CARTA APOSTÓLICA SALUTIFERAE CRUCIS DE SU SANTIDAD JUAN XXIII CON LA QUE SE ELEVA AL HONOR Y DIGNIDAD DE BASÍLICA MENOR LA IGLESIA DE SANTA CRUZ DEL VALLE DE LOS CAÍDOS
Yérguese airoso en una de las cumbres de la sierra de Guadarrama, no lejos de la Villa de Madrid, el signo de la Cruz Redentora, como hito hacia el cielo, meta preclarísima del caminar de la vida terrena, y a la vez extiende sus brazos piadosos a modo de alas protectoras, bajo las cuales los muertos gozan el eterno descanso.
Este monte sobre el que se eleva el signo de la Redención humana ha sido excavado en inmensa cripta, de modo que en sus entrañas se abre amplísimo templo, donde se ofrecen sacrificios expiatorios y continuos sufragios por los Caídos en la guerra civil de España, y allí, acabados los padecimientos, terminados los trabajos y aplacadas las luchas, duermen juntos el sueño de la paz, a la vez que se ruega sin cesar por toda la nación española. Esta obra, única y monumental, cuyo nombre es Santa Cruz del Valle de los Caídos, la ha hecho construir Francisco Franco Bahamonde, Caudillo de España, agregándola una Abadía de monjes benedictinos de la Congregación de Solesmes, quienes diariamente celebran los Santos Misterios y aplacan al Señor con sus preces litúrgicas. Es un monumento que llena de no pequeña admiración a los visitantes: acoge en primer lugar a los que a él se acercan un gran pórtico, capaz para concentraciones numerosas; en el frontis ya del templo subterráneo se admira la imagen de la Virgen de los Dolores que abraza en su seno el cuerpo exánime de su Divino Hijo, obra en que nos ha dejado el artista una muestra de arte maravilloso. A través del vestíbulo y de un segundo atrio, y franqueando altísimas verjas forjadas con suma elegancia, se llega al sagrado recinto, adornado con preciosos tapices historiados; se muestra en él patente la piedad de los españoles hacia la Santísima Virgen en seis grandes relieves de elegante escultura, que presiden otras tantas capillas. En el centro del crucero está colocado el Altar Mayor, cuya mesa, de un solo bloque de granito pulimentado, de magnitud asombrosa, está sostenida por una base decorada con bellas imágenes y símbolos. Sobre este altar, y en su vértice, se eleva, en la cumbre de la montaña, la altísima Cruz de que hemos hecho mención. Ni se debe pasar por alto el riquísimo mosaico en que aparecen Cristo en su majestad, la piadosísima Madre de Dios, los apóstoles de España Santiago y San Pablo y otros bienaventurados y héroes que hacen brillar con luz de paraíso la cúpula de este inmenso hipogeo. Es, pues, este templo, por el orden de su estructura, por el culto que en él se desarrolla y por sus obras de arte, insigne entre los mejores, y lo que es más de apreciar, noble sobre todo por la piedad que inspira y célebre por la concurrencia de los fieles.
Por estos motivos, hemos oído con agrado las preces que nuestro amado hijo, el Abad de Santa Cruz del Valle de los Caídos, nos ha dirigido, rogándonos humildemente que distingamos este tan prestigioso templo con el nombre y los derechos de Basílica Menor. En consecuencia, consultada la Sagrada Congregación de Ritos, con pleno conocimiento y con madura deliberación y con la plenitud de nuestra potestad apostólica, en virtud de estas Letras y a perpetuidad, elevamos al honor y dignidad de Basílica Menor la iglesia llamada de Santa Cruz del Valle de los Caídos, sita dentro de los límites de la diócesis de Madrid, añadiéndola todos los derechos y privilegios que competen a los templos condecorados con el mismo nombre. Sin que pueda obstar nada en contra. Esto mandamos, determinamos, decretando que las presentes Letras sean y permanezcan siempre firmes, válidas y eficaces y que consigan y obtengan sus plenos e íntegros efectos y las acaten en su plenitud aquellos a quienes se refieran actualmente y puedan referirse en el futuro; así se han de interpretar y definir; y queda nulo y sin efecto desde ahora cuanto aconteciere atentar contra ellas, a sabiendas o por ignorancia, por quienquiera o en nombre de cualquiera autoridad.
