martes, 28 de abril de 2009

EJEMPLOS DE VIDA, EJEMPLOS DE RESISTENCIA

Decía José Antonio que el espíritu se divide en dos castas: el sacerdocio y la milicia, las dos formas más heroicas de hipotecar la vida. La Fe como virtud sobrenatural que nos abre la morada eterna, y la milicia porque sin ella la vida del hombre sobre la tierra no sería digna a los ojos del Padre.

Personificando estos conceptos, la supremacía del espíritu como valor eterno, el padre Alba es buen candidato a ello, no sólo por ser sacerdote secumdum Cor tuum, sino porque la correlación de su espíritu con la milicia fue armoniosamente compaginada. Creo que las últimas palabras que le escuché fueron: mi vocación siempre fue castrense. Su figura le delataba, siempre en posición rígida. Cada una de sus palabras era un verbo encendido, vivo, guerrero, antagónico a las voces melancólicas de los púlpitos progresistas. Patriota como ninguno, sabía que nuestra historia, la de España, no podía entenderse sin el cobijo de la Providencia. Amante como el que más de las cruzadas, en especial la última de nuestra Patria, en la que luchó y murió la mejor generación española de todos los tiempos, nos puso a aquellos héroes, mártires y cruzados como paradigmas de la Fe católica, en jurada fidelidad con la sublime promesa de los jóvenes de la Asociación de la Inmaculada y san Luis Gonzaga.

Pero, ¿el modelo en la milicia? El mismo padre Alba me hubiera contestado: el Capitán de Navío Camilo Menéndez Vives. Sí, ciertamente, soldado de la Patria, en su sentido más literal, ya con quince años y tras falsificar su edad, tomó el fusil, se encarnó la boina roja y se marchó al frente como requeté al tercio de san Marcial, a defender a su Dios y a su madre España como cruzado. Más tarde como militar, sirviendo en la Armada Española, continuó la guerra, el martirio psicológico, como lo ha calificado el Santo Padre. Tal es así, que varias veces sufrió prisión y acabó expulsado del ejército por sus propios compañeros, por el simple hecho de ser católico y español consecuente con la doctrina que ello conlleva, cumpliendo así la causa-efecto de la santidad-persecución. Para mi, santo requeté Camilo Menéndez.


Nos faltaría alcanzar un equilibrio, que sin ser sacerdocio ni milicia, compaginara las dos en otro estado. Por un lado se habría de dar la predicación, el pastoreo de las almas a Dios. Por otro el combate espiritual y físico que trascienda más allá del interior del hombre. Blas Piñar. Con cerca de cuarenta años en la vida pública de España y desde su juventud en Acción Católica, sin desmayo ninguno, su voz y su pluma han dado testimonio heroico de aquella consigna del Caudillo: “España será más grande cuanto más católica sea”. Su coherencia de vida, tan escasa en nuestros tiempos, le han llevado ha ser uno de los grandes ejemplos del martirio, incruento, que esta democracia despacha contra aquello cuyas formas y fondos, perfuman su alrededor de algo católico, tradicional, sin que por ello detuviera, lo más mínimo, su paso firme y decidido, hacia el calvario que habría de traer la resurrección de España (sin Cruz no hay salvación). En él se concentra el sacerdocio y la milicia sin ser, plenamente, de uno o de otro. Apóstol de Cristo, como el padre Alba, y soldado de la Patria, como Camilo Menéndez.


Tres figuras con un denominador común: el combate por Cristo, desde diferentes estados, aquel que santifica al hombre cuando es interior, elevando el alma a Dios y, cuando es superado por una voluntad inquebrantable contra el pecado, le sucede la tan olvidada lucha exterior, pública, de testimonio constante de la Verdad. El padre Alba combatió de frente a los que, por la espalda, agrietaban los muros de la Iglesia Santa para dejar paso al humo de Satanás. El Padre sufrió la peor transición de España, la transición religiosa, denunciada por Pablo VI, como autodemolición de la Iglesia, lo que le llevó a fundar, para conservar la Fe en el pueblo y los ministros de la Iglesia, la Hermandad Sacerdotal Española, la Asociación de Sacerdotes y Religiosos de San Antonio Maria Claret, la Unión Seglar, la Sociedad Misionera de Cristo Rey, turnos de adoración, asociaciones de jóvenes con sus campamentos, colonias y un sin fin de comunidades que han demostrado que su unión se fundamenta en el amor a Cristo.

Hubo otra transición, la militar, que junto con la religiosa, se encargaron de augurar el peor de los futuros para España. Fue el Capitán de Navío Menéndez Vives, quien dentro de la institución militar, con hechos y palabras denunció la maniobra del enemigo. No pecó de omisión, pues cuando el deber de católico y español le exigieron dar ejemplo intachable, siempre mantuvo el honor por encima de la disciplina, puesto que no se puede servir a dos señores. Por causa de la injusticia y del odio, al igual que Cristo, conoció la cárcel terrena acumulando méritos para escapar de la cárcel eterna. Invalidado el brazo armado de la Patria y arrancada la Fe del pueblo, la tercera transición y consecuencia de las dos anteriores, la política, no se hizo esperar. En medio de ella, y como único bastión de resistencia, encontramos a un Blas Piñar enarbolando la bandera de la reforma perfeccionista del régimen del 18 de Julio, al estilo de santa Teresa o san Juan de la Cruz, contra la ruptura liberal de los que, como Lutero, anhelaban minar todo cimiento católico, traicionando unos, y olvidando otros, la sangre que sus mayores habían derramado en aquella santa Cruzada del 36. Con este mensaje recorrió los pueblos de España, junto con los que a su lado militaron un día en Fuerza Nueva, como profeta de los males actuales. A pesar de estar siempre bajo el cobijo de la Cruz, los fariseos que habitaban la Santa Madre Iglesia y, que por desgracia aún persisten, le negaron cualquier ayuda o aliento y hasta lo descalificaron, ignorando lo que el santo obispo de Cuenca Monseñor Guerra Campos había sentenciado: “en los discursos de Blas Piñar hay más teología, que en las reuniones de la Conferencia Episcopal”.

