dios que con los hombres; del mismo modo que esperamos de actos tan sencillos como el de la consagración de Rusia al Corazón Inmaculado de María resultados sorprendentes para la Iglesia y para el mundo, y que superan todo lo que podemos imaginar. Se trata de una locura ante los ojos de los hombres, pero es realmente el reflejo de lo que ya predicaba San Pablo en su época: lo que es sabiduría a los ojos de los hombres es una locura para Dios, mientras que los sabios del mundo consideran la sabiduría de Dios como una necia locura (cf. 1 Cor. 1, 20).

Ahora que vamos a transmitir al Santo Padre vuestros notables esfuerzos, lo mismo que la razón de tales oraciones, esperando contribuir de este modo al bien de la Iglesia, os pedimos que sigáis con estos mismos esfuerzos. Siguiendo el ejemplo a que nos invita el propio Nuestro Señor en su exhortación tan conmovedora a la oración: «Pedid y recibiréis», insistiendo e insistiendo mucho (cf. Mt. 7, 7-11). La magnitud de lo que pedimos, aunque no quepa duda de que seremos escuchados, exige una insistencia y una perseverancia proporcionadas.

Recordemos también que lo esencial del mensaje de Fátima no consiste únicamente en la consagración de Rusia, sino sobre todo en la devoción al Corazón Inmaculado de María. Que todas estas oraciones y sacrificios nos hagan crecer y ahondar a todos en esta devoción especial al Corazón de la Madre de Dios. Dios quiere dejarse conmover por este medio.

Nuestro mayor deseo, a principios de este mes de mayo, mes de María, es que todos nos volvamos a poner bajo su maternal protección. Agradeciéndoos vuestra generosidad tan grande, le pedimos a Nuestra Señora que, junto con el Niño Jesús, se digne bendeciros.

Monseñor Bernard Fellay
Superior de la Fraternidad de San Pío X
1 de mayo de 2010, fiesta de San José Obrero

miércoles, 5 de mayo de 2010

FRENTE A MALICIA, MILICIA


La multitud de los bienaventurados del Cielo, consti­tuyen la llamada Iglesia Triunfante, así como los que sufren las penas purificativas del Purgatorio forman la Iglesia Purgante. Queda para los que peregrinamos sobre la tierra camino de la patria celestial, y constituimos la masa del pueblo de Dios peregrino, la masa de bauti­zados que por la puerta del bautismo entramos a formar parte de la Iglesia, el nombre de IGLESIA MILITANTE. La vida del hombre sobre la tierra, nos dice el libro de Job, es milicia, es lucha y es combate. La vida del cristiano en medio del mundo, rodeado de los peligros que pueden perder su alma, es una milicia y una lucha sin tregua. Por eso la única actitud del cristiano, es una actitud militante. Como el soldado con el arma al brazo está alerta custodiando su puesto, para prevenir toda acometida del enemigo, así el cristiano, con las armas espirituales, ha de estar siempre en actitud militante, sin abandonarse al reposo suicida de creer que la paz se gana por sí misma y no es fruto de una conquista diaria, de un esfuerzo de milicia.

Hay un falso pacifismo que llama a la inoperancia y a la laxitud. Ese falso pacifismo es el preludio de una gran derrota. Mientras Baltasar celebraba con banquetes y delicias la grandeza de Babilonia, los persas dirigidos por Ciro asaltaban sus murallas y arrasaban la gran ciudad. Mientras el ejército filisteo dormía, los aguerridos soldados de Gedeón se avalanzaron sobre ellos y alcanzaron, desde a su exiguo número, una resonante victoria.

No hay paz posible con el enemigo perpetuo, el que ha empeñado toda su ciencia y su poder en destruirnos hasta el final de nuestra vida. Por eso S. Pedro nos recomienda que velemos siempre en la oración, porque el de­monio, como un león rugiente, anda dando vueltas a nues­tro alrededor, espiando a ver a quien puede devorar. No hay más paz que la que nos viene de Dios. La paz que se consigue con el vencimiento de nuestros enemigos, el mundo, el demonio y la carne, por el único camino de la oración, los sacramentos y la mortificación.

La vida cristiana no es para cobardes, para los que quieren pactar con sus enemigos, y ganar una paz falsa, la paz del derrotado y del esclavo. Con las armas de la fe, con las armas de la oración, con las armas de la huida de las ocasiones, en permanente estado de milicia, venceremos bajo la bandera de nuestro sumo Rey y Capitán Jesucristo. Él nos dijo: "No temáis, Yo he vencido al mundo". Todos a luchar detrás de Jesucristo en este año 1.978 el gran combate de nuestra fidelidad a Él hasta el fin.

Padre José Mª Alba Cereceda S.I. +
Enero de 1978