Dado en Roma, junto a San Pedro, bajo el anillo del Pescador, el día siete del mes de abril del año mil novecientos sesenta, segundo de nuestro Pontificado.
Si ... pero soplan malos vientos.
ResponderEliminarParece ser que este año la Abadía no celebrará misas por las almas de Franco y José Antonio. Lo cual, dicho sea de paso, no impedirá la inquina de los rojos
Todos los días del año se celebra la Santa Misa por Franco, José Antonio y Caídos. Otra cosa es que no vaya a haber una Misa conmemorativa por el 20-N organizada por la FNFF.
ResponderEliminarEntre las innúmeras gracias que Dios me ha concedido destaca la de haberme permitido visitar el Valle y alojarme, incluso, por cuatro días en la Hospedería.
ResponderEliminarEs algo magnífico. Inolvidable. Un monumento a la piedad cristiana que sobrecoge al viajero.
Quiera el Señor, por mediación de la Sma. Virgen y el Apóstol Santiago, proteger a España de la saña de sus enemigos.
Mario Caponnetto (Argentina)
Es una pena que para muchops católicos El Valle sea solo un sitio donde ir el 20-N.
ResponderEliminarTODOS LOS DIAS se celebra la Santa Misa a las 11, todos los dias cuidan los monjes benitos de ese templo, todos los días esta el Señor en el Sagrario.
¿Tanto cuesta ir a misa siquiera los domingos al Valle?
Aprovecho la ocasión para contaros mi experiencia personal.
ResponderEliminarHasta hace cinco años no era yo muy de ir a misa. Es mas, aunque siempre he tenido respeto por quienes sí lo hacían, e inquietudes espirituales nunca me han faltado, el ir a misa para mí significaba poco menos que aburrido.
Sientate, levantate, vuelvete a sentar, santiguate...
Cuantos de mi cuadrilla de jovencitos, acudían a misa cada domingo y yo me quedaba fuera. Pasados mas de treinta años de entonces, ellos han se han alejado de Dios mientras que yo he sentido su llamada.
Decidí un año, hacer la "marcha de la corona" con los falangistas. Para mí era un acto mitad político mitad deportivo. No hice relevos. Anduve toda la noche sin descanso , y cuando llegué pregunté la manera de volver a Madrid.
Todos entraron a misa. Entré yo también en la basílica. Era la enésima vez que iva. Cada vez que en casa hemos tenido visita de algún familiar o conocido que vive fuera de Madrid, le hemos enseñado, cuan guía turísticos, el Valle de los Caídos.
Esta vez entraba con los falangistas y mi única intención era "tragarme" la misa para, al salir, montarme en un autocar o coche y volver a Madrid.
Algún día contaré, o intentaré contar en una entrada de mi blog, las sensaciones que experimenté e hicieron que, despues de cinco años de aquel día, acuda cada domingo, desplazandome cincuenta kilómetros, a OIR MISA.
Si por alguna razón no puedo subir, me acerco a la Iglesia mas cercana, pero sin misa no me quedo.
¡Cómo se las busca El Señor para llamar a sus corderos!
Las Misas por las almas de Franco, José Antonio y todos aquellos españoles enterrados en la Basílica se seguirán celebrando, como ya han comentado, todos los días. Igualmente no creo que nadie vaya a prohibir, en el aniversario de muerte de dos católicos, aplicar la Santa Misa como hasta ahora se ha venido haciendo.
ResponderEliminarQuerido Mario, qué gran alegría al verte por aquí. Un fortísimo abrazo a los tuyos, en especial a tu mujer -fuerte como las del Evangelio- y a tu hermano Antonio.
El Valle seguirá siendo, como dice Juan XXIII, lo que es.
Miguel