El padre Alba y Camilo Menéndez volaron ya al cielo, tan alto como sus méritos, pues hicieron de sus vidas una milicia para que esta fuera un servicio constante a la Fe. Creyendo en Cristo, le predicaron; esperando en Cristo, por Él lucharon; amando a Cristo, se ofrecieron a Él en expiación por “la apostasía y el hombre del pecado, el rebelde, que ha de levantarse contra todo lo que lleva el nombre de Dios o merece respeto, llegando a poner su trono en el Templo de Dios”. (2Tes. 2,4). Blas Piñar aún hoy sigue a nuestro lado, para alentar nuestras vidas hacia el noble combate de la Fe.

Tres hombres, tres católicos, tres españoles. Tres ejemplos sublimes, en tres vocaciones distintas, consagradas, en holocausto perfecto, a la restauración del Reinado Social de Jesucristo, único camino para encontrar la Paz verdadera entre los hombres.
Miguel Menéndez Piñar

5 comentarios:

  1. Me ha entusiasmado este post tuyo.
    Citas personajes a los que amo con devoción.
    Nací en el madrid rojo, siete días después del fusilamiento de Jose Antonio y siempre le admirado con devoción, al sacerdote que mencionas no lo conozco, pero la trayectoria de Camilo Menéndez la he seguido muy de cerca y me parece uno de los héroes anónimos de nuestra patria. Te diré que le tuvieron retenido cuando el 23F en la agrupación de Marina de Madrid. Mi marido mandaba entonces la Policia Naval y se hizo muy amigo de él, por eso cuando el Coronel de la Agrupación le mandó que pusiera unas rejas en la ventana de Cam,ilo por si le daba por escapar, mi marido se negó en rotundo y avergonzado de su propio jefe le dijo que si no se daba cuenta de que Camilo era un hombre de honor.
    Blas piñar ha sido para mí otro de los héroe de España, fui a muchas de sus conferencias, y le voté mientras estuvo activo porque tenía el convencimiento de que aunque sólo sacase un escaño su voz era imprescindible en el parlamento. No pudo ser y así contemplamos ahora la decadencia de España que tanto nos duele a algunos.
    Enhorabuena por el post y por tu posición política fuertemente española y cristiana.
    Un abrazo

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  2. Cierto. Es la mejor definición de Camilo Menéndez: un hombre de honor.

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  3. Muy bien Miguel. Así es, en efecto, a cada uno nos pone Dios en un camino y con una misión en esta vida, el puesto es diferente para cada uno, la manera digna de desempeñarlo sólo una, con autenticidad, valor y coherencia, con santidad. Y todos los que en los tiempos de prueba han respondido de esa manera (como sin duda lo han hecho los personajes de los que hablas y que suponen para nosotros orgullo, ánimo y ejemplo) se han convertido en héroes.
    El enemigo de Dios y de la España auténtica y que representa la concrección en el tiempo y en el espacio del Reinado de N.S. Jesucristo supo que los pilares de tal sociedad eran la Iglesia y el Ejército y a esos atacó y a esos minó. Y el ataque y demolición estudiada, orquestada y muy bien planificada al primero de los estamentos, único que es divino, es de alcance mundial y general. Pero desconocen que el poder de satanás no prevalecerá sobre Ella y que la Iglesia persistirá hasta el final de los tiempos; ahora, eso sí, no sabemos en qué condiciones, seguramente duras pues el martirio es la palma del cristiano.

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  4. Gran post, pero resulta un tanto lamentable que Camilo Menéndez tenga una hija del siguiente historial:

    lma. Sra. Doña Carmen Menéndez González-Palenzuela

    Diputada de la Asamblea de Madrid en la VIII Legislatura

    Grupo Parlamentario Socialista

    Portavoz del Grupo Parlamentario Socialista

    Licenciada en Psicología por la Universidad Complutense de Madrid. Funcionaria del Servicio Público Estatal de Empleo del Ministerio de Trabajo. Escala Superior de Organismos Autónomos. Sindicalista de la Unión General de Trabajadores, ha sido miembro de la Comisión Ejecutiva Regional de UGT-Madrid, en distintas Secretarías. Responsable Confederal de Servicios Sociales. Miembro del Comité Confederal de la Unión General de Trabajadores de España.

    Aquí Camilo no andó muy listo, la verdad.

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  5. ¿Qué tiene que ver Camilo en eso? Cada uno elige su camino y no todo el mundo se adhiere a la Verdad aun cuando nos haga libres.

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